Convicto y confeso
Llegué en busca de apoyo como un gato que sabe
que encontrará refugio y solidaridad.
Llevaba en mis bolsillos las quimeras
que siempre me acompañan.
Las ofrecí pensando en el futuro,
pues el presente nos mataba a plazos.
Creí que todo estaba a mi favor
viendo a mis anfitriones, hermanos de idealismos
acoger los manuales de insurrectos
con fervor y esperanza.
Hombres con las miradas inconclusas,
mujeres en espera de las noches
para contar sus vástagos
y la vergüenza de aguardar los buques
detrás de algún marino ansioso.
No bastaba confianza, el amor al humano
y poder transgredir los terrenos del monstruo
sin hacer uso de la fuerza.
El lado oscuro de la vida es débil
cuando quiere alumbrar sus predios y destinos
si sólo cuenta con la fe y las salvas.
No fue malogro,
sólo una caída.
Pero pagamos caro.