Poesía de Antonio Rojas, República Dominicana

Poemas del viajero perdido

Alguien sueña con nosotros
y es soñado a su vez
por otro
que es el sueño de un sueño.
Ana Blandiana -Genealogía


¿Cómo sabes que la tierra no es el infierno
de otro planeta? Aldous Huxley -Un mundo feliz

La noche lentamente se desliza hacia el alba
a través de este gran ventanal
que amas tanto
porque sus luces nocturnas ocultan la ciudad verdadera.
Cristina Peri Rossi -Asombro



La nostalgia se filtra por los sumideros
que recorren la ciudad.
Algunas palomas se refugian
en estrechos balcones
donde sueños de asfalto se lanzan al vacío.

En las aceras,
gentes que no hablan entre sí
transitan sin pena ni gloria.
Algo brusco y discorde
les muda el rostro,
las envuelve en un manto de ruido y mentira,
mientras la ambición
borra
la última huella de humanidad que llevaban puesta.

Abordo un taxi hasta el puerto.
A veces, dicen, llegan en furgones ángeles mojados.

El chofer me mira por el retrovisor;
parece leerme antes de iniciar plática.

Confiesa que, en ocasiones,
las avenidas se abren como venas
al tráfico y al vértigo,
y maneja por horas
sin recoger un solo cliente:
no quiere oír historias ajenas,
fragmentos de vidas contadas al azar
en el asiento trasero.
Conduce sin ruta ni plan
porque perderse es un modo de buscar,
y tal vez, en una de esas calles que no toma
se encuentre el hogar que aún no conoce.

Me tranquiliza el azul nocturno
cayendo sobre el mar,
ahora que no queda nadie;
el brillo de la luz urbana en el temblor del agua.

De regreso, a través del vidrio tintado,
los semáforos titilan igual que luciérnagas ausentes.

Salgo del coche en una esquina con olor a café
y carne quemada.
Un indigente busca qué comer
en la oscuridad de los zafacones.

Tal vez no haya ruta ni hogar,
solo este viaje interminable entre sombras y luces,
estas ganas de encontrarme en el reflejo fugaz
de lo que aún no conozco.

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