TÉCNICA POÉTICA

Modalidades de versificación

Gavrí Akhenazi

Modalidades de versificación

Cada idioma dispone de rasgos fónicos como son el número y duración de las sílabas, el acento distribuido a lo largo de estas, el tipo y ejecución de las pausas sintácticas o la entonación propia del fraseo regional.

La poética de cada idioma elige las características correspondientes a estos rasgos fónicos suprasegmentales y los pone al servicio de su sistema de versificación, ya que cada idioma trabaja este sistema de manera diferente y propia.

Todo sistema de versificación se basa en el carácter fónico de sus constituyentes.

En el caso del verso español clásico, este sistema está basado en dos premisas fundamentales: el metro (la medida silábica no gramatical de cada verso) y el ritmo (esquema de intensidades sonoras del verso).

Ritmo

Para que una poesía se diferencie radicalmente de una composición en prosa, aunque sea poética, el rasgo predominante que se debe considerar es el ritmo.

En la poesía cuyos versos están sujetos a un silabeo métrico, el verso, necesariamente,  está sujeto a una segmentación rítmica.

La prosa, en cambio, que también posee su propio ritmo, está sujeta a una conformación sintáctica más específica de la lógica y a un acomodo adecuado de las palabras elegidas para configurar un sonido armonioso dentro del bloque textual.

Podríamos considerar que el ritmo poético se desarrolla en base a un ritmo estético, como el sonido de la base en una canción, que va marcando los tempos requeridos para que el fraseo discurra melodiosamente.

El ritmo poético, entonces, que se adquiere en la poesía métrica, depende de la lengua, ya que no en todos los idiomas la poesía reviste el mismo tipo de basamento para conseguir la fluencia versal.

El verso no es otra cosa que un grupo de sonidos que obedecen a la ley de la repetición como una unidad rítmica esencial.

Por lo que, al leer o escuchar poesía, lo que se percibe como ritmo es la repetición sonora de uno o más elementos dentro del fraseo, siendo este elemento fácilmente perceptible por el oído como un hito acústico.

Yendo al verso español propiamente dicho, debemos considerar una serie de elementos constitutivos del mismo, a saber:

-el número de sílabas que indica el metro de ese verso tanto para rimados como para versos blancos

-los acentos o sea, las sílabas tónicas que indican el tipo de curva sonora a tener en cuenta para cada metro

-la rima en sus variantes (en el caso de que el poema sea rimado)

Metro

El metro y el ritmo son parientes consanguíneos, ya que el metro es un esquema rítmico donde se repiten los elementos propios del ritmo que hemos mencionado. No es ni más ni menos que la medida de un verso cuando se han aplicado a él las licencias poéticas y los hechos del habla.

¿Qué significa?

En español, los versos siguen un patrón rítmico basado en su esquema acentual, dado por las sílabas tónicas dentro del mismo o sea, dado por la intensidad determinada que recae sobre ciertas sílabas durante la emisión de la voz.

Este fenómeno sonoro produce en el oído una melodía determinada a la que el cerebro se acostumbra por su musicalidad y, como si de un patrón se tratara, espera que continúe a lo largo de los versos sucesivos como una repetición más o menos similar.

Muchas veces, como en los romances (versos octosílabos con rima asonante en los pies pares), la unicidad de un mismo metro solo es alterada por la aparición de la asonancia de pie, ya que los versos presentan el mismo patrón acentual definido por el metro.

En los poemas considerados polimétricos –con rima o sin ella–, el oído percibe modificaciones de metro pero la marcación efectiva de sincronía la dan los acentos o sea, las sílabas tónicas dentro de cada metro contenido dentro de la estructura poética.

De este concepto resulta que hay metros con sincronía tónica entre sí y por lo tanto, considerados dentro de un mismo ritmo y metros con asincronía tónica o corrimiento acentual que no pueden combinarse con los rítmicos porque producen una alteración de la estructura melódica.

Este fenómeno netamente acústico es el que da origen a la división de los metros en dos grandes grupos rítmicos dentro de la construcción poética española.

Contrapuesto a este fenómeno acústico producido por el metro existe un segundo fenómeno en el que el metro no cuenta –el verso libre– y está dado por otra clase de repeticiones o paralelismos sonoros, como sucede en otros idiomas y que dejaremos para otra ocasión.

Resumiendo el aspecto métrico propiamente dicho, tendremos construcciones con versos completamente regulares (metro y acentos constantes para todos los versos) como los endecasílabos melódicos que terminan por saturar el oído por su previsibilidad y el poema polimétrico, donde el oído no prevé esa regularidad ya que el metro va variando y por consiguiente, también la entonación.

Otra variedad es la construcción métrica en endecasílabos con diferentes acentuaciones, cuidando que las tónicas correspondan al ritmo preestablecido dentro de la construcción, ya que no todas las acentuaciones de los endecasílabos (como así también las de los dodecasílabos u otros metros heterostiquiales) cuajan, dado que, por ejemplo, en el endecasílabo de gaita gallega se produce un corrimiento acentual sobre la séptima sílaba que el resto de endecasílabos no posee (6ª y 8ª)

El sistema español es netamente sílabotónico en el que se considera específicamente el tipo de acentuación propia del metro en relación a su número de sílabas para considerarlo adecuado dentro de uno u otro ritmo.

Esto se ve en los metros de menos de ocho sílabas (métricas), que pueden incluirse en uno o en otro ritmo para la combinatoria polimétrica de acuerdo a los metros largos entre los que se los albergue.

En los versos largos a partir de los dodecasílabos, la división aparece dada por la acentuación específica. Es a partir de ésta que los versos largos pueden dividirse en hemistiquiales o heterostiquiales, donde cada parte conserva igual o diferente acentuación, de acuerdo al verso corto que la componga (caso de dodecasílabos 5+7).

Estos versos llevan una interrupción o cesura entre sus constituyentes que obran como versos estructuralmente independientes, respetando la acentuación propia del metro al que correspondan y admiten combinatorias versales propias dadas por las acentuaciones afines entre los metros cortos constituyentes.

Por último, digamos que un poema resulta acústicamente armonioso cuando puede obtener una combinatoria adecuada entre sus metros.

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