Silvana Pressacco – Argentina

Por un buen recuerdo

Me conoces y sabes que me duele dolerte
que mis palabras duras son cobardes
pues dejan la tarea difícil a mis ojos
que siempre me delatan.

Nos resulta imposible apagar los incendios
de todas las verdades. Nuestro círculo asfixia
mientras nos convencemos que es normal
que el arco iris pierda sus colores.

Ninguno admite frente a frente el desencanto
que habita dentro desde que la rutina echó
raíces en la tumba de los sueños.

Nuestra historia merece ser una buena historia
por eso mi mirada suplicante
se detiene en la puerta de salida.



Prioridades

Mi agenda es un exceso de palabras
y de cruces severas sobre las ilusiones.
Las horas son caudillos que cubren los paisajes
mientras se multiplican mis deberes.

A veces continúo por inercia
agregando renglones,
manteniéndome ciega a las señales,
con el asombro preso en los bolsillos
para no distraerme con otras trayectorias.

Las letras de mi nombre se fugaron
con la imagen que nunca pintaron los espejos,
los años se escurrieron vestidos de uniforme
sin conseguir aliados ni una bandera blanca.

Elegí estar detrás de la fila de hormigas
para llevar el peso que las demás negaban
y acopiando basura me crecieron jorobas.

Mientras el conformismo siga siendo mi escudo
sobrevivo apretando las alas impacientes
que anhelan el regreso de mi voz
en primera persona.

Mi pecho estallará cuando suelte las aves.



Contigo es más fácil

De pronto las salidas se me esconden
detrás de raros muros que crecen en las calles.

Mientras el sol burlón se muda hacia el oriente
para llevarme repetidas veces
a las coordenadas de tu nombre,
mi compás sigue haciendo pie en la misma sentencia
y el radio empequeñece acercando el infierno.

Nunca supe tomar atajos de mentiras
y las alas están presas por mi condena.



Me da lo mismo

Hoy estoy triste
y de nada me sirves, poesía.

Tal vez encuentre versos con metáforas claras
para hablar de mi fondo más penoso
que hoy presiento, fugaz y fugitivo.

Será que estoy cayendo
por la garganta inmunda
de la impotencia.

Mis manos acarician las paredes
porque aborté las uñas.

Es algo rutinario
un viaje sin boleto,
y ya me da lo mismo
adonde lleva.

Acerca de Silvana Pressacco

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