Por mundo, el yo, redondo y saturado
en las duras cavernas del hechizo,
tan lastimero duende en el tormento
de vieja esclavitud, peldaño y venta.
Regocijo ancestral, de hambrienta pluma,
tatuaje en los barrotes de conventos,
abrojo en el destino de las masas,
sumidero en cloacas malolientes,
desconcierto total entre vampiros
con hambre de apagados regidores.
Demonio, ayer, con la habitual frescura
de pantalón rayado y camiseta
con la voz de reclamo silencioso.
Palacete de duendes atrevidos,
girasoles de noches perfumadas,
alcohol y sus costumbres plañideras
con meretrices en pañales de oro,
pasarelas a piernas de un equívoco,
transeúntes sexuados a la antigua,
y viejos ya sin novedad al pairo.
La carne, el colofón de mis desdichas,
tan vaga y sustancial, tan peripuesta.
La pedigüeña de retales sobrios,
la del ocio y jergón en cada esquina,
la de alquitranes con sabor a almendra,
la del tambor en botellones de ocio.
Ratonera y fugaz, siempre cacique,
maloliente al olor de sus proyectos
incapaz de un disfraz en “suma y sigue”…
……………………………………………..
La apoteosis de mi vida entera!