En la revista anterior, trataba yo de demostrar, a través del análisis de dos poemas de un contrapunto, las dos vertientes que se podían ver en ellos: por una parte la fantasía, la evasión a través de la magia de otros mundos y por otra la humanidad, el mundo de los sentimientos y las emociones. Pero ese contrapunto también nos muestra el ejemplo de una relación amorosa.
En ese tema se centra hoy mi análisis, partiendo de un pequeño muestreo de fragmentos de diferentes contrapuntos.
En los foros, concretamente en Ultraversal, se intercambian de forma natural los afectos. Partiendo del amor, palabra polisémica por excelencia, que incluye muchas acepciones, tendríamos también el compañerismo, la amistad, el cariño, la empatía…
La constatación de este hecho me ha ido sorprendiendo porque es algo observable y muy importante dentro de las relaciones humanas no «presenciales». Supongo que ya habrá sido objeto de estudio, de más de una tesis doctoral, de más de un ensayo y, por qué no, materia novelable para cualquier escritor que quiera hurgar en el complejo mundo de este tipo de relaciones.
Tomo el primer ejemplo del Foro de Arte menor, de un contrapunto entre Morgana de Palacios y Gavrí Akhenazi, ambos asesores. Han mantenido contrapuntos «históricos» y son los exponentes más claros de la llamada «Poesía del arrebato». Éste se fraguó debido a una larga ausencia de Gavrí en el foro, a su regreso, y a partir de un poema de Morgana. El título del contrapunto es «Agua y acero»:
Aguacérame los ojos
hasta que me abra de ideas
y con paso resoluto
cruza despacio mi lengua
que, a los gritos, anda loca
por la calle de tu ausencia.
Morgana
Mujer no pidas por mí
desde el borde de la ausencia.
Mujer, no pidas por mí
desde tus fieras almenas,
porque si tu boca llama
tu palabra me atormenta
y una cadena de llanto
a tus manos me encadena.
Por aguacerar tus ojos
mis ojos se me aguaceran.
Sombra que viaja en mi sombra,
conmigo te has vuelto errante
y yo me he sentido dócil
por tu fe de acompañarme
con tu mano en mis heridas
y con tu carne en mi carne.
No me dejes solo, sombra.
No permitas que te espante.
Gavrí
Mi sombra junto a tu sombra
como dos pájaros negros,
avizoran horizontes
de amor que son un misterio.
La fuerza del corazón
nos ha elevado del suelo
y el enigma está servido
hasta lo que aguante el cuerpo
Morgana
Vemos en los versos de ambos ese intercambio de afectos, aunque escrito desde la sencillez del romance, las voces son fuertes y se debaten entre la llamada y la imprecación, creando y recreando palabras:
Aguacérame los ojos
Morgana
Por aguacerar tus ojos
mis ojos se me aguaceran
Gavrí
En muchos de sus contrapuntos se utilizan expresiones del campo semántico de la pasión amorosa. Vemos que aquí también aparece explícitamente el amor. Son muy representativos dos versos de Morgana que nos acercan a ese amor:
La fuerza del corazón nos ha elevado del suelo
Que nos hablan de un amor que se ha ido forjando en la distancia a través de la palabra: un darse y contenerse en la palabra. No es una poesía amable que se centre en una relación armónica. Las voces casi siempre son broncas, desgarradas, y los escenarios tortuosos, que nos muestran muchas veces situaciones al límite.
Detrás de ese sentimiento amoroso-pasional, se intuye una entrega espiritual absoluta, retomando las palabras de Morgana, una verdadera elevación, una comunión, un profundo hermanamiento en la distancia.
Un segundo ejemplo está tomado del contrapunto “Papelera de reciclaje” que mantienen hace tiempo Joan Casafont y Silvana Pressacco, océano Atlántico de por medio:
Sé que vendrás cargada de nubes y de soles
pertinaz forjadora de cielos y de versos.
Encontrarás mi calle, mi luna y mi tristeza
y pintarás sonrisas de luz verbeneante
entre la comisura de mis labios,
prisión de esas palabras encerradas
que malhieren el alma.
Joan
Ya lo ves
soy desembocadura y soy embalse
bajo un cielo que es cielo
con todos sus matices.
Podés fluir tranquilo hacia mis aguas.
Cómo no voy a escucharte.
Si me seguís
debés estar dispuesto
a recorrer pasillos de locura,
apostar al desorden
y encerrar el encierro con tus llaves.
Silvana
Aquí en esta ciudad domina la locura,
las calles son relojes que a veces llegan tarde,
las casas son etapas de cemento
que se van repitiendo a lo largo del año,
el mar es un espejo que nunca está aburrido
y el cielo son tus manos cuando escriben poemas.
Joan
Puedo jugar a ser adolescente
porque ya no entretiene ser adulta
entre adultos horribles.
Por vos, puedo olvidarme de lo que nunca olvido
y perdonarme lo que no perdono,
puedo permanecer en una esquina
y esperarte las horas que nunca cedo a nadie
mientras mastico pedacitos de uñas
y una oración para que no demores.
Silvana
Encontramos en este contrapunto dos voces bastante diferentes: por una parte Joan de tendencia más pesimista, con planteamientos existencialistas, a veces hace incursión en el surrealismo pero sin perder de vista lo cotidiano.
Silvana es más positiva y más clara en la exposición del sentimiento, pero con el vuelo necesario para defender poéticamente el intercambio.
Han llegado ambos a un perfecto acoplamiento poético y afectivo. El afecto está presente en todo el poemario, pero clasificarlo es arriesgado, aunque sin duda aparece el amor en cualquiera de sus múltiples ramas: “y el cielo son tus manos cuando escriben poemas”, dice Joan. A lo que contesta Silvana: “y esperarte las horas que nunca cedo a nadie/mientras mastico pedacitos de uñas…” Juzguen ustedes.
El tercer ejemplo no se encuentra en ningún contrapunto, sino en el poema de Mercedes Carrión “Los pies en el umbral”, colgado en el Foro de Verso libre y verso blanco. Máximo Pérez-Gonzalo tiene por costumbre contestar en verso y Mercedes no deja poema sin respuesta, produciéndose así un notable contrapunto, cuya corriente afectiva fluye clara y natural:
Que alegría saber que aún estas viva
en la algazara de tus versos sólidos,
laurel de centenarios horizontes
donde tu hilván se cruza con mis dedos.
Garza de siemprevivas que apostaron
la gracia de tu sol, sol que deslumbra
mi intimidad sacramental y austera
en los umbrales de mis noches largas.
Max
todo cuanto seremos se contiene
tan solo en la lectura del pretérito
así entiendo los salmos de tu boca
lo sabio de tu aplomo
la bondad que respiras la frescura
la gracia y el valor siempre sereno
que apuestas a la vida
nada podría darte que no tengas
nada de mis castillos en las nubes
del caminar sonámbula en pos de los recuerdos
cuando en la madrugada no soy nadie
Mercedes
Nada importa
tu dádiva altruista y generosa,
tu casa y tu jardín anaranjado,
el precio de tu alcoba o el salitre
de la brisa del mar en tu ventana.
Pero me das tu voz con la frescura
de un sol que me protege, un pentagrama
de fuego y aire en la coral que alivia
mis noches de pasión y de tristeza.
Max
que mi voz llegue a ti donde la esperas
en brazos de mis horas más livianas
ungidas del aroma del jardín
donde se abren promesas cada día
del color del futuro que te atañe
sin duda y compartimos
la lluvia nos abraza y fortalece
Mercedes
Dos voces singulares, dos poetas de altura, cada uno en su estilo. En Máximo destacan esos versos de corte clásico y trazo tan personal, inconfundible en la lectura. Los versos de Mercedes tienen la textura de una voz que se ha ido formando, consolidando y adquiriendo su propio sello.
Con esta pequeña muestra podemos ver sin duda esa corriente de cariño que se crea entre los dos, unidos ambos por el entorno natural desde el que escriben: el hombre de las montañas palentinas, que decide vivir lejos del mundanal ruido, conocedor del campo y sus secretos, maestro de la vida. Por otra parte, la mujer que se refugia en las montañas de l’Empordà para escribir y que tiñe sus versos de ese paisaje que la envuelve, sabia y sencilla, observadora del entorno y de la vida. Tienen ambos una temática interminable en la que se mueven con soltura: la fauna, la flora, las estaciones, los vientos y, sin duda, ese cariño que aflora como puede observarse en la lectura de sus versos.
Los afectos no solamente se manifiestan en los versos, también en los comentarios y en las respuestas, que ofrecen una visión muy clara de esas relaciones virtuales.
Hay muy buenos contrapuntos que se han quedado en el tintero. Aquí intento destacar, a modo de apunte, lo que desde hace tiempo vengo observando. A título personal puedo presumir de numerosos amigos en mi mundo virtual que se reduce al Foro Ultraversal y soy consciente de cómo se han ido consolidando estos afectos. Cada uno es bastante lo que escribe y las imposturas se delatan en los poemas. De ahí que yo presuma de dos familias que comparto de forma paralela: mi familia real con la que convivo a diario y mi familia virtual con la que intercambio versos y afectos y que también es una parte importante de mi vida.