«Seis poemas» de Morgana de Palacios

Imagen by Hermann & Richter

Digo la luz

… y entre mi escombro,
sanadora su agua si me ensombro
enciende un lucerío…
(Aira)


Digo la luz y el mundo se ilumina.
Porque nombro la luz, la luz se crea
y porque hay luz tu sombra se alabea
y me besa en la boca y me asesina.

Mato la luz y asombro tu retina
con la penumbra viva de la idea,
parásito de luz que melindrea
entre la esclavitud de la rutina.

Cuando escribo la luz, algo se enciende
por seducir tu verbo que trasciende
sobre la geografía de mis lutos.

Me llamo Claridad siendo La Oscura
y en lo profundo de tu arboladura
brilla el dulzor acerbo de mis frutos.


Solo letras

Donde yo digo amor, debe decir su rostro
y donde digo tacto, su deseo.

Allí donde de pie alzo el puño, su guerra
y donde me atrinchero, debe decir su boca.

El resto da lo mismo, sólo letras
sin una fe de errata.


Como la boca al vaso

Me hago a sus maneras como la boca al vaso
que guarda el agua fresca que la sed necesita,
como el crimen al odio y el amor al fracaso,
como el pulso a la sangre y la espera a la cita.

Me hago a sus disturbios como los pies al paso
y el paso a los senderos de lucha que transita,
como el reloj al tiempo y la risa al payaso,
como el sol al ocaso y el arco a la sagita.

Me estoy haciendo a él como la Magdalena
al Cristo del que vive enamorada
incontrolable en su pasión prohibida.

Forma parte de mí como la inútil pena
que me mata de día la mirada
hasta que vuelvo a verle anochecida.


Misterio para dos

Si tus labios prensiles en la noche

no me cercaran de infinitas lenguas
y el corazón no fuera la palabra
para beber a golpe de latido.

Si demorado el tacto, fuera el vínculo
la razón de la huella clandestina
en la humedad perfecta de las ingles

-retráctil caracol que sube por la espalda
hasta la nuca hermética
oculta en el temblor de los cabellos-

Si no fueras un cuerpo extemporáneo

vivo de cicatrices

para lamer despacio mientras fuerzas
la verticalidad en la sonrisa
del músculo extasiado.

Si yo no fuera yo
ni tú el disturbio
ni ambos el misterio

la herida fuera amor en la garganta.


La sombra de mi sombra

Éste es mi hombre-oscuro, casi ciego,
casi muerto de vida que le mata,
el pájaro abrasado por el fuego
que sueña el agua de mi catarata.

Ésta es su lengua dura e insultante
que sacraliza el asco y la amargura
y éste su corazón agonizante
y éstas sus manos sobre mi cintura.

Mi niño de cristal despavorido,
mi Quasimodo adusto y desabrido
que se rompe en pedazos si me nombra.

Mi loco, mi feroz, mi mar de fondo
viviendo en mí tan hondamente hondo.
Éste es el hombre-sombra de mi sombra.


El ámbar del silencio

El ámbar del silencio.

Desde que desperté
sucia
y
contigo
la eternidad se agolpa
en mis arterias,
se amotinan
los dioses
en mis sienes
contra sus paraísos
y
los hombres
me escriben turbulencias
que provocan
sonrisas
sibilinas.

Diseccionas mis versos
analizas
eliges
masticas mis matices
y
me inventas
de ámbar

y yo

con mi leyenda
de relámpago arisco
me pliego a tu tormenta
por matar tu hermenéutica mirada.

Ensenada mestiza
donde recalan voces
de todos los pelajes.

Sólo desde el silencio
puedo joderte vivo

violento hijodeputa
ladrón de siete suelas
ególatra suicida
criminal
amor mio

conseguiré
que llores tu memoria
como un
manso animal
sobre
mi cuerpo
de
agua

el día
que te niegue
la palabra.


Un comentario en “«Seis poemas» de Morgana de Palacios”

  1. Jamás me cansare de disfrutar tus poesías con mi mas sincera admiración.

    Un fuerte abrazo con mi cariño.

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