«Dualidad», «El silencio», «El sueño», poemas de Orlando Estrella

Imagen by Stefan Keller

Dualidad


Si diferente a mí, gozas tus despertares
y todo el esplendor que presenta la vida
esperando el ocaso como un final feliz,
entonces te veré como ese símbolo de lo que debe ser
una existencia breve sin traumas ni dolores.

¿Qué se cruzó en mi senda enseñándome sólo
el drama del vecino que lo convirtió en zombi
y le marcó su vida?
¿Por qué me presentó un camino espinoso
como si fuera el único que podía pisar?

Quiero que sigas viendo bellezas en el aire
y brillos en las noches en que la luna falta.
Cuéntame esas historias de las que yo no sé
y algún día quizás,
pueda captar tus mismas sensaciones



El silencio.


Tú rompes el silencio que nos une
con esa indiferencia lastimante.

La falta de palabras nunca ha sido
tragedia para nuestro informal pacto,
que soportamos con sonrisas francas
como si nos burláramos de todos los manuales
de convivencia idílica.

El silencio es el arte forjado por los raros
en este mundo donde las palabras
valen más en papel que las sonoras
por mejor timbre que cultiven.

De repente, miradas que eran el parlamento
sobre el cual se erigía esta callada senda,
se volvieron estruendos y pusieron en duda
la firmeza del suelo construido.

¿Serán otros silencios u otros sonidos nuevos
los que se han interpuesto en nuestro viaje?.
De ser así, mejor volver al mundo
de soledades en el cual vivimos
porque la soledad es nuestra marca
y estamos obsoletos
para probar unión carnal, mujer.

Mira, que ya dejamos de ser niños
y solo nos espera cuidar las cicatrices
-abundantes por cierto-
adquiridas en nuestro desandar.

Espero que la suerte
acompañe el mañana.



El sueño


Camino entre los baches
de calles en penumbra
donde las sombras de cemento
esconden los dones que -según las cábalas-
me corresponden como inquilino
del paisaje que ayer pinté.

Usé los colores grises a mi alcance,
azules brumosos,
ocres de tierra
y gris de paine.

Busco un alma que rompa el silencio nocturno
tarea imposible, pues
mis calles son ricas en soledad
y también en belleza que solo yo percibo.

¡Qué pintor del demonio!
Ni dentro de mis cuadros
consigo la armonía.

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