FICCIÓN O REALIDAD, LAS PREGUNTAS DE LA IMAGINACIÓN

por Gavrí Akhenazi

Le he dado muchas vueltas al pensamiento de que para escribir sobre algo es preciso estar en franco contacto con aquello sobre lo que se escribirá, lo específico, lo que resulta real y tangible.

Todo aquello que se ve y también  lo que se percibe es la base de la escritura, los cimientos que le dan forma a las preguntas que las realidades hacen brotar desde nuestra percepción más allá de nuestra objetividad de observador.

El proceso creador se fundamenta, muchas veces, en las interrogaciones inconscientes, esas que se disparan desde nuestro poder de observación y que construirán un caleidoscopio con aquello observado, dando de este modo paso real a la imaginación subsecuente para recrear lo ya conocido transformándolo en algo por conocer.

La realidad exterior puede ser limitante para muchos observadores, pero no  con los creativos, sino que, muy por el contrario, producirá todas esas preguntas necesarias para deconstruir lo tangible y reconstruirlo  ya que la escritura será el medio lógico para obtener ese resultado de reconversión.

La escritura y todos sus interrogantes, por caso, se transforman en una herramienta de autoconocimiento, donde se entretejen las diversas realidades que involucran al escritor ya sea desde la vivencia o desde la observación.

Es cuando todas esas realidades asimiladas e interrogadas se fusionan que dentro del individuo se ha abierto camino el hecho literario.

Una vez que hayamos conseguido dominar todas las ideas de nuestra imaginación reconversora de la realidad, la efectividad del proceso comenzará a signarse por las estructuras de las oraciones mediante las cuales plasmar la fusión. Básicamente, esto se logra con el ordenamiento de los elementos narrativos para que no se vea afectado el significado final de lo que estamos buscando transmitir.

Todo creador posee dos tipos de conocimiento: el de la realidad que lo rodea y el que tiene acerca de sí mismo.

La indagación profunda lleva consigo un constante experimentar con la creatividad de modo que la producción obtenida se transforma en un ejercicio de búsqueda que consiga relacionar lo conocido con lo percibido sin que en este último parámetro haya una verdadera certeza sino, más bien, un tamiz propio que dotará a la obra de la necesaria impronta que diferencia a unos de otros.

Es la imaginación recurrente sobre el reflejo que el exterior produce dentro de quien lo percibe, aquello que terminará por ser proyectado en la escritura.

Cómo un escritor indaga sobre lo que percibe es lo que definirá la fuerza o la intrascendencia de su narrativa, porque es lo que le otorgará, sin duda alguna, la voz que lo distinga.

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