Un año más o menos / A Rogelio Oficialdegui, in memoriam / Viajar con lentitud / Lunático que fui, por Ricardo Fernández Esteban

Un año más o menos

Cuando se muere un año y nace otro
no cambia nada más que el calendario.
Eso de que la vida fluye como los ríos
es mucho más que una metáfora,
nunca es la misma el agua que contemplas
ni podrás alterar lo ya vivido cauce arriba.

Preocúpate, barquero, por el tramo restante
y navega caudales con tu brazo al timón.
No está lejos el mar que todo iguala,
del que nada conoces, porque nadie retorna
por mucho que te vendan paraísos
e intenten corregirte con infiernos.

Por eso, no te importe una fecha concreta,
qué más nos da que acabe en cinco en vez de en cuatro,
lo que sí cuenta es que disfrutes
de las, ojalá muchas, singladuras
que aún ruedan en el bombo donde mora el destino.

Un año más o un año menos es sólo una medida
y la felicidad, por suerte, nunca supo de métricas.

A Rogelio Oficialdegui, in memoriam

Siempre llega la muerte tras la vida,
pero a veces nos roba de repente
sin dejarnos siquiera despedida,
conjugando lo duro del presente.

Rogelio, buen amigo, quién pudiera
ponerle alas de pájaro a ese avión,
no dejar que cruzases la frontera,
volver a oír tu voz y tu razón.

Nos queda tu nobleza, tu bondad,
esa fina ironía, esa prestancia,
buscando mitigar la soledad,
queriendo hacer cercana la distancia.

Lo que nos queda es mucho, compañero,
el recuerdo de todo un caballero.

Viajar con lentitud

Hay que saber viajar con lentitud
dejar que los paisajes derroten a las prisas,
acortar singladuras, paladear lo bello
y disfrutar en paz cada rincón.

Dar pasos, no zancadas,
parar, hacer un alto en el camino,
contemplar y admirar, en vez de ver,
y no perder el tiempo en las fotografías.

Si aprendes a viajar de esta manera
el destino del viaje no será lo importante;
en cambio lo serán esas pequeñas cosas,
que sólo llegarás a descubrir
cuando camines a su mismo ritmo.

Lunático que fui

Lunático por ti, fui hombre lobo
o cordero pascual, si lo pedías,
mas constato que tú, como la luna,
te creces y descreces en pasiones.

Hoy toca que estés llena y todo vale,
hasta que pronto mengües y los celos
te lleven a la nueva discusión
que olvidarás, voluble, cuando crezcas.

Este fiel selenita, mi lunática,
deja de ser satélite de ti
cansado de tus fases, el licántropo
echa el diente a las otras del astral.

Llevas razón, la fiera ha despertado
y abandona tu cárcel. De luneo
salgo de caza en busca de una estrella
y en vez de tibia luz encuentro un sol.

Tierno cobijo en cada amanecer
que me da rienda suelta por las noches.

¿Lo entiendes, cielo? ¡Cómo no escoger
pasión con libertad y sin reproches!

Acerca de Ricardo Fernández Esteban

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