Rosario Alonso – España

Escribo

Escribo desde el alba de la vida
con tantos claroscuros en los ojos
que soy de luz y sombra.

Me anclo en la blancura y me convierto
en su extremo más claro
y allí, hipersensible, escapo a otros contornos
donde nada me duela.

Escribo con la llaga de los días,
con el blando almohadón de la ternura,
con las manos abiertas,
con la boca torcida,
con mi poco universo donde a veces no quepo.

—Un péndulo incansable que no para—.

Escribo cuando lloro y cuando río,
cuando cierro los puños,
cuando pretendo abrirme las ventanas,
cuando sueño,
cuando salto al vacío de tus ojos
como un suicidio blanco.

Escribo porque sé que si no escribo
los ojos se me cierran como a un muerto.

Silencio

Todo es silencio
aunque hable la noche con su lengua de agua
riñendo con la acera,
o escuche en mi ventana andares solitarios
embriagados de alcohol o desconsuelo.

Todo es silencio a pesar de los ruidos
a pesar de los muebles que rasgan su madera
y de los radiadores.

Todo…
porque ocupan mi mente
tus últimas palabras,

y hoy la noche no existe.

No siempre

No siempre, pero a veces
me enfrento con el fondo más triste de la noche
desde el luto que cierra mi garganta.

Todo se vuelve grito que callo entre las sombras
arrullando en mis ojos los recuerdos
de las noches en vela.

Y es que no me acostumbro
al vacío que mece en su butaca
la orfandad que me envuelve
como un viento que llora.

Regresa la costumbre, la de siempre,
y me trago los gestos
y un complejo de claves, un idioma,
que adapté a sus olvidos,

Aún quedan palabras en mi lengua
carentes de remite.

Si lloran

Si lloran por llorar, como costumbre,
sin que haya motivo para el duelo
fingiendo con la piel del desconsuelo
que no existe una luz que los alumbre.

Si llevan en la boca la quejumbre
que escupen sobre ti y en su pañuelo
a la espera de verte por el suelo
muriéndote de pena y pesadumbre.

No dudes en marchar con paso raudo
y alejarte hasta estar a buen recaudo
de su música gris y lastimera

pues no cejan jamás, ni lo pretenden.
Si ignoras su llantina hasta se ofenden
al no saber vivir de otra manera.

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