El mundo, el demonio y la carne, por Juliana Mediavilla

Hace ya tiempo que me duele el mundo,
con un dolor tenaz en el costado.
Como una barca frágil que hace aguas,
tan expuesta a las olas y a los vientos,
el mundo balancea su naufragio,
de poco han de servir curas y parches.

Clonaron al demonio y hay demonios
por todas las esquinas
siempre dispuestos a comprarte el alma.
Desalmados los hombres cargan tristes
—desahuciada y perdida la ilusión—
el fardo de la vida y sus cadenas.

Pecado era la carne, así nos lo enseñaron
cuando era tierna y joven, tan propensa a pecar.
La vida era cuaresma permanente.
La carne por fortuna es también débil
y en su debilidad lleva la fuerza:
la moral desconoce esos recursos.

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