Homenaje a Vicente Mayoralas

Este nudo que tengo, que quiebra mi garganta
tan solo con tus voces de vida en el olvido.
Este nudo que aprieta tan fuerte y tan perdido,
este nudo de lágrima que en tu piel se levanta.

Este nudo que rompe lastimando a quien canta
porque no quiso herirme con todo su latido.
Este nudo que grita, y que a mi lado ha sido,
la pausa de tu pena sobre mi pena tanta.

Este nudo que tengo y que sólo nos deja
el cuerpo sin aliento y la mirada ausente.
Nudo de compañero, bordando la guadaña.

Este nudo que incide, y que en ti se refleja,
que muerde y desbarata tus ganas de presente.
Este nudo lo llevo metido en mis entrañas.

Vicente Vives

Poemas de la agonía

La vida en ti dispara sus sagitas
compañero del alma y te descubre
mamando silencioso de la ubre
de la desolación en que palpitas.

La vida en tí aguza los sonidos
del más allá que escribes inclemente
como si recrearas en la mente
la exacta dimensión de sus aullidos.

Si sólo somos carne en las cunetas
más negras de la muerte o marionetas
que bailan en el filo del espanto,

la vida en ti renace cada día
en que le pones voz a la utopía
y eres un hombre transmutado en canto.

Mientras mire la vida por tus ojos
no los cierres al sol de lo inmediato
porque la muerte, por pasar el rato,
se disfrace de musa con antojos.

Ya conoces sus mañas, sus enojos,
y cómo tergiversa tu arrebato
para que trastabille el alegato
de la hombría que elude sus cerrojos.

Mientras una ventana sin cortinas
de claridad seduzca tus retinas
no emprendas ningún vuelo sin escalas

ni siquiera al País de la Belleza.
No tiene Carta de Naturaleza
la muerte en el reinado de tus alas.

Morgana de Palacios

El decaer jamás, no es permitido
en esta gran contienda, en esta lucha
en la que el alienígena que achucha
ha de ser reducido, ser barrido.

El decaer es darle a ese transido
el arma que precisa y que serrucha
truncando la moral, su saña es mucha,
no es por lo tanto opción ni cometido.

Me he puesto en tu lugar, si bien es duro,
tampoco es imposible, y si maduro,
aprenderé a afrontar lo que nos mata.

No me es ajeno el Mal que bien conozco
por haberlo enfrentado, y reconozco,
si bien no fuera en mí do dio la lata.

Y así, como una rata,
hace unos treinta años lo he vivido,
de experimentación a ser hundido.

Enrique Gutierrez Ísoba

¿Dónde iremos, amigo, cuando la vida cese?
¿Dónde estábamos antes de venir a este mundo?
Tengo una teoría que me ayuda bastante:
Iremos, justamente, allí donde estuvimos.

La memoria del hombre solo abarca esta vida
por lo tanto es inútil querer adivinar
el antes y el después de lo que ahora somos.
No le compete al hombre interpretar a Dios.

¿Fuimos olvido antes del latido uterino?
¿Es ciencia o es misterio la quiniela vital?
Son preguntas al viento, sin respuesta certera.

Pero todos tenemos la necesidad íntima
de querer seguir siendo. No queremos perder
en el silencio eterno la aventura del alma.

Arantza Gonzalo Mondragón

Si pasto del olvido ha de ser nuestro paso
por el breve paréntesis al que llamamos vida,
si está ya de antemano la suerte repartida,
¿por qué llamar a Dios, si no nos hace caso?

Si cargamos a cuestas con la cruz del fracaso
y en los cuatro costados se nos abre la herida,
si lo que fue mañana hoy es tarde aterida
y nos despierta el alba esperando el ocaso.

De la nada venimos y a la nada volvemos,
aunque el hombre no quiera perderse con su huella,
porque nació con sueños y le crecieron alas,

y terca la esperanza, la que nunca perdemos,
buscando va en el cielo el brillo de su estrella,
mientras la tierra espera con sus mejores galas.

Juliana Mediavilla

Mi querido Vicente, mil perdones
por decirte en soneto lo que siento,
no existen ni creencias ni argumento,
ni males que se curen con razones.

Te habla quien conoce el sufrimiento,
mi gran invalidez fueron los dones
que hicieron destrozar los corazones
de mis pobres papás cada momento.

Yo sé que sigo vivo en este instante,
dicen que moriré y no me importa.
pues si llego a morir mi mal se acorta.

He sabido sufrir pero no obstante
aprendí a sonreír estando enfermo
para soñar despierto y cuando duermo.

Antonio Cárdenas

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