Para después del miedo
postergado
del edén del diseño y los caprichos
por no llegar a ser
ni suficientemente hermoso ni rentable
llegó hasta mi portal como llegan los viejos
al final de un exilio tumultuoso
sintiendo que la historia los desplaza
perdidas sus raíces
para después del miedo
del dolor del camino
acabar su existencia en un solar sin nombre
presentía la muerte y se entregó a la espera
sin paisaje ni vientos en que reconocerse
con la memoria de su pulso herida
solo ahora
despierta muy despacio sobre el ancla
del gen que lo hace fuerte
sobre la edad incierta de su piel
marcada por el paso de los siglos
sobre la tierra virgen dadivosa
de asilo y alimento que jamás albergó
sino hierba de pasto entre la huella
perenne del ovino
ha vuelto a florecer y está pariendo
pequeñas aceitunas
todavía no quiero preguntarle
de cuántas guerras habrá salido indemne
ni de cuántas sequías pudo salvar la sed
o si ayudó a algún hombre a morir solitario
bajo el amparo mudo de sus ramas
aún no nos hablamos
pero es cuestión de tiempo
Cuando cese
parece que al llegar se desintegre
la voz del cátaro mistral
en la veleta ronca
ha alisado los restos de las nubes
cicateras ayer lagrimeando
sobre la boca seca del plantío
sobre la seca digestión
de los barbechos
desmenuza los cantos de las guerras
va sembrando a voleo la venganza
en la terca memoria de los hombres
y aborta las promesas del almendro
sin que el polen aún
las fertilice
cuando cese en su paso
recupere el romero la fragancia
los tilos la entereza y a los pájaros
regresen su tesón y arboladura
cuando calle de nuevo la veleta
habré de recoserme las heridas
que esta noche despierta
su grito en mi memoria
Virtud de cobardía
hoy hace mucho frío y sin embargo
sobreviviendo erguidas
persisten sin temor algunas rosas
alentando serenas frente al viento
en mi jardín de olvidos
sus rostros ya improbables
escrutan mi mirada
igual que haría un gato
que sabe que estás mal y lo deplora
me muerdo la impotencia
la guerra ha madrugado un día más
dejándome sus muertos a pedazos
con su carga de horror
ante mi puerta
no sé qué hacer con ellos
y llorarlos no basta
cayendo entre las manos ateridas
los versos se me anudan y emborronan
igual que escritos viejos
letrillas cuneiformes
apenas entendibles
sobre el papel deleble
de la escarcha
recurriré al altar de mis propósitos
voy a encender las velas
anémica virtud de cobardía
que siempre sustituye por defecto
a mi inútil plegaria
Silencios
No quiero ser la fuerza encadenada
oculta en el trastero de la vida,
ave desdibujada que, cohibida,
malvive compañera de la nada.
No quiero ser la lágrima callada
doliente en la vereda de subida,
sintiendo haber perdido en la partida
sueños que siempre oculto en la almohada.
Renuncio a ser la voz queda y oscura
que recorre sumisa su destino
doméstico, servil, y a todo asiente.
Tornaré mis silencios en bravura,
tomará mi palabra su camino
cantando contumaz, limpia y valiente.