Morgana de Palacios

Pasmarotes

Finge si te apetece. No será la primera
vez que miras el agua desde el puente del tedio.
A mí no me hace falta teatralizar guiones
que, de tanto vivir, resultan siempre viejos.

Tú sabes y yo sé que finge quien no tiene
un bagaje a la espalda que le ponga remedio
al pasar de puntillas por la cuaderna vía
de la vida y la muerte y el amor y el misterio.

Ese que mira al mundo con los superficiales
ojos de las estatuas viendo pasar el tiempo
desde la indiferencia, porque no les horada
ni la luna ni el sol ni la lluvia ni el viento,
porque no tienen tripas que colgar en el aire
ni carne que les duela en el dolor ajeno.

Pasmarotes, blandengues, miméticos llorones
que tienen del novato la suerte en el estreno,
e imitan como loros la función de los otros
y viven de las glorias que otros merecieron.

Tanto ellos como ellas o ellas como ellos.

Así que no me digas que finja alborozada
para resucitar algún cadáver yerto,
que me importa un ardite, ya que bledo malrima,
el que hace oídos sordos ante cualquier estruendo.

Dejó de merecer la pena seducir
a varones domados que se asoman al ruedo
y fingir empatía como actriz tragicómica
que rompe corazones a golpe de bolero.

Se me hace cuesta arriba salir de mi verdad
por dorarle la píldora con los brazos abiertos
al abrazafarolas de turno que se fuga
porque no hay suficiente cuota de arrobamiento
ante la excelsa obra que va mostrando ufano,
como prueba de un arte del más rancio abolengo.

Que no. Que no. Que yo prefiero ser mi sombra,
mi punto de reunión, mi eutexis, mi consuelo
o mi desolación, mi ecuménico ombligo,
mi falta de piedad para los traicioneros.

Que prefiero ser yo, sola y muerta de hambre,
que vender el impulso, la libertad o el credo.

Es poca la piedad de tu intelecto
para perros que ladran a la luna.
Esos que ni talento ni fortuna
tienen para versar sin un defecto.

Poca imaginación, menos trayecto
y ningún don que traiga de la cuna,
pero aún así, despierta y desayuna
conque es de las redes predilecto.

Y qué le vas a hacer. ¿Cachondearte
con los que portan firmes tu estandarte
y mantenerlo a salvo de ripiosos?

Mejor tomar venganza y escribir
para darle la vuelta al porvenir
y que triunfen los versos poderosos.

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