«Nocturno del lobo», «Turno de noche», «Tarareo nocturno», poemas de Juan Carlos González Caballero

Imagen by Riya Mishra

Nocturno del lobo


La luna creciente se dibuja apenas
en un cielo opaco con su uña fina
y poco ilumina los ruidos de pasos
por estas aceras de hierbas oscuras,
entonces comprendo que el libre albedrío
sorprende e irrumpe por grietas y huecos
con esa belleza que tiene lo oculto
por tanto hormigón y tanta ceniza
de tráfico en horas carentes de fin.

Es noche de lobos que intuyo acercarse
bajando del monte en busca de signos
que muestren que siguen sus calles vacías,
sus cuevas y páramos, su antiguo reinado
de caza y violencia de diente que ataca
el miedo al silencio de víctimas tiernas.

Dejadme tranquilo andar el crepúsculo
oyendo el sonido de cómodos sueños
de urbe que cierra y blinda sus casas
al ser que mastica ideas de furia
que crecen en mí al tiempo que engorda
la luna que ordena todas las mareas
y muta mis pieles en bestia del hombre.


Turno de noche



Todo pasa, te dicen los que pasaron antes.

A pesar de no haber estado nunca
tan despierto
en ciclos que se acaban con un rayo de sol,
te preguntas porqué no se ha fijado en ti
esa radiante luz.

Se convierte en un hábito mortal
aceptar la vigilia como vida
sometida a los párpados.

Llegas a verlo todo con los ojos perdidos
de un corazón que late detestando la música
pero aprende muy rápido de los momentos cortos
afilando un sentido de humor surrealista,
diseñando los chistes que se cuentan en serio.

Aquello de lo joven que es la noche
te parece una broma desfasada;
un verso de un neón a punto del descuelgue
para luego partirse
en mil lágrimas sobre los recuerdos.

Por no saber unirte a tanta carcajada
a veces notas algo del sabor de la sal.


Tarareo nocturno



Escucho tu respiración serena
en medio del latido de la noche
y al resguardo de aullidos que avisan a la vida
del mal que nos vendrá
del que yo te mantengo lo más lejos posible.

Cometeré el error
de dejarte el legado que evito transferir
como son mis temores absolutos
que me azogan al ver
lo vulnerable del recién nacido,
el sufrimiento de la gente chica.

Aunque estas son horas de apagar la luz última
que me dejé encendida
tras contarte ese cuento que hace que sueñes bien,
como también debieran
los niños que no pueden descansar.

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