Yo, la que mira de frente lo que encuentra en su camino, te he de mirar diferente, que no se note el cariño. Tú eres clavel de otra aurora, la religión de otro templo mientras que yo soy la autora de lo que siento por dentro. Y sí, te miro, distinto, te miro disimulando, sin que te des cuenta, niño, de cómo te estoy mirando.
La tormenta que me aviva
Estás lejos, me lo está diciendo el aire, no respiro tus partículas de hombría no resalta entre sus ondas tu lenguaje ni cabalga tu ansiedad sobre mi herida.
Porque no relampaguean las miradas que encendieron los rincones que me habitan, y no truenan poderosas las palabras, se desploma la tormenta que me aviva.
Quiero el rayo de tu impronta, tu amenaza, el estruendo de tu gen provocativo, la catarsis de tu nervio con mi calma como unión entre mi luz y tu sonido.
Dame el viento, remolino de mis aguas, y fundiremos esta muralla de hielo por caer después en libre catarata empapándote de amor hasta los huesos.
Dentro de este lugar el silencio es un inmensurable eco que se hace maquinalmente pulcro en los rincones y ambiguo y anchuroso mientras flota pegado sobre el aire.
La elección de hacer las cosas sucias me está permitida en el contexto de la desolación, como a la luz se le ha concedido volverse magia refractando en un prisma.
Se ausentaron las moscas y los peces son gotas de alabastro panza arriba, o redondeles de mecurio cósmico, enredado en el moho de un agua podrida por cadáveres.
Me lavo los pies en ese charco quieto, donde la bruma verde se ha adherido a la cárcel del vidrio y el olor a abandono trepa todos sus muertos a mi olfato.
Dejé morir los peces del demiurgo como murió la luz cuando trabé con maderas las ventanas que siempre dan al viento y abandoné las plantas a un desierto cerrado hecho todo de muebles y sin sol.
Profano los recuerdos como un bárbaro. Dentro de la pecera caen lágrimas.
De(h)errumbre
La luz se ha derrumbado. Debajo de la luz, soy una sombra que escapa por un hueco. La luz se ha derrumbado sobre mí, igual que la memoria. Anaqueles de luz se han derrumbado con sus libros monótonos encima de mis libros y todos confundidos, somos papeles viejos. Pero no llega el viento a hacer limpieza.
La luz no existe más. Tampoco el aire.
Apex vacío
Larga piel de agonía. Subluxación del alma que no se amolda al hueco en que le sobra espacio porque es poca y se retuerce, tratando de agrandarse hacia la vastedad de estar sin nadie.
¿Quién entiende de luz en estas sombras en la que el grito es una flecha opaca y mata ciervos de tela y de peluche?
Sólo ambulan dragones de Komodo en la parafernalia de esta boca con más dientes que aquellos de lo humano y una lengua infecciosa como un antro de prostituir ángeles de vidrio.
Igual estoy en paz desde el retorno. Toda sombra es aquello de lo impune.
Canto de la herida
Que todo sea un apagón de sangre. Un sitio de metales que rodean un latido penúltimo y disparan – fiera violencia rota – destiñendo la boca de la carne hacia un cementerio de cerámicos.
Que todo sea un apagón de sangre. Una boca deshecha que se abre con hondo estremecimiento muscular y tiembla, precipitada como alguien que corre, boqueando como alguien que gotea su último estertor amurallado y acaba, dulcemente, en un sopor de charco que coagula.
La sangre es lo más íntimo de un hombre. Pinto en rojo tu nombre sobre el karma y luego resucito, ya vacío.
Las frases en la sombra
Es tan dulce que amarga esta boca sin fresas ni melones. Pero es así, preciosamente húmeda como todas las gotas en las que el sol estalla, como un diamante extraño en la más sumergida de las minas.
Es raro lo que pasa pero pasa.
El tiempo es tan escaso entre las bocas, que no voy a gastarlo con preguntas.
*
Luego la luna llueve esos pájaros torpes. Y ella mientras no escapa, siempre se ingenia para perder el zapatito.
Sutilmente sabia, conoce la ansiedad de todo sapo por convertirse en príncipe en los cuentos.
Entonces fragua un cuento y soy feliz.
*
Ya estoy viejo y bruñido de huracanes. Remonto mis riberas como un eterno y Caronte canoero, que va de un lado al otro con sus muertos a bordo.
¿La subo? ¿No la subo?
Hace dedo en la orilla y me hago el tonto.
Su dedo que hace dedo indica al sol.
Sobre mi espalda, cada vez más sombra.
Zonda
Ya sonaron las seis y sigo fijo en la espesura dócil de mi espanto, porque aparto una memoria y nace otra, como en la selva cuando vas abriendo y siempre hay hojas y hojas adelante y pienso en la malaria y en estas manos que luchan contra el viento.
Pero regresa el viento desde esta huella honda que es la vida debajo del esternón. Regresa el viento como algo incontenible y me llena los ojos con álgidos demonios de mí mismo.
Nunca me dije ángel, ni me concebi ángel ni busqué parecerme en algo a ser un ángel, pero me vendrian bien menos demonios royéndome los ojos mientras lloran.
Recuerdo demasiado como para estar vivo.
*
Lo malo es vivir para contarlo. O para callarlo. Pero las manos tienen el tacto de la vida, como toda la piel; pero las manos que son ejecutoras se cuestionan el don de acariciar porque han tocado todo lo que es pólvora y conservan un largo olor de sangre que mi sangre no lava.
Y conservan un largo olor a piel ausente que mi sangre no lava. No se lava. Yo me seco una vez más las lágrimas. Y el olor permanece ahora más húmedo.
*
Vos sos un poco sórdido, medio dark, siempre tan reservado y autosuficiente, tan observador de las conductas y tan oportunista a la hora de las resoluciones.
Oportuno, lo corrige Freak y Viktor asiente y dice, sí, sí oportuno, de dominar la oportunidad, de ser a tiempo.
¿ Un águila? susurra Iñigo desde más atrás.
No, un cuervo, le respondo y Víktor se sonríe mientras dice por primera vez : Bad Raven, Bad Raven…como si fuera la voz de un dibujito.
Amor de mi cólera
Hasta qué norte llegará el reclamo y hasta qué sur tendré que hacer silencio, como si yo jamás fuera importante en tu tablero raro de piecitas en orden decreciente.
Hoy leí tantas cosas que estoy mudo.
Se hicieron emigrantes mis palabras y apenas queda suelo en que poner la piel de mis zapatos. Y en el mar de las dudas pesco perlas de cal, perlas de arena y perlas que palpitan, cazadoras, pero infructuosamente.
En esta rota red, todo es memoria y dádiva y todo es pleitesía al rey de los adioses que no tienen remedio.
¿Y qué hago yo en tu templo, deshonrándote?
Y qué hago yo en tu templo y de rodillas, como un sacerdote que maldice al dios que lo alimenta y se lleva la ofrenda a sus estancias, para comerla a solas.
Tan sin y tan ajeno que me espanto de haber dejado de ser en quien confiabas. El culto del amor me dejó solo.
Yo soy de Madrid y puerto, dividida en mis amores. Salitre y sol, los olores de mi corazón abierto. Solo en la mar me convierto en un barquito de vela que va siguiendo una estela invisible a otra mirada, la de una cometa alada que me juega a la rayuela.
Yo soy de pueblo de mar. En mis primeros abriles de cantos y aguamaniles con sus manos de volar mi madre, clara y almar tejía flores de luna por las barras de mi cuna. Y el hierro soñaba arena, y el rebozo, yerbabuena. Sus ojitos de aceituna
arrebolaban la tarde entre coplas y la brisa competía con su risa. Que su luz la salvaguarde allá donde esté. Cobarde la muerte, que enamorada se la llevo una alborada del brazo, como un amigo. Mi soledad, yo conmigo, siempre dentro mutilada.
Ana Bella López Biedma
Mis muchos pueblos son uno y el uno se encuentra en todos: madres de lengua y de modos, padres del pan y el ayuno. Vívido el niño que acuno sobre un páramo de fuego con la nostalgia del juego y el sabor de la inocencia. Pueblos de niño y creencia, pueblo de lucha y de ruego.
Abuelas de la labranza, carros de vacas y cincha, trazo reseco que pincha y a las vísceras alcanza. Rostros adustos. Semblanza surgida del aire frío y del paraje sombrío. Fuerza de carnes morenas. Atemperadas sus penas a golpe de puro brío.
Bicicletas que en sus hierros guardan sudor y trabajo, bielas arriba y abajo, esfuerzo en días de perros. Tormentas en los entierros con infiernos prometidos para los que, descreídos, no ven a Dios en la mina cuando el grisú extermina hijos, padres y maridos.
Sergio Oncina
La oscuridad, gota a gota, se va filtrando en la tarde mientras el cielo hace alarde de su última derrota. Vibra en el aire la nota de un pájaro estremecido y hasta la boca del ruido se calla por un segundo. En la cornisa del mundo crece la sal. No ha llovido
y el paisaje cristaliza suspendido en el destiempo. No se pasa el pasatiempo de esta no-vida postiza. Quiero dibujar con tiza una ventana en lo oscuro y escapar de cada muro que la realidad impone. Busco la luz que emocione esta piel de sinfuturo.
Invento una costa larga toda tierra y sol, un puerto de barquitos, mar abierto mientras un quizás me embarga. Pasará esta nube amarga y en un banco, frente a frente, nos sorprenderá el relente entre historietas y guiños. Alicia y Pan, siempre niños, libres siempre en nuestra mente.
No más cartas amarillas ni más sepia en nuestras fotos. No astillaré besos rotos para unir nuestras orillas. Retrocedo en las casillas de este juego improvisado y dejo atrás el pasado pintando un nuevo paisaje. No traigo más equipaje que un corazón desnortado.
Ana Bella López Biedma
Existen tantos modos de añorar el pasado como hombres que sueñan con futuros mejores, ayeres y mañanas que emborrachan el hoy, utopías sin luces para evadir las sombras. Me confieso culpable, reo de la nostalgia, soldador de recuerdos que debieron morir bajo el manto real de lo que veo y toco, fabulador, infante, mi propio ilusionista y lechera del cántaro que se rompió en añicos. Espero veredicto sin miedo a la condena pues no hay mayor castigo que obviar el presente.
El efímero paso para el grano preciso que entre las estrecheces se abandona y decanta minúsculo y medroso, sin mirar hacia arriba, a un ineludible encuentro con el tiempo. Qué sentir de camino, a merced de la fuerza que me arrastre hacia abajo, gravedad insolente, y no cese en el empeño de buscarme un lugar sobre la alfombra poso donde el resto murió. Cayéndome al vacío, cementerio de granos en el que aglomerarse viendo a otros vivir.
En una tumba oscura seguiré siendo yo, errante en el paisaje de la memoria viva o soñador de encuentros salvajes y furtivos con alguna mujer a la que no conozco. Quizás logre aprender a pedir libertad con los ojos cegados por las ausencias nuevas y el ahora me haga más falta que el ayer, y no importen los luegos porque todos me alivien. Pero «quizás» no es término que asegure verdades y yo soy un cazurro, viejo-niño romántico.
Sergio Oncina
Los días van pasando. Uno tras otro se suceden inevitablemente monótonos y eternos. Y se vierte ese líquido espeso en cada roto de lo que soy, sin un quizás o un pronto que muerda esta mortal alegoría de vida sin vivir. Y en estos días de olvido, a mi lugar llega sereno el eco de tu voz, igual que un péndulo constante en su vital melancolía.
Hoy que me siento absurda, que mi voz se quiebra en viento y sal por las esquinas he vuelto al dulce añil de tu sonrisa por sacudir de nieve al corazón. Y se ha parado el tiempo en el reloj mientras piso tus calles. Voy descalza, con la tristeza a cuestas, que se ensaña como un animal vivo y que me muerde el vientre, el corazón y hasta la mente. Te busco en las costuras de mi espalda.
Me llama el soñador que se despoja de alardes y disfraz, y que en su mano lleva tan solo el niño que ha quedado después del qué dirán o a quién le importa. Me llama cuando agrieta con su boca el verbo soledad que hay en mis noches. Quedan en pie una mujer y un hombre y un mundo de papel en cada sueño. Y queda el ancho mar del pensamiento para inventar un mundo sin razones.
Ana Bella López Biedma
El hombre medía silencios y sílabas rotas sin voz que entonase sus versos de vida vacíos. Llegó la mujer. Desdoblándose parió con sus notas los ecos del viento y un mundo sin días sombríos.
Entonces, el hombre callado miró a la mujer atónito y firme, admirando sus luces y rayos, tan cerca y tan lejos, sin ojos que mientan al ver que brota las flores si duermen abriles y mayos.
Y, juntas sus voces, se agrandan rompiendo cadenas, reúnen las aguas calmadas creando los mares con pizcas de sal agrietada y lunas que llenas agitan las olas y funden comunes glaciares.
Hablábamos, no hace mucho, de la percepción que hace lo sensible de aquella realidad que se le ofrece y la forma en que cada óptica procesa esa realidad para luego establecerla por escrito.
La identificación de la realidad tiene dos aristas que podríamos llamar prácticas para el oficio de escribir. O si se quiere, dos herramientas para producir no solo la fotografía de lo real en la mente del lector mediante una descripción, sino, literariamente, la creación de una fotografía a través de las palabras por fuera de lo meramente descriptivo.
Entonces, tenemos dos variables sobre una misma percepción cognoscitiva: la imagen vs. la metáfora.
La imagen, el retrato, como en los haikus. La captura del instante.
La metáfora, una construcción desde lo sensible, que altera la literalidad de los significados para crear con otra semántica, una idea.
En la imagen prevalece lo puntual, con su propio significado, con la valencia real de las palabras dentro de una construcción. Es como una captura de pantalla en la que el instante queda fijo con todos sus componentes inmóviles.
En la metáfora, hay una disgregación de esos componentes y una permutación que permite resemantizarlos sin límite, porque la construcción induce, no produce, una visualización de lo que se describe. Entonces, dentro de una metáfora, una misma imagen recrea infinitos aspectos diferentes de acuerdo a cómo sea su constructo y de acuerdo a cómo el lector interprete esa construcción alternativa.
La metáfora es una recreación disruptiva sobre lo denotativo de una imagen.
Sin embargo, podríamos decir que la imagen también es un proceso literario que requiere de lo connotativo para alcanzar su esplendor, porque, aunque apelemos a la literalidad en la captura del instante, esa literalidad debe estar ajustada a las palabras precisas que no resten sentido sino que acierten con el sentido propio de la imagen que ellas ofrecen como fotografía.
Se trata de un minucioso trabajo de orfebrería, no ya sobre lo creativo, sino sobre lo semántico propiamente dicho. Dar con las palabras exactas. Con esas y no con sucedáneos, forja la imagen.
El español es un idioma especialmente rico para este menester. Cada palabra es un matiz, no un sinónimo. Un matiz es lo que permite definir con precisión el color que daremos a la imagen plasmada.
La metáfora, por el contrario, permite la aplicación imaginativa de la aparente incongruencia, porque se basa en la sustitución de sentido y en la composición de lo abstracto para que pueda verse lo concreto.
La metáfora, a diferencia de la imagen per sé, es un hecho impresionista, en el que el lector es una parte fundamental para el desarrollo de su integración dentro de un texto, porque está en la mente del lector la aplicación de su propia semántica alternativa para llegar a la comprensión de ese hecho connotativo que se le presenta.
La metáfora como entidad literaria se extiende bastante más allá de la mera comparación.
Una metáfora requiere una arquitectura dentro del pensamiento, que ofrezca materiales curiosos y nobles, para que resulte eficaz como instrumento.
Es la creatividad del escritor la que se juega los tantos en esa edificación y en la elección de las palabras –su más preciada herramienta– para que la metáfora cobre el vuelo necesario y resulte no solo posible dentro de la mente del lector, sino que alcance su propia dimensión de hecho literario como tal.
El impacto de toda obra, además de la idea fundante, está cimentado en el constructo que el escritor consiga hacer de esa idea primaria. La impronta de un escritor la da su manejo en la inducción de la realidad dentro de la obra y cómo trabaja con sus herramientas naturales para obtener una diferencia sustancial.
El trabajo acabado en la reproducción de una imagen ajustando los resortes de su artesanía o el trabajo liberado de la creatividad en la construcción de una idea mediante el uso disruptivo de los significados, hacen a una diferencia esencial entre escritores.
Ambas herramientas, utilizadas con sensibilidad y justeza, suelen encontrarse en textos brillantes que relatan anécdotas nimias, porque en ese trabajo de precisión orfebre es donde realmente se aprecia la fibra natural del escritor detrás de la obra.
Una anécdota excepcional mal trabajada es siempre un fiasco, a diferencia de una anécdota sencilla en la que el escritor emplea justamente lo que lo define por tal: el arte de crear con la palabra una segunda realidad para su lector, utilizando las herramientas propias del hecho literario.
… y entre mi escombro, sanadora su agua si me ensombro enciende un lucerío… (Aira)
Digo la luz y el mundo se ilumina. Porque nombro la luz, la luz se crea y porque hay luz tu sombra se alabea y me besa en la boca y me asesina.
Mato la luz y asombro tu retina con la penumbra viva de la idea, parásito de luz que melindrea entre la esclavitud de la rutina.
Cuando escribo la luz, algo se enciende por seducir tu verbo que trasciende sobre la geografía de mis lutos.
Me llamo Claridad siendo La Oscura y en lo profundo de tu arboladura brilla el dulzor acerbo de mis frutos.
Solo letras
Donde yo digo amor, debe decir su rostro y donde digo tacto, su deseo.
Allí donde de pie alzo el puño, su guerra y donde me atrinchero, debe decir su boca.
El resto da lo mismo, sólo letras sin una fe de errata.
Como la boca al vaso
Me hago a sus maneras como la boca al vaso que guarda el agua fresca que la sed necesita, como el crimen al odio y el amor al fracaso, como el pulso a la sangre y la espera a la cita.
Me hago a sus disturbios como los pies al paso y el paso a los senderos de lucha que transita, como el reloj al tiempo y la risa al payaso, como el sol al ocaso y el arco a la sagita.
Me estoy haciendo a él como la Magdalena al Cristo del que vive enamorada incontrolable en su pasión prohibida.
Forma parte de mí como la inútil pena que me mata de día la mirada hasta que vuelvo a verle anochecida.
Misterio para dos
Si tus labios prensiles en la noche
no me cercaran de infinitas lenguas y el corazón no fuera la palabra para beber a golpe de latido.
Si demorado el tacto, fuera el vínculo la razón de la huella clandestina en la humedad perfecta de las ingles
-retráctil caracol que sube por la espalda hasta la nuca hermética oculta en el temblor de los cabellos-
Si no fueras un cuerpo extemporáneo
vivo de cicatrices
para lamer despacio mientras fuerzas la verticalidad en la sonrisa del músculo extasiado.
Si yo no fuera yo ni tú el disturbio ni ambos el misterio
la herida fuera amor en la garganta.
La sombra de mi sombra
Éste es mi hombre-oscuro, casi ciego, casi muerto de vida que le mata, el pájaro abrasado por el fuego que sueña el agua de mi catarata.
Ésta es su lengua dura e insultante que sacraliza el asco y la amargura y éste su corazón agonizante y éstas sus manos sobre mi cintura.
Mi niño de cristal despavorido, mi Quasimodo adusto y desabrido que se rompe en pedazos si me nombra.
Mi loco, mi feroz, mi mar de fondo viviendo en mí tan hondamente hondo. Éste es el hombre-sombra de mi sombra.
El ámbar del silencio
El ámbar del silencio.
Desde que desperté sucia y contigo la eternidad se agolpa en mis arterias, se amotinan los dioses en mis sienes contra sus paraísos y los hombres me escriben turbulencias que provocan sonrisas sibilinas.
Diseccionas mis versos analizas eliges masticas mis matices y me inventas de ámbar
y yo
con mi leyenda de relámpago arisco me pliego a tu tormenta por matar tu hermenéutica mirada.
Ensenada mestiza donde recalan voces de todos los pelajes.
Sólo desde el silencio puedo joderte vivo
violento hijodeputa ladrón de siete suelas ególatra suicida criminal amor mio
conseguiré que llores tu memoria como un manso animal sobre mi cuerpo de agua
En los tratados de métrica se indica que en las rimas asonantes sólo se tienen en cuenta las vocales y, si son diptongadas, las débiles tampoco se consideran. A pesar de que esta es la opinión general, considero que las consonantes intermedias sí que tienen una influencia en la rima asonante, ya que hay sonidos consonánticos próximos y otros muy diferentes, o hasta palabras que riman en asonante sin consonantes (p.e: “decía” y “ministras” riman en i-a). Además, las vocales débiles diptongadas también influyen en la relativa proximidad de esos sonidos. En resumen, como veremos a continuación, las consonantes intermedias y las vocales débiles dan mayor o menor proximidad, y por tanto fuerza, a las rimas asonantes.
Existe una progresiva gradación de más a menos desde rimas asonantes muy cercanas a las consonantes a otras sólo con una ligera asonancia, en función de esas consonantes y vocales débiles, o su ausencia. En este artículo voy a referirme básicamente al español estándar peninsular, y tengo que indicar que no existen verdades absolutas, ya que hay diferentes “hablas” según zonas geográficas o grupos sociales que hacen variar ligeramente estos sonidos consonánticos; además, la expresión oral de la poesía depende en parte de quien la recita.
Por la continuidad de esta gradación, y las citadas diferencias de hablas y recitados, efectuar una clasificación estricta sería muy prolijo y subjetivo, pero con todas las precauciones intentaré dividir las asonancias entre “asonancias altas”, “asonancias medias” y “asonancias débiles”. En esta clasificación se tendrán que comparar rimas entre sí y esa fuerza no es la misma entre versos contiguos que entre versos más distanciados, por eso consideraré asonancias débiles las que estén separadas por más de dos versos intermedios, independientemente de la similitud entre ellas. Para analizar las consonantes intermedias, que son las que más influyen en la fuerza relativa de las asonancias, hay que tratar de la fonética de esas consonantes y su proximidad. Veamos este cuadro resumen que indica las distintas grafías y su pronunciación:
Unos pequeños cometarios fonéticos ayudarán a interpretar el cuadro estándar, en el que algunas grafías pueden ocupar más de una posición, ya que su realización es variable en función del hablante o de otros sonidos próximos en la palabra.
El punto de articulación: es la zona de la cavidad bucal en que dos órganos se unen para producir un sonido. Bilabial: los labios. Labio-dental: dientes superiores sobre el labio inferior. Interdental: la punta de la lengua entre los dientes superiores e inferiores. Dental: La punta de la lengua toca los dientes superiores. Alveolar: La punta de la lengua toca los alveolos de los dientes superiores. Palatal: La lengua toca el paladar. Velares: La lengua toca el velo del paladar (más retrasado).
El modo de articulación: es la forma como sale el aire por los órganos articulatorios. Oclusiva: de golpe con una pequeña explosión. Fricativa: sale rozando produciendo un ruido continuo. Africada: empieza como oclusiva y acaba como fricativa. Lateral: el aire sale por los lados de la lengua. Vibrantes: se interrumpe la salida del aire con movimientos rápidos de la lengua. Nasal: el aire sale por la nariz además de por la boca. Sorda: no vibran las cuerdas vocales. Sonora: vibran las cuerdas vocales.
Respecto al cuadro hay dos grafías que se confunden en amplias zonas geográficas. La “ll” se pronuncia en muchas zonas como “y” (yeísmo) y en general se ha perdido esa distinción de sonidos en las rimas. La “z” (sonido c suave) se pronuncia en el sur de España y en amplias zonas de Latinoamérica como “s” (seseo); no obstante, en la poesía de la península, excepto en la popular, se mantiene la distinción de rimas con “z” y “s”.
Voy a aplicar ahora estas distinciones fonéticas a la práctica de las rimas, y repito que en estas opiniones siempre hay un cierto componente subjetivo. Para ello, indico una serie de proximidades o lejanías rimáticas adjuntando ejemplos.
La distinción entre pares de sordas y sonoras es pequeña, y los sonidos que tienen un punto de articulación lejano se distinguen más de los que lo tienen cercano.
Las oclusivas tienen una asonancia bastante fuerte entre sí: “sapo / ambos / zapato / estado / lago /tabaco”, producto de esa pequeña explosión al pronunciarlas. Esta similitud aumenta en los pares sordo y sonoro: “zapato / estado”.
Entre las fricativas hay bastante proximidad entre la “f” y la “z”: “taza / gafa”, y ya se ha comentado la confusión en el seseo entre la “z” y la “s”
Otra proximidad y confusión comentada es la de la “y” y la “ll”: “batalla / playa”, y también son próximas la “y” y la “ch”, sobre todo cuando la primera se pronuncia como africada: “muchacha / playa”.
Los sonidos nasales, laterales y vibrantes están relativamente próximos dentro de cada modo (m/n, n/ñ, l/ll, r/rr): “mana / dama, gana /maña, malla / bala, para /barra”. Pero no lo están con relación a otros modos.
La ausencia de consonante intervocálica en la rima suele disminuir la fuerza de la asonancia con palabras que sí las tienen. Por ejemplo “tía” tiene baja proximidad a “hija”, “chica”, o aún menos a “ministra” aunque rimen en asonancia.
En el caso contrario, la rima con doble consonante intervocálica inseparable en posición explosiva (pr, br, pl, bl, fr, fl, gr, gl, kr, kl, dr y tr) suele estar muy próxima a la que sólo contiene la primera consonante: “cafre / gafe, lacra / flaca”.
En las dobles consonantes intervocálicas separables, se dan casos como en “mármol / árbol “ en que se refuerza la rima al compartir las implosivas “r” y “l”, esta última final.
Cuando la rima es aguda la asonancia suele ser fuerte, a pesar de la presencia de una consonante implosiva final diferenciadora: “pasión / reloj / mató , Madrid / recibí / decir” , por la fuerza de la sílaba aguda, la brevedad de la rima y, a veces, por la no pronunciación de la consonante final.
Las consonantes implosivas finales (posvocálicas), de las que la más normal es el plural “s”, suelen influir poco en la diferenciación del sonido. Así, si coincide el resto de la rima es prácticamente consonante: “mapa / capas”.
Como ejemplo, un poema en rima asonante de Blas de Otero, “A la inmensa mayoría”, con comentarios sobre la fuerza relativa de las asonancias:
Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre A (o-e) aquel que amó, vivió, murió por dentro B (e-o) y un buen día bajó a la calle: entonces A (o-e) comprendió: y rompió todos sus versos. B (e-o) Así es, así fue. Salió una noche A (o-e) echando espuma por los ojos, ebrio B (e-o) de amor, huyendo sin saber adónde: A (o-e) a donde el aire no apestase a muerto. B (e-o) Tiendas de paz, brizados pabellones, A (o-e) eran sus brazos, como llama al viento; B (e-o) olas de sangre contra el pecho, enormes A (o-e) olas de odio, ved, por todo el cuerpo. B (e-o) ¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces A (o-e) en vuelo horizontal cruzan el cielo; B (e-o) horribles peces de metal recorren A (o-e) las espaldas del mar, de puerto a puerto. B (e-o) Yo doy todos mis versos por un hombre A (o-e) en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso, B (e-o) mi última voluntad. Bilbao, a once A (o-e) de abril, cincuenta y tantos. (Blas de Otero). B (e-o)
Se trata de versos endecasílabos que riman en asonancia. Los impares en (o-e), y los pares en (e-o). Vamos a ver si, además, hay similitudes fonéticas entre las consonantes implicadas, sean explosivas (anteriores al núcleo vocálico) o implosivas (posteriores). También hay que tener en cuenta los versos que las separan, y por lo dicho anteriormente sólo compararé las que están separadas por uno o tres versos como se indica entre <>. En resumen, se clasificarán las asonancias como “altas”, “medias” o “bajas”, y repito que esta es una clasificación orientativa y con cierto grado de subjetividad.
En una situación en que las consonantes implicadas en una y otra rima tengan una influencia neutra (o sea no tengan especial proximidad o lejanía) las rimas separadas por 1 verso se considerarán de asonancia “media” y las separadas por 3 versos de asonancia “baja” por la disminución de la fuerza debida a la “distancia”.
Al punto de articulación” lo indicaré como “mismo punto, cercano o lejano” y al modo de articulación como “mismo modo, cercano o lejano”. Se indica (+) cuando el factor refuerza y (-) cuando disminuye.
Los versos impares: hombre <1> entonces: “media”: (+) modo nasal de las implosivas m y n. hombre <3> noche: “débil”: (-) no proximidad consonántica. entonces <1> noche: “media”: (+) explosivas modo cercano “c” y “ch”; (-) ausencia de implosivas en “noche” entonces <3> adónde: “media”: (++) misma implosiva “n”; explosivas “c-d” mismo modo, punto cercano. noche <1> adónde: “media-baja”: (=) explosivas “ch” y “d” modo cercano, punto lejano; (-) ausencia de implosiva en “noche” noche <3> pabellones “débil”: (-) ausencia de explosiva final “s” en “noche” adónde <1> pabellones “débil”: (-) explosivas en distintas sílabas. adónde <3> enormes “débil”: (-) lejanía consonántica de implosivas y explosivas pabellones <1> enormes “media-alta”: (++) “n-m” nasales e implosiva común “s” pabellones <3>atroces “débil”: (-) explosivas lejanas; (+) implosiva común “s” enormes <1> atroces “media”: (-) consonantes lejanas; (+) implosiva final “s” común. enormes <3> recorren “media-baja”: (+) cierta influencia de la “r” explosiva e implosiva atroces <1> recorren “media”: (-) lejanía de consonantes; atroces <3> hombre “débil”: (-) lejanía de consonantes recorren <1> hombre “media-alta”: (++) consonante explosiva “r” común recorren <3> once “débil”: (-) lejanía de explosivas, distinta estructura implosiva hombre <1> once “media-alta”: (++) mismo modo “m” y “n”, y “b” y “c” Además, se repite “hombre”, pero separado por 15 versos por lo cual no influye, y la fuerte similitud entre “atroces / once” , por la coincidencia del sonido “z” queda muy disminuida al estar separada por 5 versos.
En los versos pares, además, hay presencia de rimas diptongadas que las empobrecen al no estar esa vocal débil en la otra rima: dentro <1> versos “media”: (+) implosivas iniciales “n” y “r” mismo punto; (+) explosivas “t” y “s” cercanas; (-) implosiva final “s” sólo en una dentro <3> ebrio “media-baja”: (++) coincidencia explosiva “r”; (-) “i” diptongada versos <1> ebrio “media”: (+) misma “r” implosiva explosiva; (-) “i” diptongada versos <3> muerto “media”: (++) misma “r” implosiva; (+) cercanía de “t” y “s”; (-) “e” diptongación débil ebrio <1> muerto “media”: (+) mismo modo “b” y “t”; (-) diptongaciones “u” e “i” ebrio <3> viento “débil”: (+) mismo modo “b” y “t”; (-) “i” diptongada débil en distinta posición muerto <1> viento “media-alta”: (++) misma “t” explosiva que aproxima mucho los sonidos; (-) diptongaciones “u” e “i muerto <3> cuerpo “media”: (++) coincidencia “r” y mismo modo “t” y “p”, (+) por la coincidencia de “u” diptongada débil viento <1> cuerpo “media-alta”: (++) mismo modo “t” y “p”. (-) diptongaciones “u” e “i” viento <3> cielo “débil”: (-) lejanía de consonantes; (+) coincidencia “i” diptongada débil cuerpo <1> cielo “media-baja”: (-) lejanía de consonantes; (-) “u” e “i” diptongadas débiles cuerpo <3> puerto “media”: (++) misma “r” implosiva; (+) mismo modo “p” y “t”, (+) coincidencia “u” diptongada débil puerto <1> hueso “media-alta”: (+) cercanía “t” y “s”; (+) “u” diptongada débil puerto <3> Otero “débil”: (+) misma “r” implo-explosiva; (-) “u” diptongada débil hueso <1> Otero “media”: (-) “u” diptongada débil Además, hay consonancia entre “muerto <> puerto”, pero separada por 7 versos, lo que la difumina.
En el conjunto del poema la mayor proximidad se da entre “muerto <> viento <> cuerpo” que sólo están separadas por un verso, y algo menor entre “pabellones <> enormes”. También hay una gran proximidad fonética directa entre “muerto <> cuerpo” que se reduce al estar separados por tres versos. En resumen, en todo el poema no clasifico ninguna asonancia como “alta”, lo que sin duda tiene mucho que ver con el interés y cuidado del autor en que así sea y se mantenga un poema en rima asonante, desechando esas “cuasi consonancias”
El desencanto tiene los ojos amarillos y todo lo que mira lo ve de ese color, solo pétalos secos augura en cada flor y en la Luna creciente , avisos de cuchillos.
El hastío traspira resabios de alcanfor, atavía las horas con hábitos sin brillos, hasta que sus latidos se vuelven estribillos que apagan cualquier música que suene alrededor.
El cansancio nos llena de piedras los bolsillos, nos desahucia los sueños al feudo del sudor y los va disolviendo igual que azucarillos.
¿Entonces qué misterio, qué milagro, qué error de nuestros genes teje encajes de bolillos que en los adentros guardan incólume el amor?
Triste lógica
Ya no canto al amor, no me molesto en buscar adjetivos melindrosos y verbos francamente pegajosos, ni en discurrir el cómo los unzo y los orquesto.
Y todo para hacer unos pomposos elogios a quien deja descompuesto tu corazón, sin otro de repuesto, a cambio de unos pocos instantes tumultuosos.
Qué podría decir que no parezca que entono en un tristísimo gospel su póstuma elegía disimulando el llanto.
Hay que loar a quien se lo merezca, pues sabes que ha de serte siempre fiel. Hoy , y por triste lógica, al desamor le canto.
Duda
No hay mariposas blancas… escorpiones se adueñan de mi estómago y me late dispuesto el corazón para el combate, a veinticinco mil revoluciones.
No puedo permitir que me delate una mirada, que mis emociones dejen al descubierto los rincones del alma en que mi duda se debate.
Tanto y tanto… y tan alto y tan lejano… tanto beso que no sabe que existo, -quizás tan al alcance de la mano-.
Tener que decidir si a la agonía del silencio me obligo o bien conquisto tu boca y mi Jardín de la Alegría.
Eres
Eres la melodía inacabada que el corazón conoce y que se adueña de su latido y lo vuelve enseña de la esperanza cada madrugada.
Eres la suave esencia destilada de una noche de Abril clara y risueña y el encaje de seda con que sueña, cualquier mujer hacerse una almohada
Eres el arco iris de colores que me restaña la mirada herida. Eres esa criatura concebida para que alumbre versos sin dolores.
Serías el amor de mis amores, si lo quisieras tú, toda mi vida.
Si me nombras
Si un día tú me nombras, espero que tus labios pronuncien los sonidos con la pasión devota del que a su dios le reza y en su palabra flota el fervor encendido que esfuma los agravios.
No dejes que pervivan en ellos los resabios de ayeres sin ventura y observa como brota la dulzura escondida, licor de bergamota que vuelve las palabras y los besos más sabios.
Que yo sabré mostrarte el modo como suena el júbilo en los míos, con notas anisadas endulzaré tus días, feliz y agradecida.
Y embaucaré tus noches con cantos de sirena que al rendirse en tus brazos todas las madrugadas encienda las auroras, translúcida de ardida.
Regalo
Si quieres dibujarme a pulso una sonrisa que nunca se marchite, no me obsequies con flores, ya sé que son hermosas, pero de sus colores más vivos los desnuda un soplo de la brisa.
No me ofrezcas tampoco aquellas confituras que ponen en la boca un sinfín de embelesos, semejante al agrado de un enjambre de besos pues llega a empalagarme su aluvión de dulzuras.
Regálame la música que corre por tus venas, hazme con ella el Himno al Santo Disparate de que este amor nos llene la vida de sentido.
Bailar a su cadencia nos lleva a las amenas regiones donde habitan los locos de remate que de ilusión se nutren por tiempo indefinido.
No me sigas ni me esperes que me estoy abriendo paso luchando contra lo que dijeron que soy, destruyendo la fe más errada y que me obligaste a beber, desestimando bloques enteros de mi realidad que creí no cambiarían.
No te duelas en mi desapego ni le recrimines a lo histórico el estruendo de los ángeles al romperse, todo se hizo necesario esa mañana en la que llegué tan temprano que no había amor para repartir y te inventé el que pude sin saber que no iba a durar.
Detén el llanto antes que nazca o escúpelo en torrente irrefrenable, pero no te detengas en un dolor que sólo es mancha sobre los nombres y acaso ancla en los pies del que lo porta, no sea que en soledad en lugar de brillar termines amalgamándote con sombras hirientes que beben de sí, de sólo silencio.
Como antes en el inicio del puente bajo la luna, festeja que siendo como los demás no soy como los otros, como yo celebré en su momento en tu simpleza lo único y definitivo.
Sé contigo y déjame ser con lo que me ronda lo que no pude hallar en tu presencia, el fondo preciso de lo ilimitado y el rostro de Dios sonriendo sobre mis errores.
Rompebolas
Escuchame, pedazo de boluda, si a vos no te produce regocijo nada que no refiera de tu hijo como si fueses ciega sorda y viuda,
es un problema tuyo, solo tuyo, pues hay quienes se placen en más cielos de los que conocieron tus abuelos -que no pensaban mucho, me lo intuyo-.
Así que ya cortala, despertate buscate algún librito que te valga para hacer algo más que un sucio mate,
renová tu pensar, mové la nalga o ponete al costado de mis olas que te pasás rompiéndome las bolas.
Elegiste seguir lo vivido
En el centro movible de la arena clavé una estaca enorme, pura altura y en ella la bandera más preciosa: el viento incontenible con voz cruda repitiendo el cantar de tus cabellos disolviendo mis más íntimas dudas.
Desde el futuro vine a tu pasado a llenarlo de aromas improbables, a tornar toda cruz en mil espadas y lograr que te rías y me abraces como en tu dimensión se puede y debe, sin mirar a los lados, aunque enfade al que pide le den lo que no fue y llenar con lo ajeno su equipaje.
Te di mi risa bruta, mi decir y con sólo mi espalda fui tejiendo la lluvia por adentro del afuera y la tórrida luz que brinda un beso si ocurre en la mañana y sin aviso tapando toda falta y todo hueco.
Pero nunca sirvió lo de quererte, encaraste los daños como meta y con lágrimas fuiste destrozando todo lo que busqué no sea prueba; extraviando controles y colores juzgaste que mejor era ser mueca, dejándome intentar golpes de sombras por traerte del lado que no enreda.
Elegiste seguir lo vivido por quienes no vivieron mis acciones, repetir lo seguro de lo necio y evitar arriesgar ser quien impone esa no imposición que clava y duele en el alma del burdo en sus barrotes.
Te amo, te quiero. Te odio, te deseo. Ya no te quiero.
Tendría que ajustar más el objetivo de lo que intento explicar con este comienzo, porque en cada cultura, en cada nación, en cada casa, las palabras usadas no significarán exactamente lo mismo. Se pueden aproximar, sonar a, pero ¿llegan a trasmitir al cien por cien?
De esa necesidad por transmitir lo que nos produce estos sentimientos surge, en muchos casos como en el mío, el primer intento de escribir un verso, una carta, que nunca supe si llegó a su destinataria.
Podría decir te quiero o te quise ¿cierto? Y aún así depende del tono en que lo diga, el momento o a quien se lo haga comunicar.
Comienzo aquí con lo que es una declaración. Uno muestra a otra persona su sentir afín hacia ella o su gusto, su desvelo, su deseo por no dejar de verla nunca. Le declara lo que quiere seguir siendo para con la persona que recibe el mensaje.
Hablar de esto, como podéis comprobar, puede hacer que parezcamos un eslogan facilón que todo el mundo conoce de sobra.
Por eso es que el arte, y si me apuran aún más, las canciones, las letras, son algunos de los lugares en los que nos llegan y conmueven estos informes del interior.
Componen un infinito abanico de crónicas en las que la inmensa mayoría de la gente nos veremos identificados y sacudidos por dentro. Algunos de estos golpes, o muchos, acertarán con más o menos frecuencia dependiendo de la experiencia y memoria emocional de cada quien.
Darán de lleno en nuestro corazón, porque de algún modo u otro, el amor sobrevuela a toda obra. Entiéndase que si hablamos de daño, odio, desamor o despecho estamos tratando la misma materia.
Lo que significa querer es mucho más global, y al mismo tiempo el verbo más habitual para hablar de amor.
Pienso que lo engloba todo en un mismo kit. Desde el enamoramiento de los primeros instantes que tienen fecha de caducidad o aquel término denominado «estado de locura transitorio» hasta llegar a esa simbiosis de los que se mueren casi a la par, ya ancianos. Es este último concepto por el que podemos anhelar un amor en paz en el tiempo (algo que puede resultar paradójico cuando son los amores que nos dieron «guerra» aquellos que nos marcan más).
Hablemos en plata y honestamente. Se trata de placer y dolor. Ser conscientes de que cuando hemos sido felices y enloquecido de placer, el tiempo dejó de existir en nuestra gráfica. En cambio, es en los momentos dolorosos donde el reloj se detiene y casi que podemos notar como cae sobre nosotros piedra a piedra. En general nos solemos identificar con este último aspecto en mayor medida que con el primero ¿Interesa demasiado que alguien te describa lo feliz que se siente al haber encontrado a esa persona?
Por supuesto que hay excepciones pero sería curioso poner en una balanza ambos extremos y ver cual gana en calidad y cantidad de transmisión.
Nos hace tomar decisiones que vienen del pálpito, o bien de una intuición que tiene como fin el desear lo mejor a quien se ama, como pudiera ser el dejarlo ir o como pudiera ser el no tener contacto por parte del sujeto amante a modo de protección mutua. De lo contrario, hablaríamos de la conocida toxicidad a través de la cual las relaciones se convierten en engendros de egoísmos y miserias.
Se muere y se seguirá muriendo por amor y somos una especie diseñada para abrir más de dos y tres veces la misma herida.
Aún así, vivir el amor aunque tan sólo sea una vez en la vida, es algo de lo que ningún ser humano se debiera privar ni privar a nadie bajo ningún motivo, a pesar de sus consecuencias.
Durante todo este tiempo robado al lector he tenido la tentación de citar canciones y letras, aunque pienso que es preferible que le añadan su propia banda sonora a todo esto o escriban sobre lo que les ronda la mente.