Epílogo / La crítica / Semblanza I & II / Negación del amor, por Elhi Delsue

Epílogo

¡No me levantes!, deja que mis pies
palpen las blancas vísceras del aire,
que lo que ayer fue lazo
hoy es horrenda soga,
y es la muerte fatídico presagio
y la felicidad, simple entelequia.

No mires los espasmos de mis ojos,
no beses las tinieblas de mis manos,
que lo que ayer fue eterno
hoy es clamor del polvo,
y es la vida el cantil hacia un calvario
coronado por cruces en la cima.

No digas, madre mía, que fui solo
pálido lis que flageló el invierno,
si hallé en la poesía
todo el calor divino
que no encontré jamás en otro fuego,
ni otro sol, ni otro vientre, ni otro hogar.

No hurgues en la umbría de mi fe
mis alucinaciones y demonios;
abre veredas nuevas
con tus dolores viejos
y en el altar, refugio de tus santos,
ponme, madre, de hinojos ante Dios.

Ábreme con cuchillos de la aurora
para que broten todas las luciérnagas
que quedaron cautivas
en mi sangre quijote,
y amarra en los puntales de la noche
los volantines que jamás icé.

Esparce las cenizas de mis versos
en las aguas del mar de las Antillas
¡Que surquen victoriosos
continentes de espuma
y renazcan blanquísimos de luz
en los silos poéticos del alma!

La crítica

Inspirado en el artículo «De odios necesarios y otras literaturas» publicado en la Revista Ultraversal n.° 3, de nuestro compañero Gavrí Akhenazi, y a él dedicado.

Parecía en el fondo de su fosa
un souvenir de la desidia humana…
Su voz, que de la lengua fue soldado,
yacía en la conciencia sepultada
y era una piedra oscura enmohecida
su corazón de cáñamos y dalias.

Allí estaban, al pie de su sepulcro,
los pseudos más sesudos con la farsa
de su gran «patrimonio emocional»,
sus berrinches pueriles y patrañas,
sus moldes y su ego, sus falencias,
la métrica excusándoles la plana,
sus imposturas y sus fondos Disney
y el ludismo en su forma más prosaica.

Allí estaban, al pie de su sepulcro,
con sus negros crespones y corbatas,
sus versos con olor a naftalina,
estériles las sienes de metáforas
y el tosco diccionario de clichés
y la obvia torpeza en la palabra.

Nunca hallarán el tiempo que no sea
el de ver sus ombligos y medallas,
abonarán las sendas del elogio,
crecerá entre las rosas la cizaña.
La matarán mil veces, como aquella
canción de Soledad a la cigarra;
pero mil veces resucitará
con la fuerza que tiene la esperanza.

La crítica es amor, es altruismo,
no el indigno argumento que difama,
una cantera de la poesía,
un remanso de tinta, una ventana,
un ejercicio humano, una virtud,
una espada en la roca literaria.

Semblanza

I

Tal vez fui bendecido el día que la Muerte
vertió su suero amargo en el cáliz materno
y quiso amamantarme de sus senos inmundos
para que nunca vieran mis ojos la alborada.
Tal vez nunca lo he sido… y mis lábiles sueños
aprendieron el vuelo que no pueden las alas
y mis sienes palparon el pedazo de cielo
celosamente oculto detrás de las palabras.

Yo amalgamé la plata, el jade y la genista
recostado en la hierba, bajo lunas y soles,
y me amparé en la música como un ciego al sonido,
y ensordecí de rabia del amor las campanas
para que no quedara ni un atisbo de sombra
que pudiera empañar el prisma de mis versos.
Y fue así que empezó la hermosa travesía
de este epígono triste de vuelos nerudianos
que amó su glauca esencia, su inusitada lira,
sus osadas metáforas y el tristísimo acento
mineral y salino de su voz de atalaya.

No sé cuándo llegaron las Piérides del alba
con sus labios etéreos a besar mis silencios;
sólo sé que era noche mi nemorosa vida
y flagraba en el novel tintero de mi sangre,
como tímida llama, la luz de la poesía.

II

Así fueron naciendo mis primeros poemas,
como constelaciones de universos ignotos,
y mudaron el pálido color de su plumaje,
y vencieron las simas del fondo de mi alma
como aves que emigran buscando su destino
Muchas veces cayeron de bruces derrotados,
otras se levantaron como atlas soberbios
y cargaron el peso de toda mi existencia,
de todos mis azares, de toda mi amargura.
Y surcaron el aire como australes cometas
que vuelan anhelantes buscando entre las cosas
la unicidad sublime del instante poético,
ese donde la magia se funde en los vocablos,
donde el aliento suave de la lengua acaricia
como un céfiro blando la gravidez del verso.

Allí están, en la aurora, como gárgolas negras,
como heraldos de piedra, como espejos dormidos,
como simientes nuevas bajo la tierra vieja,
esperando que el cántaro de la lluvia se rompa
y germine de nuevo mi verso en el papel.

Negación del amor

Vengo del fondo de la tierra misma,
raíz de lluvia soy, cieno y tinaja,
soy de la oscuridad negra navaja,
brasa ardiente en el frío del sofisma.

Mi verso es como el ave que se abisma
buscando entre lo bello una migaja,
una rosa de luz que se desgaja
pétalo a pétalo en su limpio prisma.

Vivir, morir tan solo es el reflejo
de lo que soy: el tímido trebejo
que elude los escaques de la ausencia.

Y soy feliz así porque en el fondo,
allí de donde soy, en lo más hondo,
es donde no me alcanza su presencia.

Acerca de Elhi Delsue

Gildardo López Reyes – México

De suposiciones

“Nadie supone nada, el que dice supongo sólo afirma sin ánimos de ofender”. Decir que suponemos cuando queremos afirmar, es una forma de expresar lo que pensamos suavizándolo, tratando de no ofender al otro con nuestras ideas contrarias, esperando no parecer intransigentes.

Así nos enseñaron desde niños, a empequeñecernos. Aprender que nuestra opinión no es lo suficientemente válida para afirmarla y tener que recargarla en la muleta de la duda; aprendimos también a hablar de nosotros en tercera persona o en un incoherente plural, para no parecer presuntuosos y llenos de vanidad. A sonar lo más amables que se pueda: diplomáticos e hipócritas, con falsa modestia y falsa humildad.

Por qué se habría de ofender el otro de que pensemos diferente a él. A menos, claro, que nuestra actitud fuera agresiva y el volumen de nuestra voz hubiera subido de tono, evidenciando una agresión. Si esto no pasa tenemos todo el derecho de pensar distinto.

Decir supongo, creo, me parece, en vez de un rotundo “sé”. Pero además en pleonasmo: yo supongo, yo creo, a mí me parece. “Es o no es, cómo que crees”, me gritó una vez mi padre ante mi vacilante “yo creo que…” Pero como decía, así nos enseñaron, a mí al menos. Así aprendí. Y me cuesta muchísimo trabajo dejar de usar el simpático pleonasmo y afirmar lo que sé y lo que pienso: sin suavizarlo, sin querer quedar bien con los demás. Cuando lo formulo en mi cabeza suena agresivo, así que me autocensuro y voy por lo seguro y aceptado. Casi nadie quiere parecer un mamón sabelotodo. “Smart ass” dicen los gringos, me gusta la expresión.

Acerca de Gildardo López Reyes

La pasión triste: un libro de Gavrí Akhenazi

Por Ovidio Moré

Dibujo de Ovidio Moré

Nada diferencia a la concepción literaria de la concepción plástica, el proceso creativo es idéntico. En el primer caso, el creador, dibuja imágenes con palabras, en el segundo, crea las palabras con las imágenes. El dibujo, el óleo, o la acuarela, pueden ofrecer un discurso poético, de la misma forma que el poema o la prosa pueden ofrecer un discurso pictórico. En resumidas cuentas, estamos hablando de arte, independientemente de cómo se manifiesta.

Pero yendo más allá, cuando ambas son leídas o visionadas por estos artistas (pintor o narrador o viceversa) da pie a inspiraciones mutuas: un poema o una narración puede inspirar una obra plástica, y una obra plástica puede inspirar una obra literaria.

Y eso es lo que me ha pasado a mí con la lectura del último libro de Gavrí Akhenazi, que me ha inspirado el siguiente dibujo  y, a su vez el dibujo ha dado pie al texto que sigue a continuación.

A propósito de la pasión triste de Gavrí Akhenazi

En tu cabeza habita el pájaro hambriento de ojo insomne, y llueve en las sombras de tu rostro, pero llueve de manera diferente a como llueve en el amarillo del día y en el negro de la noche.

Te alzas desde el gris, como un reloj de arena que se nutre del agua viva de tus lágrimas, en una desmedida ambición de ser clepsidra.

Tus lágrimas anegan el pecho, inconmensurable mar azul donde navega el corazón atravesado por la punzante flor de la pasión, de la pasión triste, la que duele lo que SÍ está escrito. Es el mismo corazón que vive, late y sangra versos que se vuelven ave: Cisne intrépido a la conquista de nuevas constelaciones, que son como circuitos eléctricos que han de dar luz al lucernario que te habita y que añoras.

Y en esos amarillos días en que la sangre cae gota a gota, la esperanza (inmensa neurona verde y espinosa a la que siempre perseguimos) te persigue, va a tu espalda porque eres como ese Cristo redentor dolido y lacerado el que refuerza su piel de aleaciones de plata y acero, para que ni la bala perdida de plomo ni la bala de la desidia del mundo, encuentren carne en la que echar raíces, justo allí, donde tu ala de pájaro de barro quedó trunca.

Pero siempre regresas del horror y renaces del gris, siempre. Y el pájaro roto de barro se hace hombre que ama, sueña y escribe. Porque el amor y la letra son el mejor ungüento contra la soledad, el horror y el olvido.

La literatura de Gavrí Akhenazi, de La pasión triste, es una literatura visceral y auténtica. Prosa poética donde las haya, exuda un exquisito lenguaje metafórico que no deja indiferente, al tiempo que se revela como lenguaje testimonial único. Cuando lees a Gavrí, la empatía y la sinergia te atrapan, ahí quedas en simbiosis con la escritura y con un mundo vivencial pletórico de emociones desgarradoras, donde el amor y el  “horror” van de la mano, formando parte de la cotidianidad del hombre-guerrero-cooperante-escritor, que viste de belleza el encanto en una catarsis continua para poder sobrevivir.

Entre cartas y epitafios te sumerges en una obra literaria de una calidad y riqueza verbal inigualables.

Os la recomiendo de todo corazón, porque esto es literatura de muchos quilates.

John Madison – Cuba

Maferefun, Cuervo

Me preguntaba yo, luego de hacer la siesta,
qué pasaría hoy,
exactamente hoy. Un Lunes a las seis
si me muriera.

Mi amor, mi gran amor del mundo y de los mundos
buscaría otro amor,
porque tú sabes bien, amigo mío,
de amor nadie se muere.
Y el hombre siempre vuelve a ser amor.

Es ley de vida.

Mis hijas, mis mataharis guerreras. Compañeras
de fatigas del alma
a las que hice mujeres
antes de que sus ojos lo pidieran,
a las que hice montañas
sin posibles ascensos de lo absurdo,
se buscarán la vida
con tal de que la vida no las muerda.

Como les enseñé.

Me quiero más que nunca en esta hora.
6:45 de la tarde.

Cada trozo de carne, de manos y de noche.

De mí, lo adoro todo.

Porque quiero vivir
pa’ que vivan los míos mi alegría.
Mi son de libertad.
Cada grito de guerra que le doy al destino.

Vaya a la mierda el diablo y sus tragedias.

Nunca creí en la muerte. Ni quiero que me lloren.

Que corra el ron sobre cubierta.

Pero aún queda mucho que dar a nuestra flota.

Maferefun mi cuervo,
Maferefun.

Ayer mañana y siempre.



Mamá, quiero ser sonetista

Querido Juan Ramón, pido un soneto
como quien pide en medio de una fiesta
vuelen al aire ritmos de bolero
para amarrarse al cuerpo de una hembra.

Tu abolengo y montura, moguereño,
inalcanzables  son para mi empresa.
Lánzame un cable a tierra, viejo arriero,
desde tus anchos vuelos de poeta.

Pues de catorce patas y once nudos
se presenta la bestia ante mis ojos
retándome a montarla en desafío.

Si domarla consigo, te aseguro,
la bulla va a escucharse en «Alto Songo».

En su grupa violenta voy mecido.



Aún sigo en Estocolmo

Aún sigo en Estocolmo.

El galeón
se derrumba
sobre la laxitud
callada de su suerte.

Es un Lázaro envuelto
en un sudario blanco de carámbanos
a la espera de Cristo,
un témpano aquietado sobre el mar
negado a subyugarse.

Hoy nieva en Estocolmo.

El ancla se resiste a toda orden.

La arboladura gime
y el velamen
sisea moribundo entre mis rezos.
Los ángeles custodios
han tendido sus alas
sobre el sindicalismo
de la huelga.

El tiempo confabula.

La ciudad confabula
como una bailarina caprichosa
que ofrece a los turistas y portuarios
su exigua pompa de gogó falsaria
solo por retenerlos.

Quizá mañana.

Quizá mañana ronden otros vientos
y llueva en Estocolmo.

Desde cubierta exijo a lo divino:
—Que no cese. Que no calle, Señor
mi delgada llovizna libertaria.

Ésta palabra ardiendo que me cruza la frente
y los deseos.

Que no calle tu índigo de peces
ni tu morral de panes de futuro
que barre con pensarte
las rejas de mi oscuro falansterio.



La buena estrella

Algunas noches
no quiero ser marino.
Solo Goriot.

Ese Goriot tan francés y abnegado
que ofrece sus rodillas
a tu joven ventura
y bebe sopa amarga con migas de pan duro
sin quejarse durante todo el año.

Y el otro,
y el siguiente.

Para cumplir con todos tus caprichos.
Mi botín a los vientos
para limpiar tu estrella.

Pero no necesitas un Goriot,
sino a este Draco de papel
que mata
a puros cañonazos,
a los caimanes fieros de la ciénaga
que veneran a Giorgio.

Un igual que conozca la magnitud y el peso
de tu terrible caja de pandora.

(De: A instigación del viento)

Acerca de John Madison

Novum Sub Solem

Por Almudena Santalla

Caligrama del caballo de  Apollinaire

Nihil Novum Sub Solem. (Eclesiastés, 1-10).

Paul Valery utiliza estas palabras mágicas, sagradas, para expresar que nada cambia en el mundo literario y que no hay nada realmente novedoso. En la poesía visual todo ha sido ya experimentado, todos los terrenos explorados y el campo de la palabra es el que se eleva por encima del adorno. La expresión oral es la innovadora, la sugestiva, la tremendamente subjetiva y sugerente. La poesía visual es sólo el contorno, no la clave.

Para un lector de a pie la existencia de una poesía visual se remonta a Apollinaire, que fue quien hizo resurgir esta manera expresiva. Pero hay que remontarse antes, mucho antes en el tiempo. Digamos, en primer lugar, a la Prehistoria. El hombre primitivo, una vez aseguradas las comodidades básicas de su vida, se dedicó a pintar y expresar su realidad en las paredes de las cuevas. Formas lineales y geométricas, animales y humanas fueron su mundo, como podemos constatar en los múltiples ejemplos que disponemos. Este hombre ya tenía un cierto gusto estético, ya utilizaba la policromía, ya tenía un cierto deseo de comunicación y de pervivencia.

Escritura jeroglífica

Saltemos de época y cultura. Egipto y su esplendor. Las paredes son verdaderos testimonios de una civilización que se resistía a caer en el olvido. La escritura jeroglífica encierra esa combinación testimonial y artística que emplearon para servir a un común objetivo. Pero no fue un hecho aislado: podemos recurrir a los glifos, a la literatura cuneiforme hitita o a los glifos mayas para deducir sin margen de error que la poesía visual es a menudo anterior a la aparición de la poesía tradicional.

El Hacha, Las Alas y El Huevo, Simias de Rodas

Pero tuvo que llegar el año 300 a.C. para que toda una tradición previa llegara a conformar el primer caligrama. Sí, año 300 antes de Cristo, a un hombre llamado Simmias de Rodas, todo un innovador. Estamos en Grecia, una Grecia que fue esplendorosa en todos los sentidos. Simmias de Rodas escribió, al menos que sepamos, tres caligramas, El hacha, El huevo y Las Alas. El huevo, por ejemplo, ha de leerse alternadamente, el primer verso y luego el último, el segundo verso y luego el antepenúltimo, hasta terminar en el verso central. El objeto representado, esto es, el huevo, sintetiza la idea del texto en cuanto a símbolo de vida, la gestación y el origen. El sentido general parece claro: la madre ruiseñor nos dice haber perdido un poema en forma de huevo, recogido por Hermes bajo su ala, que ordenó sus versos para enviarlo a los hombres.

 Inscripción Duenos

No fue un hecho sujeto al más puro azar, sino que tuvo una serie de antecedentes previos: los mandalas hindúes, pero, sobre todo, la inscripción de “Duenos” del siglo IV a.C., encontrada en Roma cerca del Quirinal, que es una espiral grabada en un vaso y que puede leerse de derecha a izquierda. Hay incluso algunos que lo han relacionado con el disco de Phaestos fechado en torno al segundo milenio a. C. y compuesto también en espiral por pictogramas aún no descifrados. Y no hay que irse tan lejos: en su mismo siglo y en el anterior hubo autores griegos que practicaron ejercicios visuales, como El altar de Dosíadas o Teócrito, que hizo un caligrama en el que imita la forma de un instrumento musical de viento llamado siringa, que tocaba el dios Pan, al que la composición va dirigida.

Hay muchos más ejemplos, desde el altar caligramático de Julius Vestinus, que es, además, un acróstico: Olumpie pollous etesi quseias, o los trabajos de Publio Optaciano Porfirio (siglo IV), artífice de carmina quadrata, es decir, poemas cuadrados, y carmina figurata, o poemas con forma de figuras o caligramas, en cuyos tentos destacan letras que van formando símbolos o mensajes dentro de esta especie de gran sopa de letras literaria que se presenta como primer texto a los ojos del lector y debajo del cual hay que extraer el mensaje que se trata de resaltar, para lo cual emplea, por ejemplo, letras en negrita.

Monograma de Cristo

¿Qué otros recursos son atribuibles a nuestros más remotos ancestros? Por ejemplo, el lipograma, textos en los que se omite sistemáticamente una letra. Así, el primero reconocido en hacerlo fue Laso de Herminone en el siglo IV, que omitió la letra sigma en la Oda a los Centauros y en el Himno a Démeter. En el siglo III Néstor de Laranda reescribió la Ilíada en forma de lipograma, suprimiendo en cada canto una letra: en el primero alfa, en el segundo beta, y así sucesivamente. O en el siglo V, Trifidoro de Sicilia, que reescribió la Odisea, eliminando una en cada una de las veinticuatro secciones en que dividió los viajes de Ulises.

Otro recurso fueron los monogramas, que es un símbolo formado por cifras y letras entrelazadas en conjunto que ya existían en la época de Constantino con el nombre de Jesucristo. Hay quienes afirman que fueron la base constructiva de la que proceden laberintos literarios, poemas cúbicos y caligramas.

El acróstico también pertenece a esta época. La Biblia y los Textos Sagrados son prueba fidedigna de su antigüedad y de su papel en la literatura hebrea. Los Salmos ofrecen múltiples ejemplos, desde los de plegaria y acción de gracias hasta los de liturgia.

Ideograma egipcio

Y los ideogramas…proceden del arte pictográfico y jeroglífico, y también pueden ser considerados en parte los padres del caligrama.

Los centones, o poemas construidos con fragmentos de versos de otros poetas, lo que los convierte en un precedente claro del “collage”, los poemas polilingües, o los cacenphaton, figura que consiste en buscar la dificultad de pronunciación y otros muchos “vicios”: macrología, tautología, anfibología, cacosíndeton, etc, con los tipos poéticos que estas licencias pueden formar, como es el caso del Carmen amphibologicum.

Diómedes Athanasio, por su parte, en su Arte grammatica, recoge versos llamados reciprocus y neothericus o sotádicos, recurso que permite una lectura inversa. Véase el ejemplo:

Musa mihi causas memore quo numine Laeso Laeso numine quo memore causas mihi musa.

Hay tantos ejemplos que es imposible enumerarlos todos. La importancia de la simbología y la potencia del significado de la palabra ya existía mucho antes de que fuéramos conscientes de ello.

Entre fines del siglo IV y principios del siglo V Iulius Rufinianus, Aquila Romanus, Donato y Servio recopilaron formas no convencionales que denominaron vicios. Así, Donato cita como vicios los barbarismos, solecismos, acyrología, tautología, eclipsis, tapinosis, “labdacismus”, “iotacismus”, “myotacismus” (versos letreados, donde cada palabra se inicia con l, i, m o con predominio de éstas).

También incluyen los Ropálicos, que en la poesía griega eran versos en que cada palabra tiene una sílaba más que la precedente.

En el siglo V, Flavio Félix inscribió sus epigramas en los baños de Alima, construidos por orden del rey Thrasamund, uno de los cuales es un poema de veinte hexámetros de treinta y seis letras cada uno, formando un pentacróstico en el que se lee: “Thrasamundus cuncta innovat vota serenans”.

Laberinto Svagrius

El padre Sedulio, por otra parte, fue autor de una larga elegía en versos serpentinos basada en el Antiguo y Nuevo Testamento, y al que también se le atribuyen acrósticos, como su himno A solis ortus cardine. También escribió un teléstico, donde su nombre venía formado con la última letra de cada verso.

Fortunato aunó formas precedentes, utilizando ampliamente laberintos y caligramas.

Por ejemplo, el Syagrius, que era un laberinto formado por un cuadrado de treinta y tres versos de treinta y tres letras, como la edad de Cristo al resucitar. Utiliza los acrósticos, los telestéticos y mesósticos (internos), dos de ellos formando una diagonal X: el símbolo de Jesucristo.

A su vez, escribió un caligrama perfecto: De Sancta Cruce, una cruz teutónica cuyo punto central viene formado por un rombo con la palabra crux legible desde el centro hacia fuera en todos los sentidos.

En el siglo VII, llega una nueva influencia que marcó la época: la de la estética germánica, que hizo mella en los textos monásticos, escritos en los “scriptorium” y talleres monásticos. Fue una época prolífica en las copias, donde surgieron también las unificaciones lingüísticas a efectos de escritura y ortografía.

Beda el Venerable, en su himno a St. Etheldreda, termina sus cuatro estrofas finales con las letras AMEN. Fue un recurso también utilizado por San Agustín, Hilary de Potiers y Sedulio, entre otros.

La Edad Media resaltó la idea de un mundo recogido por la armonía de los números y la concepción de la palabra a partir del ritmo musical. Abundan los acrósticos y los enigmas, al igual que los pentacrósticos, como en el caso del sajón Aldhelmo. Pero el género visual del Medievo por excelencia es el laberinto, basado en mensajes cifrados, jeroglíficos, simbólicos, sustentados en la geometría y con una representación caligráfica compleja, cuya lectura, por estos motivos, estaba limitada a gente cultivada. El laberinto tiene en cierta medida un origen mozárabe, cultura donde estaba prohibida la representación de la figura humana, que se venía a sustituir por el valor metafórico y alegórico que adquiría entonces la escritura. Los laberintos tienen una clara orientación religiosa, y se distinguen por participar de una estética de la ocultación, ya que se creía que a través de las palabras y revelaciones escondidas de los laberintos se accedía a los misterios de la fe cristiana, y que la fe estaba reservada sólo para los elegidos, capaces de desentrañar sus más íntimos secretos.

Laberinto de Rabano Mauro

Tanto en los laberintos como en el resto de géneros visuales adquiría una importancia crucial la colocación de los componentes del poema, el tamaño, la forma y color de las letras, números y signos y sus posibilidades combinatorias. Todos los elementos confluían en el centro, que era el núcleo del texto, asociado al Universo o el Cielo de los creyentes. Ese centro a menudo se representaba con la letra “O”, el astro sol o simplemente con un círculo.

Merece la pena también mencionar a uno de los más atinados creadores visuales de la época, el monje alemán Rabano Mauro, que empleó en sus obras en color rojo para obtener, en el interior de sus poemas, formas superiores que destacaban del conjunto.

El gramático Virgilio de Tortosa es una especie de sistematizador del sentido caótico de la poesía hasta la transgresión sintáctica: el neologismo, la derivación léxica extrema, el extranjerismo, abreviaciones, retruécanos forzados, ruptura de las palabras o las sílabas y nuevas ordenaciones de letras.

Poema epigráfico en las paredes de la Alhambra de Granada

Como se puede observar, haciendo una breve pausa en el devenir histórico, todas son formas que se han seguido utilizando hasta nuestros días. La indagación en la originalidad estética actual está puesta a debate.

El mundo árabe tampoco fue ajeno a las nuevas tendencias. En el siglo XI, la poetisa Omeyya Wallada se tatuaba al estilo bereber poemas con henna en el cuerpo, inaugurando la tendencia actual del “body painting” y el tatuaje.

Otro ejemplo meritorio de mencionar son los muros de la Alhambra, pues a la integración del poema caligráfico y su disposición en el plano se une el elemento básico de la escultura, el volumen, integrado todo en el espacio arquitectónico.

Hay que tener en cuenta que la escritura tiene en el mundo islámico especial importancia, de ahí que se manifestara en múltiples ocasiones en la arquitectura, por su carácter simbólico y gráfico, por su sentido plástico, por toda la magia que encierra.

Masorah en la torá

Y mientras la cultura islámica recurría a la arquitectura, la hebrea ejercía la poesía visual de otro modo bien distinto: a través de los masorah, escritura situada en los márgenes de las páginas formando motivos florales y otro tipo de adornos a modo de tapiz.

Prosigamos con la historia. La trascendencia de los elementos religiosos propios de la Edad Media dio paso al carácter profano del arte típico del Renacimiento. Dios ya no es el centro de las cosas, sino que lo es el hombre, y se van a imitar las obras clásicas de orientación visual. Entre ellos destaca el monje cisterciense madrileño Juan Caramuel, que vivió en el siglo XVII y que fue calificado de oscuro por llevar sus indagaciones visuales al extremo.

Otro ejemplo, en otra línea, es un soneto circular laudatorio al conde de Villaflor, ideado en el mismo siglo por Antonio Álvares da Cunha, que diseñó un código numérico basado en el título del poema, clave para descifrar el resto.

A pesar del carácter profano de la época, también se dieron casos de caligramas religiosos, como el que representaba el nombre de Jesucristo en una esvástica, emblema con el que los primitivos cristianos de la era romana designaban al Hijo de Dios.

También es destacable la técnica del retrógrado, donde se dan poemas con dos lecturas: una lineal y otra inversa, o sílaba a sílaba, o letra a letra, como “remire”, “regire”, las rims derivatius, formadas por palabras que derivan unas de otras, y las rims equivocz, con palabras parecidas fonéticamente.

En el terreno de los acrósticos, como novedad, hay un caso insólito digno de mención: Copla sola de Luis de Touar, donde, aparte del acróstico, aparecen insertados los nombres de nueve damas. El poema que le sigue en el cancionero da respuesta a una pregunta que se le formula sobre cuál es la más importante para él. El nombre aparece insertado en el poema a través de letras mayúsculas a lo largo del poema.

Como ejemplo curioso de rebus (o jeroglífico fonético) se encuentra uno, tal vez del siglo XIX, que recoge Carbonero y Sol:

SKDTDAK (ese cadete de acá)
TDCAYAPTC (te decea y apetece)
CKBCAYCKE (ce cabecea y ce cae)
YTCDYTOBDC (y te cede y te obedece)

El Carmen Chronologico, chronographico o numerale es el tipo de poema que se refiere a una cifra histórica o fecha determinada a partir de la lectura de ciertas letras como números romanos. Es preciso entonces sumar dichas letras para obtener la fecha deseada. Un ejemplo sería el epitafio dedicado a Fernando de Hohemberg, que nos da como fecha 1655.

El Carmen Caballistico se basa también en valores numéricos, pero en este caso a partir de la cábala. Las letras tienen así un valor numérico determinado que es preciso sumar en cada palabra, según una tabla que el autor ofrece, para obtener una cifra total. El primer ejemplo que incluye es el dístico dedicado a la Virgen:

“Ecce potest animi mores affingere palma
A facie mores discit imago mea”.

La suma de todas estas letras según dicha tabla nos da como resultado la cifra de 1668, que coincide con la primera edición de este libro.

El Carmen Arithmeticum, en cierta relación con el anterior, juega con los números y las letras, como en uno de los ejemplos que ofrece Paschasius):

Tertria sunt septê, septê sex, sex quoq tres sunt,
octo dant quatuor, quatuor faciunt tibi septem,
haec numeres, recte faciunt tibi millia quinq”.

Así tertria tiene siete letras, septem tiene seis, etc.

Más interesantes en el plano visual son los ejemplos que ofrece el autor del Carmen musicum, en los que se sustituyen aquellos elementos del verso que corresponden, a partir de sus letras, con las notas de la escala musical, ut, re, mi, fa, sol. De este modo, el verso:

“ma te nequit cat inclyta virtus”

debe leerse:

“FAma LAteRE nequit MIcat UT SOL inclyta virtus”.

En estos casos el texto aparece con el gráfico musical y al pie del mismo las letras que faltan para componer el verso.

El Carmen Grammaticum define al tipo de artificio por el que las palabras del verso aparecen desordenadas y es preciso encontrar la clave de su ordenación. A veces incluso las sílabas de una palabra hay que descomponerlas para lograr el sentido correcto, como en el siguiente ejemplo:

“Furfur edit pannum, panem quoque sustineamus”.

Si dividimos la última palabra en tres obtenemos, una vez colocada en su sitio cada una: Sus – tinea -mus.

Sus edit furfur, tinea pannum, mus panem.

Portada del primer libro iluminado de William Blake

Ya en la transición hacia el Barroco, resurgen con fuerza los caligramas, sobre todo en la Escuela alemana de Nürnberg, con obras con forma de copa, yunque, torres, ramas de laurel, cruz, alas, pirámide, huevo, animales como el oso, corona de espinas o incluso un ataúd (Johann Rudolf Karst). Según avanza el Barroco esta tendencia decae, aunque se siguen encontrando ejemplos todavía, para dar paso a la agudeza semántica, a la ironía, al juego verbal, … esto es, se potencia la palabra.

Acrósticos, caligramas, centones, anagramas,… todos ellos se han seguido usando, a veces intermitentemente, siempre con sello personal, a lo largo de la historia.

Para culminar con este paseo por la poesía visual y sus recursos, quizá uno de los casos más curiosos a mencionar: el poeta romántico inglés William Blake y sus poemas “iluminados”: La impresión iluminada implicaba escribir el texto de los poemas en planchas de cobre con plumas y cepillos, usando un medio resistente al ácido. Las ilustraciones podían aparecer junto al texto de igual modo que los manuscritos iluminados medievales. Luego bañaba las placas en ácido para disolver el cobre no tratado y dejar únicamente el diseño. Las páginas impresas con estas placas tenían que ser recoloreadas a mano con pinturas al agua y después se cosían para formar un volumen.

Blake utilizó esta técnica en cuatro de sus trabajos: Canciones de inocencia y de experiencia, The Book of Thel, El matrimonio del cielo y el infierno y Jerusalem; tratar su obra poética separada de la pictórica hace perder valor a la dimensión de su trabajo.

La originalidad de la poesía radica hoy en día, pues, en la fuerza de la palabra y las imágenes que con ellas se reflejan, ya que el resto de las técnicas visuales tan abundantes hoy, incluso con la poesía virtual o el videoarte, son fruto de indagaciones anteriores. En palabras de Lord Byron: The past is the best prophet of the future. No ignoremos, pues, nuestro amplio bagaje cultural y aprovechémonos de su sabiduría.

Acerca de Almudena Santalla

Orlando Estrella – República Dominicana

Atrapados

Nos cubren las tinieblas como mantos del mal,
horadan pensamientos que quedaron varados
en ambientes hipócritas.

Así estamos, mi nena,
viendo en los mares rojos impensables señales
de un mundo sin razón.

Traiciones encubiertas como velos mugrientos
que enlodan los caminos
para que resbalemos sobre esa mierda húmeda
que nos arropa hoy
los sueños inconclusos.

La vida pasajera nos obliga a mentir
y solo las verdades las usamos de paso
como puñales finos para herir las ideas
que defienden el mundo.

-Y que por cierto está-
en manos de cabrones.

Vamos para la cama
que es el único sitio donde somos nosotros.

Ahí quizás logremos
ser felices un chin.

Entonces la mañana nos despertará lúcidos
pero si nos pasamos la gran noche fingiendo
que somos detectives, entonces somos pillos
y estamos atrapados.



Hombre

Tomaste posesión de un horizonte límpido
—el que la rigidez te fijó en la mirada—,
ese fue tu sendero que habrías de trillar
y caminaste incólume cual guerrero de luz.

Fui tu primer destello, sol que te deslumbró
y motivó la fuerza de macho convencido
con su inmenso poder y de inusual sorpresa
e instinto maternal ¡ vaya la vida extraña!

Hiciste añicos normas sagradas hasta hoy
pero, ¿de qué maldito material te fundieron?,
una incógnita grata que me sigue feliz.
Bien hubiera querido heredar tal proeza.

Sentí en mi piel de niño tu firmeza letal
que marcó como hierro mis tiempos del futuro
¿fue mi necedad bruta o tú fuiste vidente?
Incorruptible ser, lo fuiste hasta tu ocaso.

Te honraré mientras pueda, pero no soy igual.
Tus tiempos fueron calmos, los míos turbios, padre.



Huérfano

Te mecieron con cantos que aún recuerdas.
Fueron notas muy breves, canciones sin final
que el destino truncó por azares secretos.
Esos versos de paz hoy son baladas tristes
cosas que el gran amor desconocía, niño.

Hoy vas de salto en salto buscando las respuestas,
incógnita de vida oculta en pesadillas.
Solo el tiempo descifra estos juegos del hambre
y lo hará con tu vida y también con tu muerte.
Tú, trata de ganar, que perder no es fracaso.

Una inocencia muda, una infancia perdida
en calles de avatar con suelos movedizos
donde naufragan sueños de bebés hechos hombres
a fuerza de sus huevos curtidos en las lides
de luchas desiguales contra un mundo sin alma.



Temores…

Temes a la muerte siendo un laureado
que ganó la vida por suerte o azar
en un maratón de miles de ansiosos
en busca del premio de un vientre materno.

Esos perdedores también lo soñaban
¿Sabes dónde fueron? A burdos canales
y jamás verán ni las sombras muertas
de su travesía hacia tal incógnita
que solo un dichoso como tú conoces.

¿Y tú, qué esperabas? ¿Ser un inmortal?

Eres privilegio, todo un monumento
que respira y sangra, que come y defeca
ama y también odia, -especie de Dios-
sobre un suelo turbio donde tú pernoctas
y ahí quedarás con tus blancos huesos.

Tú sigues temiendo pero es a la vida
pues ésta se esfuma y no hay ningún modo
de variar el curso de esa gran verdad.

Ovidio Moré – Cuba

Unidad y lucha de contrarios

Sé que acabaré perdiendo la batalla. Mi cuerpo se convierte en historia, pero esa luz que se posa en la ventana y que, tímidamente, como un gorrión asustado, baja a comer de mi mano, me dice lo contrario.

Sé que esta desnudez de blandas carnes, de corazones mostrando sus arterias, de jadeos, de telúricas pasiones y de desayunos en la cama, no es apta para cardiacos; y sé que tu desnudez sigue avivando mis más “bajos instintos” ajena a mis sístoles y a mis diástoles.

Sé que a veces la rutina y el tedio atacan y acorralan en la trinchera a lo novedoso, a lo lúdico y a lo fantasioso; que tu fuerza es inversamente proporcional a mi debilidad y que, como los polos opuestos del imán, nos atraemos.

Sé que el amor, según dicen los sabios poetas, las pitonisas, las cartománticas y hasta los ángeles, dura más allá de la muerte. Sin embargo, yo sólo quiero amarte en vida, a no ser que en la nada, en nuestro regreso al polvo, convertidos en esas mínimas y atómicas partículas, podamos gozar del sexo y del deseo, o yo pueda disfrutar de la fugacidad de mi beso en tu frente, de la insistencia de mis dedos entre tus rizos.

Sé que esta música que ahora desgarro, que ahora sentencio, que ahora visto como una segunda piel, está en lucha continua con tus silencios, con esos estados callados de ausencia según Benedetti, con esa estática de tu pose en medio de la cocina.

Sé que vives para modelar cada día el barro, para cincelar el mármol, para esculpir en alabastro estas ansias que nos unen, estas pieles que nos funden. Y lo sé por la sencilla razón de que yo muero por ello.

Acerca de Ovidio Moré

Su corto vuelo: un libro de Eugenia Díaz Mares

Por Isabel Reyes Elena

Prólogo del libro

Eugenia Díaz Mares, poeta novel mexicana, presenta su ópera prima “Su corto vuelo”.

Nacida en el portal literario www.ultraversal.com ha ido aprendiendo y haciéndose fácilmente con la técnica poética, métrica y rima en corto espacio de tiempo. De lenguaje fácilmente comprensible, sin que la sencillez se convierta en simpleza, no recurre a juegos malabares e introduce en sus versos metáforas sutiles. Su palabra no excluye la cadencia, la tradición y alcanza una voz que le es propia.

Todo el poemario está construido en Arte Mayor, la mayoría sonetos, y da la impresión de que la autora intentara reconstruir su vida desde lo destruido y decidida a edificar el futuro desde su carne abierta y sus propias cenizas humeantes. Versos urdidos con reflexión y dolor. Con la emocionalidad que late en los silencios.

En cada uno de sus versos hay una mujer doliéndose, pura llaga abierta que respira la pérdida de su hija menor, Erika, por una terrible e invasiva enfermedad, el lupus eritematoso diseminado. Pero también sorprende de qué forma se enfrentó la protagonista a la misma, un modelo de alegría y fortaleza que mantuvo hasta el final, incluso dando ánimos a todos sus seres queridos.

La muerte de un hijo es algo contra natura que no entra en los esquemas evolutivos, y cuando se produce, provoca grandes crisis a nivel físico y emocional,  Eugenia ha tenido el valor de expresar en su libro todo el proceso de la enfermedad, hasta que Erika fue vencida por la misma. Una necesidad vital para alejarse de la locura e intentar encontrar de nuevo sentido a su vida. Porque aunque parezca mentira, es posible renacer después de un golpe así, a pesar de que un hijo nunca muere, pues siempre está en el corazón de madre el amor por el ausente.

En la fase final de la enfermedad dejó un testimonio de vida, un tesoro, que se presenta en forma de mariposas que revolotean a menudo alrededor de sus seres queridos.

Silenciosa y honrada con sus sentimientos, hermosa, así Eugenia Díaz Mares.

Recursos literarios (quinta entrega)

Por Enrique Ramos

Quinta entrega del estudio de Enrique Ramos
publicado en el taller de Ultraversal

La ALEGORÍA es un tropo que consiste en hacer patentes en el discurso, por medio de varias metáforas consecutivas, un sentido recto y otro figurado, ambos completos, a fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente.

La alegoría se puede considerar como una metáfora prolongada en la que cada elemento imaginario tiene su correspondiente referente real.

Se puede distinguir, igual que hacíamos en el caso de la metáfora, entre alegoría pura, en la cual no aparece en ningún momento el plano real, y alegoría impura, en la que el significado real aparece en el poema.

Por ejemplo, sería una alegoría impura la siguiente, extraída de un soneto de Gutierre de Cetina y donde cada elemento metafórico aparece acompañado por su referente real en forma de genitivo:

“en la barca del triste pensamiento,
los remos en las manos del tormento,
por las ondas del mar del propio llanto,
navegaba Vandalio…” 

Podemos disfrutar de una hermosísima alegoría en estos versos extraídos del poema “Mujer con alcuza”, de Dámaso Alonso, en los que el poeta hace una alegoría de la vida como viaje en un tren:

Oh sí, la conozco.
Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren,
en un tren muy largo;
ha viajado durante muchos días
y durante muchas noches:
unas veces nevaba y hacía mucho frío,
otras veces lucía el sol y remejía el viento
arbustos juveniles
en los campos en donde incesantemente estallan
/extrañas flores encendidas.
Y ella ha viajado y ha viajado,
mareada por el ruido de la conversación,
por el traqueteo de las ruedas
y por el humo, por el olor a nicotina rancia.
¡Oh!:
noches y días,
días y noches,
noches y días,
días y noches,
y muchos, muchos días,
y muchas, muchas noches. 

Y para terminar con los ejemplos de alegoría, bien viene aquí a cuento el poema de nuestro admirado Pedro Javier, que con maestría arguiñaniana nos ha preparado esta

TORTILLA AFRODISIACA

Si afrodisíaca haces la tortilla, 
los ingredientes son para el evento: 
apio, cebolla, el cuarto de un pimiento 
y un toque picaresco de guindilla. 

Se baten bien los huevos a dos manos 
hasta mostrar erecta la mixtura 
y se cubre con celo a la criatura 
con suaves movimientos cortesanos. 

Luego se da la vuelta y se la dora 
por detrás y delante con esmero 
y ya en la posición del misionero 
se le ajustan los flancos sin demora. 

Y para refrescar el calentón 
se introduce con maña un buen gambón. 

Aclarar que, después de publicarla, pidió disculpas a las damas y a los caballeros, siempre en tono de broma, claro está.

Enrique Ramos

Fondo de armario / Dinámica de la vergüenza propia / Un instante eterno / La serena brevedad del agua I, II & III, por José Carlos Hernández

Fondo de armario

Me propongo adivinarte
aunque sé que tú me ignoras,
mientras me dejas colgado
de una percha para besos
en el fondo del armario de tus dudas:
entre un vestido de fiesta
y alguna reticencia a nuestras fantasías.

Mi único empeño entonces
es empapar de amor a tus hormonas
y a ti envolverte en citas románticas,
mientras te pienso en clave de sexo
e intento seducirte
con todo lo que tengo a mi alcance.

Porque llegados a este punto…
no quiero seguir perdido
en la confusión de tu fondo de armario.

Dinámica de la vergüenza propia

Me cayó encima como si fuera un mundo
y no supe librarme de tanto peso,
quizás porque me faltó astucia,
sesera
o el coraje suficiente.

Lo cierto es que me hizo trizas la moral,
me abolló la armadura de las certidumbres,
llenando el aire con mis rubores
por toda la verdad desoída.

Al menos pude conservar
el cuero que me envuelve los huesos.

Un instante eterno

De cómo puede el sol de la mañana,
suspendido sobre un mar en calma,
redimirme y transportarme a un lugar
desconocido de mi propio universo.

traza un surco de fuego lacerante
y estalla su poder ante mis ojos
cuando agota su viaje por la lámina inmensa
nimbando el horizonte
lamiéndose la sal
.
me sobrecoge tanto como me reconforta
la pasión del abrazo
dejándome temblar en el umbral del éxtasis

sólo pienso en fundirme con un todo
del que integro la parte más humilde
y la intuición me anuncia perdurable

La serena brevedad del agua

I

Susurro recogido el de la lluvia
cuando sutil se vierte
componiendo aguazales cristalinos
en la fría piedad del roquedal:
lágrimas
que la tierra cobija.

II

A las puertas del alba
son los inquietos dedos de la brisa
los que rompen la esférica presencia
de la luna, alterando su reflejo
sobre el mutable espejo de las aguas.

III

Apaciguo mi sed en la gárgola espléndida
por la que mana vida esa montaña
de cima encanecida por la nieve.

Acerca de José Carlos Hernández

Jorge Ángel Aussel – Argentina

Dudar es pensar

La duda es uno de los nombres de la inteligencia. Jorge Luis Borges

El manual del mandato social nos plantea directa o indirectamente que la duda es mala; sobre todo quienes se proclaman religiosos. Pero ¿acaso los hombres de fe no dudan? Claro que sí. Un hombre que cree sin dudar es un fanático y nada más distanciado de la fe.

En algunos pasajes de la vida, cuando alcanzamos una cierta madurez, que no depende en absoluto de la edad cronológica, debemos empezar a poner a prueba nuestras creencias, desconfiar de ellas, e incluso plantearnos la posibilidad de que podemos estar equivocados y haber creído desde tiempos inmemoriales en muchísimas falacias.
Dudar no es un delito, es una herramienta que tenemos que aprender a usar.

No puedo aseverar que a través de la duda alcancemos la verdad, pero no dudar jamás, simboliza aceptar lo que podría ser una mentira atroz, y todo por la tranquilidad que confiere el hecho de no tener que movernos de lo que hemos establecido como real. Porque dudar es pensar. Y el cerebro es un órgano que muchos se niegan a usar.



Por cobardía

Tus problemas te perseguían como un asesino a sueldo con el poder de acabar con una vida que pudiera denominarse como tal, como un perro rabioso que cuanto más corrías, más se empecinaba en atraparte e hincar su dentadura en tu cerebro hasta hacerlo reventar.

Pero el verdadero problema era que a medida que escapabas de todos ellos, no conseguías percatarte que las soluciones venían detrás, justo al lado de tus problemas.

Si hubieses tenido el valor de detenerte por un momento para enfrentarlos como el sol se enfrenta a la noche en cada amanecer, hubieses sido feliz. Pero no quisiste hacerlo, optaste por huir como las aves cuando se avecina una tormenta, aunque arrastrándote por el suelo. Mas nunca fue por no enfrentar tus problemas. Más bien fue por no enfrentar tus miedos.

Acerca de Jorge Ángel Aussel

Ardiente frialdad / Difícil despertar / SOS, por María Del Mar Lana

Ardiente frialdad

Porque estaba cerca vio como él miraba la fotografía. En ella, un hombre con la cara contraída y los labios apretados llevaba un niño ensangrentado en los brazos. Alrededor se distinguían cuerpos dislocados esparcidos por la acera y, sobre el fondo, el esqueleto de lo que antes fuera un autobús, rodeado de humo negro.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó entonces a su esposo absorto en el periódico.
—Nada. Lo importante es que hoy hay fútbol; he quedado con los amigos y no vendré a cenar.

Difícil despertar

A través de los párpados que se mantenían cerrados contra mi voluntad, cosidos por un calor sofocante que había sellado sus bordes, supe que la luz era intensa. No podía moverme, aunque sentía que me balanceaba en el aire como si estuviera en aquel columpio de mi niñez. Un delirio de días arrinconaba los recuerdos, y la pérdida de esperanza y fe empezaba a doler menos al ser barrida por la resaca de vacíos de mi mente. A intervalos, unos ecos lejanos se hicieron presentes y la espuma del agua hirvió sobre mi piel alcanzando con su sal mi boca. Entonces recordé que me encontraba en una barca que seguía su viaje sin rumbo.

SOS

Las palabras convocaron a las letras en una reunión de urgencia para notificarles los nuevos ajustes. Era necesario ahorrar tiempo y espacio. Se cedieron la voz unas a otras. La Q dijo que no podía mantener a la U y a la E y las despidió sin indemnización. Las demás, arrinconaron a los acentos y marginaron a las vocales. Al final de la reunión, irrumpieron con voces destempladas los signos matemáticos y en su glotonería financiera, se merendaron algunas palabras haciendo valer su fuerza. Las letras enfurecidas se pusieron en huelga. Sólo los puntos y las rayas se quedaron al margen. Comenzó entonces la edad dorada del Morse.

Acerca de Mar Lana

Revista Ultraversal edición especial de Reyes 2016

Versión PDF

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Sumario

Los juegos del hambre » El mundo, el demonio y la carne » Por Morgana de palacios
 » Por Gavrí Akhenazi
 » Por Arantza Gonzalo Mondragón
 » Por José Carlos Hernández
 » Por Eugenia Díaz
 » Por Carmen de Tome
 » Por Máximo Pérez-Gonzalo
 » Por Rosario Vecino
 » Por Orlando Estrella
 » Por Joan Casafont Gaspar
 » Por Eva Lucía Armas
 » Por Vicente Vives
 » Por Juliana Mediavilla
 » Por Victoria Tejel Altarriba
 » Por Mariví González
 » Por Silvana B. Pressacco
 » Mercedes Carrión Masip
 » Por Ovidio Moré
 » Por Héctor Michi
 » Por Mirella Santoro
 » Por Rosario Alonso
 » Por Ana Bella López Biedma
 » Por Ricardo Fernández Esteban
 » Por Gonzalo Reyes
 » Por Leo F. Zambrano
 » Por Silvio Manuel Rodríguez Carrillo
 » Por Ricardo López Castro

Staff

EDICIÓN ESPECIAL DE REYES – ENERO 2016

Dirección general
Gavrí Akhenazi

Subdirección
Silvio Manuel Rodríguez Carrillo

Redacción
Arantza Gonzalo Mondragón
Eva Lucía Armas
Isabel Reyes Elena
Morgana de Palacios
Rosario Alonso

Diseño & diagramación
Jorge Ángel Aussel

Ilustración de tapa
Ovidio Moré

Delirio Tropical: homenaje a Morgana de Palacios

Revista Ultraversal está bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-Sin-Derivar 4.0 internacional (CC BY-NC-ND 4.0).



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Revista Ultraversal edición especial de Reyes 2016

Revista Ultraversal ed. especial de Reyes 2016

El mundo, el demonio y la carne, por Morgana de Palacios

El 2.015 ha sido un año duro para todos, un año en el que se ha puesto en evidencia que el hombre con Dios en la boca, es el peligro más grande de la humanidad, y en el que hemos seguido juntos, quizás porque cuanto más inhóspito se hace el mundo, más necesidad tenemos de compartirnos a nivel almático y regalarnos lo único que no pasará nunca de moda: la emoción.

Sentí que pese a los problemas de cada uno, las enferme-dades, las tragedias y hasta la muerte de algún compañero, o precisamente por todo ello, sería hermoso reunirnos para hablar, como tantas otras veces, sobre la vida con todas sus consecuencias y ceder al golpe de la inspiración que suele ser tan positivo para los que pertenecemos a la corriente literaria que bautizamos como «Poesía del arrebato». Ceder al impulso de la inspiración, aunque uno empiece a escribir algo como ejercicio de costumbre, porque el poema va tomando por asalto al pensamiento y termina adueñándose de él.

Os convoqué y una vez más habéis respondido con el espíritu de los ultraversales a la llamada a la acción.

Ultraversal va cumpliendo sus ciclos vitales, sus objetivos, sin prisa pero sin pausa, y en este año, la Revista adquirió consistencia dando una idea muy aproximada de la altura poética y literaria de los autores que componen nuestro proyecto, con el que seguimos adelante en todos los frentes potenciando calidad sobre cantidad, sin olvidarnos de la solidaridad tan necesaria en cualquier faceta de la vida, e imprescindible en la lírica y la literatura por ser un ambiente extremadamente proclive al egocentrismo.

Lo mejor que se puede decir de un Ultraversal es que, además de ser buen escritor, digno escritor, es solidario, sincero y generoso con sus compañeros a la hora de com-partir conocimientos sin melindres ni falsos pudores para ejercer la crítica honesta que ayude al crecimiento de todos.

Estoy orgullosa y agradecida de compartir la vida con vo-sotros y os lo hago saber, porque somos mucho más que un grupo que se reúne para desengrasar neuronas dialécticas: somos un auténtico ejemplo de creatividad literaria vanguardista.

Salud para todos y no olvidéis compañeros que, hoy por hoy, seguimos siendo el futuro.

Un año más que pasa y sigo viva.

Algo obvio, quizás, para la gente
pero no para mí que estoy amenazada
por la «larga y penosa enfermedad»
a la que alude el mundo
cuando, disimulando en un susurro,
pretende hablar del cáncer
como si fuera algo vergonzoso.

El mundo, sí,
qué discreto y delicado para ciertos temas
y qué salvaje y turbio para otros
donde la crueldad la ejerce el hombre
y no precisamente,
con la total indiferencia de Natura,
sino con la ambición que frena y desbarata
la evolución del bien en nuestra tierra.

Nada cambia en el mundo,
la carne sigue siendo fragilidad sufriente
y el demonio se impone con su imperio
caótico y perverso sobre todas las razas.

Escriban un poema que no sea un panfleto
de los muchos que surgen por las redes,
una emoción que, humana, se aproxime
al otro con las letras extendidas,
los pájaros dispuestos para el vuelo más alto
y el diente para el hambre que nos acucia a todos.

Un rítmico poema
que ponga los acentos en la vida
porque tendremos tiempo ad aeternum
de ser fans de la muerte.

Escriban el poema que acelere los pulsos
de los que, por amor, siguen despiertos,
y avanzan por amor y se rebelan
ante el inmovilismo de las masas.

Nihil novum sub solem, compañeros,
pero escribamos viejas cosas nuevas
y estrenemos el alma.

Acerca de Morgana de Palacios

El mundo, el demonio y la carne, por Gavrí Akhenazi

cada vez me veo más como un enfermo
me veo y me siento así, como un enfermo dentro de un leprosario
como si yo habitara en otra realidad

en otro mundo que no queda en el de las cosas putamente buenas

no puedo atribuir a nadie más que a mí esta sensación
esta hambruna de hombre
esta carne del corazón que se me atrofia un poco cada día
cada hora
cada oscuro minuto en el que roto sobre el eje de los malos vientos

no reconozco en el Diablo un enemigo superior al hombre
no he visto nunca a ese señor
pero he visto kilómetros de serpientes con sonrisas hipócritas
antropomorfas y políticamente correctísimas
empáticas serpientes a las que solo emociona su saliva asquerosa
cuando babean delante de un McDonald’s

ya sé que existen como criaturas que nos rozan a todos
y que animan la vida colosalmente impune
en la que nacen, crecen, se reproducen, mueren
mientras joden al prójimo con sus manos lavadas
y sus trajes planchados
y su voz que no sirve más que para callarse

qué es el mundo sino una pantomima
sin dioses y sin diablos

todos murieron cuando el primer hombre
ejerció la humanidad sobre la tierra

Acerca de Gravrí Akhenazi