Sergio Oncina – España

Que no es lo mío, no

Si es jodido el amor qué falta hace buscarlo
entre las frialdades de la virtualidad.
Digo más, realmente qué putada encontrarlo
ajenos al tú a tú y a la carnalidad.

Este romanticismo de la era de internet
lo dejo para otros, que sin escaramuzas
piel con piel no me trago la bondad del buffet
y te venden a precio de mero unas merluzas.

Qué putada querer un ideal vacío
de sudores, sorpresas, mordiscos y buen sexo
(o malo, da lo mismo). Que no, que no es lo mío
gozar frente al PC y al Wi-Fi genuflexo.

Que si debo postrarme sumiso de rodillas
no sea sin opción de sentir en la boca
el mínimo calor, volátiles cosquillas
o un salado seísmo al agrietar la roca.

Silvio Rodríguez Carrillo

Saboreando el antes

Repaso mi silencio envuelto por sus ojos
de selva que no acaba, de colores cambiantes
como el oro impreciso de todos los instantes
que su pelo derrama venciendo mis cerrojos.

Furtivo, con sus manos inquietas y anhelantes
presionando mi espalda -mi histórico de arrojos-
accedo a su humedad, orquídea que sin rojos
se nutre de mi lengua saboreando el antes.

Sus latidos de diosa acompasan el río
que arde en mis adentros, desbancándole el frío
tan solo con mi carne de novicio irredento.

Como un golpe de nubes se derrite en mi aliento
destrozando el pretérito de mis hombros arcanos,
sonriendo satisfecha su saber de veranos.

John Madison

Marine Paradise

Eva emerge desnuda del corazón del mar en una fuga roja de romances.

Eva descarga su decálogo de vida en mis ojos

y sobrevuela libre mi piel de soledad azul.

La selva de serpientes marinas de su pelo se enreda

en la sed coustoniana de mis dedos de oceanógrafo.

Bancos de peces blancos milagrosos migran

desde su garganta hacia el atlántico ciego de mi boca.

Eva me entrega en un temblor biosónico sus agallas maduras de mujer-pez

para que explore sin bombona de oxígeno

sus abismos oceánicos ocultos al resto de los hombres,

la frágil oscuridad de su pozo-imaginarium de los deseos,

la humedad necesaria en sus jardines del delirio,

su edén,

el paraíso.


La soldado de Dios

Pido a Dios que te mate.
Te lleve por delante. Te silencie.

Algunos días,
esos días benévolos,
le pido solamente: haz que me olvide,
llévatela, señor.

Ve y tráele a otro tipo que la quiera
y que la haga sentir en las mañanas
hasta que el reino
de los hombres colapse
y tus ángeles quieran ser muy hombres
para gozar también.

Y entonces llegas, Dios,
tan de mañana,
y la traes tan húmeda a mis manos
y la montas desnuda sobre mí.

Me traes a esa «muerta» y yo permito
cabalgue mi violencia,
me sueñe y me imagine
orgasmo tras orgasmo,
a grito limpio
tu nombre entre sus dientes,
el cuarto y los vecinos, mi minúsculo
reino colapsado,
vencido en mi ataúd.

Jordana Amorós

Siete velos (Salomé)

Siete velos, evocación sedosa
del paradigma urente de la duda
que despierta el anhelo y que lo anuda
a la sublimación casi virtuosa.

Mirad a Salomé, parsimoniosa,
se sabe deseable y se desnuda
ante el ojo expectante, en una muda
demostración de hembra poderosa.

Se trata de que no se apague el fuego
de la provocación, que hará la espera
frenesí y a la vez desasosiego.

Hay algo en este juego que fascina…
La chispa de pasión se vuelve hoguera
ante la brasa viva que adivina.

Sergio Oncina

Antes de las luciérnagas

La noche que volvieron las luciérnagas
te vestías deprisa en el lagar
contra mi voluntad, insatisfecho
con tan poquito tuyo.

Antes, la oscuridad te amparaba y huías
por la hilera de vides en un juego infantil
sin ninguna inocencia.

En la persecución
tu aroma a sexo y mosto era un rastro imperdible
y tus prendas, miguitas del pan de la lujuria.

Prendías el deseo.
Con tus pasos y risas se erizaba mi piel
más allá del instinto.

No precisaba ver para seguirte.

(Nunca he necesitado ojos para encontrarte).


Efímero y sublime

Habitas en regiones escondidas,
en los pliegues del muslo, en la cintura,
en la salinidad tibia e impura,
paraíso y raíz de las heridas.

Te busco en los torrentes y crecidas,
al filo de la muerte y la locura,
desde el placer ingenuo a la tortura,
en riberas obscenas y prohibidas.

Sabiendo donde habitas más te busco
ávido del temblor fugaz y brusco
que apacigüe el ansia que me oprime.

Aún si llamo acudes al encuentro
y expones a mi yo, de fuera a dentro,
fútil, humano, efímero y sublime.

Eugenia Díaz Mares

Ese beso

Se encontraba oxidada la chapa de mis labios
por besos carcomidos de nostalgia,
cuando un día cualquiera me besaste
como ya no lo hacías en cada despedida.

Hurgaste con tu lengua la humedad de mi boca.

Bebiéndome tu anhelo
yo me asomé  al espejo de tus ojos
y me vi jovencita junto a ti,
descubriendo misterios en el pequeño mapa
de mi cuerpo.

Y me encontré mi imagen
en un rompecabezas cuando mudé de piel
sacudiendo tus huellas.

Continuaste insistiendo con caricias
hasta sacar el mar incontenible de mi ser
humedeciendo surcos.
Sin quejas ni reclamos
yo me vi tan mujer:
Serena, muy madura,
desnuda, sin barreras, derretida
con tu fuego corriendo por mis muslos.

Entonces me di cuenta
que podía borrar las cicatrices;
porque soy fuerte,
soy agua que destruye
diques en el camino,
y  me dejé amar hasta el cansancio.

Silvana Pressacco

Tango

Quisiera que arrastremos nuestros sueños
a bordes indecentes, como el tango
y ser revolución en un compás prohibido
bajo los farolitos de un suburbio.

Fundirme en un abrazo apasionado
de piernas y mejillas, mientras arde
la música en un corte o firulete.

Quisiera mi cintura dormida en tu rodilla
y tus manos haciéndome camino
mientras nuestras miradas se confiesan.

Quisiera ser un huracán sensual
detenido en tu pecho y bebernos así
el aire que distancia nuestros besos.


Breve

Apenas respiro mientras percibo las líneas cálidas que dejan las yemas de tus dedos sobre mi vientre y en esa quietud que adopta mi cuerpo siento cómo se magnifican todos los sentidos.

Jorge Ángel Aussel

Seis destellos profanos

I
La chica se arrodilló
frente al altar de aquel hombre,
para rezar en su nombre,
cuando la noche cayó.
Su boca urgida se abrió
para pintarse los labios,
que pronto se hicieron sabios
en eso de confesarse
y de la culpa librarse
sin importar los resabios.

II
Su lengua de fuego eterno
enroscaba hasta al demonio
cuando daba testimonio
de ser reina del infierno.
Con ella frente al gobierno
ningún mortal se oponía,
y el mismo Dios la quería
rezándole una plegaria,
pues era una perdularia
que de oraciones sabía.

III
Quería ser bendecida
en la pila bautismal
del apetito carnal
que le da vida a la vida.
Quería ser sometida
a los deseos y antojos
del hombre que con sus ojos
la instaba a que prosiguiera
y fuera en él y viniera
con sus vastos labios rojos.

IV
Le gustaba provocar
en su papel de inocente,
como niña adolescente
que le falta madurar.
Le gustaba suplicar,
con un puchero en la cara,
que el profesor le enseñara
cómo tenía que hacer
para entregarle placer,
por más que lo recordara.

V
Las puertas de sus capillas
se abrieron a los pecados
y los lugares sagrados
murieron entre comillas.
Ella gastó sus rodillas
de tanto hincarse en el suelo
en pos de llevar al cielo
al prójimo venturoso
que en su cáliz espumoso
ansiaba remontar vuelo.

VI
Su rostro se transformaba
en el del ángel perverso
que ocultaba en su universo
de señorita aniñada.
Andaba así, disfrazada
de la madre superiora
y no veía la hora
de desgarrarse el vestido
para exhibir su tejido
de hembra profanadora.


Tríptico

I

Tu boca es la cerilla que se enciende
al roce de esa lengua lijadora
que todo lo que toca lo devora,
lo esculpe, lo barniza y lo trasciende.

Tu boca es una artista que sorprende
en cuadros que la pintan pecadora,
sonríe de rodillas mientras llora,
escala hasta mi cumbre y la desciende.

Tu boca es como un libro contra el tedio
que avanza desde el nudo al desenlace
con la profundidad de la garganta.

Tu boca es una víbora al asedio
que enrosca mi vigor cuando le place
y muda en mí su piel de virgen santa.

II

Tu boca es como un huerto donde planto
mis labios que a su luz recogen besos,
tierra fértil de todos los excesos
que brotan en la noche de su encanto.

Tu boca es como un templo sin un santo
y yo, profanador de los confesos,
el limbo donde vamos los posesos
que en el cielo perdimos el espanto.

Tu boca es una boca de tormenta
captando el albo flujo de la lluvia
que lluevo en las orillas de su ría.

Tu boca es una fruta que me tienta
a morderla y tallarla con la gubia
de mi lengua cavando hasta su umbría.

III

Tu boca es lo que dice cuando calla,
se abre sin mediar palabra alguna,
me observa como un cíclope en la hambruna
y libra por mi carne una batalla.

Tu boca es como un traje hecho a mi talla
y mi cuerpo, al crecer, no la importuna,
pues su elasticidad nos mancomuna
y es la presa en la prenda la que estalla.

Tu boca es un soldado que ametralla
los ecos que acrecientan mi fortuna,
y su arrojo merece una medalla.

Tu boca es un oasis que en mi duna
se expande, se desborda y se amuralla.
Tu boca es como todas y ninguna.

Morgana de Palacios

El preso

Piérdete en frialdades, súbete al monte del buen olvido,
sé el látigo y la tralla, la oscura amnesia de lo vivido
y renuncia a mis ojos como los ciegos a la alborada
que desde mi espelunca te estoy retando con la mirada.

No me gasto en promesas ni en juramentos,ni en fantasías,
la flor de la discordia llevo prendida a mis rebeldías
y en mi memoria crece el lirio oculto de tu erotismo,
por más que te disfraces de indiferencia, eres el mismo
que en mi oído gemía ebrio de tántrico desafuero,
orgasmos guturales de fiera en medio de un avispero.

El mismo que lamía de mis palabras las suavidades,
y moría de ganas de pervertirme en obscenidades.

¿El que pretende alzarse con el botín y salir ileso?
Sólo uno. Tú mismo. El mismo hombre. El mismo preso.

Ana Bella López Biedma

Quiebra la noche

A paso lento, sin ganas,
se va acercando el verano
y yo sigo en este invierno
sin el vuelo de tus manos.

No pienso en ti, no te añora
este cuerpo tan huraño
mientras mis dedos escriben
tu nombre, seco y amargo
en las ruinas de mi ombligo.

La oscuridad de mi cuarto
te dibuja entre las sombras
y en mi sombra reflejado.

Toca tu ausencia mi pecho
caído, desangelado,
y se eriza el pensamiento
con el roce de tus labios
sobre el arrecife dulce
de mis caderas, y el barro
que amasaban tus gemidos
en la arena de mis años.

Quiero el peso de tu furia
sobre mi cuerpo, naufragio
con que le arrancas las velas
a este corazón exhausto.
Golpea, aprieta, diluye,
expande y licua mis labios
sobre la cruz de tu boca
lo mismo que un relicario.
Quiero mi lengua en tu ruina
y en tus lágrimas mi llanto.

Por la nieve de mi sueño
tu saliva ha cincelado
espinas y rosas rojas.
Aráñame los espacios
donde no me existe nada
salvo tu ausencia. Reclamo
todo el peso de tu cuerpo
abriéndome en dos, espasmo
en que se quiebra la noche
con el eco de un orgasmo.

Gerardo Campani & Morgana de Palacios

Anti erotismo radical

Amores que de tan sutiles
son como los de la famosa escena
de las miradas a la luz de velas
de la película de Kubrick.

Y otros que son disímiles,
y tanto, que parecen más teoremas
para las manos ágiles y expertas
en resolver cubos de Rubik.

Me adaptaré a cada circunstancia
siempre y cuando el trabajo esté bien hecho.
Si es buena la faena sobre el lecho
el ¿cómo así? carece de importancia.

Digo yo, que prefiero Bach a Elvis,
y sin embargo en el amor persigo
modestamente un resultado. Digo,
ese largo estornudo de la pelvis.

Gerardo Campani


Anti erotismo medular

Va a ser que sí,
que corren malos tiempos para escribir lujurias
y volver a la piel enamorada.

Que ya no queda espacio para enroscar las lenguas
y el roce de los cuerpos sudorosos.

Que dudamos
de si resucitar de tanta muerte absurda
tiene alguna ventaja
y merece la pena encarnizarse
forzando el boca a boca del instinto.

Probablemente ya, va a ser que sí,
que esta extravagante febrícula sexual
no tiene consecuencias y, aunque tiemble
como una gata arisca y aterida,
no va a dejarme huellas en la nuca
ni a preñarme de sol extemporáneo.

Que no quedan orgasmos que llorar
a borbotones cálidos,
porque tu palidez no se pronuncie
sobre la doble luna de mis pechos
con la voz excitada por la ausencia
y el deseo expedito.

Va a ser que sí,
y desaparecer
empieza a ser la opción
que en este ranking va ganando puntos.

Morgana de Palacios

Ana Bella López Biedma

Aerostático by Peggy Marco Lachmann-Anke

Redes sociales

En el lugar donde nadie nos toca
escribimos al aire algún paisaje extremo
y esperamos el rayo,
la mordida fugaz que nos afirme
sobre el cristal acuoso de la vida
esa dulce destreza de los dedos.

Se inclina el contador
en su balanza inútil de opulencia,
y nos invade ese calor insano
de sabernos hermosos, importantes,
cultos, buenos, malditos,
diferentes del mundo.

Que absurda la ilusión de medir la estatura
en función de ese gas
con el que el ego sube como un globo
y estalla en mil pedazos,
si solo tierra adentro
donde nos sobreviven las palabras más tristes
y nos habitan simas como antiguas
compañeras de guerra,
se encuentra algún nidal pequeño y tibio
en que morir ternura o abrazarnos.

Nada nos mide sino ese temblor
de estar solos, de pie
y ser dueños de nuestro propio invierno.

Morgana de Palacios

Pasmarotes

Finge si te apetece. No será la primera
vez que miras el agua desde el puente del tedio.
A mí no me hace falta teatralizar guiones
que, de tanto vivir, resultan siempre viejos.

Tú sabes y yo sé que finge quien no tiene
un bagaje a la espalda que le ponga remedio
al pasar de puntillas por la cuaderna vía
de la vida y la muerte y el amor y el misterio.

Ese que mira al mundo con los superficiales
ojos de las estatuas viendo pasar el tiempo
desde la indiferencia, porque no les horada
ni la luna ni el sol ni la lluvia ni el viento,
porque no tienen tripas que colgar en el aire
ni carne que les duela en el dolor ajeno.

Pasmarotes, blandengues, miméticos llorones
que tienen del novato la suerte en el estreno,
e imitan como loros la función de los otros
y viven de las glorias que otros merecieron.

Tanto ellos como ellas o ellas como ellos.

Así que no me digas que finja alborozada
para resucitar algún cadáver yerto,
que me importa un ardite, ya que bledo malrima,
el que hace oídos sordos ante cualquier estruendo.

Dejó de merecer la pena seducir
a varones domados que se asoman al ruedo
y fingir empatía como actriz tragicómica
que rompe corazones a golpe de bolero.

Se me hace cuesta arriba salir de mi verdad
por dorarle la píldora con los brazos abiertos
al abrazafarolas de turno que se fuga
porque no hay suficiente cuota de arrobamiento
ante la excelsa obra que va mostrando ufano,
como prueba de un arte del más rancio abolengo.

Que no. Que no. Que yo prefiero ser mi sombra,
mi punto de reunión, mi eutexis, mi consuelo
o mi desolación, mi ecuménico ombligo,
mi falta de piedad para los traicioneros.

Que prefiero ser yo, sola y muerta de hambre,
que vender el impulso, la libertad o el credo.

Es poca la piedad de tu intelecto
para perros que ladran a la luna.
Esos que ni talento ni fortuna
tienen para versar sin un defecto.

Poca imaginación, menos trayecto
y ningún don que traiga de la cuna,
pero aún así, despierta y desayuna
conque es de las redes predilecto.

Y qué le vas a hacer. ¿Cachondearte
con los que portan firmes tu estandarte
y mantenerlo a salvo de ripiosos?

Mejor tomar venganza y escribir
para darle la vuelta al porvenir
y que triunfen los versos poderosos.

Jorge Ángel Aussel

Las modas que no pasan



1

Nunca estuvo de moda ser distinto
por transitar la vía de ser uno,
uno mismo entre todos.

La mayoría teje un disfraz de persona
y se ciñe al disfraz como se ciñen
los bebés a la teta de su madre,

hasta hacerse disfraz.


2

Nunca estuvo de moda ser brillante
por ser luz al final
del túnel de los hombres
poniendo por delante los principios.

Es más fácil venderse como estrella,
fulgurar en lo alto desde lejos,
figurar en el cielo de los otros
cuando en el propio espacio no se es nada.

Brillar con propia luz no es propio de los grises
que arden solamente
cuando atizan la hoguera de sus egos.


3

No se pone de moda la cultura
de hacer todas las cosas
como si fueran siempre para siempre,
como si nos jugáramos la carne
en todas las jugadas.

Hacer las cosas bien no está de moda.

Nunca estuvo de moda hacer las cosas bien
en este mundo atado
con el delgado alambre de la mediocridad.

Un alambre que tiembla
como un niño que tiembla por el frío,
cada vez que unas manos negligentes
lo vuelven a tensar con su impericia.

Si el alambre se corta cualquier día de estos
el mundo nos estalla entre los ojos

y perdemos la vida o la ceguera.


4

El hombre sin genuinos referentes
que le puedan servir de referencia,
va detrás de la fama
como un piojo sediento por la sangre
de muchos otros hombres.

Esa efímera fama de los memos
que alimentan las redes con sus memes.

Esa aleatoria fama de fulano
que se hizo famoso
rasgándose la piel de las rodillas.

Esa fama que no responde a nada
más que al instinto de prostitución.


5

No se pone de moda la humildad
que nace de saberse igual que todos.

Esa humildad que nace de saberse.

Esa humildad de cielo despejado
que ofrece un horizonte
detrás del ancho mar de su mirada.

Esa humildad de aquel que no precisa
querer sobresalir de sus iguales
para sobresalir.

Silvio Rodríguez Carrillo

Describidor de biografías


«Para José Ingenieros los mediocres no tienen biografía.
Para Facebook, sí.
«

Oh, tú describidor de biografías
con las que te celebras sin decirte
desnudo y con el tiempo de los tristes
andando por tu letra desabrida.

Por cuál de los senderos de tu vista
cabalga el fundamento de tus fines
que acaso te deniegan imposibles
maneras de versar de forma digna.

Ah, pequeño prodigio de los cielos
no será que los dioses, algo ebrios,
liberaron sus ganas de burlarse

y lograron te creas un notable
cuando solo enalteces, mal contadas,
unas cuitas sin lumbre en la palabra.