El mundo, el demonio y la carne, por Arantza Gonzalo Mondragón

Qué difícil se hace escribir sobre el mundo
sin caer en panfletos demagógicos.
Yo prefiero llevar el dolor en silencio
como el Dios que se usa en todas las matanzas,
el Dios que observa y nunca da respuesta.

Yo tengo que sacar a mis demonios
tan inocentes y catárticos,
a veces tan amables,
a veces tan esquivos y poéticos
y los invito a un trago que adormezca
el profundo dolor de ser humana.

Qué poca cosa soy entre tanta barbarie
pero aún tengo un corazón dispuesto
a compartir contigo la utopía.

Acerca de Arantza Gonzalo Mondragón

El mundo, el demonio y la carne, por José Carlos Hernández

a mi diablo
yo sé que le subyuga
poder mercadear con mi alma insana
siempre que se la ofrezco en venal acto
a un precio que no puede rechazar

a ese cabrón con pintas
que me ha tocado en suerte
al repartir demonios personales
regatear lo vuelve loco

le pone a cien hurgar en mis miserias
y tasarlas después muy a la baja

el salaz indecente que es mi diablo
se traviste de súcubo carnal
y viene a turbarme los rincones
del alma algunas noches agitadas

dice que no le apaña el estar solo
que no le gusta
que para eso se agencia él las ánimas

para tener amigos

El mundo, el demonio y la carne, por Eugenia Díaz Mares

me expulsaste del vientre y de tu vida

hacia un mundo que gira sin parar

flaca como un polluelo careciendo de plumas
con la estrella sin luz
caminé a tropezones escalando la cuesta
resbalando mis pies por agua salitrada
fluyendo de mis ojos

me caí muchas veces engruesando mi carne
con tantas cicatrices

y en una intensa lucha con demonios internos
fracasé intentando llegar hasta mi oasis
la cuna de tus brazos
tu mano al sostenerme
o tu sonrisa madre

una que devolviera el calor a mi alma
la que tú congelaste al querer abortar

aunque logré vivir
me has dejado marcada con una sombra oscura
tan llena de temores
que apenas sí despego centímetros del suelo

mis demonios me atan
para qué me engendraste

Acerca de Eugenia Díaz

El mundo, el demonio y la carne, por Carmen de Tomé

Miedo a palabras envueltas en papel de caramelo
que endulzan los oídos en busca de una voz
que les rinda pleitesía,

palabras oxidadas en bocas de hombres débiles
que anhelan sembrar con proyectos infecundos
campos llenos de trigo y amapolas.

Juramentos vulnerados por medrosos
que amparándose en la ley de la codicia
dinamitan sus miedos y destruyen la pureza
que les habitó en su niñez.

Palabras que huelen a muerte,
proyectos inconclusos y futuros vencidos
que sollozan en busca de una frontera
que les muestre posibles arcoíris.

Luchemos por las utopías de los osados
por la humanidad y su mansedumbre,
recemos para vencer al demonio que asesina
en nombre de un Dios silencioso.

Acerca de Carmen de Tomé

El mundo, el demonio y la carne, por Máximo Pérez-Gonzalo

Por mundo, el yo, redondo y saturado
en las duras cavernas del hechizo,
tan lastimero duende en el tormento
de vieja esclavitud, peldaño y venta.
Regocijo ancestral, de hambrienta pluma,
tatuaje en los barrotes de conventos,
abrojo en el destino de las masas,
sumidero en cloacas malolientes,
desconcierto total entre vampiros
con hambre de apagados regidores.

Demonio, ayer, con la habitual frescura
de pantalón rayado y camiseta
con la voz de reclamo silencioso.
Palacete de duendes atrevidos,
girasoles de noches perfumadas,
alcohol y sus costumbres plañideras
con meretrices en pañales de oro,
pasarelas a piernas de un equívoco,
transeúntes sexuados a la antigua,
y viejos ya sin novedad al pairo.

La carne, el colofón de mis desdichas,
tan vaga y sustancial, tan peripuesta.
La pedigüeña de retales sobrios,
la del ocio y jergón en cada esquina,
la de alquitranes con sabor a almendra,
la del tambor en botellones de ocio.
Ratonera y fugaz, siempre cacique,
maloliente al olor de sus proyectos
incapaz de un disfraz en “suma y sigue”…
……………………………………………..
La apoteosis de mi vida entera!

El mundo, el demonio y la carne, por Rosario Vecino

busco

es un vicio implacable

nunca tuve un mapa
una señal
que me indique que no hay más mundo
que el que exhibe esta vidriera
de trajes con sangre de alta costura

siempre sentí que la vida es una situación
cada uno baila con la que le toca

o no

yo me reconozco genocida
de cada célula que intoxico
con humo
con fármacos
con rabietas que producen taquicardia

pero sigo buscando-me sin ningún temor
mis pobres demonios se vuelven pigmeos
ante mi inmaculada prepotencia

Acerca de Rosario Vecino

El mundo, el demonio y la carne, por Orlando Estrella

Incógnitas de vida que se tornan fantasmas
vacíos sin respuestas que llegan sin verdades
traumas que te corroen como el ácido al hierro.

Trastornos de conciencia dilemas y conflictos
del ser y del no ser, eterna dualidad.

Creces oyendo Dioses que proclaman bondades
dando la otra mejilla al atorrante vil
te hablan de perdonar criminales de guerra
enemigos eternos de la paz de los hombres.

Borrón y cuenta nueva impunidad e indultos
palabras que confunden y burlan el saber
mientras ¿que tú vislumbras? un mundo endemoniado
donde Dioses y Diablos moran en la indolencia.

El mundo, el demonio y la carne, por Joan Casafont Gaspar

¿Cómo hablar del demonio, del mundo y de la carne,
obviando lo más obvio que para mí es la muerte?
¿Y cómo obviar el hecho de nombrarla
si yo constantemente estoy siempre a su lado
luchando para que me dé respuestas
sabiendo de antemano que no me las dará?

Quiero dejar constancia que no puedo
resignarme a morir si no he luchado
contra el paso del tiempo que malvado
me encamina acucioso hacia un final.
Tal vez no debería dar más pasos
si la vida tan solo significa
esta angustia que duele y mortifica,
que constata que soy un ser mortal.

Si de alguna manera yo pudiera
revertir este tiempo que la vida
me robó por perder en la partida
que jugué contra todo porvenir.
Si al menos yo pudiera responderme,
ser capaz de explicarme de algún modo,
por qué la muerte acabará con todo,
con mi voz, mi camino, mi sentir.

¿Dónde hallar el final de este martirio?
¿Es qué va a ser la muerte quien me ayude
a escapar de este angustia que sacude
mi cuerpo, mis entrañas y mi alma?
¿Es que va ser la muerte compañera
del camino de paz que necesito,
la que me salvará de estar proscrito
la que me ofrecerá reposo y calma?

Hoy puedo imaginarme mi futuro,
incluso verme inerte en una caja,
silencioso, luciendo una mortaja,
con la tranquilidad de conocer
que la muerte y la vida van unidas
como la cara y cruz de una moneda,
sin que nada ni nadie las preceda

sin un hoy, ni un mañana ni un ayer.

Acerca de Joan Casafont Gaspar

El mundo, el demonio y la carne, por Eva Lucía Armas

resolveré la vida enfrentando este miedo
y mataré los diablos con la mano en el alma

si no escribo habré muerto como una planta seca
en una macetita que se olvidó el vecino
en el décimo piso de una torre sin nadie
después de la mudanza que la dejó tan sola
en el sol de noviembre

yo no diré ¡ay de mí!¡que cálices amargos
pusiste en mi camino mientras buscaba agua
vida que me vivís, humanamente!

llevo la miel conmigo
el sol es siempre mi defensor y aliado
y en los rebordes del camino hay verdes

siempre escucho los pájaros
mis hijos están sanos
mi perro sobrevive a todos sus problemas
y después del pulgón
los pensamientos y las alegrías han florecido fuertes
ante la luz del este melancólico

yo sé que nací efímera en medio de los siglos,
que el demonio ha querido seducirme de prisa
y hacerme de su corte
que el mundo gira impávido en su peor frecuencia
y que la carne es apenas carne
apenas carne
apenas carne, putrecible carne, que se enferma y se muere

pero este ser que soy y que fue destinado a la batalla
es un idioma fértil
tan hijo de la luz que se deslumbra solo ante el espejo
y que nunca, jamás
se ve como una pobre y demacrada víctima

¿qué más puedo pedir?

ya me creció el cabello

Acerca de Eva Lucía Armas

El mundo, el demonio y la carne, por Vicente Vives

Partiéndome la vida
voy a abrirme en canal y descarnarme
para sacar de mí la flor que guardo
desde que me conozco.

Sigue brotando dentro
con la fuerza de un tronco inalcanzable
y quiere armar un bosque entre mis venas
de plástico y de sangre desangrada.

Dejaré de ser hombre —dichoso el día—
una noche de éstas, la más horrible
y pasaré a ser bosque de pinares
y eternidad de dioses en la tierra.

Ninguna mala hierba en la espesura
ni un arbusto de espinos en los valles.
Un río pequeñísimo de piedras redonditas
y agua de cristales en un millar de espejos
para calmar la sed de los hidrópicos.

El mundo, el demonio y la carne, por Juliana Mediavilla

Hace ya tiempo que me duele el mundo,
con un dolor tenaz en el costado.
Como una barca frágil que hace aguas,
tan expuesta a las olas y a los vientos,
el mundo balancea su naufragio,
de poco han de servir curas y parches.

Clonaron al demonio y hay demonios
por todas las esquinas
siempre dispuestos a comprarte el alma.
Desalmados los hombres cargan tristes
—desahuciada y perdida la ilusión—
el fardo de la vida y sus cadenas.

Pecado era la carne, así nos lo enseñaron
cuando era tierna y joven, tan propensa a pecar.
La vida era cuaresma permanente.
La carne por fortuna es también débil
y en su debilidad lleva la fuerza:
la moral desconoce esos recursos.

Acerca de Juliana Mediavilla

El mundo, el demonio y la carne, por Victoria Tejel Altarriba

El mundo hiende el alma como torre de arqueros,
saetas de violencia torturando mi entraña,
arropada en barrotes, enfermedad y muerte.

No tengo nada más que ofrecerte en candil
que demonios meciendo mi carne tierna y débil
como luz de luciérnaga enroscada a mi cuerpo.

Quiero olvidar mi carne y el demonio y el mundo
y ser un ritmo largo besando un cielo limpio,
mecer un arco iris de oro y cristal amante,
romper los laberintos y temblar con estruendo
que alcance toda voz; resonar en las almas.

Habladme del incienso, del pan para el espíritu
como tallo encendido sobre ritmos de aurora;
contadme del amor, de su capa de luces,
de las remotas tierras que son cálido rezo.

Decidme que en el mundo se abre un amanecer,
que el Hombre ya no llora, que es blanco y sin lamento,
que evoca en su contento días de honor y gloria.

Dadme en suma esperanza y no angustia y tristeza.

El mundo, el demonio y la carne, por Mariví González

Nadie podrá quitarme la palabra,
aunque a veces mi voz
sea de agua y tiemble
cuando la soledad se asoma al precipicio.

A esa tierra sin alma
donde habitan los hombres de corazones secos
que la incitan al salto a lo insensible.

Pero nada podrá congelarle la vida.

Yo voy con mi dolor entre los ojos
buscando algún lugar lleno de pájaros
donde los miedos vuelen,
donde se pare el vértigo,
donde las piedras cierren sus ombligos
y las distancias abran sus sorderas.

Nadie podrá quitarme esta palabra,
esta obesa palabra que recorre y recorre
los mapas hacia el sol
hasta quedarse quieta y en los huesos,
exhausta,
pero con una luz siempre encendida.

Acerca de Mariví González

El mundo, el demonio y la carne, por Silvana Pressacco

Cuál será la palabra poderosa
que rompa las costuras de los párpados
y cosa en nuestras manos dedos multicolores.

En qué otoño caerán las armas
para abonar el mundo.

Qué río lavará los ojos de inocentes
y les presentará sus sonrisas sin hambre.

De qué semilla nacerá la estaca
que venza los demonios.

Acerca de Silvana Pressacco

El mundo, el demonio y la carne, por Mercedes Carrión Masip

la amnesia nos transita anestesiados

zombis autistas
de risa medio ausente
ajenos al dolor al odio y a los mapas
que el miedo desdibuja

el presente encapsula la inquina de la historia
la guerra se traviste y vuelve a escena
con ínfulas de estreno

que nadie se confunda si el diablo
aparece en pantalla repartiendo
con gesto politólogo
el mundo entre los dioses
sus sectas y herejías reventando
la carne de quien sobre

si un día la mañana no me ofrece
resquicios de promesa
rendijas de pasión para abordar
la vida en lo inmediato y compartirla
soltaré las amarras del recuerdo
zarparé de inmediato hacia otra luz
en busca de otro altar y otro legado

dejando que el olvido
habite mis estancias

de algo hay que morirse

mientras eso no llegue
hoy pido por vosotros
como pido por mí
por los míos
por todos

aunque hace mucho tiempo
que dejé de rezar

Acerca de Mercedes Carrión Masip