Video de Isabel Reyes sobre un poema de Morgana de Palacios
Si te tocara a ti sentir mi ausencia como sentí la tuya tantas veces, recuerda que volver es la premisa, que no olvido jamás a quien me enseña y tú me has enseñado que los hombres existen y se llaman «Lauchita» de pequeños.
Que tus manos de niño ya eran barricadas amorosas protectoras de abuelas y de hermanas porque tomar partido está en tus genes y es la voz de tu hombría nopoeta la que cava dulcísimas trincheras en nombre de mi nombre, jugado hasta la sangre.
Que da lo mismo el tiempo que transcurra con la carga letal del gas sarín, si un hombre como tú -más animal de láudano que nunca- me presta sus pulmones con el aire vital que no le sobra.
Te digo hoy te estoy diciendo todo por si mañana no llegara nunca y algo de mí muriera en el tintero. Te digo hoy y digo de la suerte de haberte disfrutado en toda tu potencia.
Ocurra lo que ocurra (si no lo escribes tú el destino no existe) voy a vivir en medio de tu frente y ese será mi templo al que volver y mi mayor triunfo.
El otro a tu costado
apareciste de pronto a mi costado como un grito espacioso de fatiga, vos la que levanta pájaros en el pecho del mundo la que surte profundos himnos de agua en la sed de mis ojos la que anda con mis jirones de alegría entre sus dientes como llevando pan como llevando nidos destejidos de aire como llevando parte de mis costillas rotas como llevando todo mi peso siempre
apareciste entre mis mordiscos hecha de mis severas maldiciones puteada en mis idiomas carniceros odiada mansamente por este animal árido que aceptaba el destino de tu fuerza
apareciste entre mis explosiones tenebrosas toda de candelabros y de mantras mientras yo me afanaba con mi tumba cavando a toda orquesta sosteniendo a mi muerte del cabello porque te vio y huía
apareciste como un puntal de mi costado flaco de mi torpeza embólica de mi tartamudez desafectiva de mis armas de guerra y mis sollozos
apareciste y te quedaste ahí como una jalâ santa en mi mesa sin dios
entonces mis hambres te comieron con todas sus mandíbulas y todos sus vacíos de estómago y se volvió mi mundo un juramento a tu carne de azúcares avaros azúcares inhóspitos y avaros
me quedé a tu costado con las armas cansadas y los pies monolíticos
me quedaste, mujer, a tu costado con la mano tendida y yo ahí volviéndome decente en medio de tu palma prodigiosa
eso es lo que soy ese oeste sombrío amoroso y violento guardián del cuadrante de tu brújula
Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañer@ del alma, tan temprano. . Alimentando lluvias, caracolas Y órganos mi dolor sin instrumento, a las desalentadas amapolas . daré tu corazón por alimento. Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento. . Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado. . No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida. . Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos. . .Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo. . No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada. . En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catástrofe y hambrienta . Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes. . Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte
. ¿Quién dice cómo debe ser un editorial?¿Quién puede decir que esta Elegía, de Miguel Hernández, no es, al fin y al cabo, superior a cualquier editorial que se pueda escribir aquí, hoy? Reflexionar sobre la muerte; decir las cosas que todo el mundo dice; alzar con la letra un panegírico no traerá a Morgana de vuelta ni aliviará el dolor ni calmará el vacío, porque el vacío está allí, asentado ya en el costado de doler como todo lo que duele para siempre.
Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de mis flores pajareará tu alma colmenera . de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores. . Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irá a cada lado disputando tu novia y las abejas. . Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado. . A las aladas almas de las rosas… de almendro de nata te requiero,: que tenemos que hablar de muchas cosas, compañer@ del alma, compañer@.
Una voz, altiva y poderosa, tan humanamente femenina que, aún con todo su poder, siempre conservó lo sensitivo y lo frágil.
Desde aquello netamente poético como aggiornar al siglo el formato clásico, como lo íntimo vital del fatalismo que cae como un rapaz sobre los hiperlúcidos, su poética se centra en el análisis de «la poeta y sus circunstancias/la mujer y sus circunstancias/el ser y sus circunstancias».
ARS AMANDI
I
Si tus labios prensiles en la noche no me cercaran de infinitas lenguas y el corazón no fuera la palabra para beber a golpe de latido.
Si demorado el tacto, fuera el vínculo la razón de la huella clandestina en la humedad perfecta de las ingles
-retráctil caracol que sube por la espalda hasta la nuca hermética oculta en el temblor de los cabellos-
Si no fueras un cuerpo extemporáneo
vivo de cicatrices
para lamer despacio mientras fuerzas la verticalidad en la sonrisa del músculo extasiado.
Si yo no fuera yo ni tú el disturbio ni ambos el misterio
la herida fuera amor en la garganta.
II
Aquí me tienes vestida de inclemencia y en total desnudez. No existe luna que me alumbre la voz en la garganta bajo la negra bóveda del aire y nadie puede oirme si te hablo.
Mírame silenciosa.
Soy casi de cristal cuando respiro y de cristal las venas me recorren y de cristal me quiebro si me dices con la coral de hombres de tu boca que me quieres
que
bra
da
Quien me soñó de acero me consiguió de acero y estirada sobre un desierto frígido de olvido pero a ti te confieso que mi fragilidad no es inventada y que puedo morirme de repente sonora como el vidrio del insomnio.
Sé que me harás añicos de silencio cualquier fragante noche de verano.
III
Lo que nos hace cuerdos, nos disloca y nos rompe en pedazos imposibles el día que se cumplen las ausencias y como un animal agazapado palpita, predadora, la memoria en todos los febreros de la vida.
Febrero con su cruz, tiene su cara, con la mirada escéptica del que lo ha visto todo y en su fragilidad se hace de hierro y es yunque y es martillo y es chispa de mi fragua.
Lo mismo que nos mata nos rebela el instinto de la sobrevivencia.
No sería tan hombre como es de no haber sido bestia sin amarres ni amaría la vida con tanta intensidad, con esa lealtad de kamikaze si no tuviera claro lo fácil que es quitarla lo enormemente fácil que es morirse.
Porque conozco todos sus dogales sé de la seda oculta tras los dientes del ángel tenebroso que le signa, del código amoral con el que besa mi sombra cuando duermo descuidada.
Sé donde está.
Enraizando la voz en mis pupilas, frondoso como el árbol de la fatalidad vibrando mutaciones,
sólo para mis ojos que marcean en él.
IV
Mi silencio está vivo.
Es la autista criatura de sangre y semen que se opone al zumbido de lo muerto en tu piel añorante de su tábano.
No es mi voz quien te crea y regenera el miembro mutilado, es mi silencio el que fagocita la llamada a deshora del sepulcro abierto en la memoria.
Sólo entonces me exiges la palabra y buscas la ebriedad en su copa de láudano.
Sólo entonces me miras con los ojos de un vivo.
No temas mis silencios cuerpo a tierra mas no te atrevas nunca a respirar sin mí mientras me callo,
que no quiero morirme envenenada mordiéndome la lengua.
V
Se me olvida quien era antes de ti, como si mi consciencia necesitara espacio para que tú me ocurras con la amplitud de un sueño irremediable.
Todo se vuelve tú, después de ti.
Los vivos se enmarañan en mi sombra y los muertos se duermen en la hondura inevitablemente.
Sólo me asombras tú después de ti, y mi egoismo medra en la medida en que crece tu escándalo en mis pulsos.
Se ha detenido el mundo en tus pupilas y en tu boca la sed de mi memoria.
Todo eres tú y alrededor no hay nada salvo mi lengua viva pronunciándote.
VI
Mis ojos contra ti y tus oscuros ojos.
Siempre mis ojos contra tu mirada, por más que nuestras bocas se acompasen presas de algarabía o de silencio.
Rota tu voz contra la mía rota y el verso contra el verso que renuncia a juzgar tu inclemencia porque existe otra forma de ver, tras las palabras.
Como te miro yo, te mira el tiempo que en su fugacidad guarda las claves, te mira una mujer que no te teme porque no tiene nada que perder, ni ha de bailarle el agua a ningún loco herido porque la mire, absorto, como un hombre desprogramado y libre.
Tu cuervo contra el vuelo de mis pájaros por un cielo de puertas clausuradas, sin milagros ni llaves.
Y los días que pasan enseñando los dientes.
Detener el tiempo
Vas a heredar mi boca cualquier día, esa naranja amarga de adulterio, mi lengua de tormenta que incisiva hace crujir las gavias de tu aliento.
Heredarás mi voz de jarcha y sable, mi cetro de cristal, mi amor sin dedos, mi astucia de tarántula perdida en la vasta inquietud de los espejos.
Mi látigo de seda, la distancia que va del corazón hasta los huesos, la hondura roja y gualda de mi idioma bajo el azul y blanco de tu verbo.
El pulso de la luz con que destella el nombre que le puse a tu misterio, los confines del Norte que limitan con mi fatalidad de oscuro enebro.
Vas a heredar las cartas del ayuno, las horas de vigilia en el trapecio donde colgué tu sol dilapidado en el calor de mis poemas muertos.
Cuando te lleguen a los ojos, cava una fosa en la tierra de tu pecho y olvídate de mí en el instante en que me entierres cerca de tus miedos.
Cuando sientas que el aire huele a rosas será que han florecido los silencios.
Como un cuchillo de humo afilado en el poema yo me disuelvo y asumo que no he de beber el zumo de tu boca cuando quema.
Asumo que está perdida la guerra en los abrojales del corazón, que la vida no es más que una abierta herida sobre profundos eriales.
Y estoy tan acostumbrada a ir y venir por mí que sola o acompañada me resumo en la mirada con la que te mato a ti.
No sé quién está más roto si tu alien o mi extraña pero de la pena broto con los dientes de alboroto y la lengua de artimaña.
Por tanto, me da lo mismo que estés partido o entero. Con tu vocación de sismo siempre existirá un abismo para el que salte primero.
Más desnuda que un alambre y con vocación de endecha soy la Reina del enjambre que escribe viva de hambre para morir satisfecha.
Tal vez desilusión, no aburrimiento.
Jamás me aburro yo conmigo misma, me inauguro portátil, voy y vengo y me sobra talento armamentista para partir de cero en cualquier guerra, al no soñar con tierras prometidas.
Mi territorio se abre en el presente sobre el páramo azul de la inventiva.
No soy de las que lloran el pasado negando la pasión de cada día, porque lo que me gusta es el camino, la huella de los pasos, la genista en la cuneta donde duermen tantos sobre sus cuerpos yertos invasiva.
A ninguno le debo un mal capricho, ninguno me ha dejado malherida, lo que me dieron di, siempre sobrada, y al irse pasé página deprisa.
Mi lealtad se ajusta a lealtades que no terminan más que con la vida, el resto ni me mueve ni me importa ni consigue borrarme la sonrisa.
¿Aburrimiento? No, ni estando muerta. ¿Desengaño? Quizás, por estar viva.
Pero es lo que estoy, viva y armada hasta los dientes con la poesía.
Un mundo de metáforas
A veces, junto a ti, me ataca el desconcierto por esa diferencia de tu tacto y mi tacto e invento la caricia y el golpe y el exacto instante de atraerte a puro cielo abierto.
Por esa diferencia de tu boca y mi boca es que gestas las guerras que enamoran al labio y el verso que seduce, enardecido y sabio, de tu lengua a mi lengua se agita y descoloca.
Porque somos distintos de palabra y de gesto, de ojos y mirada, el instinto me apuesto para desentrañarte sin un roce de piel.
Un mundo de metáforas con el rostro velado no oculta la certeza de saberte a mi lado el más hombre del mundo con carne de papel.
Trepidaciones
No vayas a creerte que es oro todo lo que reluce si tiro de tu lengua porque desbarres sin asidero. La cita que propongo sólo conduce al despeñadero de lo que has aprendido de otras mujeres. Yo soy un cruce de verdad y mentira que no se apiada de voz alguna, un garfio en tu garganta, la cara oculta de cualquier luna que malvenda secretos por los tejados de lo prohibido asustando a los gatos ronroneantes. No admito dueño ni espuelas de jinetes en los ijares del turbio sueño en que, por ser yo misma ante los hombres, me he convertido.
A veces hasta siento no ser la tierra que engendra el beso de algunos hombres buenos para su lírica apasionada, pero cuando soy tierna siempre hay un malo con la mirada dispuesta a taladrar mi fragilidad hasta el mismo hueso.
Si me visto de seda para la fábula de tu hombría o me cimbro en el aire, látigo hembra de la utopía, no te quedes absorto ante el revuelo de mi palabra ni creas que lo escrito es algo más que provocación para que tú disfrutes mis alacranes de sinrazón. En mí no hay un resquicio ni puerta alguna que se entreabra.
2heroicos
Últimamente, siempre, estoy en otra parte y ni siquiera sé lo que deseo. Dios dejó de mirarme y se presenta tan sólo alguna vez durante el sueño y se mete en mi cama, tan cansado como cansada estoy de desafueros.
Me hago a un lado y llueve sin reproches sobre la rebeldía de mi fuego, y yo tampoco le reprocho nada, bastante tiene con contar los cuerpos que superpuestos llegan a su puerta, y separar los vivos de los muertos.
La omnipotencia da mucho trabajo y digan lo que digan, ya está viejo, como estoy vieja yo para el ruido que meten al entrechocar los huesos, los vivos que maté por divertirme y los que se mataron a destiempo, antes de que pudiera demostrarles que el mayor asesino es el recuerdo.
Me olvido de mí misma, por los que no me olvidan ni cuando tienen hambre de silencio.
Están pasando demasiadas cosas que no tienen que ver conmigo nada. Cosas que vuelan, cosas que bucean en rápido zig-zag, un sube y baja de la resignación por lo perdido, ante la euforia por lo que se gana.
Al mito se renuncia, la quimera nunca termina de enseñar la cara, y la vida nos cambia los paisajes que divisamos desde las ventanas.
Ya no siento placer cuando me pongo para bailar desnuda alguna máscara. El cuerpo que se exhibe no es mi cuerpo ni soy yo si me tapo la palabra.
Donde los fuegos eran de artificio, hoy solo queda pólvora mojada y tan solo resulto venenosa administrada en dosis elevadas.
El mar ya no me añora ni me entiende ni es la memoria que jamás me engaña, pero si nos rozamos pasan cosas, siguen pasando cosas si me abraza.
Legado
En ese libro extraño que nunca va a cerrarse hasta que deje un día de mirarme por dentro y me cierren los ojos los dedos de la vida, encontrarás la clave de todos mis silencios y la maraña oculta de los pájaros mudos que, para protegerte, nunca alzaron el vuelo.
Vas a entender, entonces, que no puede cambiarse lo anómalo del mundo ni sus vicios secretos, que miles de caminos no conducen a Roma y el mal lo embarga todo con su pútrido aliento.
Que no puedes salirte del ciclo de la luna ni eludir las mareas que te arrasen los sueños, que has de escuchar tu grito entre la muchedumbre y acorazarte en ti cuando te asalte el miedo.
Sabrás, sin una duda, que el amor solo es fuerte cuando lo despojamos de carne y de deseo, y es así como puede derribar las murallas y tender nuevos puentes y dominar los vientos.
Sabrás que, como el junco, adaptarse al entorno, no es doblegar la mente ni ceder tu terreno. Que esa es la estrategia para el sobreviviente que lucha por su vida, su familia, su credo, y atraviesa las zonas más oscuras del alma por buscarse a sí mismo, en un viaje eterno.
Al filo del amor que guardo en la memoria, al filo de la muerte y en su desfiladero, se amontonan las letras que dejaré a tu nombre para ser, en tus manos, un simple libro abierto.
Épica, sensitiva, fatalista, pragmática, apasionada, heroicamente frágil y violentamente femenina, con un extraordinario manejo de la técnica al servicio del discurso sin que la palabra pierda su autenticidad de alma y de raíz, es y será una de las mejores poetas que he leído.
En alguna ocasión me han preguntado sobre algún poema mío por qué motivo he hecho una ruptura sintáctica al partir un verso. Pues bien yo lo hago inconscientemente y no suelo saber el porqué.
Alguien podría decirme en verso libre ¿cuándo debe iniciarse un verso nuevo y por qué?
Respuesta y explicación:
No creo que si utilizas una sintaxis normal, no sepas cuando una frase se corta de manera inadecuada forzando un encabalgamiento poco atractivo y, desde luego, únicamente el poeta sabe cuando debe iniciar un nuevo verso en función de su propia expresión y del ritmo que le esté imprimiendo.
Cualquier tipo de verso tiene unas normas determinadas, así que hablar en poética de libertad absoluta, es imposible. Lo que llaman verso libre es una variante compleja de conceptos que ya existen en el verso tradicional, como el ritmo y la cadencia, y de ningún modo se puede llamar verso libre a tantos casos lamentables como se ven, si carecen de ese ritmo. Aunque el verso libre rechaza la normativa poética tradicional, sin organización rítmica, el poema no puede existir.
Yo te aconsejaría, precisamente para afinar el oído y que no tengas dudas a la hora de dar por finalizado un verso, que estudies la técnica rítmica.
Ser poeta no es algo cómodo ni fácil, ningún arte lo es, así que nadie que desconozca la base de la poética o desprecie el arte que ser poeta requiere, puede llamarse a sí mismo poeta.
Picasso no empezó directamente como maestro cubista ¿verdad?, conocía la tradición y la técnica y a partir de ahí, pudo actuar. Los grandes músicos de jazz conocen a la perfección la música clásica y es en ese conocimiento como componen sus obras más brillantes.
Creo que era Robert Fros el que daba un ejemplo magnífico sobre la utilidad básica de la métrica para alcanzar la libertad a través de sus límites, porque ninguno de los dos conceptos existe sin el otro (libertad-límites). Decía «que nadie podría jugar al tenis sin disponer de un campo de determinadas características y medidas, de una red con una altura precisa y de otra serie de límites, que bueno, estaríamos jugando a cualquier otra cosa pero no al tenis.»
Lo mismo ocurre con el verso llamado libre. Dos jugadores que tengan una raqueta y una pelota reglamentaria, que no quieran delimitar su campo de juegos, pueden acabar haciendo carreras inacabables o a puñetazos si son intransigentes.
Elliot decía «Ningún verso libre es libre, para aquel que aspira a un buen trabajo».
Sobre una gráfica imaginaria, el trabajo del poeta puede provenir de dos líneas. Una de ellas es su conciencia y trabajo continuo, la otra línea es simplemente su curso normal de desarrollo, su acumulación y asimilación de experiencia (no buscada sino sólo aceptada en función de lo que se quiere hacer).
Por experiencia entendemos las consecuencias de la lectura y reflexión sobre intereses de todo tipo, contactos, conocimientos, así como pasión y aventura.
En cualquier momento, ambas lineas pueden converger en el punto más alto, de modo que obtenemos una obra maestra.
Es decir, de la acumulación de experiencias que cristalizó para obtener el material artístico y de años de trabajo en la técnica que preparó el medio adecuado, se deriva algo donde medio y material, forma y contenido, son indistinguibles.
Ahí está la perfección del verso. Incluso la del verso libre.
Para considerar libre a un verso con respecto a las convenciones métricas y rítmicas que rigen en cada lengua, hay que dejarlo reposar sobre la «violación» de la tradición y para violar algo es necesario conocerlo. El verso libre necesita contener un germen estructural que se repita, ser el reflejo de otros versos.
Por tanto, la base para la separación de los versos será el ritmo. La base para conocer el ritmo: la técnica métrica y acentual. Cuando conozcas mínimamente las normas básicas de la poética, podrás optar con brillantez por saltártelas sin perder lo fundamental y sin que se conviertan en simple prosa cortada o directamente en caos literario.
Lectura y estudio, ni más ni menos.
Intercambio:
Cuestión:
Tu artículo sobre los cortes versales en el verso libre es interesante al citar la necesidad del ritmo en el verso, pero si el verso tiene ritmo ya no es verso libre, sino verso blanco de longitudes métricas armónicas. Respecto a los cortes del verso en el supuesto verso libre son importantes las pausas fonéticas sintácticas, ya que aquí no tenemos ni el sostén de la rima ni el del metro. Un tema que no mencionas es el de las asonancias que suelen estropear los versos libres al provocar sonsonetes.
En resumen, si hay verso libre debe basarse en unas imágenes líricas muy potentes que den al verso esa consistencia que lo hace verso. Por eso no creo en el verso libre épico, ni sarcástico, ni humorístico, que no es sino prosa mal cortada. Y en cualquier caso las fronteras entre la prosa poética lírica y el supuesto verso libre son muy difusas.
Respuesta:
Te equivocas, Ricardo. El ritmo es connatural a la poesía. Sin ritmo no existe poesía y como el verso libre es poesía necesita el ritmo. Es más, es el único elemento tradicional que en el versolibrismo resulta indispensable.
Por supuesto no se refiere al ritmo derivado de las estructuras acentuales o silábicas como tu supones, erróneamente.
Tanto una como otra y las restantes, son formas de lograr el ritmo, pero existen además: reiteraciones, repeticiones sintácticas y semánticas, paralelismos y juego de grupos fónicos, encabalgamientos sirremáticos, etc.
Por su propio sentido individual, dice Navarro y Tomás, esta clase de ritmo exige por parte del autor una fina sensibilidad expresiva y un perfecto dominio del material lingüístico. Y añade «Con mayor riesgo que cualquier metro de forma definida y corriente, el verso libre pierde su virtud si sus cambios, divisiones y movimientos carecen de ritmo perceptible o resultan vanos e injustificados en el desarrollo de la composición».
Las imágenes líricas o no, no son las que hacen al verso libre, verso, sino la música, el ritmo que lo diferencia de la prosa, que siempre va por otros cauces propios. Sus fronteras, lejos de ser difusas, están perfectamente definidas por cualquier autor con un mínimo de conocimiento poético.
En resumen, te niego la mayor «pero si el verso tiene ritmo ya no es verso libre, sino verso blanco de longitudes métricas armónicas» (sic).
No hay verso sin ritmo, insisto.
Réplica:
En lo que dices, Morgana, hay algunas verdades, pero también mucho que se dice y no se demuestra.
¿Por qué nadie hace un comentario de un poema donde se explicite ese supuesto ritmo no fónico?
Yo acepto que existe a veces en la reiteración de imágenes con un cierto esquema, pero la mayoría de las veces ese supuesto poema de verso libre solo se sostiene por el lirismo y la frontera con la prosa poética es muy tenue.
Espero el comentario de un poema de verso libre que explicite esos ritmos no fónicos.
Segunda respuesta:
Creo que leíste muy superficialmente muchos comentarios -si es que los leíste alguna vez, cosa de la que me permito dudar- de los que yo hice en el foro, explicando todo esto, Fernández. Si los hubieras leído en su momento, no vendrías aquí con estos planteos que creo que son más motivados por otras cuestiones que porque el particular realmente te interese, cuando no te interesó leerlos en el foro en el momento en que fuiste parte de él, como, además, ni siquiera leías la Revista cuando yo publicaba tus cosas ni la compartías ni te dabas por enterado.
Ahora no solo venís acá, cuando jamás viniste sino que encima y además «se te dio por leer la Revista» con el solo espíritu de confrontar con Morgana -y me hago cargo de lo que digo- porque tu pregunta estaría resuelta de haber seguido «leyendo» la entrada consecutiva.
Pero bueno, creo que esta tontería que planteás y que ya fue debatida en el foro hasta la saciedad, aunque vos no hayas leído la demostración del teorema porque no te interesaba demasiado por entonces (y que, casualmente, acabo de explicarle a Vanders en un poema de Isa Reyes), responde a un espíritu de confrontación y nada más.
¿Cuando cursaste Filología Hispánica, no trataban este asunto en tu universidad?
Y lo que decís acerca de la «prosa poética», también deberías repensarlo porque se ve que tampoco leíste los ensayos sobre las diferencias y las cosas que se deben tener en cuenta desde el enfoque prosístico, porque poética o no, la prosa siempre será prosa, Fernández y en el foro, que yo recuerde, eso, tampoco, nunca te interesó.
No entiendo por qué está planteada una discusión sobre ritmo si de lo que trata el debate de origen es de cómo se cesura. Ofrezco, entonces, un par de consideraciones al respecto (de las que no leíste en el foro).
El nomenclado como «verso libre», bandera y bandería de la también denominada «poesía moderna, de vanguardia, nueva poesía o poesía actual» nunca ha tenido un verdadero abordaje ni en cuanto a su definición como tal ni en cuanto al porqué de esa definición en base a aquellos elementos exploratorios de su método constituyente.
Sabemos, casi de manera empírica o por qué no, directamente de manera empírica, que el denominado «verso libre» invoca para sí ser representativo de la experiencia emocional del poeta, basada más en una concepción de orden estético (en el mejor de los casos), que en una estructura netamente sonora (solo me refiero con estas consideraciones a la forma versal) como sí lo hacen las formas clásicas que combinan a una sintaxis lógica los elementos formales de la métrica.
El «verso libre» acuñado en su origen por el poeta estadounidense Walt Whitman, trabajaba sobre la idea de la imagen como sujeto poético, basado en un tratamiento directo de ese sujeto utilizando elementos de la búsqueda sonora per sé, edificando secuencias rítmicas apartadas del sonido que podrían conferirle a las mismas secuencias un conteo silábico y un correcto orden acentual en los metros escogidos o la periodicidad formal rimática.
Por ende, el verso libre, abriría las fronteras a otra clase de formas abiertas que buscarían una exploración adecuada a los dictámenes de la era actual.
Sucede, en general, que quienes se apegan a la denominación de «verso libre» para justificar cualquier cosa escrita en una pila de frases, (y con «cualquier cosa» digo «cualquier cosa»), sostienen que las formas «métricas» –ya sea blancas o rimadas– restan naturalidad, encorsetan y constriñen a la expresividad creadora real, porque delimitan lo que se desea decir y lo acondicionan dentro de un enmarque ya prefijado por la estructura. Sostienen, además, que dicho enmarque no condice con las formas de expresión actuales, desestimando, de este modo, el valor natural del discurso como propuesta y limitando la expresividad solo al formato dado al discurso.
La poesía, como tal, no es sistematizable y quizás, tampoco definible ya que responde a diversos factores que trabajan de manera conjunta hacia una percepción de ese «sujeto poético» que mencionábamos en un principio y por ende, la poesía podría explicarse (definirse sería un verbo pretencioso) como el resultado de un proceso desarrollado conjuntamente por elementos intuitivos, en cierto modo referenciales, que producirían una construcción entre esa visión o visualización de la «cosa» y sus interacciones, para ser sintetizada en forma de un lenguaje ad hoc.
De este modo, podemos encontrar en la poesía «libre» actual, un aparentemente irremediable ejercicio caótico que pendula entre una simbiosis burda de verso tradicional y elementos fuera de nomenclatura adaptados como una mala reforma que refieren a lo que se supone como «verso libre».
Infinidad de autores del género producen búsquedas con escaso significado para quien topa con ellas ya que si algo es natural al hecho poético, resulta en el feedback entre simbólicas que permitan reinterpretar al «sujeto poético» más allá del «sujeto estético», de manera intuitiva y emocional.
Estos autores, enfrascados en sus búsquedas personales, muchas veces utilizan elementos que resultan solo comprensibles para esa búsqueda, produciendo, por ejemplo, rupturas del código comunicativo que dinamitan la significación de la obra como representante de un hecho universalizable, traspolándolo a una visión intelectualizada y acotada solo al espacio de la búsqueda personal. Más allá de la transgresión del código como elemento sustitutivo de lo comprensible, muchos autores deciden para su obra una simbólica «exploradora», como ofrecer enormes silencios cesurales sin motivo aparente que los justifique o cortes impredecibles en un discurso que resulta poco cohesionado estructuralmente, cuando no, repartido en sangrías, márgenes y otra suerte de espacialidades arbitrarias que terminan por desdibujar la propuesta y desleír la idea por transformarla en compleja de seguir.
Quizás, si de algo no debe apartarse el «verso libre» en cualquiera de sus variedades experimentales, es en tratar de mantener la vía comunicacional del código con el receptor de sus propuestas, si en realidad la suposición de escribir en él es un aggiornamento a las requisitorias del siglo a transitar.
Algunos autores lo comprenden. Otros, tal como lo que escriben, no.
En la entrada inmediatamente siguiente a esta, hay un enorme ejemplo de Verso Libre que te evitaría hacer algunas preguntas de las que formula tu requisitoria.
He nacido a tus ojos y he de morirme antes de que me mates con tu desprecio y tu voz se me instaure desapacible en mitad de las sienes de los silencios.
Me entregaré sin ruegos, sin amenazas, cuando por seducirme ardan cometas y me susurre versos en la almohada la boca de tu invierno por primavera.
Cuando la rosa tonta de mi desgana más lúcida, más cárdena, más intensa, te crezca entre los dedos de la añoranza por abrirse al enigma de tus tormentas.
Como un escalofrío, porque te quiera, has de abrazar mi sombra con tu penumbra y matarme de gozo como si, apenas, recordaras quien eres sobre mi tumba.
Desatarás las flores de tu garganta sobre el cadáver tibio de mi soberbia. Si me finges, diablo, deseo a ultranza te mentiré la muerte de la coherencia.
Sobre mi nombre haces cábalas nocturnales mientras inicio el rito de adivinarte ciega, desato la mordaza de tu boca andariega y levanto despacio tus losas sepulcrales. No soy recomendable para hombres cabales así que no te arriendo en el juego ganancia, no manipulo mentes pero es en la distancia donde mis versos hieren los ojos que no veo. Tú eres un creyente, yo sólamente creo en la fugacidad de nuestra circunstancia.
Dime ¿qué tienes tú que otros hombres no tengan? ¿qué escondes tras el gesto de loco visionario? ¿qué me puede intrigar? ¿eres el adversario que romperá las voces virtuales que me arengan? ¿Existe el pandemonium que tus manos detengan? ¿te inventarás por mí un futuro inaudito? ¿pintarás la sonrisa en mi rostro fortuito? Dime ¿quién eres tú que llamas a mi puerta? ¿el cazador cazado? ¿el de la mente abierta? ¿a quién voy a dejarle el camino expedito?
Anda y dí a los machos de tus ojos que disputan mis rimas carniceras, que se van a engañar con trampantojos, debajo de mi ropa los despojos de una entelequia, mueven las caderas.
Diles que no se encelen por La Oscura que finge claridades por capricho. Si miran más allá de mi locura, verán que sólo soy la conjetura que siempre se desdice de lo dicho.
¿Que te gusta jugar? Lo sé. Te gusta. Si ladras más que muerdes, no es seguro. Tu voz es el caballo, yo la fusta que te desboca el trote siendo injusta con la llamada a sangre de lo impuro.
Si te vas a matar de transparente sobre mi vendaval de soledades, no me reproches luego ante la gente que te dejé morir. Soy diferente porque no juego el rol de las bondades.
Si en esa diferencia ves tu hombría peligrar como roble en un desmonte, no escupas en mi nombre. Todavía queda mucho pecado. Mi utopía se suicida detrás de tu horizonte.
No me importa si llegas o te alejas, no interesa tu afecto ni tu olvido, lo que duele es que me hayas ofrecido tantas mieles de amor y ahora me dejas.
Y me dejas soñando tus consejas, esos cuentos de Venus y Cupido son leyendas que hubiera yo aprendido aunque fueran historias todas viejas.
De tu boca de miel me sorprendía la imagen que tus voces me creaban exaltando feliz mi fantasía.
Seres de extraordinaria zoología, unicornios, pegasos que volaban y yo diosa de tu mitología.
Este soneto necesita una revisión en profundidad, más trabajo, más detenimiento. Hay acentos mal colocados, verbos que no están en el tiempo lógico que correspondería a la frase.
Veo preocupación por dominar la métrica, cosa que me parece bien pero absoluta despreocupación del mensaje a transmitir. No todo es cuestión de hacer un soneto por cada pensamiento que le pase a un autor por la cabeza: tristeza, alegría, sordera o mitología.
Una cosa es la sencillez, la naturalidad al expresarse y otra muy distinta el conformarse con frases facilonas y sin altura. La compulsión de escribir no debe dejar a ninguna voz poética en la más absoluta mediocridad. Toda obra debeser trabajada, meditada.
No es cuestión de no tener errores, todos los tenemos y entre todos, intentamos corregirlos. Pero un autor debe molestarse en presentar un trabajo en condiciones.
Para elaborar un tema hecho prácticamente a vuela pluma y que no sea un ripio, hay que tener una experiencia, darle vueltas y vueltas, matizarlo, corregirlo, pensar otras palabras que podrían mejorarlo. Darle altura, en definitiva.
Yo no digo que todos los poemas improvisados sean ripios, digo que es fácil hacer ripios cuando uno va a toda velocidad, sin detenerse en los detalles de un tema.
Yo he ripiado mucho, sé lo que me digo.
Hay varios tipos de comentarios:
–El que te dice «que bonito», pongas lo que pongas, porque tampoco les interesa el criterio para los suyos propios, así que no lo ejercen. Estos son los de coméntame que yo te he comentado, sin más y jamás van a aportarle nada al autor.
–El irónico prepotente, que te analiza verso a verso sacándote las pegas para demostrar que sabe lo que dice mientras te tira por tierra el poema completo.
-El que directamente te ignora para no descender del Parnaso a comentar mediocridades, y el que, de alguna forma, potencia lo bueno e intenta que el autor vea lo mejorable.
La poesía es un pálpito interior y eso, no se puede aprender ni todo es cuestión de ejercitar, sin más. Hay que analizar los textos de otros autores, el por qué esta frase que uno pondría así y ese autor la pone de esta otra forma.
Hay que detenerse en el propio sentimiento y escribir intentando decir las cosas de forma original, con la propia voz. Decirlas como no las ha dicho nadie.
Si no haces obras de arte, al menos serás fiel a tu entendimiento.
Según explica Antonio Quilis en su «Métrica» (Editorial Ariel, 15ª Edición), «a partir de las doce sílabas, inclusive, los versos son compuestos, es decir, formados por dos versos simples, separados por una cesura.
Las condiciones exigidas por un verso compuesto son:
1. La cesura o pausa que divide los dos versos integrantes impide la sinalefa.
2. En el primer verso simple, se realiza el cómputo silábico según la posición del acento en las últimas tres sílabas, del mismo modo que si fuese un verso simple normal.
3. La cesura tiene una duración menor que la pausa versal.
4. El tono en el verso compuesto se desliza a menor frecuencia que en el verso simple.»
A continuación voy a reproducir un breve texto extraído del «Manual de Métrica Española» de Elena Varela, Pablo Molino y Pablo Jauralde, publicado por la editorial Castalia Universidad, el cual creo que puede ser interesante para comprender mejor la estructura silábica y acentual de verso dodecasílabo:
«El dodecasílabo comenzó históricamente por ser una de las formas del verso de arte mayor, es decir, el verso largo de estructura hemistiquial con una secuencia óoo (oóooóo) en cada hemistiquio, lo que se llamó precisamente “verso de arte mayor” y que es lo que nosotros denominamos una serie rítmica. Dada la posible fluctuación de las primeras sílabas átonas (una, dos o ninguna: oóooó / ooóooó / óooó) y de las últimas (oóooóo / oóooóoo / oóooó), aparece como verso silábicamente irregular (de entre diez y catorce sílabas). En realidad, son dos composiciones de dos versos pentasilábicos, hexasilábicos o heptasilábicos, siempre de la variedad llamada dactílica: es decir, acentos en 1.4 (pentasílabo), 2.5 (hexasílabo) y 3.6 (heptasílabo), y con una curiosa tendencia a la distensión, es decir, a preferir los hemistiquios más cortos para el arranque y los más largos para el final del verso.
[…]
(…) cuando el verso castellano alcanza esa extensión tiende a romperse en dos hemistiquios, y esa es la norma general: cada hemistiquio funciona entonces como un semiverso, tal en estos ejemplos de Prosas Profanas, con tres variedades rítmicas distintas:
“Se asoma a sus húmedas pupilas de estrella…” 7 esdrújulo+6 = 6+6 =acentos en 2.5 + 2.5
“El teclado armónico de su risa fina” 7 esdrújulo+6 = 6+6 = acentos en 3.5 + 3.5
“a la alegre música de un pájaro iguala” 7 esdrújulo+6=6+6 = acentos en 3.5 + (1).2.5
El mismo poeta solo presenta un caso de dialefa hemistiquial, pues en los demás versos evita el choque de vocales en esta posición:
“¿fue acaso en el Norte o en el Mediodía? 6+6 = (1).2.5 + 5 (esto es: 2.5.11)
Las variantes hemistiquiales del dodecasílabo resultan a veces de los distintos modos de lectura de los versos. La escansión mayoritaria es la regular 6+6, pero no es raro encontrar o realizar en la lectura otras, particularmente la de 7+5. Al bajar del pentasílabo, el dodecasílabo busca la forma 4+4+4, que suele preferirse a las variantes 8+4 ó 4+8, algo estrambóticas, aunque posibles (..). La variante 4+4+4 es relativamente fácil de detectar por su sonsonete (acentos en 3.7.11). El juego de posibilidades proviene, como es natural, de las variantes rítmicas de los componentes hexasilábicos, pentasilábicos, heptasilábicos, etc.
El modo de escansión habrá de buscarse en razón del acento interno: los de acento en 5ª producirán 6+6; los de acento en 6ª serán los de 7+5; los de acento en 4ª pueden escandir como 5+7 (depende de la siguiente). Las variantes inmediatas al de 6+6 serán las de aquellos que lleven acentos en 4ª, más cortos, por tanto (5+7), o en 7ª, más largos (8+4). Puede darse, del mismo modo, un primer hemistiquio de 4+8, con acentos en 3ª obligatoriamente. Lo normal es que la escansión se mantenga a lo largo de una misma composición (…)
La ausencia de hemistiquio se puede producir con el esquema
óo óo óo óo óo óo
con el equivalente par, o con el que intenta soldar el centro del verso, lo que se produce con las variantes 4+8 u 8+4, que (…) son raras:
Ureña habla del dodecasílabo de seguidilla, que forzosamente ha de ser 7+5, como «en elogio de la seguidilla», de Darío:
“Metro mágico y rico que el alma expresas…”
Debate:
El problema es que las normas que rigen nuestra métrica, en ocasiones son truculentas y arbitrarias (ya me explayaré en esto más tarde), y por lo tanto falibles. Creo que para la articulación contemporánea de las distintas variedades de español diseminadas en el mundo, tales normas parecen vetustas por su inoperancia en el habla de todos los días.
Resulta pedante recalcar que el endecasílabo no es un verso perfecto (sic) -no tomar como el latinismo «así» sino como abreviatura de silencio en la sala-. De continuo ensalzamos su musicalidad, su ritmo y otras exquisiteces. Pero, ¡Oh!, sucede que en ocasiones saca esa cara truculenta que menciono y nos mete una zancadilla confundiéndonos.
Tomemos un ejemplo de la señora Morgana de Palacios (cito uno de los tres versos característicos del soneto):
En ti se pudrirá la selva extraña
La autora asegura que es un dodecasílabo: lo flanquean, efectivamente, versos dodecas. Tomado como dos hemistiquios, el verso en cuestión cierra la cesura con palabra aguda por lo que el cómputo silábico arroja el número siete, más las cinco restantes de «la selva extraña», nos completa los doce. Todos en paz.
Mas… ¡Oh! El lector se confunde por que ve al verso con máscara de endecasílabo, camina como endecasílabo, parece endecasílabo, ¡y hasta suena como endecasílabo! Y redondo.
¿Qué ocurre?
Sabemos que un verso puede adoptar el disfraz de endecasílabo o dodecasílabo, dependiendo de como sea enunciado. ¡Pero aquí no hay pa’onde hacerse! El verso es directo, claro, inconsútil y no hay duda en cuanto a la dicción.
Surgen pues la preguntas:
¿Puede un verso sin ser alterado en su emisión ni en ninguna otra de sus propiedades, adquirir la cara bifaz de endeca-dodeca?
¿Un verso que cae en la sexta sílaba con palabra aguda puede aspirar a ser dodecasílabo, dividiéndolo en hemistiquios de 7-5?
Yo tengo mis dudas, porque Don Quevedo tiene otro aspirante que, según yo, reúne cualidades más cercanas al dodeca:
Mas llámenme a mí puto enamorado
o uno del argentino Enrique Banchs:
como es su deber mágico dan flores
Creo que estos dos ejemplos bastan.
Estos doctos varones incluyeron estos versos en sonetos muy divulgados, teniéndolos por supuesto como endecasílabos con todas las de la ley. Pero si los vemos más de cerca, con fruición: ¿no podrían ser dodecas? Parece que sí. Si como aseguran las normas, los versos compuestos despegan a partir de las doce sílabas, entonces no trasgredimos nada y los podemos leer así:
mas llámenme a mí (5+1=6) / puto enamorado (6) Total = 12
como es su deber (5+1 = 6)/ mágico dan flores (6) Total = 12
Luego entonces, parece que hemos sorprendido a los imbatibles Maestros en un desliz de doce sílabas donde esperábamos once. ¿O no?
¿Hay truco?
No. Ocurre simplemente que la métrica se tambalea, se desequilibra cuando una palabra aguda cae en la quinta o sexta sílaba; propiciando esas ambigüedades y confusiones. Y todo ello sin cambiar ni una coma, sinalefa, hiato, etc. Inestabilidades como ésta las podemos encontrar no sólo en endecas y dodecas, sino en otros metros. Por ende, nuestras normas son perfectibles. Hoy más que nunca.
No se trata de besar la huellas de nuestros mayores, pero creo que tampoco hay que ser más papistas que el Papa.
En ti se pudrirá la selva extraña
El verso que cita del soneto a que se refiere no es dodecasilábico simétrico y por tanto no puede hablar de hemistiquios sino de heterostiquios y efectivamente es un asimétrico en 7/5, o llamado de seguidilla, ya sabe usted acentuado en 6/11.
Desembocar en ti – líquida araña con siete brazosrío de triste escoria- y en tus añiles fondos beber la gloria de saladuras viejas como tu entraña.
En ti se pudrirá la selva extraña, la hojarasca funesta de mi memoria. Como una Ofelia virgen de turbia historia perderé la inocencia bajo tu saña.
Hondo, como el regazo de los tornados, vivo, como la carne de los pecados, negro, como la tumba de la dulzura.
Frío, como el verano de los suicidas, fiero, como las zarpas de las heridas. He de morirme en tí: mar de amargura.
La confusión del lector estará en función de su nivel de conocimiento. A mí para nada me confunde ni se confunde mi oído tampoco porque no hay tropezones. Son versos compuestos y como todos, tienen unas normas independientes para cada heterostiquio que aquí se cumplen escrupulosamente.
Ya sabemos que con los dodecas se atreven muy pocos, precisamente porque es el metro más inestable que existe, en esa frontera de lo que consideramos verso simple y compuesto, pero todo el que se atreva y se encuentre con una palabra aguda al final del primer heterostiquio, no tendrá más remedio que considerarlo como yo lo considero. ¿Que entre endecas es un endeca?naturalmente ¿y? ¿Qué problema le ve? Hay que analizarlo dentro de un contexto determinado, con un ritmo determinado y un sonido determinado. Por supuesto que podía haber evitado esas agudas, pero si le soy sincera, no me dió la gana, me parecen preciosas.
Es la eterna discusión, si los endecas eran versos compuestos o no y su dichosa división.
Y para terminar, dos ejemplos.
Dodecasílabos simétricos, hemistiquios de 6:
El metro de doce son cuatro corceles, donceles latinos de rítmica tropa, son cuatro hijosdalgo con cuatro corceles; el metro de doce galopa, galopa… Eximia cuadriga de casco sonoro que arranca al guijarro sus chispas de oro, caballos que en crines de seda se arropan o al viento las tienden como pabellones; pegasos fantasmas, los cuatro bridones galopan, galopan, galopan, galopan…
¡Oh, metro potente, doncel soberano que montas nervioso bridón castellano cubierto de espumas perladas y blancas, apura la fiebre del viento en la copa y luego galopa, galopa, galopa, llevando el Ensueño prendido a tus ancas!
y galopa ¿eh?Amado Nervo.
Dodecasílabo asimétrico o de seguidilla, heterostiquios 7-5:
Oh bandera triunfante de la alegría! ¡Oh manto de la antigua fiesta española! ¡Oh palio de las juergas de Andalucía! ¡Oh túnica radiante de la manola!
La alegre primavera que en tus tejidos enredó el arte bello con sus colores es la red esplendente donde prendidos ven, a fleco por alma, los amadores.
Cuando desde el alzado seno redondo bajas como un diluvio de flores vivas, los chinos que bordados hay en tu fondo abrazan a los cuerpos que en ti cautivas.
Salvador Rueda.
Traigo un fragmento del texto en el que hablando de endecasílabos Elsie Alvarado de Ricord dice:
Hay una musicalidad especial en el poema que comienza:
El verso sutil que pasa o se posa sobre la mujer o sobre la rosa, beso puede ser o ser mariposa . (C. de V. y E ., X, 663) .
Los hemistiquios iniciales agudos, demarcan especialmente la cesura, con lo cual se destaca también el paralelismo métrico y los otros paralelismos sintácticos y semánticos que se han señalado en esta estrofa . Esta condición de oxítonos de los hemistiquios iniciales se mantiene en todo el poema, salvo en el segundo verso de la tercera estrofa :
Amor y dolor . Halagos y enojos . Herodías ríe en los labios rojos . Dos verdugos hay que están en los ojos .
La distinción con respecto a la estrofa antes citada es sólo léxica, porque métricamente la e final de ríe (postónica) y la inicial de en (átona también) se resuelven en un solo sonido .
En lugar de darle espacio a la infalibilidad de la métrica y el sonido de Darío al escribir un hemistiquio agudo, presupone un sonido forzadísimo para mí en ríe, que ella, al parecer lee rié, para poder leerlo en una sola sílaba….Supone además la existencia de hemistiquios en endecasílabos, cuando la teoría literaria toma como versos compuestos a partir de los dodecasílabos. Y, fíjese usted, si los toma como hemistiquios, entonces, al terminar en aguda ¿no sumarían 6 sílabas?
Yo lo veo bastante contradictorio.
Ella dice
«porque métricamente la e final de ríe (postónica) y la inicial de en (átona también) se resuelven en un solo sonido» y sería cierto de no estar ese verso en el contexto de los anteriores. Al estarlo, pide el hiato como el comer.
El sonido dodecasílabo más que por la cesura que en ese verso que citas no es tan fuerte al no haber palabra aguda por medio.
He ro dí as rí een los la bios ro jos
viene dado fundamentalmente por el acento en quinta que no es propio de ningún tipo de endeca.
No sólo Elsie, sino otros muchos lo consideran endecasílabos sin tener en cuenta lo fundamental del acento. Por eso mismo es que me llamó la atención el tema. Yo insisto, suenan a dodecasílabos y esa debe ser la musicalidad «especial» que ve la analista.
Intervienen: Enrique Ramos (España) – Luis Montemayor (México) – Morgana de Palacios (España) – Aitana Cortázar (Argentina)
Divague sobre el hacer literario, por un tal Ronco Campana
(Imagen by Nathan Osman)
No existe ninguna novela, ningún cuento, ningún poema del que broten bananos, ni poema social que elimine a la doctrina asesina. La literatura es suplemento de entretenimiento y no va más allá de ello, luego podría ser otra cosa, como por ejemplo, útil para crear camaradería, como formadora de criterios de autoayuda, para resolver el enigma del hombre o hacerse preguntas sobre la sombra del rayo; pero la literatura no alimenta a nadie y bien puede desaparecer que no haría falta. Cuanto menos llena está la panza menos necesaria es la literatura. Somos una minoría rara que hace lo que hace y por ser minoría no estorbamos; salvo contadas excepciones de escritores que usan la palabra para retar al dictador y el dictador los desaparece…y fin del problema.
No hay balas en las letras.
La literatura es, en realidad, ira que no daña.
Luego si queremos, podemos hablar de la literatura que enseña, que es otra cosa, de la literatura que hace manuales, que también es otra cosa, pero la literatura del poema, de la novela, del cuento, en el 99% es mero entretenimiento que poco modifica al mundo.
Escribe sobre el hambre y observa si el hambre termina. Somos una sarta de necios que quiere cambiar al mundo con una flor.
Réplica 1:
La literatura fabrica pensamiento. Uno lee y su cerebro y su rango de pensamiento se amplían y cuanto más lee, más se amplían, porque observa diferentes cosas, diferentes posturas, diferentes dilemas, a lo largo de la testificación de la historia humana que hacen los escritores.
La literatura expresa épocas, movimientos, registra las revoluciones humanas, trabaja sobre las evoluciones de la especie, le habla al hombre profundo para despertarlo y luego, el trabajo será de ese hombre profundo y sus análisis y sus visiones sobre los planteos. La literatura interroga, sugiere, duda, afirma, pero es el hombre el que crece cuando se sumerge en ella y trabaja las conclusiones en sí, que todo lo leído le aporta.
Por supuesto que si te mantenés en lo superficial de estar discutiendo si la métrica sí o la métrica no, nunca vas a llegar al hecho básico de la elaboración de pensamiento y de conciencia que se hace a través de la escritura y que deviene en la lectura sus frutos.
A través de la literatura, llegan otros mundos y otras posibilidades. Llegan otros razonamientos y otros cuestionamientos. Llegan otras historias que no quedan en el metro cuadrado muelle en que mucha gente vive.
Los escritores han pertenecido a los movimientos que cambiaron el mundo, desde que el mundo es mundo. Porque aunque el hombre se mantenga dentro de su condición humana, el mundo ha ido cambiando desde las cavernas hasta ahora. Y han estorbado en todos los tiempos, en todos los siglos y seguirán estorbando porque ponen las cosas en cuestión.
Hablo de literatura. No de estupideces pasatistas, que sí, no molestan a nadie que no sea un escritor de raza.
Cito:
«Cuanto menos llena está la panza, menos necesaria es la literatura».
Sorprendería saber cuánta gente con la panza vacía se ha aferrado a la literatura para aguantar el día. Y cuánta gente atrapada en el miedo, ha encontrado en la literatura una puerta para llegar a la mañana.
Réplica 2 :
Es seguro que si la Literatura en toda su extensión no existiera, no existiría la humanidad tal y como la conocemos hoy en día. La comunicación entre seres humanos y la evolución a nivel científico, sociológico y mental que tenemos, tampoco se hubiera dado.
La Literatura es útil para el hombre, tanto como lo es la Medicina, la Psicología y la Psiquiatría, las Ciencias de todo tipo, etc. etc. y todo lo que se base en la transmisión de conocimientos por escrito de una generación a otra. Todo, en definitiva, de lo que se compone la civilización.
No digamos ya de la utilidad de la Industria Literaria, a la hora de dar de comer a todos los trabajadores que integra, algo más que bananos ¿verdad? ¿O vamos a decir que todos los asalariados de Editoriales, Imprentas, Librerías, Concursos, profesorado de colegios y Universidades, y todos los etc. que quieras añadir, carecen de estómagos reclamantes?
Hay Literatura (perra) que no cambia al hombre por carente de todo aquello que pueda motivarlo al cambio, y la ha habido y la habrá (excelsa) para cambiar al hombre desde lo más profundo. Si tú realmente crees en eso que estás diciendo ¿Qué haces escribiendo lo que escribes? ¿Por qué no te dedicas a algo que sea más que un hobby para matar tu tiempo de aburrimiento llevando la contra al que pueda ser considerado un escritor de raza que hace muchísimo más que entretener a su prójimo, teniendo en cuenta, además, que el entretenimiento, en sí mismo, es lo mejor que puede sucederle a un hombre, mientras aprende de todos los demás hombres?
Réplica 3:
Efectivamente, el contenido de un libro, un poema, una historia, todo lo que es el lenguaje oral y escrito no da un banano porque no es un bananero como tampoco dará peras ni naranjas.
Ahora, la literatura, en cualquiera de sus ramas, da un fruto excepcional empezando por el aprendizaje, el cocimiento, la belleza y además tiene la capacidad de hacer salir de uno mismo para dejarse llevar en otro yo que nunca imaginaríamos sin la literatura, porque es ella quien lo mueve.
Precisamente fue el lenguaje lo que determinó al hombre como tal. La literatura es el alimento de la mente, se nutre con ella, expande el pensamiento, incluso enriquece el lenguaje. Bien podría decirse que es un círculo con dos centros.
Si yo tomara una partitura y la leyera no me diría nada, pero si la entendiera, si en ella sintiera y comprendiera la música, qué mundo se me abriría.
Hay que saber leer.
La literatura es una necesidad y un bien inmaterial.
Respuesta:
Si bien Ronco Campana dice cosas duras, al analizar en profundidad lo que menciona, no cabe duda que, apartando su vehemencia, hay detalles que pueden aportar si se logran ampliar. Porque no hay guerra que conozca fin solo porque una novela se publique, ni hambre que cese porque un poeta escriba un poemario. Sí existe la comprensión colectiva de una tragedia a partir del aporte de un escritor, ya eso es mucho decir. Pero la Segunda Guerra Mundial no la terminaron los poemas, sino las balas de verdad. Luego la literatura hizo su parte, integrando lo ocurrido a la memoria colectiva, detallando la atrocidad para que las generaciones por venir se dieran por enterado.
Intervienen: William Vanders (Venezuela)-Gavrí Akhenazi (Israel)- Morgana de Palacios (España)- María José Quesada (España)
Tengo mente de virgen por más que me reparta y me mastiquen ojos como manos, por más que me desnude de luto en las aceras y me penetren lenguas en todos los idiomas.
Puta mente de virgen, de vigilia y viacrucis, aunque me abra de letras para el mundo y me subasten boca, y me regale a trozos de tripas y garganta y pieles y vocablos.
Yo nací para sola sobre un montón de sombras. Soy la sola que sabe que todo se termina por más que lo disfraces de principio.
No te llames a engaño. Yo no soy la que ves expuesta en la vitrina de la sensualidad. Soy sólo lo que callo. Mi silencio.
Terca
No soy tuya, Tristeza, no cantes tu victoria que aún me quedan sueños y algunas realidades para gozar despierta y guardo en la memoria las guerras que has perdido contra mis soledades.
Sin prisa mas sin pausa, escribiré tu historia vulgar por cotidiana en mis carnalidades pero, nunca lo dudes, no te daré la gloria de verme sometida a tus cautividades.
Como un junco, Tristeza, me doblego a tus vientos para que no me arrastren mis propios sentimientos ni me sajen el talle tus salvajes cuchillos.
Soy tan terca, Tristeza, que no me vuelves loca, tan dura que si quiebro me rompo por la boca y escupiendo los dientes, me crecen los colmillos.
Carnada para un silencio
Ante el murmullo obsceno de la vida me sucede el silencio como un rito que se opone al enjambre de la letra tendida al sol que más calienta y su estridente grito.
Se desdice de mí mi consabida pasión por el vocablo nunca escrito y cronometro el caos, el vértigo, la herida, reina de la quietud sobre la que levito.
Con la voracidad de la indigencia, a su anorexia, lánguida, me presto como virtual carnada silenciosa.
Y me dejo morir en su presencia. ¿Volverá la palabra en manifiesto tras el mustio cadáver de la rosa?
Desde el principio del fin tengo un sueño recidivo que no se atiene a los tiempos de júbilo o de castigo ni al intelecto disforme sobre el que ejerce dominio como un virus melancólico que actúa en el organismo mutando desde su génesis de escándalo fronterizo.
Porque se niega a morir y ser pasto del olvido, o quizás porque, inconsciente, tengo una deuda conmigo, desde el principio del fin -cuando el orbe está dormido- surge cruzando el umbral de la emoción, sin permiso y se adueña de mi cuerpo como un amante furtivo.
Más allá del verbo amar sin plantearse objetivos, tiene lo mejor de mí, lo más feraz, lo más vivo, lo que no le entrego a nadie sea amigo o enemigo, aquello que me hace hermosa ante un hombre sin prejuicios.
Desde el principio del fin tengo una deuda contigo que te pago con el alma, el corazón y el instinto.
Cuando el fin llame a la puerta y hayan muerto los caminos entre tu boca y mi boca, todo un mundo se habrá escrito.
Más allá del verbo amar
Morgana de Palacios
Rosa de pólvora
Isabel Reyes
Aunque fui rosa de pólvora y me creía una Xana hoy las luces de mis iris son dos barcas congeladas. Cuarenta días lloviendo tan fuertemente en mi hábitat…
Entre mis manos y el aire supimos construir un arca para salvar a un abril que en invierno se mutaba.
Hoy al fin el sol reluce y me lava la nostalgia regalándome raciones pequeñitas de esperanza. Es claridad todo el mundo y la alegría me llama como un allegro vibrante que en mi tempo se instalara transformando la armonía mis ojos en luminarias.
Vuelvo a ser rosa de pólvora en la mar de mis entrañas.
Tengo los ojos nublados y como cántaros llenos, en este dos de noviembre cuando en silencio comemos extrañando tu presencia. Sé bien que no te veremos pero anhelamos sentirte feliz, sana, recibiendo golosinas y comidas que en el altar te ponemos.
La soledad me ha agrietado en estos años tan negros cargando tanta tristeza, que suelto al irte escribiendo con un caudal de morriña versos, rimas y recuerdos que no puedo pronunciar por el dolor en mi pecho. Al apagarse tu luz de mí van quedando restos.
Restos que voy levantando con el suelo en movimiento y mi lámpara apagada, para que veas que ha vuelto tu madre que no se rinde mi ofrenda es todo mi esfuerzo, necesito de tu hombro aunque sea mientras duermo en esta senda invernal donde te busco a lo lejos.
Hoy se me ocurren negaciones de esas que se saben limitadas, pero dramatizan el calendario y me ponen de rival frente al espejo.
Se me ocurre decir que no soy Solange que no, no me conoces, no me presientes, ni siquiera tu voz, me toca, que no volviste a enamorarme que no, no me has cambiado la mirada y la tuya tampoco revolea como ternura de colibrí sobre mi piel.
No, que no es posible que te la pases desordenándome y se haga tan apetecible mordedura de manzana tu boca sobre mi boca.
¿Para qué admitir que culpo a tu Play List Eterna por los besos y que muchas veces ansío que se trabe en mi canción favorita junto a tu lengua?
No, qué absurdo corazón en vértigo ¿Enamorarme yo? De la nada, de la nada. Por eso tampoco hay celos de seres astrales ni de la tierra.
Ay, ¿que fue una tarde de septiembre? Ya hace un mes o dieciséis años, no sé, seguro miento si se me escapa la palabra amor. Diré que no es mía, discutiremos y no esperaré a que me creas.
Solange Schiaffino
Fugarse es negar. Negar precisa del sol. La luz asume el teatro y deambula como sombra.
Negar es paroxismo, inacción, es sustantivo errante, determinista y a veces sacrílego.
Como cuando me invento océanos separando nuestras bocas.
William Vanders
A veces nos parece que un poema es una carta dejada para ser leída después del desayuno, otras, parece la copa de vino previo a la cena y otras tantas, seguro parece un mal trago.
Pero hoy niego todas las anteriores no es siquiera juego ni carta o confesión inversa
No diré que sea siquiera poesía ni límite en la acción o un océano separando dos bocas.
Negaré sin huir, no porque la inmovilidad no aprisione la voz o la respiración y un ataque paroxístico me reseñe como momento.
Niego porque este poema solo existe por el poder de negar lo que de otro modo aquí y ahora, no sería.
Solange Schiaffino
Henrry Di Spirito – William Vanders
L’orizzonte è una luce, mamma
A mi dios humano lo perdono, vive su humanidad humanamente.
Mi dios no es más colérico que el vuestro y yo lo acepto como cada uno el propio dios acepta.
Pero
hubo un tiempo de yoes reunidos al que regreso dignamente con los ojos callados y la espalda cansada
un tiempo en que mi Madre hacía la mañana con su café con leche y daba de comer en pleno vuelo a pájaros y hombres con sus manos.
Me enseñó el milagro del bautismo con un trozo de pan sumergido en el café cada mañana construida con manos de canela y albahaca.
Supo multiplicar los peces cuando el océano magnánimo de mi Padre no pudo regalar sus dones cotidianos.
Convirtió el vinagre en agua cuando tuve sed y encendió todas las luciérnagas del mundo para mis noches.
Se hizo molde para mi silueta en cada uno de mis regresos de la escuela de la universidad de llanto roto de espanto grave y de voz exiliada.
Ella, tan sólo ella, entiende plenamente los versos que yo escribo en los reveses de las lluvias.
Así, a ella la declaro único
Él
del evangelio de pomarosa y níspero de la iglesia en el patio grande de la casa de todos los inicios.
Henrry Di Spirito
Cuando Salvador conoció a Dios no supo quién era ese andrógino parlando sin mover la boca.
Era una tarde de golondrinas rasantes y la fuente pintaba nubarrones negros. A lo lejos ,las montañas bramaban desde su entraña de barro y roca.
Con voz de niño adulto, Salvador, preguntó:
-Hey, porqué me hablas con labio invisible, y porqué pareces un Modigliani asexuado. Acaso eres un mago del río aparecido como un rayo, vestido con escamas de plata y oro para mostrarme el don de la palabra sin ruido.
Entonces, el Dios disminuyó su efectismo, achicó su estatura, se transformó en mendigo y habló con ronquera:
– Vengo de tu mente cuando cumpliste nueve años, de cuando perseguías libélulas para atraparlas y ver en sus ojos el pasado del futuro. Vengo a devolverte la lámpara que me diste cuando tuve hambre.
Tómala, Salvador. Ve a multiplicar vida donde la tierra tiemble.
También le conocí. Me bautizó Poeta y ese día lloré como quien llora una tragedia bárbara caída desde y hacía la poza de las almas.
Me dijo: eres niño cometa en mano y luces de luciérnagas marcan tu camino.
Ese día me supe un ente único libre de mi atadura sucedánea y empecé a vagar por los silencios hediondo de mastrantos y puerco de moriches a la caza de verbos y metáforas creyente fiero de mi nueva dimensión.
También le conocí. Me dió su mano futura para días obligados. Supo que inevitablemente el llanto sería marca atávica y espina clavada a mi costado.
También le conocí. Me bautizó Poeta y me dió el ungüento con que curo las llagas de mis pies y toda soledad.
También le conocí. Alejandro su nombre y también yo le extraño.
Henrry Di Spirito
Gavrí Akhenazi – Morgana de Palacios
Transformismos
Dulce animal de miedo que me hostiga el corazón –espinas y tormentas– con un lazo arterial, un rudimento de puente entre latidos, un refresco de sangre que devuelve su sentido a la herida.
Desde esta piel lejana y sus cansancios, abrevo en su laguna atemporal y pongo a consideración de su elemento la terrenalidad de mis batallas.
Apilo las derrotas y los cuerpos de sueños que han pasado a mejor vida.
Sopla un viento de agua que levanta de lágrimas un aire en que no llueve como si fuera una región perdida de aquella África mía en las otras historias.
A veces me pregunto en cuál violencia de todas mis violencias, el animal de miedo se transformó en domador de furias y me arropó en su humedad de sedas lloviznosas.
Empapo mi animal con su animal de agua.
Y el mío, soberbio y monolítico, se vuelve un raro pez, un pez que vuela, un pez que canta con un canto sordo, un pez que a veces se transforma en nube y ha aprendido a llover.
Un pez con su sangre de pez que, mar abajo, se envuelve con lagunas los deseos.
Gavrí Akhenazi
Mnémico
Hay que ser muy valiente para encender la luz y sentarse a escribir oscuridades sin nadie alrededor. Sacar los trapos sucios del arcón del enigma y orearlos al sol, comprobando el alcance de la propia palabra, mientras las tripas hacen borborigmos con venenosa bilis de autocrítica.
Hay que ser muy valiente, casi profesional, para crear perfiles a las sombras cuando están entonando el mea culpa por su torpe ficción en el húmedo abismo al que le invocan.
Cada vez que alza vuelo memorioso, destroza la ceguera de la costumbre.
Morgana de Palacios
Curación por la lluvia
Hembra animal de agua ha puesto lluvia encima de la mesa.
Hoy mi animal no caza. Permanece, tenazmente sujeto a la vasija de escanciar el mundo, y habla con los dientes de habitar desastres hastiados a experiencias.
El animal de agua reflota las lagunas de todos los océanos y con una mirada las recoge y las junta en la vasija con que da de beber a mi animal de sed.
No me pregunta lo que otros me preguntan.
Nunca pregunta lo que otros le preguntan a mi animal sin ruidos, a la profunda bestia agazapada al fondo de su incógnita.
El animal de agua ha lavado a ese animal de sed casi todos los restos de derrumbe y en la noche es un ave solícita que canta mientras guía la sangre por un espacio entre candiles áridos.
Me pregunto, –como un desarrapado cazador de ausencias– qué será de mis pasos si el animal hembra de agua un día me abandona de nuevo en este viento desértico, oscuro e infinito.
Gavrí Akhenazi
Mnémico II
Realmente no sé, si amortajamos juntos lo frágil de este carro de combate o esperamos aún estrenar la palabra que nos defina únicos mientras rompe el silencio.
No se trata de amor ni de dolor ni de resignación a sus designios. Se trata de anhelar lo perdido hasta dañarnos, codiciar lo imposible, soñar con lo impalpable.
De verdad que no sé cómo es posible que mi huella de agua resbale por tu sangre y salga a borbotones de tu boca.
Qué inclemente ternura acompaña a los gestos de tus manos que acarician la piel de mi memoria, si se apaga la luz del corazón cuando me duermo, y no dejo un segundo de buscarte.
Anda y di a los machos de tus ojos que disputan mis rimas carniceras, que se van a engañar con trampantojos. Debajo de mi ropa los despojos de una entelequia, mueven las caderas.
Diles que no se encelen por La Oscura que finge claridades por capricho. Si miran más allá de mi locura, verán que sólo soy la conjetura que siempre se desdice de lo dicho.
¿Que te gusta jugar? Lo sé. Te gusta. Si ladras más que muerdes, no es seguro. Tu voz es el caballo, yo la fusta que te desboca el trote siendo injusta con la llamada a sangre de lo impuro.
Si te vas a matar de transparente sobre mi vendaval de soledades, no me reproches luego ante la gente que te dejé morir. Soy diferente porque no juego el rol de las bondades.
Si en esa diferencia ves tu hombría peligrar como roble en un desmonte, no escupas en mi nombre. Todavía queda mucho pecado. Mi utopía se suicida detrás de tu horizonte.
Privilegios
(quintetos dodecasilábicos)
Seme nublan los ojos de cancerbero por evitar morirme en tus estrategias de hombre imprevisible. Tú lo primero. Los otros son la nada, si nada quiero, por algo con tu celo me privilegias.
Si no me empleo a fondo pierdo la apuesta de tu emoción salvaje y extravertida. Soy la funambulista siempre dispuesta a disparar veneno con la ballesta de la respuesta grácil y enardecida.
Y peco de sincera, nunca de injusta desde que me da sombra tu terca espalda. A fuer de verdadera soy una fusta inclemente y certera, la que te gusta cuando buscas tu hombría bajo mi falda.
Por mucho que te hiera, vas a quererme como quiero las manos de tu maltrato. Hasta que yo decida, solo por verme escribiendo tu nombre que se me duerme de deseo en la boca. ¿No es ese el trato?.
Silvio Rodríguez Carrillo – Paraguay
¿Sabes leer lo que hay detrás?
(pentadecasílabos arromanzados)
Detrás de la UNESCO no todos abrochan a Huxley, a Julian, el claro eugenista que fue caballero; y a pocos conozco que admitan que tal instituto, que tal sociedad sin reparos, con plata y con tiempo trazó despacito el presente en que muchos respiran.
Detrás de la FIFA, que tantos -jamás por el Diego- boludos pensantes, creyeron loable y sin transas, el robo tranquilo entre amigos, la joda con hielo; mandaron al frente a un grupete que fue farolito, viñeta de prensa con qué escupir sobre sus muertos.
Detrás de los suecos y el premio a las letras de mierda también el escándalo, el puto machismo en los ruedos, acoso sexual, la violencia del pene patriarca y claro, la pobre vulvita en entonces venciendo por fin, tradiciones, sin cárcel, que cárcel es mucho.
Detrás de mis ojos, del negro que soy en mis huecos ¿con qué batería de falsos axiomas verá que escribo y nos narro el esteta del último miedo? Los tonos que oculto marcando mi mano en la sombra podrán enseñarte que danzo con altos silencios?
Magnífico villano
(alejandrinos arromanzados)
Colocando palabras en la cima de un muro se le pasan las horas desprovistas de dudas, desnortado y silente del gentío se aparta aunque igual permanece con el pueblo y el cura cosechando un pasado que se extingue en el aire.
El absurdo, incisivo, le taladra las juntas, entre el cuello y la espalda, por las cejas y el rojo de sus labios, por cada marcación que la culpa le resalta en silencio, con su sombra imprecisa resbalando filosa con su tono de burla.
Ah, patán, caballero de imposible futuro, que difícil hablarte de la noble estatura proyectada en el hueco que defiende tu pecho sin temer ofenderte, sin llamarte a la lucha, por el gusto a la guerra que se ovilla en tu vientre.
Ojalá nos perdones el naufragio que cursan nuestras vidas por causa de tus vidrios con letras, que te olvides del tono de la voz que te juzga: terrenito del odio, campesino de Roma; que no veas la tinta de las jóvenes putas.
Gavrí Akhenazi – Israel
No poema de amor
(quintetos endecasílabicos pocos ortodoxos)
Nunca amé a una mujer. Amé a esa idea de lo que yo pensaba es ser amado con todo lo posible idealizado.
Creé la convicción, que se alabea aún hoy – como aquello no alcanzado – sobre mi propia fe. Un imposible hecho de mis resortes. Y mi ansia armó mi corazón de nigromancia intentando volverlo indivisible, pero se rompió igual, como mi infancia.
Todo fue un ideal prefabricado, un grito de pasión acumulado en su propia intención. Un acertijo de este folio de vida desprolijo que soy: un irresuelto. Un desolado.
Tiempos del habitante
(hexadecasílabos pareados)
Los viejos saben por zorros, los zorros por desplumados y los que te dan el cante por profundos avisados de honduras del alma humana, apelando a ser parientes, lo que quieren, alma mía, es tenerte entre los dientes para mascarte despacio como rumiantes pasivos que eliden a la verdad, consejeros compasivos o viejos cobardes viejos que no resisten la brega y apelan a la calumnia. Ya sabés, todo se pega.
Mientras los perros me ladran con voces de gallo fino yo pienso en todo el osario que te persigue canino para morderte la boca donde queda la verdad y pasarla para el cuarto con toda su vastedad y así cambiarte la letra de firmar el manifiesto donde vale tu palabra la rúbrica de mi gesto.
Que la lealtad se pega no está escrito en ningún lado porque el tiempo con leales de suyo que está acabado y proliferan, voraces, los comedores de oreja que intentan llevarse al huerto, febriles, cualquier coneja para engordar el puchero de sus magros intereses. Haceme el favor, almita, no les ofrezcas tus preces.
Yo ya dejé de rezar por los ángeles que lloran y por los áspides bípedos que la palabra adulzoran mientras venden fraccionados benedictos venenitos en frascos de quita y pon que arrasan con los pruritos de la drogodependencia que involucra el mal amor. En los tiempos de mal frío cualquier carne da calor.
Pero vos, almita mía, sabés si vengo violento y en callarme el mal dolor hago mi mejor intento porque me gusta la vida cuando se expresa de frente aunque duela lo que salga de su boca intransigente. Y me gusta que en la almohada quede el perfume maduro de la bestia que me habita tan salvaje como impuro.
Eva Lucía Armas – Argentina
Desapareciendo
(quintentos alejandrinos)
El silencio me escupe siete puntas de espada siete bestias redondas en las que cabe el miedo acurrucado y parco como yo desolada, desaforado grito para gritarse quedo con la garganta llena de sangre coagulada.
El silencio me ciñe como un sayo de vela en un entierro inútil de dolor infinito; me amortaja invencible con un llanto de espuela que me rebaja el alma en desgastante rito para que mientras mata, me duela, duela, duela…
El hechizo del karma
Yo vengo precedida por la furia del karma y soy una karmática violentada impostura. De la maternidad me viene la ternura, de la guerra me viene nunca bajar el arma y toda esta inconsciencia que parece bravura.
El karma se ha sentado a disponer mi mesa con sus juicios eternos, circulares y heridos. Deposita en mis manos detalles prohibidos y me vuelve infinita, alimenticia, espesa y tentador potaje para los malnacidos.
Así como me ves, soy toda hechicería. Hago jugos dolientes con las voces del hombre y escribo en los papiros el nombre que te nombre cuando hiere la espada de la melancolía. No sé si soy real… o hay poco que me asombre.
Aspira el monte a no quedar tan lejos del horizonte.
2
Sin saber que aprendería más de lo que se enseñaba (más de lo que se esperaba), decidí marcharme un día. Y así vivo, todavía: pasajero, deambulante para siempre en el instante, propietario de mi olvido, soñador empedernido, el camino por delante.
3
Vivo sueños, sueño vidas cuando toca y a deshoras: genuinas, impostoras, ejemplares, divertidas, hasta el fin comprometidas y también indiferentes, cándidas e irreverentes… Y aunque andar así me gasta tanto tiempo que no basta, seguirán insuficientes.
4
Queda todo por delante: queda empeño, desaliento, otro sueño, un nuevo intento, otro paso hacia adelante en la búsqueda constante, larga noche, inmenso día en perpetua correría tras la suerte, solamente para verte, siempre al frente y alejándote, Utopía.
5
Tiene la arena afán de transparencia, luz en las venas.
6
Siempre estoy agradecido de tener salud, cultura, un poquito de cordura, alas, viento y más de un nido, días llenos de sentido, este corazón que siente con su pulso diferente, mi repertorio de sueños grandes, medianos, pequeños… tengo más que suficiente.
Morgana de Palacios – España
No miento
(Décima antigua propia de los cancioneros medievales)
Llega, si llega, diciendo lo que no dice ninguno con el descaro lobuno de quien más me está queriendo. Con la letra malherida me hace un traje a la medida para vestir mi desnudo. El ángel del ala rota sobrevuela mi derrota y se olvida de que es mudo.
Mi obseso de oscuridades de claridad me acomete para poner en un brete a mis clandestinidades. Si habla por mí, mi boca despliega un alma barroca y se la ofrece al mordisco, pues lo nuestro es una guerra con los pies sobre la tierra y el corazón levantisco.
Porque no me tiene miedo mi verso nunca le miente cuando va del beso al diente o lo elige como credo. Mi más íntimo enemigo no me escatima el castigo que implica su realidad, mas como sé que se apuesta la letra en cada respuesta le pago con mi verdad.
Gavrí Akhenazi – Israel
Todos los días son De los Difuntos
El Día de los Difuntos llueve sangre sobre el día llueve con pura porfía sangre de muertos adjuntos. Llueve. Son las muertes untos que esparzo en la llagadura. Muerto voy sin sepultura con tanto muerto inocente y muerto doy el presente en un mundo de locura.
¿De qué te quejás princesa en tu mundo de papel? ¿Se te marchitó un clavel? ¿La salsa te salió espesa? Vivir es una proeza que merece su respeto, porque vivir es un reto y en tu mundo hay luz brillante. Hay otro mundo distante donde Dios murió de quieto.
Vengo de la oscuridad con la blasfemia en los dientes mordiendo a los indolentes malditos de liviandad. Vengo de la mortandad. Llegue un día de Difuntos a morir con muchos, juntos, y por más que siga vivo la muerte es un adictivo que gana todos los puntos.
Morir por morir se empieza o se empieza por matar; se estrena prostibular toda agalla en su entereza. Los moridos de riqueza misérrimos por doquier van sin morir ni entender, parias de la circunstancia. Buitre no aprende constancia; te almuerza… sin fallecer.
Tiros de gracia y gusanos niños y mujeres muertas pobre, ricos, lindos, tuertas en manos de los insanos. Ya no creo en los humanos no creo en los elefantes ni creo en tantos distantes descreo de Dios y el Diablo y descreo del vocablo. La vida no está adelante.
La muerte si. Tanta junta tanta sin ton y sin son como un burdo diapasón que invoca una marabunta. Igual. Nadie se pregunta si tiene acaso un hermano si algún hombre le es cercano por afuera de su ombligo. Soy ira y dolor. Maldigo a todo el género humano.
¿Se puede responder a la pregunta de cuál es la forma correcta de separar un verso en una composición en verso libre?
No creo que si se utiliza una sintaxis normal, un autor no sepa cuando una frase se corta de manera inadecuada forzando un encabalgamiento poco atractivo y, desde luego, únicamente el poeta sabe cuando debe iniciar un nuevo verso en función de su propia expresión y del ritmo que le esté imprimiendo.
Cualquier tipo de verso tiene unas normas determinadas, así que hablar en poética de libertad absoluta, es imposible.
Lo que llaman verso libre es una variante compleja de conceptos que ya existen en el verso tradicional, como el ritmo y la cadencia, y de ningún modo se puede llamar verso libre a tantos casos lamentables como se ven, si carecen de ese ritmo.
Aunque el verso libre rechaza la normativa poética tradicional, sin organización rítmica, el poema no puede existir.
Yo aconsejaría, precisamente para afinar el oído y que no existan dudas a la hora de dar por finalizado un verso, que se estudie la técnica rítmica.
Ser poeta no es algo cómodo ni fácil. Ningún arte lo es, así que nadie que desconozca la base de la poética o desprecie el arte que ser poeta requiere, puede llamarse a sí mismo poeta. Picasso no empezó directamente como maestro cubista ¿verdad?; conocía la tradición y la técnica y a partir de ahí, pudo actuar. Los grandes músicos de jazz conocen a la perfección la música clásica y es en ese conocimiento como componen sus obras más brillantes.
Creo que era Robert Fros el que daba un ejemplo magnífico sobre la utilidad básica de la métrica para alcanzar la libertad a través de sus límites, porque ninguno de los dos conceptos existe sin el otro (libertad-límites).
Decía, que nadie podría jugar al tenis sin disponer de un campo de determinadas características y medidas, de una red con una altura precisa y de otra serie de límites, que bueno, estaríamos jugando a cualquier otra cosa pero no al tenis. Lo mismo ocurre con el verso llamado libre.Dos jugadores que tengan una raqueta y una pelota rglamentaria, que no quieran delimitar su campo de juegos, pueden acabar haciendo carreras inacabables o a puñetazos si son intransigentes.
Elliot decía: «Ningún verso libre es libre, para aquel que aspira a un buen trabajo».
Sobre una gráfica imaginaria, el trabajo del poeta puede provenir de dos líneas. Una de ellas es su conciencia y trabajo contínuo, la otra línea es simplemente su curso normal de desarrollo, su acumulación y asimilación de experiencia (no buscada sino solo aceptada en función de lo que se quiere hacer).
Por experiencia entendemos las consecuencias de la lectura y reflexión sobre intereses de todo tipo, contactos, conocimientos, así como pasión y aventura. En cualquier momento, ambas lineas pueden converger en el punto más alto, de modo que obtenemos una obra maestra.
Es decir, de la acumulación de experiencias que se cristalizó para obtener el material artístico y de años de trabajo en la técnica que preparó el medio adecuado, se deriva algo donde medio y material, forma y contenido, son indistinguibles.
Ahí está la perfección del verso…incluso la del verso libre.
Para considerar libre a un verso con respecto a las convenciones métricas y rítmicas que rigen en cada lengua, hay que dejarlo reposar sobre la «violación» de la tradición y para violar algo es necesario conocerlo. El verso libre, necesita contener un germen estructural que se repita, ser el reflejo de otros versos.
Por tanto, la base para la separación de los versos es el ritmo. La base para conocer el ritmo es la técnica métrica y acentual. Cuando un autor conozca mínimamente las normas básicas de la poética, podrá optar con brillantez por saltárselas sin perder lo fundamental y sin que se conviertan en simple prosa recortada, o directamente en caos literario.
Tú te anticipas, yo actúo cuando no tiene remedio y están los ojos del tedio fijos en mí, como un búho. Hasta que me desvirtúo con mi vestido de insecto y llego al fín del trayecto gris, desvalida y opaca, no salgo de la cloaca ni me alzo en vuelo perfecto.
Duermo poco, tengo afán de permanente vigilia y el sueño de mí se exilia con despechado ademán. Sólo despierta el desván de los sueños se me ofrece y es entonces cuando crece – con qué infinita paciencia- la flor de la efervescencia que entre mis versos, se mece.
Y deliro, como tú, arrebatada la frente más fría si más ardiente, dúctil caña de bambú. Plumita de marabú vilano de cualquier viento, cosquilla del sentimiento que se ríe de sí mismo. Deliro mi agnosticismo con la fe del irredento.
Morgana de Palacios
Si te digo piel de musa me rebanás el garguero y prefiero otro entrevero que morir bajo esa excusa. Para la ruleta rusa, me toca siempre la bala así, en tus manos, resbala mi cerebrito licuado. Y tu verbo, ensangrentado, en su pasión se acristala.
Pero es verdad que mi rumbo va siguiéndote el donaire, silbando bajo, al desgaire, como mosquita, te zumbo. Y si me amenaza el chumbo de tu mirada esmeralda, tu corazón rojo y gualda contra mi blanco y azul, sé que no ves un gandul olisqueándote la falda.
Porque aunque todos te digan que yo no soy para vos, que sos buena y yo feroz, nuestras semillas, espigan. Las pasiones desobligan a lamentar tanto muerto y a descabezar al tuerto que escupe malas miradas. Con las almas anudadas cruzamos cualquier desierto.
Gavrí Akhenazi
Si me dices piel de musa te condeno al ostracismo, que es un término en sí mismo del que hasta el más tonto abusa. Por debajo de la blusa se me «alergiza» la piel cuando veo en el papel el nombrecito de marras. Me gustas más si desbarras saliéndote del riel.
Anda, no delires tanto ni te busques más problemas que mi nombre en tus emblemas aumentará tu quebranto. Precisamente el encanto que tiene la situación, es que somos en función de cómo se mueva Eolo, ajenos al protocolo que requiere cada unión.
Que eres tú mucho poeta y no te hace falta alguna, cualquier musa inoportuna que quiera darte la teta y luego te comprometa a serle fiel de por vida, cerrándote la salida para el verso libertario. Quita, quita. Solitario te lames mejor la herida.
Para cruzar el desierto mejor sin musa ni muso, que ambos somos multiuso en cualquier terreno incierto. Con el pecho al descubierto y el corazón al galope, tendría que ser miope para no sentirte cerca. Soy altiva mas no terca si el tipo es cinemascope.
Morgana de Palacios
Si me aguanta, le respondo; pero más si viene fresca me gusta su picaresca y su garbo sabihondo. No se me da el cante jondo, pero a la pasión me entrego y en el amor soy tan lego como un dinosaurio fósil. Aunque su verso es tan dócil que me envuelve su dondiego.
Me tiene en muy alta estima su pensamiento poeta pese a que soy pura jeta en asuntos de la rima. No me hallo en la tarima, señora de mis quebrantos y asusto con mis encantos la modernista vanguardia. Sabe bien, pura metralla, mato diablos, bajo santos.
Divertido por bocón, rapidito en el negocio de achurarle el tiempo al ocio y alegrar su corazón. Cuando me mande al rincón, por zarpado y lenguaraz va a extrañar mi mente agraz en esta vida difusa. Usted, mi pasión, mi musa, yo apenitas, verbo audaz.
Gavrí Akhenazi
Tiene usted muchas pasiones cordobés de pacotilla, y yo estoy en la otra orilla estrangulando emociones. Siendo un As de corazones lleva repleto el petate de mujeres en combate por su músculo cardiaco. No me meta en ese saco no sea que me arrebate.
A jetón nadie le gana. ¿De dónde saca, querido, esa humildad sin sentido que me deja en la ventana? Con precisión cirujana se cachondea de mí clavándome el bisturí -volviendo a llamarme musa- en la dermis que, contusa, tiembla como un alhelí.
Ays qué malo, malo, bicho, de siete suelas, ladrón, mosasauridae cabrón que me pone en entredicho. Retráctese de lo dicho, que me jode el estandarte, y se está jugando el arte de la diversión conmigo, pues me iré como castigo con la música a otra parte.
Morgana de Palacios
Tan linda venía la joda, compañera de quilombo, que le iba a comprar el combo a su enjundia de rapsoda. Pero ya vio, está de moda y en auge la boludez del derecho y del revés sin que se entiendan razones. De punta, con mis tapones ando partiendo clichés.
Se me encolmilla la risa de animal de dentellada cuando hiende la pavada la verdad, sin cortapisa. Yo, que vivo en la cornisa del desastre y la tragedia parezco la Wikipedia: no hay guerra que no haya visto. A veces no sé si existo porque el mal, no se remedia.
Entonces, soy un iluso, todavía un serafín que va de uno a otro confín, ya desalado, contuso. Pero ¿sabe? me rehúso a resignar la bandera y aunque así mi vida entera sea un profundo fracaso no me arrodilla el ocaso. Sueña la paz, mi quimera.
Gavrí Akhenazi
Uno intenta ser amable como vendedor de tienda, por ver si el errado enmienda del verbo lo reprochable. Asertivo y agradable hasta que la mala baba de la prepotencia acaba con la paciencia más pura. Nunca fue Literatura lo que tu escritor soñaba.
Y se te afila el colmillo y las uñas se me afilan y los ojos que vigilan las estancias del castillo se vuelven torvos cuchillos para proclamar verdades. No sé si son las edades, las experiencias, el mundo y lo que tiene de inmundo lo que mata libertades.
Al final, la realidad llega con su cara acerba y consigue que nos hierva la sangre a su voluntad. Ni siquiera en la ciudad de la Utopía perece la hipocresía que crece entre mansedumbre escrita. ¿Quieres verdad? Dinamita el ego cuando aparece.