Milagros I & II / Vos / Siete lunas: Poemas & óleo de Daniel P. Ilardi

Milagros

Yo tengo esta razón para mis ojos
y para mi balance, esta ganancia:
la grata novedad, la relevancia
urdida en el jardín de tus sonrojos.

I

Al cabo de este andar que se aligera,
de un ángel entre encajes suspendido,
me ha sido este verdor irrepetido
porque te quiera así, porque te quiera.

Porque contigo todo se acelera,
velocidad de instante y de latido,
a tu sonrisa voy como hacia el nido
aún a medio hacer en primavera.

Y aún a medio hacer la flor y el gajo,
la sangre por las venas se reprisa
motivo de frutal predicamento.

Que arriba todo es como es abajo:
a Dios en vecindad de tu sonrisa,
por un momento vi… por un momento.

II

Del Verbo es el deseo de que explores
desde lo inaprendido a lo supuesto,
y nuevas son las cosas —pormenores—
al desafiar tu boca aquello y esto.

Qué cónclave de lirios seductores
en los jardines niños de tu gesto,
la viva perspicacia de las flores
en nítida ascendencia sobre el resto.

Qué inevitable asunto de la hierba
dirime entre tus dimes y diretes
el aire emparentando epifanías.

Cuanto tú dices —niña— se exacerba
la dulce inequidad a que sometes
el alma, los relojes… y los días.

Vos

Vos:
del sueño
dueña del párpado,
reloj de sol de la vigilia.
Cuadrante en que relata el morbo
estancias de un espacioso despertar,
donde los gestos te embleman
fotón en caída vertical
de un quásar lejano.
Orden del prisma
cayéndome
en la cara,
Vos.
Vos:
del vos
con brillo,
lúcido sextante
midiendo en coordenadas
ansias del ángulo imposible
de un efímero vivir en luz,
propicio a los encuentros
cómplice al suspiro.
Lo posible y vos,
fugaz y eterna,
silencio…
Vos.

Siete lunas

¿Ves aquélla mujer mecer la cuna?
Parece tan posible, tan cercano
tocar el horizonte con la mano,
uncirle un cielo nuevo a la fortuna.

Ha debido comerse siete lunas,
ese vientre crecido del rellano;
las tibias levaduras del arcano
leudar en sus dos pechos como dunas.

¿Adviertes la patada inoportuna
la nausea repentina y el desgano?
¿La larva del antojo a contramano,
de ese cuerpo por dos que se le apuna?

La punta del pezón como aceituna
que espera el amasar de su artesano
ya sueña con la vida mano a mano
¿Has visto esa mujer mecer la cuna?

Acerca de Daniel P. Ilardi

Acentuaciones posibles de la métrica española

Por Alejandro Sahoud

La estructura del verso español se inserta dentro del ámbito mayor de la métrica románica (en especial provenzal y francesa), aunque con rasgos distintivos. Los elementos más importantes son el acento de intensidad, la pausa métrica (final de verso o de hemistiquio), la cesura y, en última instancia, el número de sílabas. Existen procedimientos variables, aunque no imprescindibles, como la rima, las figuras de repetición fónica o sintáctica o la disposición en estrofas.
El ritmo del verso reside en la sucesión de sílabas acentuadas y no acentuadas. Según el filólogo español Tomás Navarro Tomás, “la línea que separa el campo del verso del de la prosa se funda en la mayor o menor regularidad de los apoyos acentuales”. Los acentos rítmicos pueden caer en el acento propio de la palabra aislada, pero también en sílabas cuyo acento original es débil. Cada grupo de dos, tres o cuatro sílabas, una de ellas tónica, recibe el nombre de pie de verso o cláusula rítmica. El primer nombre proviene de la analogía que suele hacerse con la métrica clásica y sus pies fundamentales:
  • Troqueo: formado por sílaba larga y sílaba breve (—È) o sílaba tónica y sílaba átona (óo).
  • Dáctilo: larga y dos breves (—È È) o tónica y dos átonas (óoo).
  • Yambo: breve y larga (È—) o átona y tónica (oó).
  • Anfíbraco: breve, larga y breve (È — È) o átona, tónica y átona (oóo).
Estos pies están basados en una sucesión de sílabas largas y breves (sistema cuantitativo) que la métrica española ha asimilado a tónicas y átonas; en el esquema, u es una sílaba breve, una sílaba larga, o una sílaba átona, y ó una sílaba tónica.
Pese a haberse intentado la asimilación de las versificaciones griega y latina a la española, al ser lenguas de distinta flexibilidad, no compatibilizan en la base de los pies (sílaba larga / sílaba corta) para ser nombradas. Por ende, la clasificación de Bello, mejorada por Coll y Vehí, asentada sobre sílabas métricas y acentos, es la más recomendada y de hecho, la que mejor se adecua al tipo de lengua.
Las sílabas que quedan sueltas al principio del verso, hasta el primer acento, constituyen lo que se denomina anacrusis. Las cláusulas rítmicas reunidas forman el periodo rítmico, que se extiende hasta la última sílaba átona anterior al último acento del verso, el forzoso de la penúltima sílaba. Este último, junto con las átonas que lo siguen y la pausa de final de verso, forma el periodo de enlace con el verso siguiente.
Sabemos, pues, que los versos toman su nombre de la cantidad de sílabas. La medida o metro del verso depende del número de sílabas métricas que tiene. Para contar las sílabas métricas hay que aplicar principios especiales, tales como el acento final y las licencias poéticas.
Una sílaba, en español, consiste de una vocal (a, e, i, o, u, y) o de un diptongo o triptongo y las consonantes que se agrupan alrededor de ella.
El diptongo es una combinación en una sílaba de una vocal débil (i, u) con otra vocal fuerte (a, e, o) o débil.
El triptongo es una combinación en una sílaba de tres vocales.
Si la vocal débil está acentuada cuando está precedida o seguida por otra vocal, no se forma un diptongo, y cada vocal pertenece a una sílaba diferente:
} frío: frí-o
} día: dí-a
} veía: ve-í-a

Lo mismo ocurre cuando la sílaba termina con una vocal y comienza con una consonante:

} casa: ca-sa
} florido: flo-ri-do

Generalmente, cuando se juntan dos consonantes, son divididas; la primera pertenece a la sílaba anterior y la segunda a la siguiente:

} ascua: as-cua
}  voluntad: vo-lun-tad

    Excepción: Las siguientes combinaciones de sílabas forman grupos que no pueden dividirse:

    • Una combinación de f, p, b, t, d, g, c (k, qu) con r:
    • } cuatro: cua-tro
      } febrero: fe-bre-ro
      } grabado: gra-ba-do
    • Una combinación de f, p, b, g, c (k, qu) con l:
    • } hablar: ha-blar

    A partir del último acento del verso, una sílaba y solo una debe contarse.
    Si la palabra final es aguda (que recibe el acento en la última sílaba, como “domar” o “albornoz” o “sofá”), al contar las sílabas se añade una.
    Cuando la palabra es esdrújula (que recibe el acento en la antepenúltima sílaba, como “libélula” o “círculo”), se descuenta una sílaba.

    Licencias poéticas

    • Sinalefa: unión de las vocales finales e iniciales de dos o más palabras consecutivas en una sola sílaba métrica. (No se trata de una licencia o ruptura de las reglas normales de la pronunciación española; es la norma prosódica de la lengua).
    • Sinéresis: unión de vocales en el interior de una palabra, vocales que de ordinario no formarían diptongo, como “caos” (que en vez de dividirse en dos sílabas forma sólo una en virtud de la sinéresis). Otro ejemplo: a/é/re/o podría dividirse aé/re/o según las necesidades del poeta.
    • Hiato: el opuesto de la sinalefa, mucho menos frecuente. Consiste en la separación de las vocales finales e iniciales de dos palabras consecutivas. Casi siempre ocurre en la última sílaba acentuada del verso.
    • Diéresis: ocurre cuando se rompe un diptongo; el procedimiento se marca claramente por medio de un signo especial de puntuación, llamado diéresis o crema (¨), que se coloca sobre la vocal débil o sobre la segunda vocal cuando ambas son débiles.
    Teniendo todo esto en cuenta, inferimos que una sílaba métrica no es lo mismo que una sílaba gramatical.

    Acentuaciones rítmicas posibles para cada metro:

    Los acentos se denominan:

    • Obligatorio al de penúltima sílaba
    • Interiores a los rítmicos.
    • Tetrasílabo: No necesitan acentos interiores. Se dan éstos sencillamente por las palabras que se utilizan. Pero atendiendo a la norma expresada anteriormente, se considera de acentuación obligatoria en 3ra.
    • Pentasílabo: Es muy poco usado y como el tetrasílabo, no necesita de acento interior, pero generalmente, además del obligatorio en 4ta, para que tenga un ritmo correcto, el acento interior debe recaer en la 1ra.
    • Hexasílabo: Se consideran con buen ritmo los que acentúan en:
    • } 3ra y 5ta
      } 2da y 5ta
      } 1ra y 5ta

      Sobreacentuado:

      } 1ra, 3ra y 5ta

      Con semirritmo:

      } sólo 5ta
    • Heptasílabo: Se consideran con buen ritmo los acentuados en:
    • } 3ra y 6ta
      } 4ta y 6ta
      } 1ra, 3ra y 6ta
    • Octosílabo: De todos los metros, es el que más fácilmente puede seguirse con el oído, dada su musicalidad. Se consideran con buen ritmo, los que acentúan en:
    • } 2da, 5ta y 7ma
      } 3ra, 5ta y 7ma
      } 3ra y 7ma
      } 2da y 7ma
      } 4ta y 7ma

      Aunque éstos tres últimos podrían entrar en la clasificación de semirrítmicos.

    • Eneasílabo: Si bien este es un verso de compleja acentuación, se consideran con buen ritmo los acentuados en:
    • } 1ra, 4ta y 8va
      } 2da. 4ta y 8va
      } 3ra, 6ta y 8va
      } 4ta y 8va
      } 3ra y 8va

      Se consideran de semirritmo:

      } 5ta y 8va
      } 2da y 8va

      Se consideran sobreacentuados:

      } 2da, 4ta, 6ta y 8va
      } 1ra, 3ra, 5ta y 8va

      No son recomendables los que acentúan en:

      } 2da y 5ta y 8va
      } 6ta y 8va
    • Decasílabo: Se considera de acentuación clásica el que lleva los acentos en:
    • } 3ra, 6ta y 9na

      Con buen ritmo los que acentúan en:

      } 4ta, 6ta y 9na
      } 4ta, 7ma y 9na

      Semirrítmico:

      } 4ta y 9na
      Sobreacentuado:
      } 1ra, 4ta, 7ma, 9na
      } 2da, 4ta, 7ma, 9na
      } 2da, 4ta, 6ta, 9na
    • Endecasílabo: Presenta este metro una diversa cantidad de acentuaciones, cada una de las cuales recibe un nombre específico, que se identifica con la nomenclatura de los versos griegos.
    • Clásico o melódico:

      } 3ra, 6ta y 10a

      Dactílico o de gaita gallega:

      } 1ra, 4ta, 7ma, 10a

      Trocaico o heroico:

      } 2da, 6ta, 10a

      Dáctilo, trocaico o enfático:

      } 1ra, 6ta y 10a

      Sáfico:

      } 4ta, 6ta y 10a

      Otra forma de sáfico:

      } 4ta, 8va y 10a

      A la francesa: Con acento en 4ta sobre palabra aguda u otro acento en 6ta u 8va, además del obligatorio de 10a.
      Semirrítmico:

      } 6ta y 10a

      Sobreacentuado:

      } 3ra, 6ta, 8va y 10a
    • Dodecasílabo: Se encuentra formado por dos mitades o hemistiquios y tal como sucede en el alejandrino, según algunos autores, no se produce sinalefa entre las dos mitades del verso, para las cuales rigen las reglas de silabeo correspondientes a los tipos de terminación de verso.
    • Se consideran con buen ritmo los acentuados en:

      } 2da, 5ta, 8va, 11a
      } 3ra, 5ta, 8va, 11a
      } 3ra, 5ta, 7ma, 11a
      } 3ra, 6ta, 9na, 11a
      } 3ra, 6ta, 8va, 11a
      } 3ra, 5ta, 9na, 11a
      } 2da, 5ta, 7ma, 11a
      } 1ra, 5ta, 7ma, 11a
      } 2da, 5ta, 9na, 11a
    • Alejandrino: Considerando las mismas reglas para los hemistiquios, la acentuación de los alejandrinos es la siguiente:
    • Clásico:

      } 2da, 6ta, 9na, 13a

      Con buen ritmo:

      } 3ra, 6ta, 9na, 13a
      } 3ra, 6ta, 10a, 13a
      } 4ta, 6ta, 9na, 13a
      } 4ta, 6ta, 11a, 13a
      } 2da, 6ta, 10a, 13a
      } 3ra, 6ta, 11a, 13a

      Semirrítmico:

      } 3ra, 6ta, 13a

      No recomendable:

      } 2da, 6ta, 8va, 13a
      } 1ra, 6ta, 9na, 13a

    Gavrí Akhenazi – Israel

    Ejercicio de noche

    Mientras Adi moría
    me fui cortando el alma en finas lonjas
    y las puse a secar de frente al viento
    que aniquila las alas.

    Mientras Adi moría
    el sol era un estético estallido
    en un cuadro amarillo.
    Goteaba sol sobre las carnes rotas
    y encima de la sangre y sus pedazos.

    Yo sólo estaba ahí.

    Mientras Adi moría
    la luz era un silencio de honrar las efemérides
    igual que un acto público.
    Recuerdo que veía en el reflejo del charco de su sangre
    una bandera rota.
    Flameaba como un ala que se aleja.

    Mientras Adi moría
    encontré entre las piedras a su pájaro.
    El pájaro aterrado y pequeñito
    que buscaban sus manos por dentro del estruendo.

    Ruth le tomó una foto al niño con su pájaro
    cuando ambos eran un niño con un pájaro.

    Luego, todos morimos.
    O nos fuimos

    (Del poemario: Nostalgia del Edén-poemas boca abajo)




    Acto multidisciplinario

    Vienen con sus morales de reloj
    y sus cuadros de santos.
    Vienen a hablarme de la bondad
    como si yo todavía fuera un huérfano no prostituido,
    un huérfano recién orfanado,
    un cachorro de perro en un madero
    después de la zozobra de sus músculos.

    Vienen con sus morales de mural religioso
    y de osamenta de almanaque
    a hablarme de dolor desde su esfera de lidocaína
    osados
    anestésicos
    anacrónicos
    óptimamente acomodados al enamoramiento
    y a la silla ergonómica.

    Vienen con sus recitaciones de salón con beatos
    a hablarme de las políticas correctas
    para el género humano
    con sus bocas untadas de pan
    y sus dedos satisfechos de arroz con mejillones.

    Vienen a decirme lo que está bien
    con una Biblia costumbrista bajo el brazo blindado
    porque todavía hablar es gratis

    en algunos lugares.

    (Del poemario: La temblorosa opacidad)




    Fellare

    Ella baja
    despacio
    hasta lo más hirsuto
    y su lengua
    envolvente
    como una sierpe cálida

    reclina la inquietud
    lame lo más salado y lo más áspero
    lo bebible
    en los últimos sorbos y el temblor.

    Ella baja con un filo sin saña
    hasta mis propios filos
    y desliza
    la suave mojadura de sus ojos
    por los espacios libres donde mis ojos tiemblan.

    Carnosa mansedumbre
    traza sobre mi tronco un ronco mapa que no tiene islas
    y me cura en pasión
    sin egoísmo
    como una dulce sensación carnívora
    que bebe mis silencios
    mis gemidos sin orden
    mis antebrazos rotos sin abrazos.

    Ella baja y me lame las victorias
    mastica el cuero con sus dientes breves
    y arranca la derrota de mi cuerpo
    arde en mi Territorio
    y es una antorcha que no me pronuncia
    más que en la oscuridad.

    Ella tiene apretado entre sus labios
    mientras traga
    el llanto de mis letras.



    Vocación de silencio

    Yo me caigo en el arte de caerme
    como un fractal oscuro siempre huérfano
    o como una ecuación que no responde
    al alto resultado del silencio.
    Yo me arrodillo a veces, no me caigo,
    con la boca en la piel del desencuero
    para que uses tu látigo de seda
    en la sangre copiosa de mi cuerpo.

    Yo a veces me arrodillo y nunca en vano,
    porque me da la gana; nunca es miedo
    de que un día me escupas en la tumba
    o te escapes del piélago violento
    en una barca inútil de promesas
    con quién no sepa jota de sus remos.

    Yo agacho la cabeza si tu mano
    escribe en mi cabello un manifiesto
    donde el sol se haga frágil como un niño
    que cree en las promesas y en lo eterno,
    porque apuesta a saber que hay en tu idioma
    un río metalúrgico y sediento
    del agua de mi espada y la victoria
    de nuestro amor es cosa del destiempo.

    Y vos, entre la duda y la promesa,
    vas de la fruta al jugo o al pelecho
    si mi boca reclama, intempestiva,
    que por fin fructifiquen los anhelos.

    Vos sos esa raíz avariciosa
    que sostiene en la tierra todo el huerto
    y yo soy ese viento que deslinda
    la gran docilidad de los desiertos

    y un mar…un mar hecho con diques
    con arrecifes, pulpos y alfabetos
    en que el coral —en púrpura— madura
    y escribe que me encallo en los «te quiero»
    con esta vocación por lo inaudible,

    como un profundo voto de silencio.

    (Apúrate mujer, ponte bonita,
    no te tiñas el pelo
    y trae vino tinto y dos cebollas…
    Yo cacé dos conejos.)

    Acerca de Gravrí Akhenazi

    Sueño invernal & Recuerdos: Textos & fotografía de Arantza Gonzalo Mondragón

    Sueño invernal

    Escucho esta canción y veo a la Pávlova bailando en la Plaza Roja, en una noche invernal.

    El cielo es un lamento ruso lleno de estrellas.

    Anna estira su mano para acariciar el canto de los pájaros nocturnos y sus ojos alcanzan el fondo de Dios. No hay público pero es la dueña del mundo porque allí están todas las almas. Cuánta belleza hay en la extrema fragilidad, en el movimiento lento de un cuerpo borracho de música y de nostalgia. El viento silba en re mayor.

    Recuerdos

    Hace unos años trabajé en un quiosco de revistas y periódicos, muy bien situado y que tenía mucha clientela. Lo conocía porque desde niña compraba golosinas antes de subir al autobús que me llevaba al colegio.

    Lo regentaba un matrimonio desde hacía más de veinte años. Acababan de separarse de forma traumática y la mujer se había quedado con lo puesto, con cinco hijos muy problemáticos y el quiosco, que era de alquiler.

    Ella, totalmente desbordada por los acontecimientos, era incapaz de atenderlo por lo que me ofrecí a llevarle la contabilidad y ocuparme de la venta al público.

    El hijo mayor se llamaba Miguel y era esquizofrénico. Vivía con otros enfermos en un piso tutelado por Asistencia Social donde les cubrían las necesidades básicas y les medicaban.

    Disponían de mucho tiempo libre porque allí sólo estaban a la hora de las comidas y para dormir. El resto de la jornada eran carne de calle, al no tener dinero para comprar el ocio que les gustaba.

    De unos cuarenta años, por aquel entonces, Miguel era alto y fuerte y, a mí, me daba miedo. No me atrevía a mirarle a los ojos porque estaban perdidos en una negritud que me asustaba. Él tampoco me miraba y cuando me quería decir algo hablaba muy deprisa, con sus ojos clavados en cualquier sitio, en mi mano, en mi blusa o en el mostrador.

    En las horas que yo atendía, podía aparecer hasta en seis ocasiones. A veces se sentaba en el quiosco conmigo y ojeaba alguna revista. Le apasionaban las de misterio o ciencias ocultas.

    Nunca estaba mucho tiempo, quizás porque percibía mi inquietud en su presencia.

    En su visita de todos los mediodías me pedía dinero para un café y yo se lo daba sin rechistar. Se iba a la cafetería de enfrente y lo echaba a las máquinas tragaperras. Yo le vigilaba a través de las cristaleras del bar. Nunca estaba allí más de cinco minutos y salía, desapareciendo por la acera, sin despedirse.

    Cuando se lo dije a su madre me dijo que no le diera un duro, que ya le daba ella para café y más cosas y que lo mismo que me pedía a mí les pedía a sus hermanos.

    «Dame doscientas pesetas», era su soniquete.

    Daba igual que yo me negara porque se quedaba allí delante, dos, tres, diez minutos hasta que conseguía las monedas.

    Llegó un momento en que tenía el dinero preparado para quitármelo de encima cuanto antes.

    Un viernes le di trescientas pesetas. Cruzó presuroso la carretera y entró en el bar. Estuvo trasteando con la máquina y luego se sentó a tomar un café.

    «Menos mal», me dije, «hoy al menos toma algo y estará un ratito entretenido».

    Pero cuando salió vino directo hacia mí. Se me plantó delante del mostrador y empezó a sacar monedas de los bolsillos.

    —Toma, me han tocado diez mil en la máquina. Cuéntalas y guárdalas para mi madre.

    Fue la única vez que vi algo parecido a una sonrisa en su mirada de fría amargura.

    En la mía, lágrimas. No faltaba ni una sola moneda.

    Acerca de Arantza Gonzalo Mondragón

    Héctor Michivalka – Honduras

    Tinta China

    “Y desde la llegada, el hombre es un ser en despedida.”
    Alejandro Salvador Sahoud

    Como letra en cursiva
    y en sentido chino
    va mi vida
    decantada

    deprisa

    Cuesta

    a
    b
    a
    j
    o

    Escribo

    a la orilla del mar

    sobre la arena

    la densa marea
    acecha

    un caracol
    partió primero
    dejando
    su concha abandonada

    es invierno

    los peces
    están hambrientos

    el tiempo

    un cardumen de pirañas
    que me devora

    quien dice
    que es único

    niega

    a su otro
    yo

    a veces

    el camino más áspero

    es hacia adentro

    el tiempo
    no existe

    solo la muerte
    y sus partidarios

    volveré a ser bacteria
    mi vida es tan enana
    que cabe en una célula

    y mi ego tan gigante
    que no cabe en el mundo

    capricho de molécula

    …noches sin más luna
    que la del miedo

    noches que decides
    si sigues o no viviendo

    ser el buitre
    o ser el muerto

    he tenido
    el orgullo de ser primero

    el arrepentimiento
    del soberbio

    el golpe mortal
    del ateísmo

    viaje
    del ego
    a la verdad

    de la verdad
    al polvo

    siempre al polvo

    el enano cree
    que al caminar
    una milla

    camina
    tres

    Tinta verde

    me voy
    dijiste
    no te creí

    ahora el dolor
    alcanza

    orgasmo
    tras orgasmo

    las dos velas

    que incendian tus ojos
    me señalan
    el regreso a casa

    esta noche
    la luna

    no es más que un adorno
    en el ático
    de mis nostalgias

    la luna llena

    fue
    voyeur

    de mis aullidos

    cuando entré
    al corazón de esa mujer

    aún olía
    a pintura fresca

    y cuando ella entró al mío

    se abría paso
    quitando telarañas

    en un cuarto de hotel

    te acuerdas amor mío

    casi te hago mía

    una cordillera
    de botones nerviosos
    me impidieron el paso

    en ese cuarto
    amor mío
    este poema
    conoció el fracaso

    ingresas en mi vida
    con pasos de asaltante

    qué le puedes robar
    a un corazón en quiebra

    amor

    así desnuda
    no necesito un mapa

    para socavar tu deseo
    que tiembla por intimidarme

    amor
    en tu piel aprendí el Braille

    gritos
    de sirenas
    en celo

    someten a mi pluma
    a practicar

    el onanismo

    al infame
    camisa de fuerza
    en la lengua

    al político
    cadenas
    en las manos

    a mí
    con el preservativo
    es suficiente

    Mariana / Preso de tu ausencia / Me recuerdas a Sabina, por Gonzalo Reyes

    Fotografía de Michel Comte

    Me recuerdas a Sabina

    Siempre supiste huir
    con la fugacidad de tus silencios
    y la tenacidad de tus antojos
    por no saber
    que en el amor apenas empieza a germinar
    —igual que una punción para dejarse el alma—
    muy pocos son los que le huyen:
    solo el cobarde
    o el mentiroso.

    Por eso
    hoy puedo descifrar tu pacto con Cupido
    en la necesidad de la oquedad
    que te llevó a cazarme
    cuando la claridad del corazón
    te lo decía con franqueza
    “no es amor lo que buscas”

    y el juego terminó
    cuando ganaste el desafío,
    cuando te decidiste a botar el disfraz
    porque tu meta siempre fue muy clara:
    satisfacer tu ego
    de niña competente
    y colocar tu nuevo trofeo en la vitrina.

    Mariana

    Ya no eres esa niña que dormía
    sobre mis piernas, de regreso a casa
    del viejo sabio. Ya no eres bahía
    donde encallar mi mano, torpe y rasa.

    Ya no gozo tu Luz de hechicería
    porque hace rato eres tú la brasa
    de tu aroma en tu nuevo hogar, el día,
    empeño del futuro, cal y asa.

    Hoy que te sé y te encuentro más mujer
    —mi hermana, mi flaquita recia y chula—,
    me enorgulleces corazón de tul.

    Soy  feliz de mirar como tu ser
    ha cruzado la línea que triangula
    la concreción de tu desvelo azul.

    Preso de tu ausencia

    Vivo preso de tus ojos
    de gata juntando lunas
    trepada por el tejado
    de mis tontas desventuras.

    Vivo preso de tu imagen
    atrapada en una blusa,
    en un sueño complaciente
    que se ha vuelto una locura.

    Vivo preso y condenado
    a tu cama, mi cicuta,
    a tus reflejos de añil
    que retozan y hasta curan.

    Vivo preso en tus recuerdos
    viejas flores de mi tumba;
    de tu alma que se esconde
    en la sombra de las dunas
    porque te tornaste prófuga
    de mis brazos y mis dudas.

    Desde entonces vivo preso
    debatiéndome en preguntas,
    escribiéndote estos versos
    porque te has vuelto una musa
    y en el alma lloro tinta
    por no asir tu piel desnuda.

    Aquí sigo y sigo preso
    siempre en la constante lucha
    que termina en las mañanas
    y acomete en cada luna
    cuando llega la nostalgia
    del contorno que transmuta.

    Acerca de Gonzalo Reyes

    El principio era el fin, por Miguel Palacios

    Se me fue la mano a conciencia y sin ‘queriendo’ aterricé aquí. El destino era otro.
    Cuando leí este ensayo, con un título tan atrayente, comprendí algo fundamental como lo es el mar al manantial y, a su vez, éste al deshielo u otro principio conocido (p.ej. lago superior) o no. El libro trataba del origen de la inteligencia en el hombre (homínido más antiguo) -hoy sabemos que posiblemente fue el homo-antecesor, que deambuló por el entorno de Atapuerca hace 1.200.000 años-. El autor era consciente en sus aseveraciones «La raza humana alcanzó su primer atisbo de inteligencia cuando empezó a comerse el cerebro de sus congéneres (supuestos enemigos de su grupo o familia)» y desde entonces, y con esa base antropófaga, no ha dejado de crecer aumentando su curiosidad por lo que no entiende del todo (otra versión de la manzana bíblica). Un auténtico ‘brainstorm’ para aquel que leyese el ensayo.

    Si la gallina fue o no antes que el huevo carece de importancia porque no se puede demostrar, como tampoco se puede saber qué ocurrió antes, si el principio o el fin. Desde que se consiguió determinar ‘la partícula de dios’ —Bosón (*)— se abrió un nuevo campo para la especulación, ya que se entreabría una puerta muy peligrosa para el hombre (otro bocado a la manzana). En verdad la ‘teoría del caos’ es muy sugerente pero lo que muestra no demuestra nada; es mera especulación con una base matemática de ‘alto standing’.

     Cuando se puso nombre a la pesantez (gravedad) y se pesó o se determinó la masa en un punto geográfico específico no se conocía aún el Bosón, pero estaba allí, inmerso en un maremágnum de campos que le hacían manifestarse como masa. Los campos (o entornos conocidos hasta principios del siglo XX) eran el gravitacional de Newton y otros, y el electromagnético de Tesla y otros. En esa época habían abierto ya dos puertas al campo (o campos), realmente sólo uno, pues andan siempre concatenados e imbricados; son, de una forma absoluta, imposibles de separar.

    Entonces entra un tal Einstein en el juego y abre una tercera puerta, llena ésta de ambigüedades y paradojas, y nace la física cuántica.

    (*) El Bosón de Higgs, la mal llamada «partícula de Dios» (¿qué habrán hecho los pobres electrones, neutrones, protones y otros para no merecer ese nombre?) es un esquivo corpúsculo responsable de que la materia tenga masa. Sabemos que existe porque sin ella no funcionaría el modelo estándar de explicación del mundo físico. Es necesario que todos los cuerpos masivos interactúen unos con otros a través de algo. El físico Peter Higgs demostró sobre el papel que ese algo es un campo cuántico que hoy conocemos como
    campo de Higgs.

    Imaginemos que tenemos un frasco de miel en nuestras manos e introducimos en él una cuchara. Al girar la cuchara, la miel ejerce resistencia, tanto mayor cuanto más grande sea la cuchara –o más espesa la miel–. El Campo de Higgs es a la miel lo que la cuchara a cualquier cuerpo. Todas las partículas que forman la materia son frenadas por el Campo de Higgs en mayor o menor medida. A esa interacción la llamamos masa. Y debe nacer de una partícula capaz de generar ese campo (como todos los campos conocidos). Sólo hay una partícula que no es afectada por él: el fotón. Por eso puede viajar a la mayor velocidad posible, la de la luz. A ella, la miel no se le pega.

    Cómo es nuestro mundo: finito, infinito, constante, mutante, todo depende. Cuántas puertas se le abrirán al hombre a partir de ahora, no se sabe. Lo que sí es cierto es que la naturaleza siempre ha dado pistas para averiguar de qué modo se formó y de qué manera evolucionó. Entramos en el entorno de los fractales, verdaderos modelos de comportamiento física y matemáticamente demostrables. Luego, entramos en un campo de penumbra, iteración, cómo se repite natura, cuándo lo hace, por qué lo hace, dónde lo hace, etc. Este campo, como todos, puede ser cíclico o no, y si lo es, con qué cadencia se repite, es uniforme, es discontinuo, es de Fourier, tiene o no límite, es vectorial o tractorial, etc. Si hacemos caso a Edmundo Flores, la propia entropía de los campos le llevan inexorablemente al desorden total (teoría del caos), pero si no, a la armonía. Opino que a una mezcla de ambos como en la música que, después del desorden total (p.ej. frenético solo de batería), se produce un punto de inflexión y vuelve la armonía primitiva con o sin contrapunto, luego estribillo o no.

    Mi parecer es que el universo es una entidad prácticamente vacía, como el átomo en el que unos electrones que en un espacio de gran dimensión giran en torno a un minúsculo núcleo (donde se encuentra toda la masa) son neutralizados por los protones que contiene. Pero aún nos quedan los neutrones (neutros, sin carga) y muchas otras subpartículas (neutrinos, fotones, taquiones, etc.) que se van descubriendo porque cada vez son más sofisticados los equipos que miran al cielo (exterior e interior). En ambos, universo y átomo, la materia está cuasiestabulada en un espacio que, digamos, es finito o no, pero que en términos de densidad de población, ésta no es apreciable, hay que medirla de una forma muy sutil.

    Con la aparición del Bosón se quiere demostrar que se ha descubierto el agente que proporciona la masa al universo, pero los números son serios por naturaleza.

    Cuando realmente son serios, son números, vocales o consonantes, o grafías de otros alfabetos [0,1…, e, π, φ, g, etc.] y son serios porque en ellos está el principio y el fin, si aceptamos que la matemática es una ciencia exacta. Las ecuaciones dimensionales son correctas en la física convencional, la de andar por casa, pero no así en la cuántica.

    Cuántas dimensiones existen: 3 (largo, ancho y profundo), no: 4(+tiempo), no: infinitas.

    Cuántos Grados de libertad: 3 (tren, barco, avión), no: 4(+tiempo), no: infinitos.

    Cuántas ecuaciones dimensionales existen: 3 (L, M, T), no: 5 (+eV,+B), no: infinitas.

    De aquí pasamos a la física cuántica, al principio de incertidumbre, a los plegamientos en el espacio-tiempo, a los agujeros negros, a los de gusano… no de la manzana, etc. y hasta a la teoría, con más adeptos, del Big-Bang como principio, pero ¿y antes del principio?, ¿hubo un fin? y, así, como cerrando una banda de Moebius, llegamos al título del libro.

    Acerca de Miguel Palacios

    Isabel Reyes Elena – España

    Náufrago en tierra

    ¿Qué tiene dentro la paz de la palabra?
    y muchas aguas
    diluviaron encima de mis manos
    sin dar con la respuesta.

    Estoy muy sola
    con unos cuantos nombres desnudando mis ojos.
    Han huido de mí
    dejándome en los dedos un perfume
    de armas y ceniza
    Y soy una mujer imposible de atar
    que va dejando huellas por la arena,
    un perdido perfil en un retrato
    que no acierta la luz.

    Yo quemé mis pestañas y mis dientes
    en las hondas hogueras del ocaso
    con la misma pregunta. ¿Acaso puedo
    variar de rumbo al mundo?

    Pero muchos maldicen mis palabras
    se juntan en las tardes sin peldaños
    conjuran al crepúsculo, se miran
    buceando en los ojos y si oyen
    un momento mi voz levantan árboles
    y el mar ponen en pie. Ya no hay orillas
    para mí que soy náufrago de tierra.

    Ahora al mediodía de mis años
    dejo que vengan otros a robarme
    lo que yo nunca tuve, que me exilien
    a una tierra jamás pertenecida
    y no sean las sombras
    quienes pongan mi grito en cuarentena.

    Me he dado tanto
    cuanto me fue posible, mas ignoro
    si me queda en los huesos algún haz
    de luz por entregar. Mientras, persisto
    luchando por un mundo más humano
    con toda mi inocencia en carne viva.

    Que nadie venga
    ahora a apedrearme la mirada
    pues me sobra el arrojo
    para quebrar sus cántaros de sombra.



    Romance de noviembre

    Siempre me lanza noviembre
    los puñales de sus hielos
    y me atraviesan la piel
    y se me clavan muy dentro
    en el corazón que late
    con sístoles a destiempo.
    Trae su cántaro de luto
    con angostura repleto
    que se derrama silente
    por las lunas de mis pechos
    y entre el vacío del aire
    y el desconchón del silencio
    con su gris deja grabados
    en la cumbre de mis senos
    los cánticos funerales
    que musitan los espejos.
    Yo no sé quién habré sido
    ni hacia dónde va el revuelo
    de la sombra de mis pasos
    enlutados de silencio
    sólo sé que entre mis ojos
    llevo el alma al descubierto
    que huyendo de los otoños
    se enamoró del invierno.
    Llevo clavos en las manos
    —crucificados mis sueños—
    mientras la rosa de pólvora
    que alguna vez fue mi cuerpo
    se deshace en la derrota
    de tanto morir por dentro.



    Dolor de luna rota

    Llueve sobre mi voz rumor de llanto
    y es el llanto la llama, que silente,
    transforma con su látigo candente
    la lluvia de una lágrima en quebranto.

    Llora sobre el amor un frío canto
    que corona de témpanos mi frente;
    mi voz es el silencio que va hiriente
    por la oscura salina del espanto.

    Se desnortan las sílabas y brota
    un íntimo aguacero sin sonido
    y en mi rostro un dolor de luna rota.

    Mis ojos son lagunas, hielo ardido
    amor que se desangra gota a gota
    en la garganta negra del olvido.



    Vorágine

    Aquí estoy de nuevo compañeros.
    Traigo la voz partida en mil pedazos,
    en muchos almanaques.
    Estoy como una más, una cualquiera
    de todos los poetas del lugar
    disfrazada de mí, con este agobio
    que aguanta una mujer sobre su espalda
    con escasa esperanza, con sus párpados
    medrosamente abiertos y en silencio.

    A esta altura del año
    quién va a darse importancia, si no somos
    más que poquita cosa, un viento, un río,
    un gorrión de luto que no alcanza
    los astros, cada cual
    se queda solo aquí, no es para tanto
    la tragedia de una en voz primera,
    el primer chaparrón, diluvia el tedio
    por las calles de siempre, de hace siglos,
    sin variar un número, una esquina.

    En mi ventana
    ya no existen sorpresas, la costumbre
    de siempre es lo que hay, no va a ser todo
    solemne y en mayúscula,
    en mi vida no ocurre nunca nada.

    Compañeros
    he llegado de nuevo, me he quitado
    del corazón terrazas y crepúsculos,
    cuestas arriba y árboles, miradme,
    viva otra vez, normal, repatriada,
    las letras me dan vueltas, no detienen
    su vértigo un momento.

    Soy la mujer que siempre estuvo aquí
    —dadme ese nombre—
    que besó tanto el mar, que moriría
    como tiene que ser a la sombra de un verso.
    Estoy aquí de nuevo ante el cristal
    y no me reconocen y me basta
    sólo vuestro dolor, el que no tiene
    un quicio en el periódico.

    No es el tiempo de hablar en singular,
    hoy la tristeza
    tiene forma de mapa y es por eso
    que revestida al cabo de mí misma
    vuelvo a la soledad a quien me debo.

    Acerca de Isabel Reyes Elena

    Revista Ultraversal edición número 0

    Después de un gran esfuerzo conjunto, por fin tenemos el agrado de presentarte nuestra Revista Ultraversal, bajo la dirección de Gavrí Akhenazi y la subdirección de Silvio Manuel Rodríguez Carrillo, con el equipo de redacción conformado por Arantza Gonzalo Mondragón, Eva Lucía Armas, Isabel Reyes Elena, Luis García Centoira, Morgana de Palacios y Rosario Alonso, el diseño y la diagramación a cargo de Jorge Ángel Aussel, y la ilustración de tapa realizada por Ovidio Moré.

    En la edición número cero te traemos:

    • El editorial escrito por Luis García Centoira, donde te contamos un poco acerca del Foro Ultraversal y cómo llegó a ser lo que es en la actualidad.
    • Un sentido homenaje de Morgana de Palacios a Alejandro Salvador Sahoud, in memoriam, acompañado por algunas obras inéditas del autor que te sumergirán en las profundidades del alma humana.
    • Poemas de Eva Lucía Armas, Arantza Gonzalo Mondragón, Eugenia Díaz, Carmen de Tomé y Alex Augusto Cabrera.
    • Prosas de Mirella Santoro, Silvio Manuel Rodríguez Carrillo e Isabel Reyes Elena.
    • Dos artículos. En el primero, el novelista Gavrí Akhenazi nos explica cómo estructurar una novela de principio a fin. En el segundo, Morgana de Palacios, en su Coloquio sobre preceptiva, trata desde el llamado Verso libre Hispánico, el Verso libre vs. el Verso blanco y rimado.
    • La reseña de la Antología Ultraversal, Poética del arrebato, con sinopsis de Morgana de Palacios y prólogo de Alejandro Sahoud.
    • La imperdible entrevista realizada por Rosario Alonso al prolífico escritor Silvio Manuel Rodríguez Carrillo, que entre novelas y poemarios ya lleva catorce libros publicados, y aún así no para de escribir.
    • Crónica del primer día del viaje de Johann Sparragus por la región altiplánica de la Puna, acompañada de unas sorprendentes fotografías tomadas por el propio autor, en ese colorido paisaje.
    • Ilustraciones de Luis García Centoira y Ovidio Moré, así como también fotografías cedidas por algunos autores para acompañar sus textos.

    Versión PDF

    No te pierdas todo lo que Revista Ultraversal trae para ti en su edición número cero y léela online o descárgala gratuitamente haciendo clic aquí:

    Editorial » Bienvenidos » Por Luis García Centoira
    Ilustraciones » Coral / El hijo pródigo / La mujer habitada » Por Ovidio Moré & Luis García Centoira

    Sumario

    In memoriam » Alejandro Salvador Sahoud »  Por Morgana de Palacios
    Poesía » Apostilla / Contrapostura / Paisajes de mí » Por Eva Lucía Armas
    Prosa » Como un barco de papel » Por Mirella Santoro
    Poesía » La jaula / Me quedé afuera / Solo duermes » Por Eugenia Díaz
    Artículo » Algunas consideraciones sobre narrativa » Por Gavrí Akhenazi
    Humanidades » De travesía por la Puna » Por Johann Sparragus
    Prosa » Mi cartel 50 » Por Silvio Manuel Rodríguez Carillo
    Poesía » Soy / Enésimo poema de amor / Amores perros » Por Arantza Gonzalo Mondragón
    Artículo » Coloquio sobre preceptiva » Por Morgana de Palacios
    Poesía » Despedida / Hoy no quiero tristezas / Ignorancia » Por Carmen de Tomé
    Reseña » Poética del arrebato » Por Morgana de Palacios & Alejandro Sahoud
    Entrevista » Silvio Manuel Rodríguez Carrillo » Por Rosario Alonso
    Poesía » No sé si estoy / Algo de febrero / Carta para mi hijo » Por Alex Augusto Cabrera
    Prosa » Des-vivirse » Por Isabel Reyes Elena

    Staff

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    Revista Ultraversal ed. nro. 0

    Ilustraciones de la edición número 0 de la Revista Ultraversal

    Coral: Ilustración de Ovidio Moré
    Ilustración de Luis García Centoira
    El hijo pródigo: Ilustración de Ovidio Moré
    La mujer habitada: Ilustración de Ovidio Moré basada en la novela homónima de Gioconda Belli 

    Editorial de la edición número 0 de la Revista Ultraversal, por Luis García Centoira

    Bienvenidos

    En el año 2003, de la mano y bajo el patrocinio de esa gran poeta que publica como Morgana de Palacios, nace el foro Ultraversal.com. Más allá de ser una escuela de talento, mucho más allá de ser un taller literario en el que los que supuestamente “saben” enseñan a quienes “todavía no saben” a escribir, ese foro se convierte, pasado el tiempo, en un lugar de encuentro donde escritores de todo el mundo se ayudan entre sí para depurar sus escritos, afinar su estilo, compartir lo propio y estimular la creación en otros.

    Decenas de miles de escritos —poemas, relatos, ensayos…— han sido, en estos once años, pulidos y ajustados palabra por palabra en ese laboratorio de calidad en la escritura en que se ha convertido, gracias al esfuerzo de tantos, Ultraversal.com. Muchos de ellos han visto la luz en libros, revistas y diversos medios escritos, pero si hay un lugar donde el código Ultraversal se hace presente hoy en día, ese es Internet.

    Una treintena de blogs son publicados por autores ultraversales, haciendo de la expresión justa, el trato respetuoso al idioma y la autoexigencia de calidad el santo y seña de cada una de sus publicaciones.

    La nómina de autores que se han formado en el foro, la de sus libros, la de sus páginas en La Red es tan larga que no sirve un solo artículo para, ni siquiera, intentar listarlos.

    Lo que sí podemos decir es que el ultraversalismo tiene ya suficientes representantes y un código propio lo bastante reconocible y decantado como para ser considerado, en sí mismo, como una corriente literaria que se extiende a ambos lados del Atlántico.

    Si los pilares sobre los que se asentó en su día la poética del arrebato (ese alter ego del ultraversalismo) fueron el apoyo solidario entre escritores, la exigencia a ultranza de calidad literaria y la presencia en Internet, esas mismas son las bases sobre las que asentamos ahora la creación colectiva de nuestra revista.

    Poética del arrebato es la corriente literaria basada en la pulsión estética que detona cuando un autor lee algo que lo impele a escribir porque lo leído conmueve sus estructuras internas.

    Lo advertimos desde un principio: esta no es una revista al uso. No. La Revista Ultraversal nace de La Red, se concibe y se escribe para La Red. Ahí, en Internet, es donde nació Ultraversal.com, en Internet se forjó el espíritu y los valores que conforman la estética del arrebato y es en Internet donde halla esta publicación, lógicamente, su acomodo.

    Escribamos desde México, Chile o Argentina, desde Uruguay, Paraguay, Israel o España, desde el hemisferio norte o el sur del planeta, la patria de todos nosotros, cuando llegamos a Ultraversal, no es otra que La Red.

    Seguramente esta es, por todo lo dicho hasta ahora, una revista diferente. Pero, además de ser diferentes, queremos algo más. Aspiramos a ser un referente de calidad en el ciberespacio, un lugar donde el rigor y el gusto estético convivan con la mejor narrativa, la mejor poesía y el ensayo más atinado. En definitiva, un lugar donde la literatura halle una morada donde se quede a vivir, un hogar donde vosotros, lectores, seáis siempre bienvenidos.

    Acerca de Luis García Centoira

    Eva Lucía Armas – Argentina

    Apostilla

    Debería ponerme un buen traje de loca
    de llorona norteña en un velorio
    y derrapar miserias por el verso
    que es evidente que dan buen resultado.

    Debería quebrar tanta mañana
    de este otoño dulzón de sol entero
    y hacerme con la lluvia de la vida
    para llenar papeles con dolores.

    Lo puedo hacer si quiero porque dolores sobran
    y si fuera a contarlos
    podría rellenar tres libros con poemas
    de doscientas mil hojas cada uno.

    Las penas no me faltan, me acompañan,
    vienen a mí, despacio, como perros
    enormes pero dóciles al riesgo de mi mano
    que aprendió a acariciarlas, suavemente.

    Las penas no me faltan, como a nadie le faltan.

    Husmean mis cajones de doler
    se sientan a mi mesa
    y me trenzan el pelo de los sueños
    con flores que he guardado
    en libros de aventuras.

    Pero no soy así.

    Y tampoco me sale ser así
    ni aún de vez en cuando ni para darme el gusto
    de estar en el centro de un capítulo
    y no ser
    una nota en el margen de Las Gracias.



    Contrapostura

    Me sigues, claridad, a todas partes
    dorándome los bordes
    como si fuera un pan recién horneado
    desmigado en las mesas
    olvidador del hambre.

    Me sigues, claridad, como una espiga
    de la luz de diciembre
    perfumada de lluvias en mi trigo sonoro,
    tela de araña clara que me envuelve
    repitiendo su vértigo concéntrico.

    Me sigues claridad, como una gota
    de mis lagos del alma
    mojadora de todos mis papeles
    del hábito de vida de mis ojos
    de esta ancha sonrisa fascinada
    por el doliente acto de vivir.

    Me sigues, claridad, cascabelera
    como una fiesta patronal antigua
    con tu disfraz de sol sobre la sombra
    y tu candela alzada
    y tu arcoíris.

    Le respondo a tu nombre con mi sino
    de no entregarme nunca a los “no puedo”
    y rearmo tus formas en mis manos
    como un puzzle de espejos prodigiosos.
    Estallo en el umbral del imposible
    como un fénix de frutas nacaradas
    y lloro luz a veces
    cuando venzo
    en los charcos con luna a la ancha noche.



    Paisajes de mí

    Al borde de la piel hay un aroma
    de palo santo dulce
    y un vigoroso espliego entre la ropa
    que al viento se sacude.

    Cae el atardecer y es todo pájaros
    el cielo. Se produce
    un movimiento pálido y terrestre
    dibujado con luces.

    Queda apenas la boca demorada
    como en un canto fúnebre
    y todo se amarrona y subdivide.
    La vida se diluye.

    Lejos de la ciudad existe el mundo
    en el que yo no existo y al que acude
    mi corazón universal. Palpito
    con mi temblor de caña, en mansedumbre.

    Frente a la adversidad del día a día
    soy un metal precioso que se funde
    en un sol cardinal, luz demorada,
    un temblor ancestral, agreste y dúctil.

    Pienso en mi paz y voy a mis fronteras
    para verme llegar, extraña y múltiple.

    Soy ese ser vital hecho de especias
    que nace del derrumbe.

    Acerca de Eva Lucía Armas

    Eugenia Díaz Mares – México

    La jaula

    Descuelgan del balcón que son mis labios
    simulando sonrisas,
    trémulas mariposas a los ojos del aire,
    para engañar las voces que cuestionan
    sin descanso.

    No sé qué debo hacer con esta jaula,
    en la que la memoria se sigue estremeciendo
    sin cordura, como frágil espiga,
    de tanto que escudriñan mis pasos
    dejándolos sin sombra.

    Cuánta morbosidad hay en la gente
    que como telarañas sacuden el recuerdo,
    para con avidez pizcar aullidos
    o burlas a la muerte,
    y le contabilizan encanecidas aves
    a las enredaderas de mi pelo.

    Yo les brindo una mueca con risa de amargura
    en lugar de escuchar lo que desean,
    ensayo cada gesto al arrancar los gritos
    que guardan mis arterias,
    para depositarlos en la jaula
    que fabrican mis versos.

    Me quedé afuera

    Desearía saber si aún me esperas
    para entonces cavar una abertura
    en el océano almacenado de una lágrima,
    y fugarme del bosque enmarañado
    en el que estoy cautiva
    con ciclos sin cerrar.

    Yo sé
    que ahora estoy afuera de mi piel,
    al verme en una esquina de la vida
    consumida y estéril,
    pero llevo conmigo abecedarios
    con letras impacientes de iniciar
    un capítulo nuevo
    que lleve nuestras huellas.

    Si mi regreso aguardas
    yo saldré de las sombras,
    caminaré contigo sin temor
    a orillas del presente.

    Solo duermes

    Te observo muy tranquila descansando
    —tienes una sonrisa complacida—.
    Hoy vistes con tu ropa preferida
    y en silencio, te sigo contemplando.

    Un murmullo. Personas caminando
    me hacen sentir extraña y aturdida.
    Me estrechan en sus brazos. Confundida
    no entiendo qué sucede, voy llorando.

    Quiero olvidarme de esta pesadilla
    —tan sólo duermes y abrirás los ojos—
    tenemos un acuerdo mi chiquilla.

    Levántate, sostente fuertemente,
    lograremos vencer estos cerrojos.
    No importa que camines lentamente.

    Acerca de Eugenia Díaz

    De travesía por la Puna: Texto & fotografías de Johann Sparragus

    Primer día del viaje de Johann Sparragus
    por la región altiplánica de la Puna

    La Ecorregión Puna —conjunto de ecorregiones, según otros autores, entre los que se encuentra el Fondo Mundial para la Naturaleza— o simplemente puna (del quechua o quichua región de altura), es una región altiplánica, o meseta de alta montaña, propia del área central de la cordillera de los Andes, que cubre territorios del noroeste de Argentina, occidente de Bolivia, noreste de Chile y centro y sur del Perú.

    Ya llevaba exactamente trece días deambulando entre las provincias de Salta y de Jujuy, haciendo nuevos amigos, maltratando mi cuerpo y esperando a mis compañeros de viaje con los que compartiríamos una travesía por la Puna en la que teníamos varias metas u objetivos. Unos compañeros de viaje que son un lujo para quienes tienen la suerte de acompañarlos.

    Nos encontramos cerca de las 9 de la noche en La Silleta, un pueblo en las afueras de la ciudad de Salta. Compartimos unas cervezas, comimos el último asado en varios días y nos fuimos sin más a dormir. O eso creí. Hasta ese momento sabía que el sonido ronco de Andy podía traspasar paredes, pero no imaginé  que mis compañeros, todos, ronquen que dan calambre.

    En el tercer día para los recién llegados desde Buenos Aires, y el primero para mí, hicimos un recorrido tranquilo apuntando hacia el punto más septentrional del país, cruzando coloridas quebradas, subiendo cuestas mineras, rodeando salares y bordeando extensas lagunas.

    Éramos, de la tripulación inicial, un grupo de 5 personas en tres camionetas: La aventurera Elsa con su Toyota Hilux y Eduardo Cinicola, “El Señor de los Mapas”, de copiloto, responsable de www.viajeros4x4.com, al que los entusiastas del off road le debemos los 1001 mapas de viajes que el señor brinda en forma gratuita y desinteresada en www.viajerosmapas.com.  Andy, en su Toyota Land Cruiser HDJ 80, con Denis de copiloto y piloto, ya que conoce las 80 mejor que ninguno, fruto de los cientos de miles de kilómetros que le metió a una idéntica a la de Any, de color azul marino, que se viene comiendo con gusto las piedras de la orografía argentina y acompañando a Eduardo en muchas travesías, siempre como punta de lanza, abriendo el camino cuando este no existe.

    En el tercer vehículo quien escribe, en otra Toyota, SW4 para Argentina, y Fortuner para el resto de los países en  donde se comercializa, viajando sin acompañante, como tantas veces.

    No todos nos conocíamos pero compartimos una misma pasión. Podían presentarse sorpresas. Especialmente en un escenario por el que durante varios días casi siempre circularíamos por sobre los 4.000 m.s.n.m., en donde el aire enrarecido puede jugarle a nuestros cerebros o cuerpos una mala pasada. También a nuestros vehículos.

    Primer día: De Salta a Santa Catalina

    Tomamos la nueva Ruta 9, el camino más rápido hasta Humahuaca, en donde nos hicimos de combustible y yo de hojas de coca (casi una cábala en mis viajes por la puna).

    Aunque era un día de enlace, no nos privamos de tomar el camino más largo, conduciendo por un camino de cornisa que lleva a la Mina El Aguilar, de larga trayectoria, y posiblemente ya explotada por los Incas, y que desde 1936 extrae plomo, plata y zinc de las laderas de la Sierra Aguilar a 4.500 m.s.n.m.

    Tras recorrer este camino anaranjado de cornisa, fuimos ascendiendo entre rocas y cardones siempre entre los 3.700 y 4.000 metros de altura hasta llegar a la entrada de la mina misma, un lugar prohibido para terceros o ajenos pero que emplea a más de 600 personas, que con sus familiares llegan a componer un pueblo de más de 4.000 almas al que los pobladores llaman “El Campamento”.

    El Aguilar, tal es el nombre que resulta en uno de los tres centros poblaciones más altos del mundo.

    La mina pertenece a Glencore International, una minera de gigantes capitales suizos que tras muchos años de hacer minería subterránea en El Aguilar se decidió a explotar y desaparecer montañas  y hacer lo que se conoce como minería a cielo abierto, práctica que se repite en Bajo de la Alumbrera (Catamarca), Mina Veladero en San Juan y Pascua Lama en el límite fronterizo entre los departamentos Alto del Carmen (Chile) y de Iglesias (San Juan, Argentina).

    El camino pasaba por el minúsculo y prolijo caserío de Casa Grande, con sus pircas, su iglesia y la infaltable cancha de fútbol. Aprovechando la sombra de algunos árboles plantados y cuidados por el hombre, paramos por nuestro primer picnic provisto por Andy y su interminable heladera de las mil cervezas y unos salames grandes como espadas.

    El camino busca abrirse gentil entre las Sierras de Aguilar. Las vistas por momento son escarpadas y nunca dejan de ser bellas, siempre acompañadas por un suave matiz verde y pardo.

    Tras pasar por la puerta de la Mina Aguilar y ya volviendo hacia la ruta por un camino de pavimento roto que a veces presentaba precipicio a ambos costados, desembocamos en un cuartel de gendarmería que controla a todos los que pasan por ese camino minero.

    Volvimos a la ruta en busca del oro combustible, cargando por última vez en una estación de bandera blanca en Abra Pampa. A partir de entonces solo podíamos surtirnos de los más de 80 litros de combustible extra que llevábamos en bidones y tanques auxiliares de las camionetas.

    A lo poco de seguir por caminos de ripio y a buen ritmo siento mi rueda delantera derecha pinchada, y Denis, alias “Dr. Tarugo”, vuelve a mostrar otro de sus múltiples talentos, esta vez arreglando la goma con un tarugo, pese a que “la pinza esta” no era ARB y le dificultaba la faena.

    En seis o siete minutos estábamos nuevamente andando y alcanzando a Elsa y Eduardo que se encontraban pululando en la Laguna de los Pozuelos y nos lo comentaban todo por radio.

    Un rato más adelante, todavía camino a Laguna Pozuelos, la Toyota Land Cruiser de Andy experimenta una rotura en la manguera que comunica los dos tanques de combustible que posee la nave. Apremiados por el tiempo, pues (supuestamente) nos esperaban en Santa Catalina para comer y dormir, el team pone manos a la obra y con su caja de 100 kilogramos de herramientas solucionan el problema en 8 minutos con treinta, distraídos por galletitas de las dulces.

    Por ese camino, que no mostraba cambios significativos de altitud, llegamos cerca de las 21 horas al pueblo de Santa Catalina, uno de los más septentrionales del país, enclavado a 3.800 metros de altura (ideal como para aclimatar) y contando con una población estimada de 2.000 habitantes, aunque son muchos menos los que uno ve y percibe.

    Doña Rosa, quien fuera a alojarnos y alimentarnos, tenía la casa llena de familiares, por lo que se tomo la molestia de conseguirnos lugar en una simpática hostería de dos o tres cuartos. Nos procuramos alimento, un pollo al limón con fideos crudos y sin más nos fuimos a dormir en esos cuartos pequeños de cercanas camas sabiendo que nos esperaba un día largo y difícil.

    El resto del viaje en el blog de Johann Sparragus: portierraporlatierra.blogspot.com

    Acerca de Johann Sparragus

    Mi cartel 50, por Silvio Manuel Rodríguez Carrillo

    No caigas en la tentación de rememorar el tiempo, de fijarlo y festejar el paso del mismo. No vale la pena, lo sabes, aunque no te guste, aunque no lo aceptes, aunque la sangre te pide lo contrario, convéncete y vive de acuerdo a lo que en tu alma anidó tu cerebro. Piensa, y trata de sentir de acuerdo a lo que piensas, porque si el corazón es grande, no lo es más que tu mente, deja la cursilería barata y asume que un nuevo tiempo de desprendimientos te esperan, a la vuelta del pasto roto, el pozo del abismo, los ojos azules de un doberman bastardo.

    Soy un cuerpo extendido al mundo, soy lo que queda luego de toda destrucción, soy el último eslabón hacia el nuevo espacio.

    Acaso se lo lleva la que menos le cuesta.
    Halló en ella más fácil la vida ya pesada.
    Todo cerebro activo lleva un alma quebrada
    Y el hombre, en las mujeres, busca un poco de fiesta.
    Alfonsina Storni. Y agrega la tercera.

    Aquí es lugar sagrado, la violenta tempestad del espíritu, donde nadie llega sin estar dispuesto a todo. Aquí es donde los músculos se tensan, donde las colinas son montañas. Aquí las manos están curtidas por piedras, cuero y sal. Aquí los ojos ven mejor, porque ocultamos a los niños en la oscuridad hasta que cumplen tres meses de vida y el iris cierra su desarrollo. Aquí el lunes dura cinco días, el viernes, dos, y el domingo nadie habla demasiado.

    El cierre de campaña es siempre bastante demoledor, sobre todo para los “representantes finales”. Este año sólo quedaron dos partidos, por lo que la competencia final se realizó entre dos personas. El representante final del partido verde limón y el del partido naranja vieja se encontraron en los límites de Efrat, donde se inicia la hierba. La tradición obliga a cada partido a elegir un representante (el representante final) sobre el cual recae el cierre de campaña. Cada partido tiene una serie de músicas que lo identifica, por supuesto, bien pegadizas y de letra bastante burda, pero eficaz para canturrear por los bares antes de ejecutar las necesarias hurras madrugueras.

    Bien, las caravanas se dieron cita a las siete de la mañana, y cada partido levantó una muralla de veinte bafles, 1.000 watts reales de salida, una belleza. Las murallas se levantaron una frente a la otra con cincuenta metros de distancia, todo el séquito de adherentes de uno y otro partido se colocaron detrás de su muralla correspondiente junto con el disc-jockey. En frente, a una distancia de cinco metros, se sentaron los representantes finales.

    Así, cada representante tiene la muralla de bafles de su partido cinco metros detrás, cuarenta metros enfrente a su adversario, y cuarenta y cinco metros delante la muralla de bafles de su contrincante de turno. La ceremonia se inicia puntualmente a las ocho de la mañana, cuando cada partido hace sonar a todo lo que da el himno que lo caracteriza. Luego del himno inicial, casi todo depende del disc-jockey, quien irá poniendo las músicas que crea necesarias para vencer al partido contrario. En esta última prueba no existe un ganador oficial, pero si uno de los representantes muestra mayores signos de disgusto que el otro, se considera como perjudicial para su partido, y esto muchas veces ha terminado en una corrida de votos, y otras en un advenimiento de los famosísimos indecisos. Porque el representante puede mostrarse irritado, pero en esa irritación puede notarse a veces verdadera inutilidad, o un sentimiento de ofensa por la vulgaridad de lo que está escuchando. Así, de una imagen de aturdido puede llegar a una de víctima, lo cual puede favorecerlo extremadamente, aunque es una posibilidad remota, dada la calidad neuronal de los asistentes, y del propio representante. Otras veces, alguno de los partidos, o ambos, dañan una buena parte de los bafles, de manera que el sonido salga sin bajo, volviendo a la música horriblemente estridente, y es aquí donde los representantes más se lucen, porque no sólo deben soportar el nivel escandaloso de decibeles, sino también un sonido pésimo.

    La ceremonia termina a las siete de la tarde, por lo que se trata de once horas de música por detrás y por delante, y con sólo la figura de un representante adverso enfrente como símbolo de la especie. Quede claro que durante todo este tiempo los representantes no pueden ni beber ni comer, aunque se les está permitido levantarse de sus sillas para realizar sus necesidades fisiológicas (a este respecto, la práctica consiste en que cada representante se traslada hasta la mitad exacta del terreno, y ahí, despojándose de las ropas, defeca y orina con diversidad de estilos, expresando su repudio o cualquier otro tipo de sentimiento que pueda hacia el adversario). Por lo demás, el resto de los participantes se limita a ubicarse y permanecer detrás de los bafles, alentando al disc-jockey, quien por lo común no tiene idea de lo que ocurre allende los bafles, puesto que ni a él ni a los adherentes se les está permitido siquiera asomar la cabeza al terreno.

    Finalmente, luego de once horas de polkas, óperas, conciertos, villancicos y cánticos de hinchada, termina el cierre de campaña. Cada partido retira a su representante, que se encuentra por lo general en un estado de estupidez envidiable, estimulándolo primero con palabras, y luego golpeándolo (es parte de la tradición) con palos para que hable y relate la jornada, y es en base a esta narración que cada partido juzga si ganó o no en el cierre de campaña. Sin embargo, dado el estado de los representantes, que apenas atinan a decir una que otra palabra, y dado el nivel de comprensibilidad del resto de los participantes, es frecuente que cada partido se retire convencido de que ha ganado una gran cantidad de votos.

    Dos días después se realizan las elecciones, con absoluta calma y en medio de un clima más bien alegre. Nunca se han registrado hechos de violencia, ni insultos de ningún tipo, nunca hubo acusaciones ni detracciones, ni nada que pudiera provocar una alteración de la paz. Al tercer día se dan a conocer los resultados (que son inapelables), y el nuevo presidente, junto con su representante final, pasea por la avenida principal de la ciudad saludando a sus adherentes. En tanto que el presidente del partido derrotado, junto con los suyos, se encarga de romper minuciosamente cada uno de los huesos de su representante final, el cual, semimuerto, es depositado en las afueras a su suerte, donde finalmente muere olvidado por todos bajo un cartel que dice “por inútil”.

    —¡¡¡Baal!!! Prepara mis ropas, ¡marsupial decrépito! ¡¡¡Gabrieeeel!!! Algo de música, por favor… Sí, Baal, lo sé, pero aún así selecciona algo de amarillo, bordó y azul. Ajá, sí, vamos a probar.

    Esta noche tendré que elegir, también habrá elecciones dentro de mí. ¿O seré elegido yo? ¿Coincidencias de elección? Probabilidades nulas, cada quien toma lo que puede en la medida que en verdad lo quiere, cosa de no terminar en las afueras… jajaja.

    ¡Bum bum bum ea! Creí que eras pura miel, producto de abejas, amor de zánganos y reina promiscua. Te busqué por las calles de cera, prestando verdadera atención, pero no estuviste, faltaste a nuestra tácita cita citadina y eso, no se hace. Ahora no estás, y yo que pensaba llegar a un acuerdo contigo, ya sabes, esas cosas que ocurren de madrugada. Pero ni modo, será otra la compañía, otros brazos y otros besos, hilos de colores diferentes. Por ahí la clave justa, músicas iguales en casetes diferentes, y en otro punto de otro lugar esa misma música sonando entre cuatro paredes, cuatro bafles gigantes y mucha gente, cerveza, cigarrillos y el cruce de miradas, el reconocimiento en el casi furor, un detenerse y reconocer. ¡Ea! Cuando los chicos se portan mal.

    Viernes de delicia. Alfonsina, si estuvieras por ahí, si pudiera encontrarte de este lado del tiempo, aquí, más cerca, al alcance de mi deseo… pero tampoco vos estás, ¿y qué me queda? Hoy dejo el castillo, la fiesta de anoche fue como debía ser, buena. Pero hoy, esta noche, las cartas se jugarán y me echaré a correr por el asfalto, velocidad y música, perfumes y bebidas, eso que algunas veces es necesario porque se quiere, porque en el fondo está bien, porque nunca estuvo mal, porque se me da la gana, la verdad. De manera que se quedan en el castillo todos, Baal, Gabriel, Philip Glass, Puccini, Tchaikovski y Scharwenwa, Nietzsche, West y Láinez, todos bajo llave, detrás del puente. Esta vez cruzo el puente yo, esta noche me ofrezco a quien pudiera animarse a comprarme por unas horas.

    ¿Mañana? Mañana será mañana, el mañana es una idea, una posibilidad, y ya veremos qué ocurre, qué pasa y qué transita. Si habrá arrepentimiento (como les pasa al resto) o si habrá ese sentimiento de burla y menosprecio, nada fuera de lo extraordinario, todo dentro de lo previsible, a menos que se dé el cariño certero, la crueldad de la ternura, eso que luego se convierte en ancla, eso que te arroja hacia abajo, que te eleva hasta el fondo de un alma ajena. Paso.

    Sin complicaciones, entrega sencilla, plena y sin rodeos, y por favor dejame escuchar esta música, que no vengo a menudo.

    Quedará alguien en casa, a uno le faltará edad, otra estará “castigada” por llegar tarde la noche anterior. Y en la cadena de desenlaces, disgustos y reconciliaciones, habrá olas que sobrepasarán las previsiones, y en la cresta de cada una de ellas destellarán los nombres que harán historia, que serán parte de mí, como el mío de ellos. Una fusión caliente, como la piel, una intromisión desenfadada como una lengua en otra boca, mientras hay que pensar en este detalle: “no dejarse atrapar”.

    Hoy es viernes.

    Acerca de Silvio Manuel Rodríguez Carrillo