He nacido a tus ojos y he de morirme antes de que me mates con tu desprecio y tu voz se me instaure desapacible en mitad de las sienes de los silencios.
Me entregaré sin ruegos, sin amenazas, cuando por seducirme ardan cometas y me susurre versos en la almohada la boca de tu invierno por primavera.
Cuando la rosa tonta de mi desgana más lúcida, más cárdena, más intensa, te crezca entre los dedos de la añoranza por abrirse al enigma de tus tormentas.
Como un escalofrío, porque te quiera, has de abrazar mi sombra con tu penumbra y matarme de gozo como si, apenas, recordaras quien eres sobre mi tumba.
Desatarás las flores de tu garganta sobre el cadáver tibio de mi soberbia. Si me finges, diablo, deseo a ultranza te mentiré la muerte de la coherencia.
Sobre mi nombre haces cábalas nocturnales mientras inicio el rito de adivinarte ciega, desato la mordaza de tu boca andariega y levanto despacio tus losas sepulcrales. No soy recomendable para hombres cabales así que no te arriendo en el juego ganancia, no manipulo mentes pero es en la distancia donde mis versos hieren los ojos que no veo. Tú eres un creyente, yo sólamente creo en la fugacidad de nuestra circunstancia.
Dime ¿qué tienes tú que otros hombres no tengan? ¿qué escondes tras el gesto de loco visionario? ¿qué me puede intrigar? ¿eres el adversario que romperá las voces virtuales que me arengan? ¿Existe el pandemonium que tus manos detengan? ¿te inventarás por mí un futuro inaudito? ¿pintarás la sonrisa en mi rostro fortuito? Dime ¿quién eres tú que llamas a mi puerta? ¿el cazador cazado? ¿el de la mente abierta? ¿a quién voy a dejarle el camino expedito?
Anda y dí a los machos de tus ojos que disputan mis rimas carniceras, que se van a engañar con trampantojos, debajo de mi ropa los despojos de una entelequia, mueven las caderas.
Diles que no se encelen por La Oscura que finge claridades por capricho. Si miran más allá de mi locura, verán que sólo soy la conjetura que siempre se desdice de lo dicho.
¿Que te gusta jugar? Lo sé. Te gusta. Si ladras más que muerdes, no es seguro. Tu voz es el caballo, yo la fusta que te desboca el trote siendo injusta con la llamada a sangre de lo impuro.
Si te vas a matar de transparente sobre mi vendaval de soledades, no me reproches luego ante la gente que te dejé morir. Soy diferente porque no juego el rol de las bondades.
Si en esa diferencia ves tu hombría peligrar como roble en un desmonte, no escupas en mi nombre. Todavía queda mucho pecado. Mi utopía se suicida detrás de tu horizonte.
Yo tuve algunas veces pasiones de una pieza, rotundas y perfectas como verdes manzanas, ilusiones de lluvia empapando mañanas que sacaban su lengua de reseca tristeza;
recogía sonrisas, atesoraba insomnios como curas posibles teñidas de futuro, ecuaciones de vida que encerraban binomios que intentaban soltarme de un anclaje seguro;
yo tuve en cada esquina un amor imposible, un cuarto de esperanza, una sombra acechante, una furia medida sujeta a un imperdible, el deseo de huir en un vuelo rasante;
y busqué febrilmente lo que me revelara la fórmula secreta, el quid de mi desvelo; sumergí mis manzanas en rojo caramelo pilotando una nave que al final me alejara.
Pero la vida hundió en el barro mis botas, se comió mis manzanas, destiñó mi deseo, entretuvo mi furia sin ningún forcejeo y me llevó a su huerto de promesas remotas.
Hoy voy por la autopista final de la cordura, no me salto jamás los semáforos rojos y busco las cadenas para andar mas segura, y no sueño con barcos, ni con piratas cojos,
pero sigo teniendo algo oscuro y sombrío en mis ojos serenos, en mi voz mesurada: a veces me despierta un sudor denso y frío con aroma acidulce de manzana quemada.
Imagen by Tracy Lundgren
Iteraciones. Proporción. Ilación. Yo poético.
1.1. La palabra manzanas está empleada cuatro veces en el poema, en los cuartetos 1, 4, 5 y 7. En este último, en singular, aunque retóricamente también plural.
1.2. Siendo los cuartetos 1 y 7 los extremos del poema, considero a los cuartetos 4 y 5 como centrales, no en simetría sino en el lugar que articula la proporción áurea.
1.3. Hay una ilación notable en el poema, que superpone, al registro específicamente poético, la diacronicidad de un relato. Las manzanas no están adjetivadas más que al comienzo (rotundas, perfectas, verdes), a la manera de la caracterización de los personajes de un cuento o una novela, y luego no más hasta el final, en donde reaparecen bajo las especies de un recurrente déjà vu.
1.4. Nunca es sencillo diferenciar la voz poética (la relacionada con el ars adoptado -por la causa que fuera-) de la individual y personal (en el sentido psicólogico). Tampoco me aboco a la pesquisa, pero se me aparecen (y me parecen) aquí correspondientes. Otra correspondencia: lo enfocado y el enfoque. Es decir, las manzanas y la poeta. Las manzanas son en cierto modo ella misma, si se admite la identidad de los elementos de la secuencia: poeta-alma (de poeta)-animus-psique (deseo).
Métrica y rima.
2.1. El metro alejandrino clásico se resalta en sus hemistiquios absolutamente sonantes. Al punto de haberme inducido a interrogarlos separadamente en cuanto a su acentuación interna.
2.2. Lógicamente no consigno el acento final en 6ta (hablo de hemistiquios) sino el interno de cada uno en cada verso. Así, el primero (Yo tuve algunas veces / pasiones de una pieza) es del tipo 2-2. El resultado de mi conteo es el siguiente. Doce versos del tipo 3-3; cinco del 2-3; tres del 2-2 y tres del 3-2; dos del 3-4 y dos del 4-3; uno del 3-1. Es decir que de los veintiocho versos, doce (casi la mitad) son del tipo 3-3. Pero no incurre esta proporción en una predecible cadencia machacona, porque dicha combinación nunca se mantiene más allá de dos versos consecutivos. Considerando no ya versos sino hemistiquios, la proporción de tónicas en 3ra es mayor aún que la mitad del total: de cincuenta y seis, treinta y siete; y catorce en 2da, cuatro en 4ta y uno en 1ra. Y tampoco me resulta machacona esta relación.
2.3. La rima, consonante, combina los cuartetos clásicos (ABBA) de las estrofas 1, 4 y 5 con los serventesios (ABAB) en las estrofas 2, 3, 6 y 7. Creo que esta combinación (y en esta misma proporción) es un acierto, ya que la sonoridad del serventesio se adecua más eficazmente en las estrofas de arte mayor superiores al endecasílabo. Y el peligro de la excesiva cadencia se avienta con la inclusión de los tres cuartetos clásicos.
2.4. La cuestión de las «asonancias de las consonancias» (ejemplo: mañanas, en el tercer verso de la primera estrofa y revelara, en el primero de la cuarta) está resuelto, por la lejanía de los versos tales. En cuanto a las asonancias internas (imposibles de vadear en poemas de versos compuestos de cierta extensión), no son relevantes a mi oído.
Estrofas. Oralidad. Otra proporción.
3.1. El poema se desarrolla en una estructura de siete cuartetos. Ninguno, a mi juicio, superfluo o redundante, por lo que confirmo mi primera impresión de continuidad y unidad. Si bien los cuartetos son «cerrados», sin encabalgamientos entre estrofas (ni siquiera entre versos), el canto es raudo y fluido.
3.2. No he registrado aliteraciones ni cacofonías, y esto permitiría una recitación sin escollos. Aunque esta transpariencia pueda quizá requerir un especial cuidado en la entonación de quien lo recite.
3.3. Antes señalé algunas felices proporciones: la que surge del empleo de la palabra del título (en 1.2); la de la distribución acentual (en 2.2); la de la combinación de cuartetos clásicos y serventesios (2.3). Ahora, en esta última lectura de repaso, veo otra más.
Veo una estructura de soneto, en el sentido de la estructura bibartita de la forma soneto, en la que la primera parte expone el tema y la segunda, mediante un giro, corre la significación y lo termina en otro espacio, o en otro tiempo. Soy de la opinión (o «sensación», como se estila decir hoy) que el metro alejandrino no le conviene tanto al soneto como el endecasílabo, y la razón es que las tres sílabas de más en cada verso piden cancha más larga que lo que la inminencia de la segunda parte le otorga.
3.4. Pero si alargamos la cancha (manteniendo la proporción entre la parte de exposición y la de resolución), el alejandrino puede llegar a expresarse en toda su potencialidad. En el soneto propiamente dicho tenemos ocho versos para la primera parte y seis para la segunda. Alarguemos la cancha, pues, duplicándola: 8×2=16; 6×2=12. Que son, casualmente, los dieciséis versos de los primeros cuatro cuartetos de este poema y los doce de los últimos tres. Y la división entre ambas partes está, claro, donde debe estar: en el giro adversativo de la conjunción pero, que inicia el primer verso de la quinta estrofa.
3.5. Matemáticas. Para analizar la estructura, y también para encontrar sus alusiones en la primera parte y no en la segunda, marcando de esta manera otra vez la diferenciación entre ambas. Veamos. Primer cuarteto: pasiones de una pieza que remiten a cualquiera de los sólidos perfectos; y en el segundo verso rotundas y perfectas, aludiendo a tácitas esferas. Segundo cuarteto: ecuaciones y binomios. Tercer cuarteto: esquina y cuarto (las cuatro esquinas de la ochava y el cuarto como cuarta parte, al tiempo que como habitación). Ejemplo de la secuencia que inducen los significantes guiando los significados. Cuarto cuarteto: fórmula. En la segunda parte no hay alusiones de este tipo, ni aun forzando las interpretaciones.
Digresión sobre lo femenino. Significación y simbolismo.
4.1. Aquí, una pequeña digresión respecto de un tema secundario, pero que se me ha hecho patente desde mi primera lectura de este poema. ¿Hay una poesía femenina? Me aventuro en afirmarlo. Siquiera por lo grotesco de escucharme a mí mismo declamando en público lirismos de este tenor. (De esta mezzo.) Tal vez el feminismo fue un mal necesario, y ahora ya nadie pretendería retroceder la historia para confinar a las mujeres inteligentes y sensibles a los conventos o a los meros diarios íntimos. Pero hay una poesía femenina, sí. Como hay la masculina. Otra cosa son la fuerza, la contundencia (masculina o femenina) a veces, y otras veces la afectación y la flojera (masculina o femenina, también). Se ha confundido con frecuencia una característica genérica de la mente femenina, negándola cuando no se asimila a algún tipo de masculinización. Rubén Darío aludía a la voz viril de cierta escritora (creo que Concepción Arenal), como si el adjetivo la halagase.
4.2. Si puede admitirse la identidad de la poeta y sus manzanas, habrá que ver después algo en el nivel simbólico. La manzana edénica, causa de la conciencia del bien y del mal, de la catástrofe humana, pero también de la industria de glorificar estragos. La manzana cocida frente a la cruda, según Lévi-Strauss, la transmutación por el fuego de los alquimistas. La alquimia de la cocina. El ámbito femenino por historia y por afición. La base trófica de la inteligencia, al decir de Ramón Turró. Los principios de placer y de realidad de Freud. La síntesis dialéctica en la estrofa final, y la nueva tesis del símbolo recurrente como melancolía.
Mensaje.
5.1. ¿Y cuál es el mensaje? –preguntaban los docentes de letras en mis tiempos. Ya pasó la moda de preguntar eso, así como la de requerir en cada texto el compromiso social. Sin embargo yo quiero apuntar que hay mensaje aquí. Un mensaje que obvia los términos voltaireanos y apunta a las emociones en general, y a la filogenia de la melancolía particularmente. El mensaje que dice de las ilusiones y las pérdidas en la vida y las recuperaciones en el arte.
5.2. Demás está decir que el arte es fundamental en la expresión de un tema cuando se pretende exhibirlo. Y si el tema conlleva un mensaje (no confundir con consejo), imprescindible. El arte, en este sentido, es más eficaz y perdurable que los cánones y los panfletos.
5.3. Lo existencialmente perdurable es el recuerdo. Hay poemas excelentes que olvidamos apenas cerrado el libro. Hay autores que nos gustan (si nos preguntan por él), pero somos incapaces de recordar uno solo de sus poemas. Otros, en cambio, se fijan en la memoria para siempre. A esos les llamo mis clásicos.
5.4. Con aires de Joaquín y de Alfonsina, este poema memorable me retrotrae a otros de la autora, que conocía de antes (Versos para Pilar, Bendito) y a los que he vuelto, reconociendo ahora su voz inconfundible. La voz y las notas (la amiga, el hijo, ella misma) que colocan lo cotidiano tras un prisma de alta poesía.
*
Hay palabras y frases que quedan ineludiblemente unidas en la memoria con algo que hemos leído, no importa si de niño o pasados los cincuenta. Así, yo tengo la sombra larga de Silva, la luna de Borges, el albatros de Baudelaire, la rosa blanca de Martí. Acaso todos los poetas leguen en distintas palabras a distintos lectores los nuevos arquetipos, porque cada alma propone los suyos y creamos cada vez lo eterno.
Ignoro los antecedentes literarios de este poema, y no pienso buscarlos, porque no se trata de establecer méritos personales de originalidad o primacía. Creo que el arte está más allá del artista, y que este es su privilegiado instrumento. Como la larga sombra, como la luna, como la rosa blanca, llevo en mí desde ahora estas manzanas rotundas, perfectas, acidulces.
Van los ríos profundos de mi tiempo, alzando insospechados calendarios donde cuento los días de esperanza mientras tacho los días de quebranto.
Arranco de los meses los silencios cuando no hay ya manera de escucharlos y en la tela esmeril de cada hora engarzo los tejidos de mi espacio.
De vez en vez, aquella voz que canta repasa las historias de dos náufragos que fabricaron barcos de crepúsculo para apagar la sed en solitario.
Ahora, aquí, en esta tierra firme, desenrollamos los papiros mágicos, hablamos con un ritmo de tambores convocando al olvido a recordarnos.
Seguro que en el cofre de la vida, el cuento aquel, aún está esperando.
Cancelación de lo desierto
Gavrí Akhenazi
Yo sé que a veces hinco la rodilla en la tierra y que entierro en el pecho la cabeza afiebrada por imaginar cosas que podría decirte a solas y en la umbra, como alguien sin mañana.
Pero soy un silencio que se remuerde solo con vocación inhóspita. Una bestia esteparia que busca entre las cuevas secretas de tu especie la especie que ha perdido su espíritu de llama.
Aúllo y te reclamo con mordiscos de lumbre, tu acerico de ausencia se me clava en las plantas y soy el caminante que ha extraviado un desierto y rebusca en su sed el agua de la lágrima.
Al fin y al cabo, a solas, sin tantos artilugios asesino entre verbos mis mundos de metralla y, como ves, inclino mi arrogancia señera a la rienda de seda de tus manos extrañas.
No me acaricies, hembra, que la melancolía de no haberte tenido, me llena de nostalgia.
Jack Skeleton – John Madison
En voto de silencio me declaro aunque la «verbi gratia» me desborde que puede mi discurso no ser claro si mi voz de poeta es monocorde.
Y ya puede mi Sally tras la reja pedir que rompa en dos mi mandamiento que no daré cordel a la madeja de versos sin tener conocimiento
Hay silencios que dictan en su arrastre una suerte de efecto mariposa no temas, Sally Persson, si el desastre alcanza a mi liturgia clamorosa.
Te vuelves por momentos adictiva a amores que alimenten tu brasero, yo soy tu Frankenstein y tú la diva que doma la pasión del romancero.
Y mientras la metáfora resiste a regalarme su divino encanto carcelera es la sombra que te asiste hasta que el verbo anuncie el contracanto.
Anda y di a los machos de tus ojos que disputan mis rimas carniceras, que se van a engañar con trampantojos. Debajo de mi ropa los despojos de una entelequia, mueven las caderas.
Diles que no se encelen por La Oscura que finge claridades por capricho. Si miran más allá de mi locura, verán que sólo soy la conjetura que siempre se desdice de lo dicho.
¿Que te gusta jugar? Lo sé. Te gusta. Si ladras más que muerdes, no es seguro. Tu voz es el caballo, yo la fusta que te desboca el trote siendo injusta con la llamada a sangre de lo impuro.
Si te vas a matar de transparente sobre mi vendaval de soledades, no me reproches luego ante la gente que te dejé morir. Soy diferente porque no juego el rol de las bondades.
Si en esa diferencia ves tu hombría peligrar como roble en un desmonte, no escupas en mi nombre. Todavía queda mucho pecado. Mi utopía se suicida detrás de tu horizonte.
Privilegios
(quintetos dodecasilábicos)
Seme nublan los ojos de cancerbero por evitar morirme en tus estrategias de hombre imprevisible. Tú lo primero. Los otros son la nada, si nada quiero, por algo con tu celo me privilegias.
Si no me empleo a fondo pierdo la apuesta de tu emoción salvaje y extravertida. Soy la funambulista siempre dispuesta a disparar veneno con la ballesta de la respuesta grácil y enardecida.
Y peco de sincera, nunca de injusta desde que me da sombra tu terca espalda. A fuer de verdadera soy una fusta inclemente y certera, la que te gusta cuando buscas tu hombría bajo mi falda.
Por mucho que te hiera, vas a quererme como quiero las manos de tu maltrato. Hasta que yo decida, solo por verme escribiendo tu nombre que se me duerme de deseo en la boca. ¿No es ese el trato?.
Silvio Rodríguez Carrillo – Paraguay
¿Sabes leer lo que hay detrás?
(pentadecasílabos arromanzados)
Detrás de la UNESCO no todos abrochan a Huxley, a Julian, el claro eugenista que fue caballero; y a pocos conozco que admitan que tal instituto, que tal sociedad sin reparos, con plata y con tiempo trazó despacito el presente en que muchos respiran.
Detrás de la FIFA, que tantos -jamás por el Diego- boludos pensantes, creyeron loable y sin transas, el robo tranquilo entre amigos, la joda con hielo; mandaron al frente a un grupete que fue farolito, viñeta de prensa con qué escupir sobre sus muertos.
Detrás de los suecos y el premio a las letras de mierda también el escándalo, el puto machismo en los ruedos, acoso sexual, la violencia del pene patriarca y claro, la pobre vulvita en entonces venciendo por fin, tradiciones, sin cárcel, que cárcel es mucho.
Detrás de mis ojos, del negro que soy en mis huecos ¿con qué batería de falsos axiomas verá que escribo y nos narro el esteta del último miedo? Los tonos que oculto marcando mi mano en la sombra podrán enseñarte que danzo con altos silencios?
Magnífico villano
(alejandrinos arromanzados)
Colocando palabras en la cima de un muro se le pasan las horas desprovistas de dudas, desnortado y silente del gentío se aparta aunque igual permanece con el pueblo y el cura cosechando un pasado que se extingue en el aire.
El absurdo, incisivo, le taladra las juntas, entre el cuello y la espalda, por las cejas y el rojo de sus labios, por cada marcación que la culpa le resalta en silencio, con su sombra imprecisa resbalando filosa con su tono de burla.
Ah, patán, caballero de imposible futuro, que difícil hablarte de la noble estatura proyectada en el hueco que defiende tu pecho sin temer ofenderte, sin llamarte a la lucha, por el gusto a la guerra que se ovilla en tu vientre.
Ojalá nos perdones el naufragio que cursan nuestras vidas por causa de tus vidrios con letras, que te olvides del tono de la voz que te juzga: terrenito del odio, campesino de Roma; que no veas la tinta de las jóvenes putas.
Gavrí Akhenazi – Israel
No poema de amor
(quintetos endecasílabicos pocos ortodoxos)
Nunca amé a una mujer. Amé a esa idea de lo que yo pensaba es ser amado con todo lo posible idealizado.
Creé la convicción, que se alabea aún hoy – como aquello no alcanzado – sobre mi propia fe. Un imposible hecho de mis resortes. Y mi ansia armó mi corazón de nigromancia intentando volverlo indivisible, pero se rompió igual, como mi infancia.
Todo fue un ideal prefabricado, un grito de pasión acumulado en su propia intención. Un acertijo de este folio de vida desprolijo que soy: un irresuelto. Un desolado.
Tiempos del habitante
(hexadecasílabos pareados)
Los viejos saben por zorros, los zorros por desplumados y los que te dan el cante por profundos avisados de honduras del alma humana, apelando a ser parientes, lo que quieren, alma mía, es tenerte entre los dientes para mascarte despacio como rumiantes pasivos que eliden a la verdad, consejeros compasivos o viejos cobardes viejos que no resisten la brega y apelan a la calumnia. Ya sabés, todo se pega.
Mientras los perros me ladran con voces de gallo fino yo pienso en todo el osario que te persigue canino para morderte la boca donde queda la verdad y pasarla para el cuarto con toda su vastedad y así cambiarte la letra de firmar el manifiesto donde vale tu palabra la rúbrica de mi gesto.
Que la lealtad se pega no está escrito en ningún lado porque el tiempo con leales de suyo que está acabado y proliferan, voraces, los comedores de oreja que intentan llevarse al huerto, febriles, cualquier coneja para engordar el puchero de sus magros intereses. Haceme el favor, almita, no les ofrezcas tus preces.
Yo ya dejé de rezar por los ángeles que lloran y por los áspides bípedos que la palabra adulzoran mientras venden fraccionados benedictos venenitos en frascos de quita y pon que arrasan con los pruritos de la drogodependencia que involucra el mal amor. En los tiempos de mal frío cualquier carne da calor.
Pero vos, almita mía, sabés si vengo violento y en callarme el mal dolor hago mi mejor intento porque me gusta la vida cuando se expresa de frente aunque duela lo que salga de su boca intransigente. Y me gusta que en la almohada quede el perfume maduro de la bestia que me habita tan salvaje como impuro.
Eva Lucía Armas – Argentina
Desapareciendo
(quintentos alejandrinos)
El silencio me escupe siete puntas de espada siete bestias redondas en las que cabe el miedo acurrucado y parco como yo desolada, desaforado grito para gritarse quedo con la garganta llena de sangre coagulada.
El silencio me ciñe como un sayo de vela en un entierro inútil de dolor infinito; me amortaja invencible con un llanto de espuela que me rebaja el alma en desgastante rito para que mientras mata, me duela, duela, duela…
El hechizo del karma
Yo vengo precedida por la furia del karma y soy una karmática violentada impostura. De la maternidad me viene la ternura, de la guerra me viene nunca bajar el arma y toda esta inconsciencia que parece bravura.
El karma se ha sentado a disponer mi mesa con sus juicios eternos, circulares y heridos. Deposita en mis manos detalles prohibidos y me vuelve infinita, alimenticia, espesa y tentador potaje para los malnacidos.
Así como me ves, soy toda hechicería. Hago jugos dolientes con las voces del hombre y escribo en los papiros el nombre que te nombre cuando hiere la espada de la melancolía. No sé si soy real… o hay poco que me asombre.
La cordura es un don que no abunda demasiado ni conviene ejercerlo, pues los locos no quieren que nadie les disuada de que es solo ruido ese abigarramiento polifónico que suena en su cabeza.
Sin saber qué decir que aporte algo de luz a toda la vorágine de tantas y tan cáusticas babeles, qué habrá de hacer mi voz, sino asumirse lágrima en un océano de sal y quedarse callada.
Hablar de la armonía en un mundo de sordos carece de sentido mejor no exasperarse malgastando palabras.
Porque jamás la música ni la verdad necesitaron nada que no fuese el susurro del viento en la enramada y un corazón atento y sensitivo para existir.
Quién quiera puede llegar a ellas, solo tiene que dejar al instinto que descubra los rumores que pueblan los silencios.
Y escuchar con el alma ensimismada.
Jordana Amorós
Verso blanco
Miguel Urbano
Tercetos encadenados
Canto a la esperanza: A Lorca
Te busco amigo mío por doquiera… mas no puedo arrancarte de mi mente pues hiciste en mi alma enredadera.
Y a pesar de tan largo tiempo ausente tu recuerdo me sirve de alimento, pues, en mí, siempre vives tú presente
ocupándome todo el pensamiento. Jinete cabalgando te he soñado, cometa que volabas sobre el viento.
Y, ¿cuánto con tristeza te he llorado? Que lágrimas de sangre aún me vierte el corazón, del tuyo enamorado.
Con su guadaña vino a ti la muerte quedando aquella noche ensangrentada; ¿Qué hados te trajeron mala suerte?
Y, ¿dónde estaba Dios la madrugada?… Pero los hombres son con sus rencores, el odio y tanta envidia despiadada.
Yo querría llevarte algunas flores, donde tu cuerpo pueda reposar con el trinar de pájaros cantores.
La luna se quería desposar tú de negro, ella rojo su vestido y en sus manos un ramo de azahar.
Y yo pregunto ¿Dónde te han metido?… Alimentando rosas y jazmines en un hondo barranco allí perdido.
Te buscaré del mundo sus confines hasta haber tus reliquias encontrado y haremos fiesta y fondo de violines.
Tu verso compañero va a mi lado y, como perro mis entrañas muerde dejándome el sentido traspasado
soñando…verde que te quiero verde… Maldita sea siempre toda guerra. El mismo vencedor también la pierde.
Si no aprendemos del error se yerra: y esparcimos el odio de semilla sembramos de cadáveres la tierra.
¡El poeta de alma tan sencilla sea concordia entre los hermanos, fanal de amor y paz su luz nos brilla, y nos haga vencer rencores vanos!
Una fiesta de luz y de colores
Cuando me llamas Juan, Juan de mi signo, cuando me llamas Juan entro en los cielos cuando me nombras, Juan, soy tu cautivo. Cuando me dices, Juan, Juan de los muertos.
Cuando me dices Juan, Juan de mi signo se desordena el magma de mis versos. Cuando pronuncias: Juan, no hay más caminos que elegir en tu nombre de altos vuelos la majestad de levantar destinos en órbitas lejanas. Si tu verbo, si tu cantar de pan, tu son de vino me invoca: «Juan, mi Juan el marinero» a mis montes regresan los olivos, los albatros quebrando mis silencios
Cuando me dices Juan, Juan el marino, cuando me llamas Juan, regreso al templo que fundé para ti donde los hilos del tiempo hacen posible los te quiero.
Cuando me llamas Juan, soy ese tipo que levanta por ti mareas, reinos. Cuando me llamas Juan, soy tu marido en esos tentadores multiversos.
Cuando me dices, Juan, vuelvo a estar vivo, Dios protege en sus aguas el secreto; nuestro secreto, amor, donde existimos en un castillo al borde del desierto, y solo Dios conoce nuestro exilio nuestro rito desnudos contra el miedo, solo Dios reconoce tus vestidos mis sombreros Fedora, mis misterios. Solo dios sabe, Octavia, que dedico al borde de tus labios mientras vierto mi seminal victoria en tu delirios.
Cuando me llamas Juan, mi Juan el marinero, mi capitán, mi Juan el de los himnos, soy tu escritor mercante extra terreno y en tu fiesta de pájaros y trinos quiero morir de amor, morir en verso.
John Madison
Rima alterna
Orlando Estrella
Verso blanco
Mi compañera se marchó
Mi compañera se marchó de incógnito. No me explicó porqué. No se fue de mi casa, nunca vivimos juntos, nuestro hogar era el mundo, los caminos, las calles, los comedores, los hoteles chinos, -ahí no hacen preguntas-, les importa un carajo quien eres o quién no. Y esos pormenores nos definían bien.
Nos gustaba estar solos, apartados de otros. Amigos de los márgenes, algo así como antítesis, un gran contraste, pues, éramos militantes de un partido de masas que procuraba gente para lograr sus fines. No fue nada chocante que juntos renunciásemos maldiciendo los putos dirigentes de mierda que resultaron ser rateros consumados.
Una mujer brillante, cuyo sueño mayor era ser contratada como investigadora como cualquier ratón de biblioteca. -Aunque esté recluida y que además me paguen- musitaba con brillo en su verde mirada.
Pero un día se fue, se apartó sin decir, sin dar explicación. Quizás sea frecuente en la mujer independiente, libre. O tal vez cometí un disparate y no lo supe.
Si no fuese habitual mi mundo solitario, me hubiese golpeado con una mayor fuerza ese trance de vida que recuerdo como el mejor poema que se adapta a mi estilo.
Mea culpa
Resultaría fácil culpar a los demás de que haya huecos en las opacas vetas de espejismo con las que construí mi gazapera.
Afuera luce el sol y por los agujeros se cuelan alfileres que inoculan el frío de la luz.
Aunque me convirtiera en diosa de ocho brazos los dedos no serían suficientes para tapar las brechas que persisten en su afán de mostrarme mi ceguera.
Culpo a mi cobardía y su tesón en hacerme mirar hacia otra parte, mientras tarde o temprano los problemas que un día no enterré revientan para abrir otro boquete.
Ángeles Hernández Cruz
Verso blanco
Eva Lucía Armas
Romance heroico
La playa de la Pena
Érase una vez un hombre antiguo que amaneció en la playa de La Pena. Con él había un esplendor de antaño, su vieja Excalibur, cuatro quimeras, un paquete con voces que cantaban mojadas bajo el sol pero despiertas, algunos abalorios hechiceros que olían a Patchouly y hierbabuena, conjuros varios, notas, mapas, pan y un fuego que alumbraba en cualquier niebla.
Iba a pie por el mundo con sus cosas: sus viejos dinosaurios de otras eras, sus aves fabulosas e imposibles, su voz de encantador de las tormentas, su flauta de Hamelín, sus distracciones y su red cazadora de cometas.
Un día, tuvo un barco y fue pirata, un corsario en busca de una reina y anduvo por «los mares procelosos» al timón de su propio Perla Negra que del norte hasta el sur viajó la aurora buscando una esperanza aventurera.
Érase un hombre antiguo, un hombre extraño, con manos de apartar todas las piedras el que llegó a la playa dando voces como conquistador de las sirenas y levantó castillos y almanaques puso en horario el reloj de arena y se sentó a esperar tejiendo pájaros a que se enamorara de él la ausencia.
La Pena lo miraba, alucinada. Toda la isla olía a madreselvas.
Hay quien busca la luz en la mentira y se alumbra con lunas. Pide besos ingenuos en un feudo de embelesos y frente a la verdad sufre y delira.
Quiere verse en el sol y cuando mira solo descubre ímpetu y excesos, sentimientos agónicos y presos que no sabe plasmar, rayos de ira.
No conoce la voz inmaculada, la palabra perfecta que se asoma al balcón de un poema transparente,
el verbo que ajusticia en la alborada los miedos a las noches del idioma y te desnuda agudo e insolente.
(Soneto)
Isabel Reyes – España
Daría
Daría todo el mar, todo mi anhelo y el agua de mis ojos, mi llanura con tanta sed de sal y tanto miedo
Daría el sufrimiento, los senderos de tu boca a la mía, tantas leguas que median de mi abrazo hasta tu cuerpo.
Daría el trigo verde y el silencio de tu nombre crecido en los bancales de mi heredad estéril tanto tiempo.
Daría estarme siempre entre los remos de tus barcas y el mar, y estar contigo más allá de los campos y del cielo.
Daría todo ahora, cuanto tengo de bello en torno mío: las palabras y el viento delicioso en que te envuelvo.
Por saber qué nostalgia, qué misterio hay más allá, amigo, hay más acá de esta orilla en que vivo y no te encuentro.
(Tercetos de Arte Mayor)
Miguel Urbano – España
Te busqué
Te busqué por las cumbres y los ríos, por selvas y por ricos cafetales, por remotos espacios siderales, y por piélagos, cálidos y fríos.
Te busqué sin rendirme a desafíos, por oasis de verdes palmerales, por áridos desiertos minerales, y por volcanes, mansos y bravíos.
Te busqué en el bullicio y en la calma, sin cesar te soñaba noche y día siendo de mi existencia ansiada palma.
Y cuando el desaliento me vencía, al asomarme al fondo de mi alma al fin te hallé, mi amada, poesía.
(Soneto)
Morgana de Palacios – España
Ciclotimias
Entre ¡vivas! y ¡mueras! me nazco solitaria, nadie se asombre pues si escéptica me muestro metáfora baldía y correligionaria de los que no rezaron jamás un padrenuestro.
Simbólico aluvión de sangre derramada en arenas extrañas a despecho de azares, no encuentro mi lugar en ninguna alborada ni sueño en publicar mis obras ejemplares.
Nací para ser libre con las manos abiertas que se han ido colmando a traves de los años, de brillantes esposas y de cerradas puertas de todos los colores y todos los tamaños.
Hay quien inventa falsas conjunciones astrales y en alarde piadoso se acaricia a sí mismo con el polvo de estrellas de las aparenciales orgásmicas visiones de su propio espejismo.
En la exacta frontera de las pulsiones grises yo vivo a ras de suelo, casi definitiva. Si tropiezas conmigo ¡cuidado! no me pises que suelo revolverme si no hay alternativa.
(Serventesios de Arte Mayor)
John Madison – Cuba
Love cactus
Te encontré y no sabía que guardabas la llave del orden de mis mundos, nightmare en rebeldía. Te encontré como encuentras para un ánfora el agua.
Con esa fe imposible, yo encontré tu abadía.
Te encontré y ahora tengo que levantar diez puentes de Madison en vuelo, poética osadía, para activar la risa de tu barca nocturna, verano de mi sangre al declararse el día.
Hoy he pensado en ti, en tu aroma de impúber, conjugación almática de antigua novia mía, y he sentido nostalgia de tu loca costumbre de alunizar espléndida en mi casa baldía.
(Romance heroico)
Natalia Alberca – España
Futuro imperfecto
Un mal día dejé de conjugar el futuro perfecto. Se esfumó de aquel libro gastado de gramática que solía leer asiduamente.
Y me topé de frente con la fobia que me causaba el modo imperativo. Con el condicional me consolé, intentando pensar: ¿Y si tan solo
fuera una pesadilla?¿Si eso nunca pasó? Me ilusioné con el acaso que el subjuntivo, amable, me ofrecía
con rasgos irreales. No me queda salida; aceptaré que mi vivir es tan solo un gerundio: subsistiendo.
Era como una larga espumadura de cimbreante cadencia y de paisajes en tonos de amapola, con celajes de aromo y hierbabuena. Una apertura al íntimo pregón y a sus anclajes
en un lecho abismal, intenso y ácido. Era en la suavidad un limonero que al tronco lleva atado al Can Cerbero defendiendo las gamas de lo plácido. En el fondo de mí, un dios austero
me llenaba de fe como de ramas. Creí en lo que decía y me hice fuerte en la batalla franca con la muerte que pelaba a cuchillo mis escamas. No voy a ser un pez, flotando inerte esperando abonar agua podrida.
Para quien lo pregunte : soy mi vida.
Isabel Reyes – España
El reto
(quintetos alejandrinos consonantes)
Era mujer de sombras, mañana luminaria huyendo del vacío que me niega el futuro; me deslizo en silencio de espaldas a lo oscuro emprendiendo la huida de la red carcelaria de viejas soledades con alma de siluro.
Intuyo un aire cálido que remueve los sauces que arraigaron antaño en los tiempos de ausencia marcándome el camino donde late la esencia de una vida alejada de los amargos cauces de hembra regicida que su muerte sentencia.
Temeraria y audaz desempolvo pasiones que quedaron ancladas en un arcén dormido me atavío de rojo –mi color preferido-. y con la mente abierta a golpe de pulsiones comienzo un nuevo puzle con todo lo vivido.
Ando por las cornisas de los esperanzados y amplío mis cajones para el dolor extinto; me dispongo a salir del aciago recinto que recoge las lágrimas de los desesperados. Hoy nace otra mujer… ¿Será todo distinto?
John Madison – Cuba
Jack Skeleton
(serventesios endecasílabos consonantes)
En voto de silencio me declaro aunque la «verbi gratia» me desborde que puede mi discurso no ser claro si mi voz de poeta es monocorde.
Y ya puede mi Sally tras la reja pedir que rompa en dos mi mandamiento que no daré cordel a la madeja de versos sin tener conocimiento
Hay silencios que dictan en su arrastre una suerte de efecto mariposa no temas, Sally Persson, si el desastre alcanza a mi liturgia clamorosa.
Te vuelves por momentos adictiva a amores que alimenten tu brasero, yo soy tu Frankenstein y tú la diva que doma la pasión del romancero.
Y mientras la metáfora resiste a regalarme su divino encanto carcelera es la sombra que te asiste hasta que el verbo anuncie el contracanto.
Morgana de Palacios – España
Mis rarezas
(serventesios pentadecasílabos consonantes)
Atarse por gusto al sonido de un metro supone, la vuelta de tuerca divina que reta al talento. No todos buscamos lo mismo ni a nadie se impone, mirar con mirada distinta los rostros del viento.
La música late en el aire: suspiro y tormenta, relámpago y rayo en el cielo de las armonías, rebeldes tambores que incitan a la guerra cruenta que a solas mantengo en la tierra de sus melodías.
No existe alambrada ni muro ni oscura frontera, que yo no atraviese buscando prohibidas canciones. Mi boca es soldado de guardia desde su trinchera, mi sangre tumulto en la esencia de sus vibraciones.
Si presa por gusto liberta de alas gloriosas persigo la huella de Orfeo sobre el pentagrama, mi vuelo es el vuelo brillante de las mariposas, mi voz envenena a la prosa cuando se derrama.
Ahí está mi boca desbocada mezcla de ira ansiosa y de ternura cegada por la luz de la alborada y vidente de noche como un búho insomne por la presa deseada.
Mi amor sin nombre, está, mi voz sin grito mi corazón, mi esencia silenciada mi muerte protectora, mi estrategia para enfrentar la guerra programada. Ahí está mi cuerpo imperturbable su carne de cañón esclavizada, ahí mi libertad de pensamiento mi letra de cristal, mi llamarada.
Ahí está mi espera, mi renuncia. Nada más afilado que su espada.
Morgana de Palacios
Vaya por tu emoción mi furia trunca, mi visión sin amor, desabrigada, esta garganta al sol y este silencio, estas letras en rosa tan rosáceas en las que han muerto pájaros y árboles al son vibrante de sus asonadas.
Impotente de todo y vuelta furia la vida se ha ensañado en nuestras alas y ha dejado su sino el guerrerismo que tu ira y la mía acostumbraban.
Vamos de los cansancios a las flores, de la cocina suculenta al arma, de la quimioterapia a los escándalos del juzgado de turno a nuestra casa y nos quedamos como un jazmín seco guardadas en el libro de las causas.
Perdidas en las guerras de los otros nos volteamos furiosas y agraviadas, con estas manos que nacieron pródigas de abrigar el vacío y la nostalgia mientras la letra se nos va alejando hacia un futuro que no diga nada.
Vos con tu rebelión, yo con mi mundo. Nuestras almas gemelas. La distancia.
Y que nadie se meta en esta historia. Hagan silencio. Dos mujeres hablan.
Eva Lucía Armas
Jamás una palabra más alta que la otra ni aún cuando el poema dejara de ser arte y transmutado en losa nos crispara los nervios por no poder callarnos unas cuantas verdades.
No sé si hemos perdido los tiempos del amor o hemos ganado juntas tantas guerras brutales que se nos acabaron las razones profundas para fundar de nuevo bulliciosas ciudades.
Todo nos pasa cuenta mientras pasa la vida, los hombres y los hijos, los nietos, los pesares que siempre pesan más que aquellas alegrías que alguna vez tuvieron visos de realidades.
Fuiste para tu padre un escudo de luz y para mí una igual de mi raza y mi sangre, y no ha habido mujer más lúcida y leal renunciando al sosiego por seguir adelante.
Llegaste acostumbrada a jugarte la vida de palabra y de obra. No tuve que enseñarte.
Lejos de mí la muerte si te miro a esos ojos que la vencieron antes de mis oscuridades, porque no por más niña fuiste menos valiente para pisar descalza su senda de cristales.
Hablemos cuanto quieras, tú eliges el idioma que hay un mundo infinito de posibilidades para dos que se entienden más allá de los versos y pueden cerrar juntas los más siniestros bares.
Morgana de Palacios
En una macetita hoy he plantado incienso, un esqueje arrancado que me encontré en la calle mientras iba hacia el super con el bolso vacío y los ojos gastados por el mismo paisaje con que la vida ajusta esta ciudad cerrada a los dolores varios que atesora mi carne.
Porque yo soy de carne desde dentro hacia fuera y es de dentro hacia fuera que los dolores laten si fisuras de lluvia ocultan mis jardines bajo esta arquitectura de pagoda y cristales en la que se refugian los ecos trasegados con sus mendigos húmedos de tristeza insaciable.
Tanto romance heroico suena a marcha profana, a propaganda persa, a contínuos timbales con que marcan el paso los días de la angustia y se quedan callados los de festividades, porque solo una misma, amiga mía y larga, sabe hasta donde lucha la vocación de madre.
Nosotras guerrilleras del acto libertario convocamos a veces a todo el aquelarre por mantener intacta la esperanza baldía y sostener el día sobre los estandartes.
Porque si cabe pena en todos los caminos nosotras somos duras y fuertes caminantes.
La poesía del arrebato (corriente literaria en que se basó el proyecto Ultraversal) debe su nombre a la propuesta de improvisación en que dos autores se desafían en tiempo real a responderse con poemas. Es un ejercicio de agilidad y coherencia que permite demostrar el dominio de la técnica tanto poética como de discurso.
Cárceles y causas (improvisaciones en tiempo real)
(soneto – arte mayor – pareados – rimado)
Yo no te mentí nunca. Te dije que no soy más que el rescoldo oculto en la ceniza vieja, el humo que se expande inasible y no deja ni la más leve huella de los pasos que doy.
Lázaro imprevisible, resucito si estoy absorta con un rostro que la luna refleja mas cuando llega el día, la tumba que no ceja me requiere a su sombra y hacia su sombra voy.
Todo me es cárcel, todo, salvo mi pensamiento, larga la pena larga en el penal del viento que no precisa rejas para echar sus cerrojos.
No me quieras querer, no soy la primavera, sólo ceniza y humo en tránsito y entera toda la muerte, toda, se florece en mis ojos.
Morgana de Palacios
Todo me es cárcel, todo, menos la libertad el cerrojo que ciñe mi puta humanidad y el látigo en mi boca.
Carcelera del precio de la roca carcelera tenaz sobre la soledad que descoloca, sobre todas mis fugas va tu instinto, asesino y procaz
Si me muriera ayer desde la muerte, si no fuera este grito, ni tus cadenas unieran a mi suerte su recurso maldito, toda mi voluntad sería inerte.
Toda esta furia sorda en que me hundo valdría acaso la ira en que te irrito desde lo demencial que hace a mi mundo.
Gavrí Akhenazi
Todo es circunstancial cuando tiras los dados de la furia fugaz. Alma sobrecogida en el intento gris de acaparar la vida trascendiendo sin pausa, versos accidentados.
En la frontera fértil de tus acantilados columpio mil vocablos con sabor a manzana y nadie encontrará la pasión de morgana porque en el lado oscuro mantiene sus reales.
No es la razón de ser de los hombres cabales que no han de traspasar su cerrada ventana.
Por si quieres hablar del rumor del pecado de la desolación que nos marca la vida, de por qué mi canción suena a causa perdida, recuerda, por favor, que no tengo pasado ni creo en los futuros de terciopelo ajado, ni finjo algarabía si hablo con verdad.
Me someto al decreto de la banalidad sólo por hacer dedos desde cualquier teclado. Si miras lo profundo de mi verso acerado verás que no comulgo con la casualidad.
Morgana de Palacios
Una causa perdida ya no tiene remedio ni en tu boca que canta ni en tu boca de tedio. Una causa perdida es un rincón oscuro una ansiedad a medias, un parto prematuro.
Una causa perdida es también una meta una propuesta al viento que rompe una veleta para que ya no existan los puntos cardinales ni las mediocridades ni las banalidades.
Una causa perdida es la luz de un proyecto que se mantiene siempre altanero y erecto. Una causa perdida es un sueño a futuro. Para soñar tal causa, hay que nacer impuro.
Puedo olvidar mi cita con el médico las gafas, el teléfono o el paso castigador del sol de mi hemisferio pero nunca su voz, ahí no hay trato. Su voz me trae de vuelta del infierno.
Hace algunos otoños, tiempos malos para la de la voz, pedí en secreto a mi Dios sanador en desacato: “Permítele vivir, yo te lo ordeno. Y busca en el jardín de tus finados las memorias de Juan, el marinero”.
Dios cumplio aquel mandato y un catálogo de versos tramontanos y te quieros nos marcaba la ruta por océanos tan solo navegables en los cuentos.
Viví días felices al amparo de su voz medallistica de ensueño olvidando con ello que el naufragio estaba por llegar. Los sortilegios practicados por Dios conllevan altos impuestos que abonar. Ya no recuerdo la letra ni el arpegio de aquel canto que levantaba oleajes en su pelo. Dios se llevó mis barcos, mató a Madison.
Hoy solo reina un Juan: el de los muertos.
Eugenia Díaz Mares
Sin consuelo
(romance heroico)
Yo quise unir mi llanto con el tuyo en busca de consuelo a nuestra pena, abrazarnos callando nuestro espanto de verla que quedaba bajo tierra, perdida para siempre entre las flores al quedar sin aliento y sin estrella.
Rechazaste mi mano y te encerraste en el infierno solo con tristeza; Me has dejado vivir sola mi lucha. Cegada me abrí paso entre la niebla para encontrarte hundido en tu silencio, con candado en la voz y en esa celda donde pagas las culpas que no debes, sin encontrar reposo con tu entrega.
Quisiera descansar y que descanses llorando junto al mar aunque nos duela.
Morgana de Palacios
Baja las armas
(quintetos)
El diablo me observa desde la sombra con gesto displicente, me inhibe el roce con tu boca pausada, la que me nombra en la carrera diaria y hasta se asombra de este empecinamiento que desconoce.
El diablo no sabe de mis anhelos ni de la guerra santa que me desvela. No sabe que atravieso todos los cielos como un águila oscura de altivos vuelos hacia la luz amante de tu candela.
El diablo del tiempo me desespera con sus cambios de horario sobre mis risas, pirocúmulo extraño para la espera del incendio que llega y que persevera cuando para mis ojos te descamisas.
Gavrí Akhenazi
Mar de viento
(romance heroico)
En la ecuación final, cálida y ágil, quiero tu nombre aquí, si es mi derecho ser el que te ha besado la palabra en la infidelidad de los deseos forzandote a vivir de cara al sol las incomodidades del secreto.
No he conseguido pronunciar tu boca con el rubor de un niño descubierto lanzando papirolas de amargura al alféizar sin tiempo de tu tiempo porque me he dedicado a ser el hombre que se ha gastado el negro entre tus pechos la cruda noche en que tu navegante ha debido enfrentar mi mar de viento.
Hemos viajado por la vida entera irrespetuosos y en espacio abierto, porque escribir de cara a tu mirada representa un desnudo a fuego intenso, que derrite su cáscara de espanto mientras nace de él este hombre nuevo.
Te dije siempre, traducción mediante, que el judío te nombra «su consuelo», en esta amante edad que llega tarde a provocarnos el renacimiento.
Nejama, mi nejama, mi guerrera, que empapeló mi tumba con sus versos.
Idella Esteve
Ocaso y ciprés
(serventesios)
Deprisa o demorando recorro mi camino y voy desaprendiendo aquello que dolía por no querer llevarlo al fin de mi destino para que no se torne en mi última agonía.
Se me apaga la luz y se me enciende el llanto; las lágrimas no sirven ni siquiera en la sombra; se abotargan los ojos, permanece el quebranto, nada se nos olvida y todo se renombra.
Y con supremo esfuerzo en momentos extremos hago acopio de vida para verme feliz, -lejanos son las losas, cipreses, crisantemos- sonriendo al horizonte como una buena actriz.
Ana Estepa
Desde que me despierto
(romance heroico)
Desde que me despierto hasta que duermo llevo mi delantal como estandarte, con mi niño montado en la cadera y mi pecho dispuesto a amamantarle.
Desde que me despierto hasta que duermo cocino, plancho, limpio y tejo el aire que se enreda en las curvas de mis venas y me llenan de vida para darte.
Desde que me despierto hasta que duermo espero a que regreses con la tarde mientras pasan las horas y en la espera me dibujo los labios de besarte.
Desde que me despierto hasta que duermo el brillo de mis ojos se reparte entre el vaivén del viento por la hierba y en contar los segundos para amarte.
Isabel Reyes
Nueve lunas
(cuartetos)
¿Ves aquélla mujer mecer la cuna? Parece tan posible y tan cercano tocar el horizonte con la mano, uncirle un cielo nuevo a la fortuna…
Nueve lunas comió una por una ese vientre crecido del rellano; las tibias levaduras del arcano leudaron en sus pechos una duna.
¿Adviertes la patada inoportuna la náusea repentina y el desgano? ¿La larva del antojo a contramano de ese cuerpo por dos, su raya bruna?
La punta del pezón como aceituna que espera el amasar de su artesano ya sueña con la vida mano a mano ¿Has visto a esa mujer mecer la cuna?
María José Quesada
Floración del almendro
La noche se ha inclinado en el almendro rozando su clavícula en las ramas y al ir a recogerse los cabellos caídos hacia un lado de la cara se ha roto su collar de cuatro espejos y todo en el almendro ahora es luz blanca.
Canto a tu voz mujer porque me trae el viento de la mar y me azulea el íntimo paisaje de mi isla. Somos dos soledades en la brecha del camino hacia el sol desde lo oscuro que envuelve nuestra voz, y donde empieza el periplo interior, nidos de umbría que el corazón a veces nos destrenza.
Solitarias las dos con muchas viñas, dos ríos estrellándose en las venas, dos ocasos volviendo con la lluvia volcando nuestra sed en los poemas que se van con el viento de la tarde, con palabras sembradas que aletean en el quieto paisaje de mis ojos y en mis manos de lianas y de selva, contigo estoy obviando a donde iba al aguacero intenso que no cesa y vuelvo con la lluvia a la nostalgia de antiguas y doradas primaveras.
Ambas en el silencio de la tarde introversas las dos con mucha esencia, Idella, amiga mía, mi tocaya estás aquí, con siglos de certezas abriéndole las puertas al silencio de esta mujer que pone en pie su idea de lavar en la lluvia a la nostalgia porque tiras de mi con mucha fuerza.
Isabel Reyes Elena
Sin palabras me quedo porque el agua de mis ojos ahoga mi voz seca que de tanto clamar se ha enronquecido y es tan solo el susurro de una vieja que ya se sabe estéril, solitaria, y no da con la fuerza del poema
Solamente en recuerdos se ha forjado que puede arrebatarse con vehemencia cuando llega otra voz que la acompaña y le dice en sus versos «compañera», cuando llega el calor de tantos años que van iluminando sus ojeras y se quedans las dos introvertidas pues siempre han sido almas introversas.
Isamaris las dos, como dos rosas que van juntas en una enredadera unidas por el son de las palabras que aunque cerradas siempre están abiertas, que a veces el silencio se nos abre y nos deja expeditas las cancelas para poder sacar todas las cargas que dejaron pasadas primaveras y se han vuelto livianas en otoño porque la edad nos hace estar alerta.
Con las lluvias de abril me va viniendo la nostalgia de versos en cadena que otras veces sutiles engarzamos como joyeros en una diadema que guardamos avaras en un arca para sacarla en tiempos de tristeza y desgranar sus cuentas, poco a poco, y alegrarnos al fin con su cadencia.
Idella Esteve
Andas buscando y buscándote en esa playa del alma como un haz de sol trenzado insaciable de palabras que den la luz al paisaje de oscuridad en que ambas nos removemos nerviosas desaguando nuestras ánforas que nos pesan como un fardo siempre sobre nuestra espalda.
Hay que saltar las orillas no echando atrás la mirada de recuerdos dolorosos de ausencias y de nostalgia como mujeres valientes pues no puede la añoranza entrañarse en dos poetas que a la vida le dan cara.
Esos versos en cadena para alegrar las mañanas me han servido en ocasiones para dejar la nostalgia escondida en los cajones donde guardo la amalgama de los recuerdos vividos que vívidos se derraman. Mis puertas están abiertas a todas horas hermana.
En los días que vivimos de esta manera tan trágica es cuando más precisamos que las dos demos la talla. Puedes entrar cuando quieras pues te regalo la entrada y en alejandrino el próximo pues cambiaré el pentagrama.
Isabel Reyes Elena
Alejandrinos si quieres, o endecas con filigrana de esas que labran en Córdoba con hilos de fina plata, cuando ambas romanceamos se viene a la letra el alma y no nos importa el metro si es el ritmo el que nos canta para que se salga al aire esa escondida esperanza que trina como los pájaros al filo de la alborada dejándose entre las sombras la penas y las nostalgias, amaneciendo con soles que no han de quemar las alas.
Volemos alto, querida al horizonte encaradas sobre el tomillo y romero que tapizan la montaña, sobre la dorada arena de los bordes de la playa sobre el azul de la tarde como dos gaviotas blancas
Porque me busco te encuentro en los versos que engalanas con ese decir tan tuyo tan diáfano como el agua esa que sale de dentro fluyendo de tu alfaguara, esa que limpia los ojos y hace ver las cosas claras esa con la que me calmo en mis horas más aciagas, esa que das en poemas, esa, mi querida hermana.
Ofréceme alejandrinos que suenen como romanzas nuestras voces son capaces de despertar la mañana.
Idella Esteve
Quiero apagar la antorcha de mi melancolía y alumbrar tus poemas de música inundada, quiero dejarte un mundo impune de tristeza con jirones de aurora y días de bonanza y que encienda la luz en tus días oscuros atravesando el halo de una luna incendiada.
Deseo mucho más, querida compañera de mis justas poéticas que tan bien engalanas y me animan y empujan a soñar horizontes sin hilos agridulces, con retales de albada.
Me enseñaste lo oculto del halo del poema y entre sombras y luces me diste la esperanza, levantaste mi ánimo cuando estaba sufriente y sé que en mi destino estabas reservada con las manos alígeras del aire de la vida y en muchas ocasiones me diste la palabra, encontrando los nudos que estaban señalados a que dos almas puras su introversión volcaran.
Tu voz, susurro cálido, destello de ternura, navegó por mi sangre con la única jarcia de los altos vocablos que traslucen tus versos.
He de extender tus versos en mi íntima playa.
Isabel Reyes Elena
En un tiempo, querida, fuiste luz de mis noches cuando con el silencio a leerte llegaba. Y yo hablaba contigo antes de irte a la cuna y tú, con la dulzura en ti identificada, escuchabas mis dudas, mis palabras, mis cuitas que por un largo tiempo estaban silenciadas.
Te sentí compañera desde el mismo principio y enseguida aprecié lo insondable del alma cuando con voz profunda escribías de adentro recuerdos escondidos que libres escapaban.
Temor reverencial surgía al contestarte por no saber decir. Mas tenía esperanzas puestas en tu consciencia de que yo era aprendiza y que estaba dispuesta a que tú me ayudaras.
Hubo una connivencia en lo que nos contábamos y aprendí a imaginarme las cosas que callabas por todas esas otras que tuve en confidencias unas veces dichosas y otras veces amargas.
Y siempre he demostrado lo mucho que te admiro, Eres el exponente de quien sufre y quien ama eres la gran poeta de precisos vocablos esos que te son fáciles y en poemas derramas.
Tus versos son suspiros que vuelan en el aire, que salen de la noche convirtiéndose en alba.
Con tu gesto tan lleno de impaciencia el cristal de los ojos se me rompe, agregándole arruga, sobre arruga a este corazón que late ya forzado.
Tú le gritas al viento que me quieres pero tu indiferencia me lastima. Sintiéndome un estorbo y enfadosa decido irme alejando de tu vida.
Te dejo en libre vuelo y me pregunto porqué me he convertido en una extraña; en qué me he equivocado, en qué fallé ya no soy prioridad en tu camino.
Soñé llegar a vieja entre tus brazos sintiendo la ternura que te di, sin mendigar el fruto que he sembrado desde que he concebido tu latido.
Sin consuelo
Yo quise unir mi llanto con el tuyo en busca de consuelo a nuestra pena, abrazarnos callando nuestro espanto de verla que quedaba bajo tierra, perdida para siempre entre las flores al quedar sin aliento y sin estrella.
Rechazaste mi mano y te encerraste en el infierno solo con tristeza, me has dejado vivir sola mi lucha, cegada me abrí paso entre la niebla para encontrarte hundido en tu silencio, con candado en la voz y en esa celda donde pagas las culpas que no debes, sin encontrar reposo con tu entrega.
Quisiera descansar y que descanses llorando junto al mar aunque nos duela.
Ella, la que viven en el espejo
Esta ahí, vive dentro del espejo y ve còmo sofoco sentimientos, aullando entre silencios mis lamentos en noches de un presente que ya es viejo.
Ríe de mi paraguas gris añejo que no cubre dolor ni pensamientos, olor a medicina y tratamientos, se burla de la lluvia en mi pellejo.
Me señala el atajo, la salida, mas decido quedarme en el lugar donde soy paliativo y buen soporte.
Deseo ser su lámpara encendida, esperanza, alegría y bienestar, aunque en este proceso me recorte.
Debería poder eternizar la voz de donde nacen tus diluvios desembocando en mí, deletreando los torrentes de versos que desaguan en los amplios bancales de mis senos.
Discurre entre tus manos la ternura del mundo y por las mías la procesión nocturna de estériles palabras.
No te alejes pues mis versos-semilla se han perdido con las cosechas de los tiempos áridos y no tengo más nada que ofrecerte para saciar el hambre de tu espera. Sólo puedo llevarte hasta mis bosques, al árbol donde irrumpen los misterios de mi espíritu fiel en pie de llamas.
Hoy me acerco hasta ti para que siembres mis sueños de azaleas porque tengo mucha niñez mezclada con la greda, mucho frío en las manos y no sé dónde puedo llegar con el tumulto que produce tu boca en mi energía
Toma mi mano y guíame al silo donde guardas tus cosechas.
Introversiones
Vivo con avidez este presente que sólo en mí se fragua, beso apenas las huellas del pasado que en mis venas transitan con su lengua irreverente.
Borro las cicatrices de mi frente para no recordar y a duras penas intento transcender en las arenas del río del que soy eterno afluente.
Y me invento horizontes de esperanza vistiéndome de roca en mi paisaje de subterráneos pozos artesianos.
Y me bebo la vida por si alcanza la intemperie que llevo de equipaje a retener el tiempo entre mis manos.
Nuevo ciclo
La luz por mi paisaje de humo viene inundando mi otoño. A su llegada toma conciencia de ser luz y luego anida en mis ojos abiertos. La claridad desnorta el canto funeral y los oasis del éxodo y los días de mis sombras y árboles me envía, telegramas de música apacible. En la memoria, para acunar el sol suena una estrofa, no importa de qué música, que el túnel de mis miedos desescombra.
Comienza un nuevo ciclo luminoso. Fueron ríos, senderos, muchas horas de nostalgia y de espera. Por los grandes agujeros del llanto y por las lomas va penetrando el ánimo a raudales y me cierra caminos hacia el Gólgota.
Late la vida en mí, miro al invierno volviendo a ver la vida que revive y comienza otra vez, luz adelante lo mismo que una tromba de sol en mis palabras, de alegría que vuela las cenizas de mi historia.
Podría porque es fácil meter sexta y huir de lo que me repele cuando miro por el ojo violeta de mi última amatista, y entrar en la tertulia de lo etéreo.
Podría unirme al coro de malditas con mis obras completas y la desilusión como estandarte.
El cómo es lo de menos -siempre hay formas- pero el porqué no es nunca suficiente, salvo que el egoísmo de ser tú -en exclusiva tú- rompiera cualquier lazo con la tierra, que allá se las apañe con sus contradicciones y sus poetas únicos y con su paradoja de dolor sublimado y con sus ideales opiáceos.
Podría cualquier tarde
en la que Plath o Sexton o Pizarnik o Teasdale o Storni
-mientras hago un sprint bajo la ducha- me hablan del vacío existencial con un frufrú de seda en la palabra y la mirada vacua y el sarcófago flotando inercialmente sobre el tiempo, y casi me convencen de que el mayor error es seguir viva matándote por otros.
Ninguna derrotó al Arcángel del Tedio ni sedujo a sus dioses de papel ni mató sus demonios interiores. Yo tampoco.
Estar cuerda no siempre resulta ventajoso porque duele el espíritu y acaba resentido, pero soy algo más que el aura negra de mi farsa poética.
Yo soy mi rebeldía.
Detener el tiempo
Vas a heredar mi boca cualquier día, esa naranja amarga de adulterio, mi lengua de tormenta que incisiva hace crujir las gavias de tu aliento.
Heredarás mi voz de jarcha y sable, mi cetro de cristal, mi amor sin dedos, mi astucia de tarántula perdida en la vasta inquietud de los espejos.
Mi látigo de seda, la distancia que va del corazón hasta los huesos, la hondura roja y gualda de mi idioma bajo el azul y blanco de tu verbo.
El pulso de la luz con que destella el nombre que le puse a tu misterio, los confines del Norte que limitan con mi fatalidad de oscuro enebro.
Vas a heredar las cartas del ayuno, las horas de vigilia en el trapecio donde colgué tu sol dilapidado en el calor de mis poemas muertos.
Cuando te lleguen a los ojos, cava una fosa en la tierra de tu pecho y olvídate de mí en el instante en que me entierres cerca de tus miedos.
Cuando sientas que el aire huele a rosas será que han florecido los silencios.
Lengua de sol
Qué cerca estás de mí, vida, qué cerca, qué hondo me penetra tu palabra, con qué fuerza tu fuerza me esclaviza y con qué levedad me pone alas.
Nadie espera de mí, vida, que amarte sea como saltar las alambradas de la calamidad, nadie supone que tu hombría asesine su algarada.
En qué cenote oscuro me verán nadar contra corriente turbias aguas, que no imaginan, vida, que estoy viva sobre la curvatura de tu espalda.
Duele la claridad aparatosa de tu lengua de sol en mi ventana.
Figúrate, si puedes, lo que el rostro te esconde. ¿Qué te voy a decir de los silencios? ¿Qué te voy a contar de los internos gritos? ¿Qué de las esperanzas ya perdidas?
Ampárate en mi sombra, que no hay otra. Cógete de mi mano y camina conmigo hacia el poniente; ya no te importe el norte, ¿para qué?, llegamos al final de nuestro viaje.
El mañana vendrá pero nosotros… ¿Cuándo?… ¿Cuándo?… ¿Cuándo?
Todo tiene un final. Oriente quedó atrás. Todo es Ocaso.
Cuándo
Cuándo saldremos de esta hibernación en un sueño fatal aletargados. Cuándo dejar atrás nuestros cuidados, las cuitas empañando el corazón.
Cuándo, si no me falla la razón, estarán mis anhelos reafirmados, aquellos que se han visto refrenados por esta interminable situación.
Cuándo. Se hace tan larga esta agonía que traspasa la luz y son penumbra los rayos que me llegan desde el cielo
y ya no puedo ver brillar el día. Sólo al llegar la noche se vislumbra lo real o irreal en mi desvelo.
Divagando
Ejercí de feminista sólo en casa, coherente. Hoy la cosa es diferente, nada hay que se resista.
Para el hecho de cambiar yo me apunto la primera cuando me entra la tontera de cosas tergiversar.
A los hombres llamo nueros, yernas nombro a las mujeres. Así lo llevo ¡Qué quieres, si no me cuesta dineros!
Y me paso por el forro la gramática castiza y nada me escandaliza pues soy más lista que un zorro
No todo en «a» terminado se refiere al femenino y es un tema ya cansino que ha de ser eliminado.
No hay un hombre que se niegue a que le llamen tenista, violinista, ajedrecista… en lo que toque o que juegue.
Lo que finaliza en «ante» se quiere acabar en «anta» cosa, pardiez, que me espanta y no le encuentro atenuante.
Mas pongo trabas, no creas, si me hacen usar la arroba, es algo que me joroba, me causa flato y disneas.
Dejemos las tonterías, vayamos a lo concreto: tratémonos con respeto y acaben las chulerías.