SONETOS

Morgana de Palacios

Pájaros

No me quedan más pájaros en la imaginación,
huyeron de la quema en este Agosto ardido.
Se han llevado mi rostro, mi nombre, mi apellido,
las ganas de latir del corazón.

Ya no reparto pájaros para la rebelión
de todas las razones que matan el olvido.
Se me resiste el aire al vuelo desabrido
y el alma se resiste a la emoción.

Estoy pagando caro el íntimo arrebato
por no leer la letra pequeña del contrato
que firmé este verano cuando me volví loca.

Jamás decir te amo, en serio, al contrincante,
no te hará más feliz, pero es más elegante
que amanecer sin pájaros que beban de tu boca.



José Luis Villena

Plenilunio

Tan callada la hora, tan dormida,
tan ayer el olvido y el recuerdo,
casi tibia la albura en la que pierdo
el escaso relieve de mi vida.

Soy la sombra que encuentra la salida
por el lado contrario, por lo izquierdo,
y en la noche que vuelve loco al cuerdo
busco la magia negra, la prohibida.

El aire lleva tinta y me supura
el aliento de voces nocturnales,
que silabeo con mi lengua oscura.

La luna con sus nombres desiguales
me murmura en la boca y la blancura
se ahonda en mis penumbras abisales.



Manuel Martínez Barcia

Negro e impar

También a ti tendrá que sucederte
lo que nos precipita contra el muro
anunciando el latir de lo inseguro
con manso corazón sobreviviente

y esa lidia constante de la suerte,
enigma en la ruleta del venturo,
su interminable azar, y de lo oscuro,
mañana en la intención con rumbo inerte.

Y también te dirán que es utopía
hollar el porvenir con tirafuera
por ver si la fortuna es doblegable.

Las puertas del destino, llave un día,
cerrarán para siempre su frontera
contigo al contraluz más insalvable.



Jordana Amorós

Extenuación

Esta gravosa cruz que llevo a cuestas
es a ojos de todos invisible
y el que no tenga el cuerpo para fiestas
a muchos les resulta incomprensible.

No debo sucumbir bajo su peso,
lo sé , ni analizar si en el camino
agreste que recorro, cada beso
de sus piedras resulta más mezquino.

¿Pero quién no cuestiona a cada paso
si no es mejor que acabe la agonía
cuando el dolor rebosa de su vaso?

Yo agoté ya ese cupo de energía
que te exige el vivir viendo tu ocaso
y seguir siendo fiel a la alegría.



Los autores

Morgana de Palacios
José Luis Villena
Manuel Martínez Barcia
Jordana Amorós

POESÍA DE CONTRAPUNTO

La poesía del arrebato (corriente literaria en que se basó el proyecto Ultraversal) debe su nombre a la propuesta de improvisación en que dos autores se desafían en tiempo real a responderse con poemas. Es un ejercicio de agilidad y coherencia que permite demostrar el dominio de la técnica tanto poética como de discurso.

ultraversal.com

Morgana de Palacios – Gavrí Akhenazi

Cárceles y causas (improvisaciones en tiempo real)

(soneto – arte mayor – pareados – rimado)

Yo no te mentí nunca. Te dije que no soy
más que el rescoldo oculto en la ceniza vieja,
el humo que se expande inasible y no deja
ni la más leve huella de los pasos que doy.


Lázaro imprevisible, resucito si estoy
absorta con un rostro que la luna refleja
mas cuando llega el día, la tumba que no ceja
me requiere a su sombra y hacia su sombra voy.

Todo me es cárcel, todo, salvo mi pensamiento,
larga la pena larga en el penal del viento
que no precisa rejas para echar sus cerrojos.


No me quieras querer, no soy la primavera,
sólo ceniza y humo en tránsito y entera
toda la muerte, toda, se florece en mis ojos.

Morgana de Palacios



Todo me es cárcel, todo, menos la libertad
el cerrojo que ciñe mi puta humanidad
y el látigo en mi boca.

Carcelera del precio de la roca
carcelera tenaz
sobre la soledad que descoloca,
sobre todas mis fugas
va tu instinto, asesino y procaz

Si me muriera ayer desde la muerte,
si no fuera este grito,
ni tus cadenas unieran a mi suerte
su recurso maldito,
toda mi voluntad sería inerte.

Toda esta furia sorda en que me hundo
valdría acaso la ira en que te irrito
desde lo demencial que hace a mi mundo.

Gavrí Akhenazi



Todo es circunstancial cuando tiras los dados
de la furia fugaz. Alma sobrecogida
en el intento gris de acaparar la vida
trascendiendo sin pausa, versos accidentados
.

En la frontera fértil de tus acantilados
columpio mil vocablos con sabor a manzana
y nadie encontrará la pasión de morgana
porque en el lado oscuro mantiene sus reales.

No es la razón de ser de los hombres cabales
que no han de traspasar su cerrada ventana.


Por si quieres hablar del rumor del pecado
de la desolación que nos marca la vida,
de por qué mi canción suena a causa perdida,
recuerda, por favor, que no tengo pasado
ni creo en los futuros de terciopelo ajado,
ni finjo algarabía si hablo con verdad.

Me someto al decreto de la banalidad
sólo por hacer dedos desde cualquier teclado.
Si miras lo profundo de mi verso acerado
verás que no comulgo con la casualidad.

Morgana de Palacios



Una causa perdida ya no tiene remedio
ni en tu boca que canta ni en tu boca de tedio.
Una causa perdida es un rincón oscuro
una ansiedad a medias, un parto prematuro.

Una causa perdida es también una meta
una propuesta al viento que rompe una veleta
para que ya no existan los puntos cardinales
ni las mediocridades ni las banalidades.

Una causa perdida es la luz de un proyecto
que se mantiene siempre altanero y erecto.
Una causa perdida es un sueño a futuro.
Para soñar tal causa, hay que nacer impuro.

Gavrí Akhenazi



Los autores

Morgana de Palacios
Gavrí Akhenazi

SONETO

Morgana de Palacios

De páramos

Te mudaste a mi piel desde el desierto
y encontraste la sombra transitoria
de un pájaro perdido en la memoria
para resucitarte de lo muerto.

Me mudé a tu piel en desconcierto,
al aura clandestina de tu historia
desde mi libertad de trayectoria
con la imaginación al descubierto.

Y tanto dibujamos el retrato
de la fascinación, en concordato
contra la oscura esencia del destin
o,

que de páramo a páramo la piel
-nómada sobre el canto del papel-
a jirones quedóse en el camino.


Sergio Oncina

Se acaba

El tiempo se me acaba. No hay mañana
y siento que naufrago en lo corriente,
que atesté de futuros el presente
en una vida de rutina vana.

Respiro cada día con desgana
el aire de la pena, la indecente
mediocridad que habita entre la gente
y me vulnera abúlica y tirana.

¿Cuántas horas me quedan de pasiones?
¿Cómo he de soportar las emociones
que anticipan el fin de la existencia?

¿Aliviará la oscuridad maldita
o dolerá la luz que inhabilita,
nos duerme, nos deslumbra y nos silencia?


Silvio Rodríguez Carrillo

Cuándo

Los reveses acuden sin horario, sin saña,
con el hambre inocente del neonato que busca
en su madre sacarse de las tripas las lágrimas
que le irritan sus modos y los ojos en fuga.

Los percances del viento musitando mañanas
al oído del solo que dibuja negruras
pretendiendo su muerte con el filo de un arma,
acaecen sin fechas ni razones robustas.

En la prueba del nombre describiendo su fondo
en las olas inquietas del papel que se mueve,
se define constante, sin errores, la risa

o el lamento que marcan como emblema de vida,
la actitud de arrecife, de oleaje demente,
o de imbécil al uso que se goza en el lodo.


Jordana Amorós

Oración crepuscular

Que no sea el relente de la tarde norteño,
que no asemejen sangre las luces del ocaso,
que no truene esta noche, que llegue pronto el sueño
a cerrarme los párpados con sus dedos de raso.

Que amanezca un mañana de semblante risueño
en el que no diluvien las hieles del fracaso
sobre mi corazón, pues, aunque pongo empeño
ni una sola gota me cabe ya en su vaso.

Cada vez más perdida, cada vez más dejada
de la mano de un Dios, que nunca presta oído
a la oración que rezo con voz desesperada.

Cada vez más escéptica, cada vez más cansada
de seguir por seguir el viaje sin sentido
por este Erial de Lágrimas, camino de la na
da


Isabel Reyes Elena

Oscuridad

Noche oscura del alma, quién pudiera
frenar la sangre de mi turbia herida
y en tu luz intangible y transgredida
sembrar mi soledad de enredadera.

En ti y en tu silencio, compañera,
establecer el punto de partida,
y a tu lúcida sombra ser la vida
que renueve la paz de otra ribera.

Quiero que acojas mi calvario interno
en el combate inútil con lo inerte
y me apartes el cáliz de su infierno.

Y abandonarme en ti para saberte
conmigo ante el abismo de lo eterno
hoy que siento el desgarro de la muerte.


Idella Esteve

Dudas

¿Cómo es estar allá; duermes y sueñas,
vives, tienes consciencia de esa vida,
algún recuerdo hay de tu partida,
puedes mandarme algunas contraseñas?

Cuando voy a Castilla las cigüeñas
contemplan mi apariencia alicaída,
con la mirada ajada y aturdida,
mis esperanzas viéndose pequeñas.

Pero he de remontar todas mis dudas
pues no importa si vives o estás muerto
si muerta es la ilusión de estar contigo

porque no tengo dioses y no hay budas
ni a quien vaya a rezar en campo yerto
para que puedas ser y estar conm
igo.

Ana Estepa, poemas

Imagen by Emily Schoieme

Palabras

Las palabras importan, y se quedan grabadas
más allá del momento en que se dicen.
No son tan solo aire que escapa por la boca
en las ondas acústicas.

Las palabras definen circunstancias
delimitan fronteras, tejen lazos;
reflejan realidad o velan falsedades.

Hay palabras suicidas
que engatusan, confunden, enloquecen…
palabras que despliegan alas de mariposas
de colores y formas deslumbrantes.

Y palabras que muerden las entrañas
que envenenan, destrozan y asesinan.

Otras veces palpitan en los labios
como un corazón abierto al cielo.
Entonces, las palabras son suspiros
que brotan de los versos de un poema.


A dentelladas

Puede llamarme ilusa, tonta, loca,
cabeza de chorlito, majareta…
pero nunca seré la marioneta
que manejen los hilos de su boca.

Sabe que el corazón se me disloca
y que no soy capaz de estarme quieta,
que me arde la sangre y soy veleta
heredera del viento que me toca.

Que me niego a tener que acostumbrarme
a vivir en palabras silenciadas,
y me asfixia el trasiego rutinario

hasta ser un desierto carcelario
en la voz que no quiero más callarme.
Y me como la vida, a dentelladas.

Eugenia Díaz Mares, poemas

Imagen byChristoph Schütz

Una extraña

Con tu gesto tan lleno de impaciencia
el cristal de los ojos se me rompe,
agregándole arruga, sobre arruga
a este corazón que late ya forzado.

Tú le gritas al viento que me quieres
pero tu indiferencia me lastima.
Sintiéndome un estorbo y enfadosa
decido irme alejando de tu vida.

Te dejo en libre vuelo y me pregunto
porqué me he convertido en una extraña;
en qué me he equivocado, en qué fallé
ya no soy prioridad en tu camino.


Soñé llegar a vieja entre tus brazos
sintiendo la ternura que te di,
sin mendigar el fruto que he sembrado
desde que he concebido tu latido.


Sin consuelo

Yo quise unir mi llanto con el tuyo
en busca de consuelo a nuestra pena,
abrazarnos callando nuestro espanto
de verla que quedaba bajo tierra,
perdida para siempre entre las flores
al quedar sin aliento y sin estrella.

Rechazaste mi mano y te encerraste
en el infierno solo con tristeza,
me has dejado vivir sola mi lucha,
cegada me abrí paso entre la niebla
para encontrarte hundido en tu silencio,
con candado en la voz y en esa celda
donde pagas las culpas que no debes,
sin encontrar reposo con tu entrega.

Quisiera descansar y que descanses
llorando junto al mar aunque nos duela.


Ella, la que viven en el espejo

Esta ahí, vive dentro del espejo
y ve còmo sofoco sentimientos,
aullando entre silencios mis lamentos
en noches de un presente que ya es viejo.

Ríe de mi paraguas gris añejo
que no cubre dolor ni pensamientos,
olor a medicina y tratamientos,
se burla de la lluvia en mi pellejo.

Me señala el atajo, la salida,
mas decido quedarme en el lugar
donde soy paliativo y buen soporte.

Deseo ser su lámpara encendida,
esperanza, alegría y bienestar,
aunque en este proceso me recorte.

Jordana Amorós, poemas

Imagen by Lukás Jancicka

Corriente

Ya no quiero seguir. El manso río
caliente de mi sangre esta cansado
de correr por correr, desorientado,
en la mitad de un páramo sombrío.

Bajo el cantar risueño y sosegado
que entona su corriente, anida el frío
de los limos del fondo y el hastío
del que huye y no llega a ningún lado.

Siento la tentación de detenerme,
para el desfallecido es placentera
la agrisada visión de lo que duerme.

Pero algo me empuja a que prosiga,
y es que, a veces, ¡qué bella es la ribera
tecnicolor que mayo nos prodiga!


Aproximadamente

Echo en falta un color,
un matiz de la luz,
una textura…

Alguna interjección
-de aquellas malsonantes-
un adjetivo prístino,
o un verbo palpitando con las ganas
de decir la verdad.

Pero todo es inútil…

Un dolor
sordo y sólido ,
enquistado
en el pliegue más íntimo de la dermis del alma,
no hay quien lo dibuje o lo defina,
ni aproximadamente,

Y así no hay manera
de encontrar la palabra con suficiente filo
para sajar
y aliviar los humores de su ántrax
o la oración,
a modo de conjuro,
capaz de exorcizarlo.

En consecuencia,
sigue ahí,
ineluctable,
urente,
tenaz en su inhumana disciplina
de arruinarme mis días, huérfanos de horizontes,
y mis noches pulsátiles
para enaltecimiento
y gloria de su llaga.

Toca, pues, ignorarlo,
tratar de sepultarlo en las regiones
profundas del olvido.

Y esperar.


Solo el tiempo
puede sanar,
si nunca
le devuelve el aliento a los cadáveres,
hecha ceniza, al menos aligera
su carne putrefacta.

Echo en falta un reloj,
quiero contar
-aproximadamente-
cuantas eternidades torturadas
aguanto a malvivir sin derrumbarme.


Sospechando la cruda realidad:

Apenas la presencia indefinible
de mi dolor
-ahora es MI dolor-
pujante,
omnipresente
me abandone,
mi corazón,
absurdo y rutinario,
habrá de comenzar a echarlo en falta.

Isabel Reyes Elena, poemas

Imagen by 김경복

No te alejes

Debería poder eternizar
la voz de donde nacen tus diluvios
desembocando en mí, deletreando
los torrentes de versos que desaguan
en los amplios bancales de mis senos.

Discurre entre tus manos la ternura del mundo
y por las mías
la procesión nocturna de estériles palabras.

No te alejes
pues mis versos-semilla se han perdido
con las cosechas de los tiempos áridos
y no tengo más nada que ofrecerte
para saciar el hambre de tu espera.
Sólo puedo llevarte hasta mis bosques,
al árbol donde irrumpen los misterios
de mi espíritu fiel en pie de llamas.

Hoy me acerco hasta ti para que siembres
mis sueños de azaleas porque tengo
mucha niñez mezclada con la greda,
mucho frío en las manos y no sé
dónde puedo llegar con el tumulto
que produce tu boca en mi energía

Toma mi mano y guíame
al silo donde guardas tus cosechas.


Introversiones

Vivo con avidez este presente
que sólo en mí se fragua, beso apenas
las huellas del pasado que en mis venas
transitan con su lengua irreverente.

Borro las cicatrices de mi frente
para no recordar y a duras penas
intento transcender en las arenas
del río del que soy eterno afluente.

Y me invento horizontes de esperanza
vistiéndome de roca en mi paisaje
de subterráneos pozos artesianos.

Y me bebo la vida por si alcanza
la intemperie que llevo de equipaje
a retener el tiempo entre mis manos.


Nuevo ciclo

La luz por mi paisaje de humo viene
inundando mi otoño. A su llegada toma
conciencia de ser luz y luego anida
en mis ojos abiertos. La claridad desnorta
el canto funeral y los oasis
del éxodo y los días de mis sombras
y árboles me envía, telegramas
de música apacible. En la memoria,
para acunar el sol suena una estrofa,
no importa de qué música,
que el túnel de mis miedos desescombra.

Comienza un nuevo ciclo luminoso.
Fueron ríos, senderos, muchas horas
de nostalgia y de espera. Por los grandes
agujeros del llanto y por las lomas
va penetrando el ánimo a raudales
y me cierra caminos hacia el Gólgota.

Late la vida en mí, miro al invierno
volviendo a ver la vida que revive
y comienza otra vez, luz adelante
lo mismo que una tromba
de sol en mis palabras, de alegría
que vuela las cenizas de mi historia.

Selección de poemas de Ricardo Fernández Esteban

Imagen by Luca Finardi

Un año de pandemia

Un año sin abrazos y sin besos,
sin cenas y sin copas con amigos,
manteniendo distancias, sin mostrar
los rostros ni las almas, olvidando
nuestra forma de ser y convivir.

Un año en que perdimos allegados,
sin poder ni siquiera despedirlos,
más allá de un recuerdo por las redes
que suena a frase hecha, a burda excusa
por no poder acompañar el duelo.

Un año que reduce nuestras vidas,
en un punto del cauce muy sensible,
porque ya queda poco para un mar
de horizontes perdidos, bajo brumas
que no albergan islarios de refugio.

Un año que no acaba, que prosigue
entre nubes que ocultan aquel sol
que iluminaba rutas de ilusiones.
Será una lucha larga y, si hay victoria,
precisará perder muchas batallas.

Un año en el que el miedo se ha instalado
como clave de bóveda y la gente
se confina olvidando que la vida
es aceptar vivir burlando al riesgo,
pues no suman los tiempos de prisión.

Un año que he perdido y no sé cuántos
tendré para olvidar. No quedará
por mí el intento de empezar de nuevo,
si prosigo el camino está por ver,
hará falta esperar a otro poema
.


Selección de haikus

Otoño

Llega el otoño,
cambia el color del bosque,
las hojas mueren.

En la agonía,
se visten de colores
antes del luto.

Cuando fallezcan
alfombrarán la tierra,
con mantos pardos.

Circula el tiempo
y los bosques reflejan
sus estaciones.


Este jardín estima
sus notas de color,
haikús con rima.


Las buganvillas
de las Joras de Grecia
son maravillas.


Las amapolas
que enrojecen los campos
nunca están solas.


La margarita
cuando cuentas sus hojas
te da o te quita.


Pero la rosa
es de todas las flores
la más hermosa


Virus y síndrome de la cabaña

Esto ya dura más que un embarazo;
quién nos hubiese dicho que tamaña
pandemia incidiría con la saña
de este corona-virus, ¡qué mazazo!

Y lo peor será que por rechazo
nos coja el “síndrome de la cabaña”,
ese miedo a salir, la telaraña
que te atrapa en tu hogar con mental lazo.

Neguemos luz al monstruo microscópico,
venzámoslo en el cuerpo y en la mente,
salgamos de la cueva y abracemos,
besemos, y comamos con la gente.
No me taches de ser un tonto utópico,
sígueme, simplemente, y venceremos.

Selección de poemas de Gavrí Akhenazi

Imagen by Andras Sziffer

Elogio inerme

No me imagino ahora,
en este tiempo de rudimentos que se vuelven anclas
y la jaula libera con sus fondos de humo
los pájaros armados en que nos convertimos
para salvar el vuelo.

Hemos salvado, también,
algunos pocos cantos al cabo de la risa
como la conjetura de estar vivos a pesar de estar vivos.

Venías tan inerme de nobleza a ofrecerme las rosas de tus balas
que era imposible condenarte a muerte
ni en batalla ni fuera de la guerra de bien que proponías
sobre arpones, puñales y armisticios
que hablaban de pañuelos y de trenes que no saben llegar
si no es descarrilando en tus andenes.

Venías tan desarmada con tus armas,
con esa gravedad del verbo grávido sobre la lengua impura,
con el gesto pausado y detenido de la mano que es sabia
en amansar rincones con cadáveres

que tuve que mirarte.

Y luego, ya no dejé de hacerlo como se mira el mar
con esa nostalgia sin premura que poseen los puertos en invierno
y esa costumbre mansa
de animal que se refugia en sí cuando la noche
es más amplia que el aire.

Un riego por goteo en este yermo
un día y otro día y otro día
hasta el ancho momento de los verdes.

Ahora, no sabría cómo no verdecer en la sequía
sobre la que tu boca me acontece
alimentaria.


Caída libre

Esta deriva de pequeños gestos
envuelve las ausencias con un hálito oscuro
que arremete sobre las condecoraciones
y se expande
con una suavidad de labio

hermético
turgente

agranadado como si de él brotaran verbos viejos.

Caen aquí.

Todas tus palabras caen como caen las reminiscencias
en el vértigo y en el esplendor
como si tuvieran su propia Shangrilâ
en un rincón del tiempo en que la vida moja sus historias.

Viajo despacio en este velero impenetrable
y hay en el aire una hondura que ha perdido las alas
porque tus pájaros

ásperos y metálicos como si fueran pájaros de guerra

se zambullen dentro de mi boca
para escribir las palabras descorazonadas
las palabras irrespirables
las palabras que parecen bruñidas por un zapatero de brujas

no de Cenicientas.

Entonces, solo para tu boca
unto de sangre a mi propio verbo
como si escribirte fuera un parto distócico

y el poema, mi alma.


Preso del fuego

¿Cuántas veces la muerte me ha pisado la sombra
y ha teñido mis manos con su oscura calaña?
¿Y cuántas otras veces la ha escupido mi boca
como un hueso podrido que me ha podrido el alma?

No sabría contar las voces de violencia
que atraparon sin rumbo mi poca algarabía
ni las veces que herido he rasgado la tela
de tus versos, con saña, para vendar mi vida.

Retorcido, malsano, mal curado, mal muerto,
que escribe lo que piensa cuando no siente nada
o siente demasiado su oscuridad de ciego

soy bicho malhadado que recubre con karma
a su letra rabiosa y al perverso deseo
de inmolarte algún día a su férrea esperanza.

Selección de poemas de Ovidio Moré

Imagen by Stefan Keller

Los mitos y yo

I

Yo soy como Eleguá, soy el portero,
soy carne de cañón, primera plana,
un pez en la pecera, la ventana
al mundo desigual y puñetero.

El alfa y el omega; y al primero
que azota el vendaval de la mañana.
Soy ese  rojo círculo en la diana
que aguanta los flechazos del arquero.

Yo soy como Eleguá, abro el camino

donde la claridad  se manifiesta
al fondo de un oasis clandestino.

Pero tras el espejo nadie apuesta
por la pulsión cifrada de mi sino
y sigo en la ignorancia, sin respuesta.



II

Yo soy un torpe Sísifo que sube,
empujando una roca hacia la nada,
sabiendo que la ruta está cerrada
pues no debo volver a donde estuve.

La cima queda lejos de la nube
que debe conducirme hasta la entrada
de una vida piadosa o disipada
donde el miedo al dolor nunca se incube.

Y aquí sigo, escalando esta ladera…
Sí, es absurdo, Camus bien lo sabe,

mas siempre he sido adicto a la quimera.

Quizás la solución sea que un ave
en ígnea combustión (Fénix de cera)
del círculo inmortal me de la llave.



III

Yo soy, también, un nuevo Prometeo

que en busca de otro fuego se ha perdido
y yace  en un peñasco, mal herido,
viendo pasar la vida, aunque no veo.

Al alma le entregué el rojo trofeo
que quema la palabra,  y en el nido
me alumbra cada verso conmovido,

cuando a tinta y a sangre yo lo creo.

Y después viene el pájaro iracundo
a cebarse en mi carne de poeta
dejándome sin credo en un segundo,


y vuelvo a ser la inane marioneta…
Hijo de Calderón: un Segismundo,
un fantasma, una sombra, una silueta.

IV


Pero nunca fui Narciso frente al lago,
ni Aquiles sin escudo, o Mackandal,
ni el díscolo Sileno, ni el leal
Cancerbero del mundo de lo aciago.

Nunca fui ningún brujo, y menos mago,
ni santo, ni cemí, ni inmemorial,
ni un ídolo de barro, ni ancestral
orisha, ni el apóstol de Santiago.


V

Tampoco soy proclive a la fiereza,
a no ser que me toquen las narices,
entonces soy un tigre tras la presa.

Y si tengo que mostrar mis  cicatrices

lo hago sin pudor, y con crudeza,
desvelando, sin miedo, sus matices.

Selección de poemas de Silvio Rodríguez Carrillo

Viene a mí

El amor, sustantivo que esquiva mi boca,
atropella los blancos que visten el libro
de combates a muerte que cargo en los ojos
heredados de selvas y ríos granates.

Tan sencillo vocablo, jazmín que no muere,
se me instala en el medio mortal del silencio
que, sin música, danza en mi pecho sus números
sabedores de versos, de jueces y biblias

Con temor me confieso enfrentado a la sombra
de un pasado que busca la triste pobreza
y un futuro terrible de fuerza que tiende
a lo bello del puño venciendo de un golpe.

En camino a mis labios, al gesto sencillo
de mi mano tomando su historia, mi chica
se sonríe sabiéndome cerca, latiendo
en el antes del tiempo el después del presente.


Roma nunca cede ni fracasa

Yo trabajé tranquilo la alegría
que muchas veces traje a nuestra mesa,
y en silencio aprendí que no interesa
al tullido ninguna cacería.
Al que sólo le importa su valía
el brillo ajeno duele; le incomoda
que el triunfo pueda estar casi de moda.
Exulta entonces, firme, sus dolores
sus embustes nocivos e interiores
en los que cree, puros y sin soda.

En ese tiempo andado mi mirada
se fijó en la manera tan amable
en que te convertían en culpable
los que no laburaban la jornada.
La culpa, los prejuicios, ¡qué jugada!
y yo buscando premios, medallitas
que me negaban mentes no eruditas
porque «podría hacerlo mejor», claro
«si para eso estudiaste, qué descaro,».
En fin, mejor dos tetas infinitas.

Confieso que tardé más de la cuenta
en anotar la trama y confesarme
que yo lo permití, que ya vengarme
sería cosa inútil, mala venta.
Dejarlo diluir como una menta
que se pierde y se olvida, que se pasa
porque algo más me dice y sobrepasa
lo que fue y que pasó, porque seguimos
siendo menos los pocos que sentimos
que Roma nunca cede ni fracasa.


Pesas y medidas

Cuéntame las aristas de tu meta
para que sin errores determine
qué posibilidad de que germine
tiene -y sin palabritas de poeta-
.

Y mejor si me dices de los bienes
de la plata y del oro que con ganas
donarás en las noches y mañanas
por plasmar lo que portas en las sienes.

Mas si acaso no gustas de gozar de tus dotes
y disfrutas del arte de ignorar a quijotes,
ni por Cristo te acerques al que intenta, sin llave

abrir con disciplina las puertas de una nave
que lleva a la alegría del acto consumado,
del coito en la mirada del guacho sin pasado.

Selección de poemas de Sergio Oncina

Prohibido vivir

Prohibidas las quedadas y protestas,
el público en el fútbol, el deporte,
ir al monte, viajar al sur o al norte,
salir tarde, los cines y las fiestas.

Nos toman por idiotas con propuestas
de leyes caprichosas. Su recorte
a nuestra libertad es pasaporte
a un mundo de sumisos sin respuestas.

Invitan a soñar con imposibles,
recriminan y mienten al reacio
que, oprimido, se niega a consentir.

Los pobres somos seres invisibles,
nos limitan el tiempo y el espacio
recetando castigos por vivir.


Por eso escribo

Escribo por saberme en lo que escribo,
para escapar del límite consciente,
por morir o matar este presente
y si muero sentirme un poco vivo.

Escribo por placer, tan impulsivo
como un cuerpo en el fuego incandescente,
porque soy yo, voraz y diferente,
en versos que me abrasan sin motivo.

Escribo por romperme en la tristeza,
buscar en mis añicos la belleza
y en el todo, las lágrimas perdidas.

Escribo porque hay sueños y hay heridas,
porque existen los pájaros de acero,
la música de luz y el verbo fiero.


La huida imposible

Hay unicornios rosas a los pies de mi cama,
una ventana abierta con vistas al jardín
y un dado de peluche que siempre saca seises
en el último estante del armario.

La suerte me persigue
y cada día cuesta

mucho más esquivarla.

Selección de poemas de Jordana Amorós

Mujer tenías que ser

Dios te creó, mujer, tan sensitiva
que se te transparenta el sentimiento
por los ojos y un alma comprensiva
pone en tus labios su risueño acento.

Y al tiempo te ideó tan combativa
que haces de tus manos el sustento
de la fuerza del hombre y lo motiva
para sobreponerse al desaliento.

Contradictorio ser, hecho de seda
y diamante a la vez, de confitura
y de sal, que a la Tierra dan sabor.

Corazón de leona, en que se hospeda,
desde que el mundo es mundo, la más pura
e incombustible llama del amor.


Antiguos desconocidos

Mi idolatrado cuerpo, conocido
-eso creía yo- al que me ata
con cada vicio antiguo mi insensata
afición de apegarme a lo sabido.

Después de tanto tiempo compartido,
sentirlo, sangre y piel, es una grata
sensación, aun si a ratos me maltrata
su esqueleto de hueso dolorido.

Por eso ha resultado una sorpresa
mirarlo hoy con distancia, no sabía
que apenas, poco y mal, lo conocía.

Que solo es esa cáscara que apresa
un alma que viviendo se enriquece
mientras que él se arruina y envejece.


Reconciliación

Duele vivir.
Y da pavor no hacerlo…
Respirar, aunque ya no esté la rosa
por regalarnos su mejor fragancia ,
se ha vuelto para el pecho una costumbre.

Y no hay corazón que no desee
presenciar con placer cómo se rinde
el rigor del invierno y sin recato
reverdece una nueva primavera.

Toca reconciliarse con la vida,
buscar esperanzado en la textura
del alba algún acento cristalino,
capaz de devolverle el brillo al aire.

Y aprender a exprimirle a tu sollozo
incandescentes rimas cada noche.

Selección de poemas de Morgana de Palacios

El tiempo pasa

El tiempo pasa, vida,
se asoma precavido a mi intemperie
por intuirte páramo a lo lejos
y se nos va nublando
a medida que avanza sin mucha convicción.

El tiempo-incertidumbre-holocausto-pandemia
como un virus
dubitativo y frágil
se persigna al rozarnos, murmura vade retro
como si nos temiera

porque dejamos de reivindicarlo
porque dejamos de pensar en él

y hasta de esperanzarnos en sus ojos de lluvia.

Ya sólo creo en ti y en tu no-tiempo
adicta al sinfuturo de tus labios
que todos mis silencios justifican.

El tiempo pasa, vida, y no me importa.
Con esta terca voluntad de amarte,
me olvido de que existe
día a día.



Un mundo de metáforas

A veces, junto a ti, me ataca el desconcierto
por esa diferencia de tu tacto y mi tacto
e invento la caricia y el golpe y el exacto
instante de atraerte a puro cielo abierto.

Por esa diferencia de tu boca y mi boca
es que gestas las guerras que enamoran al labio
y el verso que seduce, enardecido y sabio,
de tu lengua a mi lengua se agita y descoloca.

Porque somos distintos de palabra y de gesto,
de ojos y mirada, el instinto me apuesto
para desentrañarte sin un roce de piel.

Un mundo de metáforas con el rostro velado
no oculta la certeza de saberte a mi lado
el más hombre del mundo con carne de papel.


Armada

Tal vez desilusión, no aburrimiento.

Jamás me aburro yo conmigo misma,
me inauguro portátil, voy y vengo
y me sobra talento armamentista
para partir de cero en cualquier guerra,
al no soñar con tierras prometidas.

Mi territorio se abre en el presente
sobre el páramo azul de la inventiva.

No soy de las que lloran el pasado
negando la pasión de cada día,
porque lo que me gusta es el camino,
la huella de los pasos, la genista
en la cuneta donde duermen tantos
sobre sus cuerpos yertos invasiva.

A ninguno le debo un mal capricho,
ninguno me ha dejado malherida,
lo que me dieron di, siempre sobrada,
y al irse pasé página deprisa.

Mi lealtad se ajusta a lealtades
que no terminan más que con la vida,
el resto ni me mueve ni me importa
ni consigue borrarme la sonrisa.

¿Aburrimiento? No, ni estando muerta.
¿Desengaño? Quizás, por estar viva.

Pero es lo que estoy, viva y armada
hasta los dientes con la poesía.

Selección de poemas de Isabel Reyes Elena

El primer árbol que se quebró en mi pecho

Te adentraste en mis bosques,
trajiste el paraíso y el autobús del día,
las lanchas de tus labios y el corazón unánime.
Andas por mis pestañas sin exigirme nada.
Callo y anida el tiempo en mis ojos azules.

Tal vez no pueda nunca regresar al calor,
a la ribera suave de los pájaros
a la fruta de barro que taponó la aurora,
a esas iniciales grabadas en mis ojos.

Pero tú me escanciaste como un vaso de sol
y fuiste el primer árbol que se quebró en mi pecho.
Embalé mi destierro. Me lloraban las calles,
el camión con mis muebles traspasó la vendimia,
pero tú me conduces. A tus fuentes me llevas.

No me diste la luz.
Si la hubiese atrapado con mis manos entonces
yo sé que en mis retinas vería mariposas
y un ancla bajo el agua de mi cuerpo.

¿Y por qué no encontrarnos de nuevo en las murallas
de la noche los dos, rescatarnos el día,
ver si podemos juntos adelantar tormentas?

Por mi esperanza cruza tu recuerdo de música
al desvestirme selvas esenciales, y tengo
el dolor de la nieve, la madurez salobre
de quien atrapa barcos con sus manos de piedra.
Cuando pasen andenes te seguiré mirando.

Mi meridiano eres. Tanta melancolía
se albergaba en mi acento castellano.
Fuimos desmenuzando palabras interiores.
Por entre el diccionario con mi paraguas rojo
impediré que caiga la nieve en tus pupilas.

Yo ciega voy de amor, sé tú mi lazarillo.


Instante decisivo

Miradme aquí, en piedra convertida,
exhausta de silencios y ciclones,
coronada de inútiles razones
a causa de una nueva arremetida.

Observadme en el tiempo detenida
enlazando palabras a jirones,
sombras de soledad, crudas lesiones
que acunan el sabor a despedida.

Mas no lloréis la ausencia de mi viento
ni toquéis el poema que os escribo
bajo el soplo desnudo de mi acento.

Que en la nada de un verso sigue vivo
-con la sangre y la sal del desaliento-
el reloj del instante decisivo.


El arpa de mis ritmos

Os dejo la palabra en mi verso truncado
y este fulgor que intento mantener encendido
para que los senderos no se llenen de sombras
cuando la sombra venga a cebarse conmigo.

Os dejo un arcoíris de voces traspasadas
por el ardiente dardo del poema maldito
que se encona en el alma, madurando en la mente
y rompe las entrañas cuando quieres parirlo.

Os dejo cuanto tengo: mi alforja de palabras
y este viento que, a veces, me aúpa al infinito
con el ímpetu firme de sus alas amigas
para hurtar los azules que me fueron prohibidos.

Me marcho como vine, desnuda y sin apegos
pues no escalé montañas, pero sé de los riscos
que cercaron mis huellas con ortigas malignas
cuando aventé canciones por todos los caminos.

Recordadme si os place, y si no, silenciadme.
Sé todo cuanto os debo y cuánto he recibido
de este afán que me tiene atada y bien atada
al querencioso potro del verbo y su destino.

Si me queréis gritadlo frente al mar de mi tierra.
Os dono para siempre el arpa de mis ritmos
y el amor que me crece en los espejos mudos
del poema sangrante y mi triste delirio.