SONETO

Morgana de Palacios

De páramos

Te mudaste a mi piel desde el desierto
y encontraste la sombra transitoria
de un pájaro perdido en la memoria
para resucitarte de lo muerto.

Me mudé a tu piel en desconcierto,
al aura clandestina de tu historia
desde mi libertad de trayectoria
con la imaginación al descubierto.

Y tanto dibujamos el retrato
de la fascinación, en concordato
contra la oscura esencia del destin
o,

que de páramo a páramo la piel
-nómada sobre el canto del papel-
a jirones quedóse en el camino.


Sergio Oncina

Se acaba

El tiempo se me acaba. No hay mañana
y siento que naufrago en lo corriente,
que atesté de futuros el presente
en una vida de rutina vana.

Respiro cada día con desgana
el aire de la pena, la indecente
mediocridad que habita entre la gente
y me vulnera abúlica y tirana.

¿Cuántas horas me quedan de pasiones?
¿Cómo he de soportar las emociones
que anticipan el fin de la existencia?

¿Aliviará la oscuridad maldita
o dolerá la luz que inhabilita,
nos duerme, nos deslumbra y nos silencia?


Silvio Rodríguez Carrillo

Cuándo

Los reveses acuden sin horario, sin saña,
con el hambre inocente del neonato que busca
en su madre sacarse de las tripas las lágrimas
que le irritan sus modos y los ojos en fuga.

Los percances del viento musitando mañanas
al oído del solo que dibuja negruras
pretendiendo su muerte con el filo de un arma,
acaecen sin fechas ni razones robustas.

En la prueba del nombre describiendo su fondo
en las olas inquietas del papel que se mueve,
se define constante, sin errores, la risa

o el lamento que marcan como emblema de vida,
la actitud de arrecife, de oleaje demente,
o de imbécil al uso que se goza en el lodo.


Jordana Amorós

Oración crepuscular

Que no sea el relente de la tarde norteño,
que no asemejen sangre las luces del ocaso,
que no truene esta noche, que llegue pronto el sueño
a cerrarme los párpados con sus dedos de raso.

Que amanezca un mañana de semblante risueño
en el que no diluvien las hieles del fracaso
sobre mi corazón, pues, aunque pongo empeño
ni una sola gota me cabe ya en su vaso.

Cada vez más perdida, cada vez más dejada
de la mano de un Dios, que nunca presta oído
a la oración que rezo con voz desesperada.

Cada vez más escéptica, cada vez más cansada
de seguir por seguir el viaje sin sentido
por este Erial de Lágrimas, camino de la na
da


Isabel Reyes Elena

Oscuridad

Noche oscura del alma, quién pudiera
frenar la sangre de mi turbia herida
y en tu luz intangible y transgredida
sembrar mi soledad de enredadera.

En ti y en tu silencio, compañera,
establecer el punto de partida,
y a tu lúcida sombra ser la vida
que renueve la paz de otra ribera.

Quiero que acojas mi calvario interno
en el combate inútil con lo inerte
y me apartes el cáliz de su infierno.

Y abandonarme en ti para saberte
conmigo ante el abismo de lo eterno
hoy que siento el desgarro de la muerte.


Idella Esteve

Dudas

¿Cómo es estar allá; duermes y sueñas,
vives, tienes consciencia de esa vida,
algún recuerdo hay de tu partida,
puedes mandarme algunas contraseñas?

Cuando voy a Castilla las cigüeñas
contemplan mi apariencia alicaída,
con la mirada ajada y aturdida,
mis esperanzas viéndose pequeñas.

Pero he de remontar todas mis dudas
pues no importa si vives o estás muerto
si muerta es la ilusión de estar contigo

porque no tengo dioses y no hay budas
ni a quien vaya a rezar en campo yerto
para que puedas ser y estar conm
igo.

VERSO LIBRE – VERSO BLANCO

Antonio Rojas

Imagen by Brands Amon
Fantasmas de tiempos pasados

Hacia algún lugar se va borrando el contorno esbelto de la noche
y se marchan las estaciones que nos sueñan
a mundos que se quedan sin luz
como soles apagados de un zafiro.
Tan lejos te fuiste con la oscuridad envuelta en tus pupilas
a esas remotas aldeas del ayer
donde yace el amplio corazón de los que amaron
al lado del temblor desnudo
que les arrebató el primer asombro.

Igual al solitario que arrea su embarcación destartalada por los mares
atento a ese ribazo donde el azul se quiebra
y susurran el más allá las caracolas,
te busco con todo lo que soy y lo que espero,
por si tal vez siga tu historia en esas arenas del olvido
y se aferre aún el invierno a tu chamanto,
al joyel y al anillo que en tu último Diciembre
luciste detrás de las vidrieras
para que más brillara la aurora
en el negro adivino de tus ojos
que sedujo jaguares en los míos,

Llueve y acaso escuche el nombre que tendrás mañana;
ahora: es el peso aplastante de la ciudad sin ti,
donde tú comienzas y lo demás termina,
y dice Kafka
que no somos más que fantasmas de tiempos pasados.


Isabel Reyes Elena

Imagen de 경복 김 en Pixabay
Naúfrago en tierra

¿Qué tiene dentro la paz de la palabra?
Y muchas aguas
diluviaron encima de mis manos
sin dar con la respuesta.
Estoy muy sola
con unos cuantos nombres desnudando mis ojos.
Han huido de mí
dejándome en los dedos un perfume
de armas y ceniza.

Yo soy una mujer imposible de atar
que va dejando huellas por la arena,
un perdido perfil en un retrato
que no acierta la luz.

Y quemé mis pestañas y mis dientes
en las hondas hogueras del ocaso
con la misma pregunta.
¿Quizás puedo cambiar de rumbo al mundo?

Pero muchos maldicen mis palabras
se juntan en las tardes,
conjuran al crepúsculo, se miran
buceando en los ojos y si oyen
un momento mi voz levantan árboles
y el mar ponen en pie. Ya no hay orillas
para mí que soy náufrago de tierra.

Ahora al mediodía de mis años
dejo que vengan otros a robarme
lo que yo nunca tuve , que me exilien
a una tierra jamás pertenecida
y no sean las sombras
quienes pongan mi grito en cuarentena.

Me he dado tanto
cuanto me fue posible, mas ignoro
si me queda en los huesos algún haz
de luz por entregar. Mientras, persisto
luchando por un mundo más humano
con toda mi inocencia en carne viva.

Que nadie venga
ahora a apedrearme la mirada
pues me sobra el arrojo
para quebrar sus cántaros de sombra.


Orlando Estrella

Cosas de compromiso

Nunca he sido el más rápido ni tampoco el más diestro,
sólo he jugado con las cartas limpias
en un campo minado de alimañas.

Me ha bastado cuidar mi espacio siempre
como esos animales acosados
y despreciados por el hombre
y nadie ha traspasado esa personal línea
al menos que lo haya permitido.

Sé que eso no es vivir de acuerdo con los tiempos
donde hay que estar globalizado, público,
donde nos puedan ver con su mira letal.

Así he sobrevivido
no por ser más certero, quizás sí el más prudente.
Y un dolor escondido, invisible, probable,
de darle gusto a una pobre rata
de cargarse y pisar a este tipo de hombre.

Si parezco arrogante, puede ser mi gran culpa,
pero guardo recuerdos:
permanecer callado y fuerte, mientras,
me pedían a fuerzas las palabras.

¿Eso es orgullo? Sí.
Y creo que cumplí con mi deber
a proteger a mansos, también a cimarrones.

Esas fueron las cosas
del compromiso.


Jordana Amorós

Imagen by Markus Kammermann
Feroz melancolía

Ni los ojos se inmutan,
ni el corazón se duele.

Ahí fuera un insecto
acaba de estrellarse contra el cristal,
se agitan
las hojas ya resecas al sentir el aliento
de la brisa otoñal
y un pájaro despide con un réquiem magnífico
ese rayo de Sol, aún tibio de Octubre,
que regala la tarde.

Aquí dentro, tristeza
exhala cada pétalo
de esa última flor que me brindó el rosal,
que en un jarrón de vidrio,
cortada, languidece.

¿De qué me quejo yo?

¿De tener una mente soñadora,
amante de extraviarse
en elucubraciones metafísicas,
y una piel sensitiva hasta el espasmo?

Hoy han nacido estrellas
y han llegado a su fin constelaciones.

La vida ha de seguir sin detenerse
su ritual de costumbres.

El que el humus al humus
deba volver,
no es drama.

La tragedia es saberlo.

Y presentir
que al aventar tu polvo
no ha de haber quién se inmute,
es lo más natural
que no tiemble siquiera ni un átomo del aire

Dolor es la certeza que te infesta,
feroz melancolía, igual que una carcoma
mordiéndote la carne.


Ana Estepa

Imagen de jwvein en Pixabay
Laberíntica

Es comprensible que no me entiendas.
Yo nunca me hallo
cuando más me necesito.
Estoy ausente entre mis pensamientos,
perdida sobre mis huellas
en un laberinto absurdo
que tejí para nadie.

Tantas veces me he matado
que ya no sé si soy
una ilusión de mi memoria
o un cuerpo vulgar y tangible.

Puedo jugar al juego de las ilusas
y convertirme en una víctima
de mis propios trucos,
pero si el corazón se aferra
a la locura
debo de deslizarme
entre las sombras, callada,
antes de que enraicen los latidos.

Perdona mis silencios,
o si mi voz te hizo daño.
Si me marché de puntillas,
de forma inesperada.

Solo busco la forma de huir de mí misma
y de encontrar la manera
de volver a estar sola.


Silvio Rodríguez Carrillo

Imagen de earth kiss en Pixabay

La torre

Desde siempre la lluvia y su susurro
que no perdona rabias ni asiste por lo bajo
al que ajeno a lo bello se dedica
al odio sin secuelas, al puño sin violencia
que termina en bostezo, en una lástima.

Y por siempre los guiños atrevidos;
la mirada furtiva que busca en el debajo
de las faldas aquello que le empuja a encontrarse
con el límite puro de su hombría,
el vacío que llena con las putas y santas
que escribiera el Humberto en su novela.

Los ríos

Si después de mi risa y mis lamentos,
se llena tu pantalla de perfiles exactos,
con errores sin faltas estudiadas,
con aciertos fortuitos, regalos de Fortuna,
disfrutalos a pleno, que son tuyos.

Yo sé bien acentuar que soy pasado
si el futuro me muestra que me toca perder
o ganar -con los años es lo mismo-,
y me gusta cederte la palabra final
por si acaso te preña de alegría.

Los huecos

Sin ayuda me elevo y crucifico
–sobre el rojo tardío de todos los crepúsculos–
el suspiro intranquilo de las niñas
que en mi boca anidaron su verdad que pretende
imponerse por Roma a quien no ama.

Con mi sombra y mi nombre a los costados,
trepado a las rodillas que me quebré de joven,
me desplazo y te aparto; nos excluyo
del relato sencillo que dicen y murmuran
los que lucen, sin gloria, sólo huecos.


Morgana de Palacios

Disforma

Un poeta se sienta ante el papel en blanco
y dice,
hoy voy a escribir un metro y medio
de poesía amorfa
que es lo que se lleva hoy en día
pero además
como soy un innovador de la disforma
la voy a vender al peso.

¿Cuánto vale un kilo de poesía amorfa?
¿Y un kilo de talento, cuánto vale?

¿Cuánto pesa un metro de poesía de amor?
¿y de odio? ¿y de despecho?
¿y de libertad, oiga, cuánto pesa un metro de poesía libericída
arengadora de hordas verbolálicas?

¿Y qué es lo que más pesa en la lírica por metros?

Ya lo sé
la elegíaca
sin duda,
la mortífera, la letal,
la poética del desahucio
el resto,
pecata minuta intrascendente.

Ya no existen las formas,
así que olvídate del clásico
«y pesan más dos tetas que dos carretas»

ahora, ya sabemos que del amor al porno
hay 30 gramos
y que el desamor pesa un poco más
y un poco más el despecho
y un poco más
pero poco
la soledad.

Yo quiero romper el oremus del ojo lector
y escribir un metro de elegía
sobre la muerte de lo que sea

muerte y muerte, mucha muerte
pesadísima

-Ah la erótica de la muerte-

al fin y al cabo se trata de un negocio
que no entra en forma alguna

¿Quién me compra un cuartito de lengua putrefacta?

Anímense
que a mí me quedan tres centímetros
para terminar de cagarme
en la putamadredelapoesíadisforme.


Gavrí Akhenazi

Manual de uso

Esto que hago
es una especie de desaprendizaje.

Un regreso a lo darc tan necesario a mi supervivencia.

Mantener en la boca las continuas deslunas del suspenso
deshabitar la calma,
acidular la miel de lo que nunca mutará en ceniza,
cargar el repertorio con antiguos hedores
y dejar que refluyan los crujidos a hueso descarnado.

Esa victoria pírrica sobre la antigüedad de tus cadáveres
solo ha alojado ruina en los pasillos

y las malas arañas
tejen sus leyendas de sal sobre los ojos
de las perfectas fantasmagorías
que insisten pegadas a los muros.

La gloria ha caducado en su oropel de miedo
mientras todas las ratas que han saltado del barco de la fe
están ahítas de su propia mierda
en despensas vacías.

Solo hay que dejar morir lo que no sirve
para prevalecer.

Y luego,
renacer holgadamente oscuro y torrencial
para ser destripado por tu idioma.

Isabel Reyes Elena & Idella Esteve, contrapunto

Canto a tu voz

Canto a tu voz mujer porque me trae
el viento de la mar y me azulea
el íntimo paisaje de mi isla.
Somos dos soledades en la brecha
del camino hacia el sol desde lo oscuro
que envuelve nuestra voz, y donde empieza
el periplo interior, nidos de umbría
que el corazón a veces nos destrenza.

Solitarias las dos con muchas viñas,
dos ríos estrellándose en las venas,
dos ocasos volviendo con la lluvia
volcando nuestra sed en los poemas
que se van con el viento de la tarde,
con palabras sembradas que aletean
en el quieto paisaje de mis ojos
y en mis manos de lianas y de selva,
contigo estoy obviando a donde iba
al aguacero intenso que no cesa
y vuelvo con la lluvia a la nostalgia
de antiguas y doradas primaveras.

Ambas en el silencio de la tarde
introversas las dos con mucha esencia,
Idella, amiga mía, mi tocaya
estás aquí, con siglos de certezas
abriéndole las puertas al silencio
de esta mujer que pone en pie su idea
de lavar en la lluvia a la nostalgia
porque tiras de mi con mucha fuerza
.

Isabel Reyes Elena


Sin palabras me quedo porque el agua
de mis ojos ahoga mi voz seca
que de tanto clamar se ha enronquecido
y es tan solo el susurro de una vieja
que ya se sabe estéril, solitaria,
y no da con la fuerza del poema

Solamente en recuerdos se ha forjado
que puede arrebatarse con vehemencia
cuando llega otra voz que la acompaña
y le dice en sus versos «compañera»,
cuando llega el calor de tantos años
que van iluminando sus ojeras
y se quedans las dos introvertidas
pues siempre han sido almas introversas.

Isamaris las dos, como dos rosas
que van juntas en una enredadera
unidas por el son de las palabras
que aunque cerradas siempre están abiertas,
que a veces el silencio se nos abre
y nos deja expeditas las cancelas
para poder sacar todas las cargas
que dejaron pasadas primaveras
y se han vuelto livianas en otoño
porque la edad nos hace estar alerta.

Con las lluvias de abril me va viniendo
la nostalgia de versos en cadena
que otras veces sutiles engarzamos
como joyeros en una diadema
que guardamos avaras en un arca
para sacarla en tiempos de tristeza
y desgranar sus cuentas, poco a poco,
y alegrarnos al fin con su cadencia.

Idella Esteve


Andas buscando y buscándote
en esa playa del alma
como un haz de sol trenzado
insaciable de palabras
que den la luz al paisaje
de oscuridad en que ambas
nos removemos nerviosas
desaguando nuestras ánforas
que nos pesan como un fardo
siempre sobre nuestra espalda.

Hay que saltar las orillas
no echando atrás la mirada
de recuerdos dolorosos
de ausencias y de nostalgia
como mujeres valientes
pues no puede la añoranza
entrañarse en dos poetas
que a la vida le dan cara.

Esos versos en cadena
para alegrar las mañanas
me han servido en ocasiones
para dejar la nostalgia
escondida en los cajones
donde guardo la amalgama
de los recuerdos vividos
que vívidos se derraman.
Mis puertas están abiertas
a todas horas hermana.

En los días que vivimos
de esta manera tan trágica
es cuando más precisamos
que las dos demos la talla.
Puedes entrar cuando quieras
pues te regalo la entrada 
y en alejandrino el próximo
pues cambiaré el pentagrama.

Isabel Reyes Elena


Alejandrinos si quieres,
o endecas con filigrana
de esas que labran en Córdoba
con hilos de fina plata,
cuando ambas romanceamos
se viene a la letra el alma
y no nos importa el metro
si es el ritmo el que nos canta
para que se salga al aire
esa escondida esperanza
que trina como los pájaros
al filo de la alborada
dejándose entre las sombras
la penas y las nostalgias,
amaneciendo con soles
que no han de quemar las alas.

Volemos alto, querida
al horizonte encaradas
sobre el tomillo y romero
que tapizan la montaña,
sobre la dorada arena
de los bordes de la playa
sobre el azul de la tarde
como dos gaviotas blancas

Porque me busco te encuentro
en los versos que engalanas
con ese decir tan tuyo
tan diáfano como el agua
esa que sale de dentro
fluyendo de tu alfaguara,
esa que limpia los ojos
y hace ver las cosas claras
esa con la que me calmo
en mis horas más aciagas,
esa que das en poemas,
esa, mi querida hermana.

Ofréceme alejandrinos
que suenen como romanzas
nuestras voces son capaces
de despertar la mañana.

Idella Esteve


Quiero apagar la antorcha de mi melancolía
y alumbrar tus poemas de música inundada,
quiero dejarte un mundo impune de tristeza
con jirones de aurora y días de bonanza
y que encienda la luz en tus días oscuros
atravesando el halo de una luna incendiada.

Deseo mucho más, querida compañera
de mis justas poéticas que tan bien engalanas
y me animan y empujan a soñar horizontes
sin hilos agridulces, con retales de albada.

Me enseñaste lo oculto del halo del poema
y entre sombras y luces me diste la esperanza,
levantaste mi ánimo cuando estaba sufriente
y sé que en mi destino estabas reservada
con las manos alígeras del aire de la vida
y en muchas ocasiones me diste la palabra,
encontrando los nudos que estaban señalados
a que dos almas puras su introversión volcaran.

Tu voz, susurro cálido, destello de ternura,
navegó por mi sangre con la única jarcia
de los altos vocablos que traslucen tus versos.

He de extender tus versos en mi íntima playa.

Isabel Reyes Elena


En un tiempo, querida, fuiste luz de mis noches
cuando con el silencio a leerte llegaba.
Y yo hablaba contigo antes de irte a la cuna
y tú, con la dulzura en ti identificada,
escuchabas mis dudas, mis palabras, mis cuitas
que por un largo tiempo estaban silenciadas.

Te sentí compañera desde el mismo principio
y enseguida aprecié lo insondable del alma
cuando con voz profunda escribías de adentro
recuerdos escondidos que libres escapaban.

Temor reverencial surgía al contestarte
por no saber decir. Mas tenía esperanzas
puestas en tu consciencia de que yo era aprendiza
y que estaba dispuesta a que tú me ayudaras.

Hubo una connivencia en lo que nos contábamos
y aprendí a imaginarme las cosas que callabas
por todas esas otras que tuve en confidencias
unas veces dichosas y otras veces amargas.

Y siempre he demostrado lo mucho que te admiro,
Eres el exponente de quien sufre y quien ama
eres la gran poeta de precisos vocablos
esos que te son fáciles y en poemas derramas.

Tus versos son suspiros que vuelan en el aire,
que salen de la noche convirtiéndose en alba.

Idella Esteve

Ana Estepa, poemas

Imagen by Emily Schoieme

Palabras

Las palabras importan, y se quedan grabadas
más allá del momento en que se dicen.
No son tan solo aire que escapa por la boca
en las ondas acústicas.

Las palabras definen circunstancias
delimitan fronteras, tejen lazos;
reflejan realidad o velan falsedades.

Hay palabras suicidas
que engatusan, confunden, enloquecen…
palabras que despliegan alas de mariposas
de colores y formas deslumbrantes.

Y palabras que muerden las entrañas
que envenenan, destrozan y asesinan.

Otras veces palpitan en los labios
como un corazón abierto al cielo.
Entonces, las palabras son suspiros
que brotan de los versos de un poema.


A dentelladas

Puede llamarme ilusa, tonta, loca,
cabeza de chorlito, majareta…
pero nunca seré la marioneta
que manejen los hilos de su boca.

Sabe que el corazón se me disloca
y que no soy capaz de estarme quieta,
que me arde la sangre y soy veleta
heredera del viento que me toca.

Que me niego a tener que acostumbrarme
a vivir en palabras silenciadas,
y me asfixia el trasiego rutinario

hasta ser un desierto carcelario
en la voz que no quiero más callarme.
Y me como la vida, a dentelladas.

José Carlos Hernández, poemas

Imagen by Hassan Alarady

Lluvia de verano

De aquel verano en sepia una imagen de lluvia
deslizándose sin humedecer
la espalda de las hojas,
llorando tu cabello con sus lágrimas.

Deshacía tu blusa, te esbozaba la piel,
desvelando el enigma de tus pechos.

De aquel verano en tonos de añoranza
han venido recuerdos siempre jóvenes.

Memorias que no duelen,
instantes que jamás se olvidarán.
Porque fueron inicios.
Porque dejaron huellas imborrables.


Día de playa

Cómo brincan las olas cuando llega el buen tiempo.
Da mucho gusto verlas retozando en la orilla.

Riza crestas de espuma
con mano de caricia
un sereno Levante.

Los biquinis desbordan mi visión
de formas y colores
y el enigma que guardan
anida en mi cabeza mil pájaros procaces.

No tengo otra aventura que vivir
este día de mayo, sol y arena,
pues he olvidado en casa el poemario
que pensaba leer de cara al mar.

Eugenia Díaz Mares, poemas

Imagen byChristoph Schütz

Una extraña

Con tu gesto tan lleno de impaciencia
el cristal de los ojos se me rompe,
agregándole arruga, sobre arruga
a este corazón que late ya forzado.

Tú le gritas al viento que me quieres
pero tu indiferencia me lastima.
Sintiéndome un estorbo y enfadosa
decido irme alejando de tu vida.

Te dejo en libre vuelo y me pregunto
porqué me he convertido en una extraña;
en qué me he equivocado, en qué fallé
ya no soy prioridad en tu camino.


Soñé llegar a vieja entre tus brazos
sintiendo la ternura que te di,
sin mendigar el fruto que he sembrado
desde que he concebido tu latido.


Sin consuelo

Yo quise unir mi llanto con el tuyo
en busca de consuelo a nuestra pena,
abrazarnos callando nuestro espanto
de verla que quedaba bajo tierra,
perdida para siempre entre las flores
al quedar sin aliento y sin estrella.

Rechazaste mi mano y te encerraste
en el infierno solo con tristeza,
me has dejado vivir sola mi lucha,
cegada me abrí paso entre la niebla
para encontrarte hundido en tu silencio,
con candado en la voz y en esa celda
donde pagas las culpas que no debes,
sin encontrar reposo con tu entrega.

Quisiera descansar y que descanses
llorando junto al mar aunque nos duela.


Ella, la que viven en el espejo

Esta ahí, vive dentro del espejo
y ve còmo sofoco sentimientos,
aullando entre silencios mis lamentos
en noches de un presente que ya es viejo.

Ríe de mi paraguas gris añejo
que no cubre dolor ni pensamientos,
olor a medicina y tratamientos,
se burla de la lluvia en mi pellejo.

Me señala el atajo, la salida,
mas decido quedarme en el lugar
donde soy paliativo y buen soporte.

Deseo ser su lámpara encendida,
esperanza, alegría y bienestar,
aunque en este proceso me recorte.

Jordana Amorós, poemas

Imagen by Lukás Jancicka

Corriente

Ya no quiero seguir. El manso río
caliente de mi sangre esta cansado
de correr por correr, desorientado,
en la mitad de un páramo sombrío.

Bajo el cantar risueño y sosegado
que entona su corriente, anida el frío
de los limos del fondo y el hastío
del que huye y no llega a ningún lado.

Siento la tentación de detenerme,
para el desfallecido es placentera
la agrisada visión de lo que duerme.

Pero algo me empuja a que prosiga,
y es que, a veces, ¡qué bella es la ribera
tecnicolor que mayo nos prodiga!


Aproximadamente

Echo en falta un color,
un matiz de la luz,
una textura…

Alguna interjección
-de aquellas malsonantes-
un adjetivo prístino,
o un verbo palpitando con las ganas
de decir la verdad.

Pero todo es inútil…

Un dolor
sordo y sólido ,
enquistado
en el pliegue más íntimo de la dermis del alma,
no hay quien lo dibuje o lo defina,
ni aproximadamente,

Y así no hay manera
de encontrar la palabra con suficiente filo
para sajar
y aliviar los humores de su ántrax
o la oración,
a modo de conjuro,
capaz de exorcizarlo.

En consecuencia,
sigue ahí,
ineluctable,
urente,
tenaz en su inhumana disciplina
de arruinarme mis días, huérfanos de horizontes,
y mis noches pulsátiles
para enaltecimiento
y gloria de su llaga.

Toca, pues, ignorarlo,
tratar de sepultarlo en las regiones
profundas del olvido.

Y esperar.


Solo el tiempo
puede sanar,
si nunca
le devuelve el aliento a los cadáveres,
hecha ceniza, al menos aligera
su carne putrefacta.

Echo en falta un reloj,
quiero contar
-aproximadamente-
cuantas eternidades torturadas
aguanto a malvivir sin derrumbarme.


Sospechando la cruda realidad:

Apenas la presencia indefinible
de mi dolor
-ahora es MI dolor-
pujante,
omnipresente
me abandone,
mi corazón,
absurdo y rutinario,
habrá de comenzar a echarlo en falta.

Isabel Reyes Elena, poemas

Imagen by 김경복

No te alejes

Debería poder eternizar
la voz de donde nacen tus diluvios
desembocando en mí, deletreando
los torrentes de versos que desaguan
en los amplios bancales de mis senos.

Discurre entre tus manos la ternura del mundo
y por las mías
la procesión nocturna de estériles palabras.

No te alejes
pues mis versos-semilla se han perdido
con las cosechas de los tiempos áridos
y no tengo más nada que ofrecerte
para saciar el hambre de tu espera.
Sólo puedo llevarte hasta mis bosques,
al árbol donde irrumpen los misterios
de mi espíritu fiel en pie de llamas.

Hoy me acerco hasta ti para que siembres
mis sueños de azaleas porque tengo
mucha niñez mezclada con la greda,
mucho frío en las manos y no sé
dónde puedo llegar con el tumulto
que produce tu boca en mi energía

Toma mi mano y guíame
al silo donde guardas tus cosechas.


Introversiones

Vivo con avidez este presente
que sólo en mí se fragua, beso apenas
las huellas del pasado que en mis venas
transitan con su lengua irreverente.

Borro las cicatrices de mi frente
para no recordar y a duras penas
intento transcender en las arenas
del río del que soy eterno afluente.

Y me invento horizontes de esperanza
vistiéndome de roca en mi paisaje
de subterráneos pozos artesianos.

Y me bebo la vida por si alcanza
la intemperie que llevo de equipaje
a retener el tiempo entre mis manos.


Nuevo ciclo

La luz por mi paisaje de humo viene
inundando mi otoño. A su llegada toma
conciencia de ser luz y luego anida
en mis ojos abiertos. La claridad desnorta
el canto funeral y los oasis
del éxodo y los días de mis sombras
y árboles me envía, telegramas
de música apacible. En la memoria,
para acunar el sol suena una estrofa,
no importa de qué música,
que el túnel de mis miedos desescombra.

Comienza un nuevo ciclo luminoso.
Fueron ríos, senderos, muchas horas
de nostalgia y de espera. Por los grandes
agujeros del llanto y por las lomas
va penetrando el ánimo a raudales
y me cierra caminos hacia el Gólgota.

Late la vida en mí, miro al invierno
volviendo a ver la vida que revive
y comienza otra vez, luz adelante
lo mismo que una tromba
de sol en mis palabras, de alegría
que vuela las cenizas de mi historia.

Morgana de Palacios, poemas

Malditas

Sé que podría hacerlo.

Podría porque es fácil
meter sexta y huir de lo que me repele cuando miro
por el ojo violeta de mi última amatista,
y entrar en la tertulia de lo etéreo.

Podría unirme al coro de malditas
con mis obras completas
y la desilusión como estandarte.

El cómo es lo de menos
-siempre hay formas-
pero el porqué no es nunca suficiente,
salvo que el egoísmo de ser tú
-en exclusiva tú-
rompiera cualquier lazo con la tierra,
que allá se las apañe con sus contradicciones
y sus poetas únicos
y con su paradoja de dolor sublimado
y con sus ideales opiáceos.

Podría cualquier tarde

en la que Plath o Sexton o Pizarnik o Teasdale o Storni

-mientras hago un sprint bajo la ducha-
me hablan del vacío existencial
con un frufrú de seda en la palabra
y la mirada vacua y el sarcófago
flotando inercialmente sobre el tiempo,
y casi me convencen
de que el mayor error es seguir viva
matándote por otros.

Ninguna derrotó al Arcángel del Tedio
ni sedujo a sus dioses de papel
ni mató sus demonios interiores.
Yo tampoco.

Estar cuerda no siempre resulta ventajoso
porque duele el espíritu y acaba resentido,
pero soy algo más que el aura negra
de mi farsa poética.

Yo soy mi rebeldía.


Detener el tiempo

Vas a heredar mi boca cualquier día,
esa naranja amarga de adulterio,
mi lengua de tormenta que incisiva
hace crujir las gavias de tu aliento.

Heredarás mi voz de jarcha y sable,
mi cetro de cristal, mi amor sin dedos,
mi astucia de tarántula perdida
en la vasta inquietud de los espejos.

Mi látigo de seda, la distancia
que va del corazón hasta los huesos,
la hondura roja y gualda de mi idioma
bajo el azul y blanco de tu verbo.

El pulso de la luz con que destella
el nombre que le puse a tu misterio,
los confines del Norte que limitan
con mi fatalidad de oscuro enebro.

Vas a heredar las cartas del ayuno,
las horas de vigilia en el trapecio
donde colgué tu sol dilapidado
en el calor de mis poemas muertos.

Cuando te lleguen a los ojos, cava
una fosa en la tierra de tu pecho
y olvídate de mí en el instante
en que me entierres cerca de tus miedos.

Cuando sientas que el aire huele a rosas
será que han florecido los silencios.


Lengua de sol

Qué cerca estás de mí, vida, qué cerca,
qué hondo me penetra tu palabra,
con qué fuerza tu fuerza me esclaviza
y con qué levedad me pone alas.

Nadie espera de mí, vida, que amarte
sea como saltar las alambradas
de la calamidad, nadie supone
que tu hombría asesine su algarada.

En qué cenote oscuro me verán
nadar contra corriente turbias aguas,
que no imaginan, vida, que estoy viva
sobre la curvatura de tu espalda.

Duele la claridad aparatosa
de tu lengua de sol en mi ventana.

Selección de poesía de Ronald Harris

Imagen by Stefan Keller

Pasos sin huella

el lobo que aulló dulcemente tras tu puerta cede al asombro
ante la levedad de tus pasos sin huella aparente

es que quizá la arena que cubre la memoria
no sabe el peso de tu pie

ni la forma de tus dedos cuando pasan sobre mí

evita entonces los nombres del odio que te muerden la sinapsis
como un Cristo rojo ardiendo en las neuronas

recuerda

no hay pájaros que trinen lo suficiente en esta jaula
para despertarnos del olvido


Gusanos del olvido

se alargan hacia una nada triste las orillas
de todo destino posible

dónde estás

me crecen las palabras
y se me mueren en los labios organizadamente

a veces parecen versos

dónde estás dónde estás

se pudren dulcemente mis histerias en tu busca
y se duermen a veces en ciertas playas
acurrucadas sólo en algunos paisajes

dónde estás

quizá te escondes en el ojo del miedo
o en la esquina sagrada de una tragedia

y quizá ya no existas y quizá
deba alimentar mil años a los gusanos del olvido
para hallarte


No hay tiempo que perder

no hay tiempo que perder no hay tiempo
caen pájaros en tu lengua transparente
cae el presente cuando no estamos en vigilia
y la estatura de los ojos cuando te buscan
ya no alcanza a ver el laberinto

no hay tiempo que perder huye conmigo
sigue estas palabras

no hay tiempo suficiente cuando volvemos del olvido
no hay tiempo que perder cuando no somos
no hay tiempo que perder cuando perdimos

Minimalismo, Jorge Ángel Aussel

Imagen by Schäferle

Los sueños que nos hacen realidad



Solo los malos escritores siempre consiguen escribir
el libro de sus sueños.


*

Hay quienes solamente sueñan
con hacer de la vida de los otros
una verdadera pesadilla.


*

Soñar con la muerte,
en cualquier caso,
es un sueño premonitorio.


*

Cuando despiertas de un sueño
es porque el sueño terminó.


*

¿Qué importa que tu sueño se realice,
si tu sueño te realiza?


*

Si tienes un sueño debes saber
que el mundo entero te apoyará
para que lo dejes.



*

Atención:
Mientras espera el tren de los sueños
manténgase alejado del borde del andén.


*

Intentan que desistas de tus sueños
porque los dejarás en evidencia.


*

Un sueño es eso que nos atrae
como un espejismo
y nos muestra
como un espejo.



*

En el hotel de los sueños
solo se hacen reservas por adelantados.

*

Existen dos tipos de personas:
las que persiguen sus sueños
y las que persiguen a quienes sueñan.



*

Visualiza tus sueños,
le dice el necio al ciego.



*

Cuando un sueño se me rompe
puedo ver lo que llevaba dentro.


*

Que la realidad se haga sueño
sería un sueño hecho realidad.



*

Un día sueñas con cambiar el mundo entero
y al otro apenas con seguir
entero y soñando.


*

Hemos logrado interpretar todos los sueños
pero casi a ninguno de todos los soñadores.


*

Hay quienes compartiendo la cama durante años
jamás han compartido un solo sueño.


*

Vives la vida a pleno
cuando tu sueño es tan grande
que te da insomnio.


*

Los sueños con estrella
nacen con un plan bajo el brazo.


*

La calle de los sueños
no está pavimentada.



*

El político suele ser un experto
en hacer los sueños irrealidad.

Selección de poemas de Ricardo Fernández Esteban

Imagen by Luca Finardi

Un año de pandemia

Un año sin abrazos y sin besos,
sin cenas y sin copas con amigos,
manteniendo distancias, sin mostrar
los rostros ni las almas, olvidando
nuestra forma de ser y convivir.

Un año en que perdimos allegados,
sin poder ni siquiera despedirlos,
más allá de un recuerdo por las redes
que suena a frase hecha, a burda excusa
por no poder acompañar el duelo.

Un año que reduce nuestras vidas,
en un punto del cauce muy sensible,
porque ya queda poco para un mar
de horizontes perdidos, bajo brumas
que no albergan islarios de refugio.

Un año que no acaba, que prosigue
entre nubes que ocultan aquel sol
que iluminaba rutas de ilusiones.
Será una lucha larga y, si hay victoria,
precisará perder muchas batallas.

Un año en el que el miedo se ha instalado
como clave de bóveda y la gente
se confina olvidando que la vida
es aceptar vivir burlando al riesgo,
pues no suman los tiempos de prisión.

Un año que he perdido y no sé cuántos
tendré para olvidar. No quedará
por mí el intento de empezar de nuevo,
si prosigo el camino está por ver,
hará falta esperar a otro poema
.


Selección de haikus

Otoño

Llega el otoño,
cambia el color del bosque,
las hojas mueren.

En la agonía,
se visten de colores
antes del luto.

Cuando fallezcan
alfombrarán la tierra,
con mantos pardos.

Circula el tiempo
y los bosques reflejan
sus estaciones.


Este jardín estima
sus notas de color,
haikús con rima.


Las buganvillas
de las Joras de Grecia
son maravillas.


Las amapolas
que enrojecen los campos
nunca están solas.


La margarita
cuando cuentas sus hojas
te da o te quita.


Pero la rosa
es de todas las flores
la más hermosa


Virus y síndrome de la cabaña

Esto ya dura más que un embarazo;
quién nos hubiese dicho que tamaña
pandemia incidiría con la saña
de este corona-virus, ¡qué mazazo!

Y lo peor será que por rechazo
nos coja el “síndrome de la cabaña”,
ese miedo a salir, la telaraña
que te atrapa en tu hogar con mental lazo.

Neguemos luz al monstruo microscópico,
venzámoslo en el cuerpo y en la mente,
salgamos de la cueva y abracemos,
besemos, y comamos con la gente.
No me taches de ser un tonto utópico,
sígueme, simplemente, y venceremos.

Selección de poemas de Gavrí Akhenazi

Imagen by Andras Sziffer

Elogio inerme

No me imagino ahora,
en este tiempo de rudimentos que se vuelven anclas
y la jaula libera con sus fondos de humo
los pájaros armados en que nos convertimos
para salvar el vuelo.

Hemos salvado, también,
algunos pocos cantos al cabo de la risa
como la conjetura de estar vivos a pesar de estar vivos.

Venías tan inerme de nobleza a ofrecerme las rosas de tus balas
que era imposible condenarte a muerte
ni en batalla ni fuera de la guerra de bien que proponías
sobre arpones, puñales y armisticios
que hablaban de pañuelos y de trenes que no saben llegar
si no es descarrilando en tus andenes.

Venías tan desarmada con tus armas,
con esa gravedad del verbo grávido sobre la lengua impura,
con el gesto pausado y detenido de la mano que es sabia
en amansar rincones con cadáveres

que tuve que mirarte.

Y luego, ya no dejé de hacerlo como se mira el mar
con esa nostalgia sin premura que poseen los puertos en invierno
y esa costumbre mansa
de animal que se refugia en sí cuando la noche
es más amplia que el aire.

Un riego por goteo en este yermo
un día y otro día y otro día
hasta el ancho momento de los verdes.

Ahora, no sabría cómo no verdecer en la sequía
sobre la que tu boca me acontece
alimentaria.


Caída libre

Esta deriva de pequeños gestos
envuelve las ausencias con un hálito oscuro
que arremete sobre las condecoraciones
y se expande
con una suavidad de labio

hermético
turgente

agranadado como si de él brotaran verbos viejos.

Caen aquí.

Todas tus palabras caen como caen las reminiscencias
en el vértigo y en el esplendor
como si tuvieran su propia Shangrilâ
en un rincón del tiempo en que la vida moja sus historias.

Viajo despacio en este velero impenetrable
y hay en el aire una hondura que ha perdido las alas
porque tus pájaros

ásperos y metálicos como si fueran pájaros de guerra

se zambullen dentro de mi boca
para escribir las palabras descorazonadas
las palabras irrespirables
las palabras que parecen bruñidas por un zapatero de brujas

no de Cenicientas.

Entonces, solo para tu boca
unto de sangre a mi propio verbo
como si escribirte fuera un parto distócico

y el poema, mi alma.


Preso del fuego

¿Cuántas veces la muerte me ha pisado la sombra
y ha teñido mis manos con su oscura calaña?
¿Y cuántas otras veces la ha escupido mi boca
como un hueso podrido que me ha podrido el alma?

No sabría contar las voces de violencia
que atraparon sin rumbo mi poca algarabía
ni las veces que herido he rasgado la tela
de tus versos, con saña, para vendar mi vida.

Retorcido, malsano, mal curado, mal muerto,
que escribe lo que piensa cuando no siente nada
o siente demasiado su oscuridad de ciego

soy bicho malhadado que recubre con karma
a su letra rabiosa y al perverso deseo
de inmolarte algún día a su férrea esperanza.

Selección de poemas de Ovidio Moré

Imagen by Stefan Keller

Los mitos y yo

I

Yo soy como Eleguá, soy el portero,
soy carne de cañón, primera plana,
un pez en la pecera, la ventana
al mundo desigual y puñetero.

El alfa y el omega; y al primero
que azota el vendaval de la mañana.
Soy ese  rojo círculo en la diana
que aguanta los flechazos del arquero.

Yo soy como Eleguá, abro el camino

donde la claridad  se manifiesta
al fondo de un oasis clandestino.

Pero tras el espejo nadie apuesta
por la pulsión cifrada de mi sino
y sigo en la ignorancia, sin respuesta.



II

Yo soy un torpe Sísifo que sube,
empujando una roca hacia la nada,
sabiendo que la ruta está cerrada
pues no debo volver a donde estuve.

La cima queda lejos de la nube
que debe conducirme hasta la entrada
de una vida piadosa o disipada
donde el miedo al dolor nunca se incube.

Y aquí sigo, escalando esta ladera…
Sí, es absurdo, Camus bien lo sabe,

mas siempre he sido adicto a la quimera.

Quizás la solución sea que un ave
en ígnea combustión (Fénix de cera)
del círculo inmortal me de la llave.



III

Yo soy, también, un nuevo Prometeo

que en busca de otro fuego se ha perdido
y yace  en un peñasco, mal herido,
viendo pasar la vida, aunque no veo.

Al alma le entregué el rojo trofeo
que quema la palabra,  y en el nido
me alumbra cada verso conmovido,

cuando a tinta y a sangre yo lo creo.

Y después viene el pájaro iracundo
a cebarse en mi carne de poeta
dejándome sin credo en un segundo,


y vuelvo a ser la inane marioneta…
Hijo de Calderón: un Segismundo,
un fantasma, una sombra, una silueta.

IV


Pero nunca fui Narciso frente al lago,
ni Aquiles sin escudo, o Mackandal,
ni el díscolo Sileno, ni el leal
Cancerbero del mundo de lo aciago.

Nunca fui ningún brujo, y menos mago,
ni santo, ni cemí, ni inmemorial,
ni un ídolo de barro, ni ancestral
orisha, ni el apóstol de Santiago.


V

Tampoco soy proclive a la fiereza,
a no ser que me toquen las narices,
entonces soy un tigre tras la presa.

Y si tengo que mostrar mis  cicatrices

lo hago sin pudor, y con crudeza,
desvelando, sin miedo, sus matices.

Selección de poemas de Leonardo Zambrano

Imagen by Manfred Antranias Simmer

Tema

¿Cómo podemos encontrar la luz en la soledad?
Cuando las manos labran en la voz al tocar el sol.
Cuán grande es el verbo en nuestros lamentos
y la prenda que nos pinta esa fe en las sombras.

Hoy este insólito pretérito manoseó mis silencios
jugó en el papel hasta arrancarme una lágrima
y no me aparté de nadie en sus mismas muertes…
…Ni salvé un beso, al poner señales donde las di.

Cuál mi narcisismo despertó todos mis espectros
este poema se acerca a la lujuria que concebí sutil
grande y elocuente en mis deseos indescriptibles
inexplicable porque la hora fue siempre tiempo…

…la suyas en sus sesenta minutos tocando estrellas
las mías en la luna entre el cabezal y sus fantasías.

Mis horas y las de ellas siguen siendo eternas…


II

Hoy día he perdido a un hijo,
sin ser mío lo siento triste y llorando
su padre no lo aceptó y no fue eco
hoy partió con todos sus silencios…

Nadie se enteró cuánto es sufrir
y ahora el llanto se nos pega en la cara
por no entender lo que sucedía atrás
sin embargo sentir es una tumba más…


Recuerdo de mi pasado

Aún siento esa noche tan lenta y tan húmeda
cuando mis labios se despidieron de su alma,
aún siento esa noche con su soledad profunda
una lágrima más con sus marcas en el tiempo…

…mi propia demencia.